
🌸Capítulo 3
Jimin despertó y observó el blanco perla del techo de su nueva habitación. Se sentó en su amplia cama y contempló a su alrededor.
Una semana no era suficiente tiempo para acostumbrarse a su nuevo ambiente. Prácticamente había pasado de tener un pequeño cuarto en el que apenas cabían dos camas y en el cual compartía con dos niños no más de siete y cinco años a tener una amplia habitación para él solo.
Una donde su cama era lo suficiente grande como para tres personas, con sábanas color blanco puro y suave al tacto, al igual que el edredón azul marino.
Un velador gris estaba a su derecha con una pequeña lámpara sobre ella. A su izquierda había un sofá individual color azul marino al igual que el edredón de la cama, se veía lo suficientemente cómodo para pasar una tarde leyendo en él. Por detrás de este, había un ventanal que no era más ancho que el sillón y era completo, del suelo al techo que daba vista a la casa vecina.
Tirando se las cobijas hacia atrás sacó sus pies, al sentir el suave tacto peludito de la alfombra bajo sus pies sonrió.
Se levantó y estiró su cuerpo alzando sus brazos, bostezando Jimin se colocó las pantuflas y observó a su mascota. Suga dormía muy cómodamente en su jaula la cual había dejado sobre el escritorio.
El omega observó el computador portátil y al lado de este el nuevo celular que le había entregado ayer su padre. Aunque se había negado el alfa había insistido hasta convencerlo a la fuerza.
Sonrió a algo muy similar a una mueca ante el recuerdo.
Negando con su cabeza fue al baño integrado de la habitación. Mientras se bañaba, al lavar su pelo, recordó el extraño deseo que le estuvo persiguiendo todo el día de ayer hasta cuando cerró sus ojos.
Tocó sus oídos y negó con su cabeza, deseaba escuchar la voz de quien era su nueva madre. Se imaginaba un tono dulce y suave, uno cariñoso y juguetón como demostraba ser la omega.
Mientras se vestía no pudo evitar seguir deseándolo hasta que finalmente cedió ante su deseo.
Buscó en su maleta aquel objeto que casi no usaba por no decir nunca, había pasado tanto tiempo que era difícil que funcionara aún de todas formas.
Se colocó el extraño aparato en su oreja y lo encendió, espero ansiosamente unos segundos cuando escuchó el primer ruido, el cual era su propia voz.
—... Imin... Iemin... J-jimin —logró pronunciar finalmente. Arrugó su nariz, su pronunciación seguía siendo mala, como la de un niño entre 3 y 5 años.
Pero aún así, ésta casa, esas dos personas, su padre y madre en especifico, estaban provocando que deseara cosas que anteriormente no tenían sentido. Cosas como el querer escuchar, el querer hablar nuevamente.
De pronto, se vio afectado por la positividad de su madre. El pensamiento y el deseo de que sus hermanos lo aceptarían pronto se instaló en su pecho de una forma irremediable, algo que comúnmente era llamado... Esperanza.
Mordió su labio inferior para borrar su sonrisa, pero era imposible, su sonrisa no podía ser borrada por más que lo intentara ante su nuevo deseo y sentimientos, ante sus nuevos pensamientos.
Una vez logró controlar su inexplicable emoción, salió de su habitación por su desayuno. Hasta ahora, los había estado disfrutando con su madre en la cocina al estar solos desde tan temprano.
Al llegar a la cocina, se encontró a su madre terminando de servir el desayuno sobre el mármol gris de la isla.
—Oh, ya pensaba subir por ti si me hacías esperar más jovencito —aunque sonaba con un regaño, su sonrisa decía lo contrario al igual que su cariñoso tono.
Su voz era definitivamente como se la había imaginado el menor, suave, tierna y cálida, llena de vida.
Una pequeña risa casi se escapa entre sus labios por lo cual tuvo que taparse con ambas manos, pero de todas formas sus ojos sonreían por él.
—Toma asiento Jiminnie —invitó Hyekyo.
Justo cuando ambos se disponían a disfrutar del desayuno, la mujer se detuvo y observó expectante al menor.
—Si recuerdas lo que habíamos hablado ayer —pregunto llamando la atención de Jimin.
El pelirrojo ladeo su cabeza y arrugó su nariz al recordar, no muy feliz asintió con su cabeza—. Sí.
