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01

Los Jeon eran una familia adinerada, su fortuna estaba invertida en diversos negocios tenían acciones en las empresas más populares, y por si fuera poco eran dueños del Centro Comercial más concurrido de Seúl, 'Coal Drops Yard'.

Jeon Jungkook era el único nieto y heredero de todo este imperio construido por Jeon Daehyun. Al terminar su maestría en Administración, su padre lo puso en el cargo de Sub Gerente del Centro Comercial, aunque Jeon Seoho estaba a punto de retirarse, por lo que pronto pasaría a ser el Gerente absoluto.

Desde la construcción de Coals, diferentes negocios habían ido y venido, otros habían sido remodelados y trataban de incluir variedades para los visitantes, haciendo de Coals un grandioso lugar. Jeon Seoho se aseguraba de ofrecer el mejor servicio en los diferentes departamentos, él mismo se encargaba de aprobar a los dueños a cargo de los distintos negocios antes de rentarles los locales, era un hombre muy sociable y, hasta el momento, no había tenido problema con ninguno. Jungkook estaba más en la parte administrativa y de las finanzas. En él tiempo que llevaba trabajando, nunca había interactuando con los propietarios de los locales, a pesar de que en algunas ocasiones se paseaba por el lugar, nadie sabía que era el heredero de los Jeon.

Esa tarde, el pelinegro se dispuso a explorar el lugar, y la pintoresca cafetería 'Dulce delicia' llamó su atención.

Miró la vitrina de los pasteles que estaban en el menú, se veían deliciosos.

Justo en ese momento, un chico rubio y bien parecido se acercaba para colocar un nuevo pastel en la vitrina. El pelinegro fue atraído por el dulce aroma.

─Buenas tardes ─habló Jungkook, llamando la atención del chico─. ¿Puedo tener una rebanada de este pastel recién hecho?

A pesar de que el chico lo había notado, parecía estar en shock.

El pelinegro lo miró confundido, pasó la mano frente a sus ojos para sacarlo de su trance, pero no tuvo éxito.

─¡Hey, Jimin! ─lo sacudió un chico de ojos cafés─, te están hablando.

Un sonrojo tiñó las mejillas del muchacho que, apenado y nervioso, se dispuso a tomar la orden de Jungkook.

─En un momento se lo llevó, puede elegir la mesa que quiera ─dijo el chico amablemente, y Jungkook eligió una cerca de la salida.

•••

─Wow, ¿viste eso, Tae? ─habló el rubio de nombre Jimin─. ¡Es él! ─exclamó.

─¿Quién? ─preguntó Taehyung confundido.

─Mi príncipe ─dijo Jimin, y el castaño recordó que un par de semanas atrás, cuando el rubio había ido a comprar sus almuerzos, aseguraba haber encontrado a su príncipe. Desafortunadamente, Jimin podía llegar a ser muy tímido, por lo que no hizo el menor intento por hablar con él.

─Ah, ya veo. Es guapísimo ─concordó Taehyung─. Ahora date prisa con su pastel antes de que se aburra de esperar y se marche.

─Tienes razón ─dijo Jimin, cortando una gran rebanada y sirviendo el café que había ordenado.

El rubio dejó la orden frente al pelinegro y, tras recibir un agradecimiento, volvió al mostrador.

─Es tan guapo ─suspiró de nuevo.

Taehyung sonrió en su dirección, pues Jimin no solía encontrar atractivo a cualquiera, pero le daba la razón; el pelinegro enfundado en un traje azul claro parecía un supermodelo, aunque a leguas se veía que era un serio hombre de negocios.

Jimin era el dueño de 'Dulce delicia'. A pesar de sólo tener diecinueve años, Jeon Seoho había confiado en él para rentarle el local. El hombre había quedado maravillado con los postres que el chico preparaba.

Jimin y Taehyung eran los mejores amigos, se habían mudado juntos desde Busan, su pequeño pueblo; el rubio tratando de independizarse de su sobreprotectora madre, y Taehyung, que amaba cantar, había ido tras su sueño, ya que en Seúl había varios cazatalentos.

Durante el día, Taehyung trabajaba con Jimin en la cafetería, y por las noches cantaba en un bar.

Confiaba en que alguien notaría su talento.

─Oye, Mimi, ¿porqué no me habías contado que te gustaban un poco mayores? ─preguntó el castaño, tratando de calcular la edad del pelinegro.

Por muy atractivo que fuera, el chico se veía más grande que Jimin, y Taehyung consideraba que su deber como mejor amigo era protegerlo. El rubio no había tenido ningún noviazgo anteriormente, y él no estaba seguro de que aquel hombre de negocios fuera el indicado para ser el primer novio de su mejor amigo.

El rubio volvió a sonrojarse.

─No se ve tan mayor ─se defendió Jimin─. Además los chicos de nuestra edad sólo buscan pasar el rato, no están en busca de nada formal.

Taehyung se quedó pensando cuando Park habló nuevamente.

─Oh, ya se va ─soltó Jimin algo desesperado─. ¿Tu crees que debería ir y...?

Pensó demasiado tarde en acercarse, pues el pelinegro ya estaba cruzando la puerta de la cafetería.

─Descuida, Mimi, ya son dos veces que lo ves, no dudo que lo encuentres de nuevo ─lo confortó Kim, todavía poco convencido─. Aprovechando que hay menos clientes, ¿por qué no grabas tu video con el pastel del día?

A pesar de que su cafetería tenía bastante éxito, no siempre había sido así, por lo que al rubio se le había ocurrido darse a conocer en las redes sociales, así más gente consumiría en su local.

A diario publicaba fotos de sus postres en Instagram y subía historias invitándolos a visitar su cafetería. Como Park realmente amaba cocinar, había decidido abrir también un canal de Youtube, donde todos los fines de semana subía una nueva receta.

El rubio era realmente adorable, por lo que tenía un considerable número de seguidores que quedaban aún más encantados al degustar sus preparaciones.

─De acuerdo, Tae ─respondió animado─. Mhm, vamos a recomendar el pastel que pidió mi príncipe, el de chocolate y frutos rojos.

Taehyung asintió, tomó el teléfono de Jimin y se dispuso a grabarlo.

─Hola a todos ─saludó Jimin hacia la cámara─. El día de hoy les quiero recomendar este pastel ─dijo, mostrando su rebanada─. Es de chocolate y frutos rojos, realmente está delicioso. ¡Vengan pronto porque se acaba! ─finalizó, con una hermosa sonrisa.

Taehyung levantó el pulgar y subió la historia.

─Bien hecho, Mimi. Iré a preparar más té, recuerda que después de que publicas algo este lugar se llena.

El rubio sonrió.

Estaba satisfecho con su trabajo. Desde que había pisado Seúl las cosas habían salido bien. Al principio él y Taehyung habían rentado un pequeño piso, pero ahora que habían generado algunas ganancias, estaban a punto de cambiarse a un departamento más grande.

Las cosas no podían ir mejor, sólo esperaba volver a ver a su hermoso príncipe pelinegro.

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