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5

Ese día dejó a Abigail en la casa de ese chico, en el camino hablaron de muchas cosas y rieron bastante sobre anécdotas vergonzosas, pero no volvieron a tocar temas personales, decidieron que ese momento de intimidad cercana iba a hacer algo que tendrían como anécdota y de lo que se reirían contándoles a sus amigos. No se pidieron los números, ni se buscaron en redes, solo tendrían la foto de la boda como evidencia y decidieron que si eso no había sido tan casual y la vida quería volver a juntarlas, lo haría a su manera.

Pero no lo hizo, pasaron más de 3 meses desde la boda y no volvieron a verse. El otro tema es que mientras su hermana recién casada va con su vida viento en popa, la de Montserrat va en declive.

El teléfono vibra por tercera vez, ella ignora la llamada, pero quién llama se niega a que ella no atienda y vuelve a llamarla.

—Hola.

Atiende a su madre, se levanta de la cama desnuda y con resaca, pisa un preservativo usado y corre al baño de esta casa que no conoce, a lavarse el pie mientras se viste.

—¿Dónde estás? Habíamos quedado en juntarnos a almorzar hoy.

—Ustedes habían quedado mamá, yo no —mira por la habitación buscando sus bragas que el tipo durmiendo boca abajo tiene en su cabeza, se la saca y se la coloca apurada— tengo cosas que hacer, trabajo, no puedo...

—Es domingo Montserrat, hoy no trabajas. Te esperamos, la comida estará en una hora.

Le corta y busca las llaves de su auto <<como carajos llegué aquí y quién es ese. Dios que decadencia, estoy cada vez peor>> toma sus cosas y revisa que tenga todo, como teléfono, billetera y por supuesto las llaves del auto. Se coloca lentes de sol que se lleva del desconocido y sale, su auto está estacionado la mitad en la acera y la mitad en la calle.

—¿Es tu auto? —Intenta ubicar el lugar de donde sale la voz— ¿Es tu auto?

—Es un niño de unos 5 años que aparece de uno de los lados— Sí, tengo que irme.

—Es muy bonito ¿Puedes darme una vuelta?

—Estoy muy segura de que no deberías pedirle eso a un extraño ¿Dónde están tus padres?

—¿Que hora es?

—Las 11:21 de la mañana.

—Es temprano, deben estar borrachos todavía durmiendo en el piso del living o la cocina.

—Suspira, hay gente que no debería tener hijos— ¿Ya desayunaste?

—Comida China que quedó en el refri de antes de ayer —se encoge de hombros.

—Mira su teléfono, debe irse— ¿Qué dices si te preparo el desayuno y luego me voy? tengo que llegar a la casa de mis padres —dibuja una enorme sonrisa.

Entran a la casa de no me se sabe su nombre, revisa las alacenas y el refri, prueba que la leche no esté en mal estado y le sirve un tazón de leche con cereales, más un huevo revuelto.

—Soy Montserrat.

—Lindo nombre —la mira con sus ojitos azules— Soy Demian. Eres una buena mamá.

—No tengo hijos.

—Serás una buena mamá entonces.

—No lo creó.

—¿Por qué?

—Me gustan las chicas —la mira extrañado— y los chicos.

—¿Te pueden gustar ambos?

—Claro que sí, a muchas personas le gustan ambos. Bueno niño debo irme, un gusto conocerte y si —señala a la habitación— te pregunta por mí, dile que me tuve que ir por una urgencia familiar —respira y mira al cielo— no debo meterme —se lo dice una y otra vez— no debo meterme —pega la vuelta— niño ¿Sabés leer? —él niega con la cabeza— ¿Sabés contar? ¿Sabés marcar los números en un celular? —él asiente.

—Muchas ves llamé al 911 cuándo mi mami parecía no respirar.

Suspira dubitativa, quizás si se lo llevara nadie lo reclamaría, nadie lo extrañaría y ni siquiera se preguntarían a dónde está o cómo está. Se detiene ante sus pensamientos de secuestro, definitivamente esa una es una solución viable.

—Bien, escucha Demian, te anotaré mi número aquí —toma un papel y lo escribe— solo debes llamarme si éstas en peligro o es muy, pero muy importante que yo venga ¿Está bien? Guarda esto y no dejes que nadie lo vea, excepto tú.

—El niño la mira y la abraza por la cintura— Gracias Montserrat —se despega de ella— igual si algo pasa y te llamo, entenderé sino vienes o no quieres hacerlo —se da vuelta a terminar de desayunar— mi mamá dice que nadie me querría nunca, porque soy un mocoso de mierda horrible —Le sonríe con lágrimas en los ojos— y a nadie le gusta la gente fea.

Se agacha para mirarlo a los ojos azules enormes que tiene, que resaltan de piel morena y su cabello rizado oscuro.

—Demian eres el niño más lindo que haya visto en mi vida y viniendo de mí, es un gran cumplido —lo abraza, sin importarle que él huela mal, ella también huele mal— yo vendré Demian, lo haré, quizás me demore pero lo haré.

