Agradecimientos
Yatzel (escritora de Oliver):
Sigo sorprendida, enormemente sorprendida con lo lejos que llegó esto. Me he preguntado y todavía me preguntó: ¿cómo es que salió tan bien? ¿Cómo es que una serie de coincidencias dieron lugar a la historia más genial que he escrito y que quizás nunca voy a superar? No lo sé, no lo entiendo. La historia nació en una publicación de Facebook y un comentario, ninguna de las dos pensó que dudaría poco más de una semana. Pero ocurrió: superamos los primeros siete días. Y lo que era una sencilla forma de matar el tiempo se convirtió, por casi un mes sin exagerar, en mi motivación de las mañanas, en esa cosa que te hace levantarte y decir ¨Tengo algo para hacer¨. Fue, durante un buen tiempo, mi pensamiento central al viajar en autobús, al estar lavando platos, al estar aburrida en clase. Sentía una emoción estúpida al escuchar la llegada de una notificación en Messenger. Yo tuve algo para escribir, algo para leer. Mientras el tiempo pasaba, más conectada e involucrada me sentía con nuestra creación, eran sensaciones únicas, porque no voy a mentir: nunca antes había sentido un algo por una historia escrita por mí.
Y adivina, lo viví. Yo, junto con Allen, Oliver y por supuesto, Anna, viví esta cosa tan de cerca que sufrí, reí, lloré, me emocioné con esas líneas, con mis propias líneas, pero sobre todo con lo que escribía Anna. Porque esa fue la magia de esto: escribirlo con ella. Fue gracias a Anna que obtuve una visión diferente, que salí de mi zona de confort, que ciertos ámbitos que nunca había considerado sobre la escritura adquirieron sentido. Realmente pienso que el hecho de que una persona estaba ahí para leer lo que iba a escribir, apoyarlo, y al mismo tiempo responderlo con algo de igual o mejor calidad a lo mío, me motivo demasiado a sacar habilidades que no creía tener. Nunca pensé que a mis dieciséis años llegaría a escribir algo con 170 páginas, o que iba a poder narrar romance, o siquiera hacer una historia que pudiera mantenerse por los propios personajes y no por los hechos. Pienso, entonces, que llegué lejos en todos los sentidos de la palabra, y todo gracias a Anna, quien es tan buena escritora como para hacerme llorar por Allen como una desquiciada (ese privilegio sólo lo tenían dos personajes), como para hacerme querer leer más y más líneas, como para dejarme esa marca que sólo los buenos libros te dejan.
Anna, fue increíble. Gracias por esas canciones, dibujos, pines del Pinterest, charlas sin sentido, charlas con demasiado sentido, gracias por no darme por loca cuando te hable de mi fanatismo por la tragedia, gracias por desvelarte conmigo todas esas veces, gracias por invertir casi un mes en esto y tenerle fe. Gracias por escribir esta historia para mí. Allen Taylor y Oliver Wade significaran mucho para el resto de mi vida.
Y cuando leí esa línea final, lloré. Lloré muchísimo. Lloré por Allen, lloré por Oliver..., pero también lloré porque todo había terminado, porque me quedé sin la notificación de Messenger, porque me quedé sin mis pensamientos del autobús, porque de cierta forma, Anna se despedía.
Y empezamos con una premisa muy simple: Dos muchachos, huyendo de los bullies de turno.
Y terminamos con un: Dos muchachos, huyendo de su pasado, de sus malas experiencias y recuerdos, de sus luchas internas, puntos débiles e inminente declive. Y fracasando en el intento.
¿Entiendes lo que quiero decir? Cambiamos una amenaza física, obvia y tangible (Lenny Orwell) por una menos directa y menos ruidosa; pero más abstracta, más psicológica, más confusa, más incompresible, más fuerte, más mortífera..., Oliver y Allen estaban escapando de algo, al igual que todos nosotros en cada uno de nuestros días. Ese algo es tan peligroso que incluso podrías no notar su presencia ni su efecto en ti, hasta que ocurre un horrible punto de quiebre. Es por ello que considero que el mensaje de Dulce declive es: ¿de qué estas escapando? ¿Lo estás haciendo de la manera correcta? Un viaje de cuatro horas y un cambio total de escenario ha demostrado no ser la respuesta correcta. ¿Y cómo podría ser correcta, si ese algo está en ti, no en un lugar?
Esta en ti, matándote lentamente. ¿Cuál es la forma correcta? Quizás tenemos que averígualo por cuenta propia, y tenemos que averiguarlo antes de que sea demasiado tarde.
Poético y absurdamente increíble, ¿no crees?
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