18
Abigail deja casi la mitad de su plato sin tocar, miles de preguntas rondan su cabeza, mira a la rubia pero no habla de nada de hecho hasta evita el contacto, piensa que es un poco irresponsable de su parte pensar en algo tan serio como una adopción tan a la ligera, pero también sabe que tiene que hablar con ella ese tema a fondo antes de sentenciarla.
—¿Qué te molesta tanto Abigail?
—¿De qué hablas?
—Has estado con el ceño fruncido toda la cena, algo te molesta.
—Solo estoy pensando —aprieta el volante del auto—. Te has acostumbrado a verme siempre sonriendo y esta es mi cara de seriedad.
—Y preocupación. Te preocupa que me tome la adopción de Demian a la ligera ¿Piensas que soy irresponsable en tomar una decisión así?
—Yo no he dicho nada.
—Lo piensas, se te nota —voltea a mirar por la ventana ofuscada—. Jamás me tomaría a la ligera algo así Abigail —la pelinegra desliza la mano derecha entre las suyas y las entrelaza.
—Tienes razón, me preocupa —ella intenta sacar las manos, pero Abigail no la deja—. Pero sé que eres lo suficientemente sensata para haber tomado una decisión así —frena en un semáforo y la mira acariciando su mejilla—. Hablemos esto más calmadas en mi casa. Ya falta poco para llegar.
Montserrat se tranquiliza con ese gesto, pero Abigail sigue intranquila. Es demasiado, de golpe. Ella la ha ayudado a sacar a Demian de ahí y Montserrat se ha mostrado receptiva a hacerlo parte de su vida, han habido comentarios antes que mostraba indicios, pero una cosa es pensarlo y otra cosa hacerlo realidad.
Llegan a la casa, entran aún sin hablarse, Abigail deja su abrigo en una de las sillas y Montserrat hace lo mismo, sentándose en el sillón. Que Simba haya decidido mudarse para tener su privacidad, le deja la casa sola y la suficiente privacidad para poder hablar ahora, el único que comparte el espacio con ellas es Mushu, el gato. El gato que no quiere a casi nadie, solo a ella a veces y a Madox, pero ahora ese Judas ama a Montserrat, Abigail lo ve y solo puede pensar:
«Consíguete la tuya, yo la vi primero»
—Tu café —le pasa la taza y se le pone al lado. Y se giran para quedarse mirando cara a cara, agradece tener algo en las manos porque está demasiado nerviosa— ¿Has pensado bien lo de Demian? Ahora con Sharon está a salvo y bien. La adopción no es un proceso fácil y más si estás soltera y claro que tienes que trabajar —para antes de hiperventilar—. No es lo mismo hablar de vez en cuándo con un niño que vivir con él ¿Lo sabes?
—Lo sé. Una vez fui madrastra —da un trago al café— me costó mucho más separarme de Ania que de su padre, la amaba, tenía 3 años cuándo terminé mi relación con él—traga en seco y baja la vista cuando se le llenan los ojos de lágrimas—. Sé lo que es convivir con un niño, prácticamente fui su mamá por casi dos años y pensé que iba a serlo para siempre. Fue la primera y única vez que me plantee la maternidad, y después de ella ya no quise meterme con personas con hijos.
—Sigue preocupándome el tema. La otra pregunta es como nos deja la situación de ayer a nosotras.
—Situación, te refieres a los besos ¿Verdad? —algo indignada por el uso de la palabra para describir el hecho de ayer. Toma su taza y deja ambas en la mesita ratonera— algo como esto.
Se acerca a Abigail que la mira con el corazón batiéndole el pecho, su sentido de supervivencia se ha paralizado, ella acostumbra a tomar la iniciativa siempre, pero que sea otra quién tiene el primer impulso la deja en out side. Montserrat quiso besarla de nuevo desde que se subió al auto, pero la castaña mostró una actitud reacia, que entendió pues ella había estado distante días atrás, aunque espero pacientemente que una oportunidad como esta se presentara de nuevo.