Memoriza la calle y la anota en su teléfono, también el número y se auto manda la ubicación, no se va tranquila, pero tiene que hacerlo, no hay mucho que ella pueda hacer. Pasa por su casa a bañarse y cambiarse rápidamente, su madre le ha dejado varías llamadas perdidas ya va tarde. Llega a la casa de sus padres y parada en la puerta inhala y exhala antes de abrir. Una vez que la puerta se abre pasa directa al comedor.

—Llegas tarde —dice su madre.

—Sí, perdón por la tardanza, es que no quería venir —se sienta— provecho a todos —sigue con los anteojos negros puestos. Su madre le sirve un plato de comida caliente— gracias.

—Hija estábamos hablando con James y tu hermana, de que querían abrir una nueva filial en el norte y necesitarán gente de confianza que la maneje —sabe por dónde va esto y ni loca trabajaría en nada que controle su hermana— ¿Tú que dices?

—Me parece bien. Me pasas la sal por favor.

—Podrías dejar la empresa en la cual no te han subido de puesto en más de dos años y a la cual le has dado 7 años de tu vida. Trabajar con la familia y...

—Terminé —se levanta y deja la servilleta a un lado y el plato casi lleno— gracias por la comida, un gusto verlos. Adiós.

—Montserrat siéntate —mira la puerta de salida— tu padre solo hizo una sugerencia, no tienes que aceptar algo que no quieres —curioso había aceptado tantas cosas que no quería, que ya estaba hasta la coronilla de las "sugerencias" sobre lo que ellos piensan que es lo mejor para ella— siéntate que ya traigo el postre.

—James tiene un amigo que quiere conocerte y... —dice Hannah.

—No, gracias.

—Ni siquiera lo has visto o sabés como es.

—Su madre viene entrando con el postre— Quiero que entiendan algo y voy a ser muy clara con todos ustedes, no necesito tener pareja para estar completa, conmigo misma, me basto y me sobro, eso por un lado. Por otro lado, ya soy una adulta y yo decidiré que hacer con mi trabajo y mi vida, cualquier sugerencia o consejo gratis, pueden meterlo en el buzón de no se los pedí o me importa una mierda —se levanta—. No vemos en acción de gracias. Mamá voy a subir a buscar unas cosas a mi antigua habitación.

Sin darle posibilidad a alguien de agregar algo más, sube las escaleras de dos en dos. Al llegar a la puerta la abre y está tal cual la dejó, sus padres no la han reutilizado, sigue con los mismos pósters, las dos camas hechas, el mismo tapiz casi todo igual, excepto porque el ropero ahora tiene ropa de ellos colgada y el escritorio está limpio y ordenado, sin rastros de alguna adolescente desastroza. Abre el ropero y mueve el piso falso del fondo, el único lugar en toda esta casa verdaderamente de ella, lo único suyo sin tener que compartir con su hermana, el hueco contiene una caja de secretos algo a que ella no ha podido contaminar. Toma la caja como una cápsula del tiempo a la cual va a proteger a toda costa.

Mira hacía atrás y ahí está parada Hannah, seria y observando sus movimientos, no sabe cuánto lleva ahí parada, y no le importa, acaba de tomar su tesoro, algo que ella sabia que existía y que nunca pudo encontrar.

—Con que ahí escondías de mí, esa maldita caja ¿Qué tiene adentro que protegiste con tanto recelo?

—La oculté de ti antes por una razón y jamás sabrás cuales son mis secretos —la toma aún más fuerte entre sus brazos. Ella mira las fotos de ellas pegadas en la pared y al rededor del espejo.

—¿En que momento nos desunimos tanto? Si antes no podíamos pasar mucho tiempo separadas.

—Tú sabes bien cuando y porqué fue. Así que deja la añoranza falsa para quien no te conoce.

—No, no me conoces evidentemente.

Mira las fotos suyas, y arranca las que salen juntas las corta a la mitad y guarda la mitad suya en su caja. Baja la escalera con sus secretos encerrados en una caja de zapatos. Se para frente a la mesa del comedor viendo a los cuatro sentados.

—Nos vemos —<<espero que no pronto>>.

—Montserrat —escucha la voz de su padre— tu hermana y James nos han invitado el fin de semana que viene a pasarlo en la mansión de su familia. Si vas, deberás comportarte de manera civilizada.

—Tim, Montserrat es civilizada, solo está pasando por...

—James cierra el pico, no hace falta que me justifiques. Yo ahora soy esto, si les gusta bien y sino, no me importa. No iré.

Abre la puerta y sale antes de que la loca de Hannah objete o haga el numerito que está acostumbrada a hacer siempre. Frena de golpe en el auto y la caja cae en el suelo abriéndose, un idiota paró de golpe y luego puso las balizas, observa el contenido desparramado y una foto en particular que también había olvidado, ellas dos juntas y sonriendo, Hannah la mira con cariño mientras ella mira a la cámara con una gran sonrisa.

—¿Cómo  fue que nos terminamos odiando tanto?

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