—Sé que no te gustan los hospitales Jimin, pero necesito que nuestro médico te haga una revisión rutinaria que no es nada de lo que debas de preocuparte —aseguro.
El omega asintió nuevamente con su cabeza, aunque comprendiera lo que le estaba diciendo no significaba que le gustara.
—Hasta... —Hyekyo lo pensó unos segundos antes de continuar—. Hasta podría revisar tus oídos y ver que tan grave es tu problema —sugirió suavemente, con duda que si no fuera por el audífono, Jimin de todas formas hubiese podido identificar por la expresión corporal—. Claro, solo si tú gustas y estas cómodo con ello, si no, no —agregó inmediatamente ante el silencio del menor, con miedo de haber cruzado la línea.
El pelirrojo hizo una mueca, se encogió de hombros y finalmente asintió con su cabeza al recordar todas las emociones que le embargaron en su habitación momentos atrás.
Esto era una oportunidad.
La deslumbrante sonrisa de su madre estuvo presente durante el resto del desayuno hasta el final.
—Iré por mi cartera y un cambio de ropa —aviso antes de retirarse de la cocina.
El joven omega juntó los trastes sucios y fue al lavaplatos dispuesto a limpiar. Mientras lo hacía, pudo sentir perfectamente la presencia de más personas en la cocina además de haber escuchado sus ruidosas pisadas mientras se acercaban.
—Gracias por ir por mí, Namjoon hyung.
—Última vez Jungkook, no soy tu chófer personal —advirtió antes de alzar la mirada y observar al pequeño cuerpo de su nuevo hermano.
—Si mi papá me devolviera mi moto no habría problema alguno —chisto antes de seguir la mirada del mayor—. Ugh, lo que me faltaba, que mis ojos vieran a aquel desagradable omega. Si sabes que por tu culpa nuestro hermano Yoongi se fue a quedar a su departamento, ¿cierto? Todo porque tú estás aquí —pronunció con malestar.
—No te puede escuchar de todas formas Jungkook —le recordó el contrario, con burla.
—Lo sé, pero es divertido —sonríe—. Solo es un caso de caridad de nuestros padres, ¿hasta cuando crees que les dure la lástima por él, Hyung? —preguntó pensativo.
—Espero que pronto, odio sentir su aroma cerca, en sí odio tenerlo en la misma casa aprovechándose de la lastima de nuestros padres —bufa.
—Vamos antes de que se de cuenta de nuestra presencia, no quiero que me hable raro —hizo una falsa arcada antes de retirarse con una gran carcajada.
Namjoon observó un poco más al chico antes de suspirar con pesadez y negar con su cabeza.
Cuando por fin terminó de lavar, Jimin se limpio las pocas lágrimas que habían salido en contra de su voluntad. Aquellos deseos y sentimientos que había tenido en su habitación desaparecieron totalmente, siendo pisoteados.
Para qué escuchar si el hacerlo solo producía tanto sufrimiento, para qué hablar si solo incomodaba a otras personas. No sabía cuánto poder poseían unas cuantas palabras cuando había algo de esperanza en uno.
Frunció el ceño cuando sintió algo en su mano, temblorosamente la abrió y contempló su auricular.
Oh... No tenía idea en qué momento se lo había arrancado, pero ahora podía entender el agudo dolor en su oreja, tal vez era por ello que escuchaba lejanamente un sonido similar a un cascabel.
Cerró en un fuerte puño su mano y la ocultó en el bolsillo de su pantalón, no queriendo ver aquel objeto.
Hizo una mueca de dolor cuando su antebrazo fue agarrado con fuerza y luego jalado hacia atrás, obligado a sacar su mano del bolsillo de su pantalón.
—Qué crees que estás robando enano —interrogó Yoongi seguro de haber visto cómo guardaba algo.
—N-no... —forcejeo el menor.
Con fuerza bruta el alfa le obligó a abrir la mano revelando un aparato que perfectamente se podía identificar como un audífono para sordos.
Juntó sus cejas confundido y observó el rostro del menor, un hilo de sangre se deslizaba por entre el pelo del omega donde estaría su oreja, gotas rojas que marchaban la ropa de Jimin.
—Pero qué... —preguntó soltándolo enseguida, el omega evitó sus ojos observando el suelo, ocultando tras su flequillo sus lágrimas, a pesar de que sabía que su aroma revelaba cómo se sentía.