La besa cerrando los ojos en cuánto sus labios se tocan, tomando su rostro y luego con un movimiento un poco brusco trayéndola más hacía si, desde la nuca. Se posiciona arriba de ella, se separa para darle la brecha de terminar con los besos, y que ella se quite o ponga un párate, porque ciertamente Montserrat no quiere. Se miran y Abigail la vuelve a traer hacía ella, apretujándola más a su cuerpo colocando ambas manos al costado de su cadera y casi bajando un poco las manos a sus nalgas. No es justo si ella hace esto, no puede pensar y hasta olvida que estaba pensando.
Finalmente Montserrat se sienta otra vez en su lugar, y habla.
—Quería besarte desde que me viniste a buscar —Abigail sigue un poco en shock—. Ya sabes cuál es mi posición, sabes que adoptaré a Demián, y cada vez que tenga la oportunidad querré besarte, porque no logro dejar de pensar en ti, de querer tenerte cerca, de querer verte, y me gustas Abigail, creo que ya te diste cuenta de eso ¿La pregunta es que quieres tú? —Ella baja la mirada.
—También me gustas, también deseo verte a diario, espero tus mensajes y me encanta tenerte cerca, besarte ha desbloqueado una nueva adicción —se toca los labios—. Necesito pensar que es lo que quiero Montserrat, solo estaré aquí por dos meses más. Jamás he estado con alguien que tuviera hijos —la mira a los ojos—, porque sé que los exes y padres de esas criaturas estarían siempre en sus vidas, aunque tú serías la única madre de Demian —claro que Montserrat no le pide que sean las madres del pequeño, ella es perfectamente capaz de encargarse del niño. Pero sintió un recelo cuando Abigail dijo que no se metía con personas con hijos—. Eso es un punto a favor, pero tú misma lo has dicho, si la relación termina, yo amaré a ese niño, tendré que irme y no tendré derechos para volverlo a ver o seguir siendo parte de su vida —Montserrat toma su mano.
—Vamos despacio Abigail ¿Sí? Primero veamos que sucede entre nosotras y luego veremos lo demás, tal vez nos estamos apresurando. Y si se da el caso de que ames a Demian, podrás ser parte de su vida tanto como quieras, jamás lo apartaré de ti ¿Está bien?
—¿Cuánto tiempo tendré para pensarlo?
—Yo me tomé unos días. Pero tomate el tiempo que necesites —le acaricia la mejilla acomodando un cabello atrás de su oreja—, no voy a presionarte, ni siquiera te escribiré para molestarte.
—De hecho escríbeme, quiero saber de ti, podemos hablar de las cosas de siempre, hasta que tome una decisión —La rubia sonríe.
—Te has acostumbrado a tenerme casi a diario siendo parte de tu vida. Pero está bien, porque se me hizo difícil y se me haría imposible seguir sin escribirte a diario —se acerca y la besa de nuevo—. Tenía que hacerlo.
Abigail sonríe y se deja caer hacía atrás quedando acostada, Montserrat no se aguanta y se acuesta a su lado de costado entre ella y el respaldar del sillón, besando su mejilla y su cuello.
—El cuello no por ahora, es muy peligroso...
—Que bueno saberlo —le voltea el mentón hacia ella y se besan de nuevo. Abigail la sujeta de la cintura— ¿Estás más tranquila ahora que hablamos?
—¿Honestamente? —ella asiente— Un poco sí —toma su mano y entrelazan sus dedos—. Pero ahora tengo que pensar más cosas, la situación ha cambiado —no solo por Demian, sino por la aparición de Tessa y su clara intención—. Hoy fue un día complicado porque apareció mi ex, la que más amé, Tessa —en alguna oportunidad hablaron de ella, ya que compartieron anécdotas sobre la peor manera en la que alguien les había cortado. Montserrat sin poder ocultarlo la mira seria—. Llegó a la empresa para hablar conmigo, hablamos y se fue.