Yoongi se le quedó observando, movió su nariz al sentir un suave aroma de áloe vera con algo de... Coco. Era... Agradable y podía sentirlo perfectamente envolviéndolo como una caricia a pesar del amargor del dolor.
—Perdón por demorar Jiminnie pero no podía encontrar mi celular —interrumpió la madre de ambos.
Ambos giraron a observarla, al ver la sangre en el rostro de Jimin perdió color mientras gritaba con horror y se acercaba rápidamente al menor.
Jimin volvió a esconder su audífono.
—¿Qué sucedió? ¿Estás bien pequeño? ¡Yoongi dime que sucedió! —pregunto exaltada, revisando con manos temblorosas el oído del menor.
—... No lo sé, cuando entre él ya estaba así —o eso suponía.
—V-vamos al médico, tenemos que ir al médico —balbuceo tomando de la mano al omega.
Pero el castaño rojizo no se movió, simplemente negó con su cabeza y soltó aquella cálida mano.
—Yoongi ayúdame, tenemos que llevarlo a la clínica —pidió asustada.
—No parece que quiera ir —respondió con simpleza, encogiéndose de hombros con desinterés.
Sin querer sentir más el tenso ambiente, Jimin se retiró apretando con fuerza el audífono en su mano.
El alfa observó cómo su madre se iba detrás del chico insistiendo en ir a la clínica para que le revisara el doctor.
—Qué habrá escuchado para sacarse a la fuerza aquel objeto —meditó en voz baja, algo curioso.
Recordaba a su padre diciéndole que no era sordo de nacimiento por lo que asumía que debió de ocurrirle algún tipo de accidente.
—¿Desde cuándo lo está usando?—pregunto teniendo una corazonada por donde iba el asunto.
—¿Hablabas con alguien? —pregunto Namjoon entrando a la cocina.
—Nada —negó con su cabeza—. ¿Qué haces aquí?
—Jungkook cree que soy su chófer personal —bufo—. ¿Y tú, Hyung?
—Vine por una carpeta que se me quedo en mi habitación —respondió comenzando a caminar.
—¿En serio te fuiste por ese chico? —cuestionó el alfa contrario, siguiéndolo.
—Que estupidez estas diciendo ahora. —gruñó frunciendo el ceño.
Ambos observaron a su madre golpear suavemente la puerta de la habitación de Jimin.
—¿Qué sucede madre? —pregunto Namjoon deteniéndose, Yoongi que sabía cuál era el problema siguió de largo hasta su habitación.
—Jiminnie no me dejó ayudarle, se encerró en el baño y luego cuando salió me sacó de la habitación —respondió angustiada.
—Qué niño más desagradecido, deberías de devolverlo de donde lo sacaste mamá, aun estas a tiempo —resopló.
—¡Ya basta todos ustedes! —gritó cansada—. Tú comportamiento y el de tus hermanos está peor que niños de dos años, en serio ¿qué les sucede chicos?
—¿En serio preguntas mamá? —observó fríamente el alfa—. Tú fuiste quien trajo un completo desconocido como si fuera...
—Calla esa boca tuya ahora mismo Min Namjoon —gruñe.
—¿Por qué? —pregunto Jungkook que había salido al escuchar el grito de su madre—. Lo que dice mi hermano es verdad.
—Será mejor que piensen sobre su comportamiento, no quiero que se acerquen más a Jimin y tampoco hablen a sus espaldas, puede que no escuche bien pero no es un estúpido —advirtió.
Ambos hermanos observaron a su madre dejar la segunda planta, el denso aroma de la decepción bañaba el pasillo.
—Nunca la había visto y escuchado tan dolida y decepcionada —pronunció Yoongi apareciendo con una carpeta entre sus manos.
—¿Y ahora qué? —pregunto el menor de los tres.
—A mi no me miren, ya me retire de esto. Lo que haga o no haga ese chico no es mi problema al igual que nuestros padres, no me calentare la cabeza con esto como ustedes —respondió el mayor de los tres hermanos.
—Claro, como tú tienes un departamento en el cual quedarte si no gustas de estar aquí no tienes que verlos todos los días como nosotros —se quejó Namjoon.
Yoongi se encoge de hombros—. Y aunque estuviera aquí simplemente lo ignoraría, es la forma más fácil de no causar más problemas y disputas con nuestros padres. Porque tienen que tener claro, que ellos no piensan dar marcha atrás y ninguno piensa que lo que está haciendo está mal.
Con eso, se fue dejando pensativo a los dos hermanos.
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