—Montserrat exhala fuerte— ¿Y que quería? Digo porque ni siquiera para cortarte fue capaz de tomarse un avión y hacerlo en persona. No creo que se haya ido tan tranquila.
«¿Acaso son celos?»
La morocha se muerde el labio inferior, ya habló, tiene que decirle toda la verdad, si quiere empezar algo con ella, no puede haber mentiras o verdades a medias. Si una relación inicia ocultándose cosas, está destinada a fracasar
—Tiene una exposición en una galería en el centro, lo sé porque me dejó una tarjeta con la dirección del lugar, me invitó a verla y fui —aunque los celos le hierven la piel a la rubia, no son nada y aunque lo fueran, que su ex la haya invitado a ver su exposición y que ella fuera, no es motivo de hacerle una escena—. Vi un cuadro que había pintado de mí, la increpé. Después de un año volvió ¿Para qué? cuándo me iba lo supe, me pidió una segunda oportunidad.
—¿Qué le dijiste?
—Nada, me marché.
Montserrat traga con dificultad, sabe y ella le dijo, que Tessa era a quien más había amado, habían congeniado demasiado bien en todos los sentidos, pero Tessa aunque también la amaba, amaba más su libertad y cuándo ganó la beca a la cual aplicó en New York de la cual Abigail se enteró cuándo ya la habían aceptado, no dudo ni un momento en irse, y mientras veía su guardarropa emocionada para ver que llevarse, jamás le pidió irse con ella. A Abigail eso le rompió un poco el corazón, que en sus planes ella no fuera tan relevante como parte de ese futuro, pero que marcharse y dejarla atrás hubiera sido tan fácil para Tessa, le terminó de romper el corazón. Tessa podría no haberla amado, o bueno no haberla amado tanto como Abigail quería o suponía, pero la pelinegra la amaba, la amaba tanto que esa semana antes de la noticia estuvo viendo anillos de compromiso.
—¿Quieres volver con ella?
Abigail se pega a su cuerpo por la cintura y sube su mano hacia su espalda quedando tan cerca que no se diferencia a quién pertenece el aliento de cada una. La besa ahora ella, y se acomoda de modo que puede ver a Montserrat desde arriba.
—Prefiero que me arranquen los ovarios sin anestesia, que darle una segunda oportunidad para que termine de romperme el corazón. Ya tuvo su chance.
Montserrat ríe aliviada y deja salir el aire que estuvo conteniendo en los pulmones, acaricia la mejilla de la morocha, y se queda mirando sus ojos oscuros que la hicieron caer primero. El gato se sube al sillón e interfiere con el beso que estuvieron por darse nuevamente, colocándose en el cuello de Montserrat.
—Falta a trabajar mañana, quédate a dormir hoy conmigo —la propuesta sale inesperadamente de Abigail—. Ya tendré tiempo para pensar, quiero compensar ese tiempo quizás un poco antes.
—¿La Workaholic me acaba de proponer tremendo pecado? ¿Dios que tengo que hacer? Sí, me quedo —Abigail baja al gato y la besa.
—Te convencí demasiado rápido.
—Tus métodos son muy persuasivos.
—Puedes cuestionar mis métodos, pero no mis resultados.
Montserrat manda un correo que se ausentará mañana por una intoxicación estomacal. Tomadas de la mano, con el gato siguiendo sus pasos van a acostarse. Le presta ropa para dormir, como no acostumbra a que nadie se quede, le cede su remeron de Bumblebee y ella se pone una remera de Optimus prime.
—La verdad que te queda muy sexy, ese Optimus prime —dice Montserrat intentado ser irónica, pero la carita de entusiasmo de Abi, la hace cambiar el tono— ¿Te sorprende? He visto algunas películas de autos.
Tessa odiaba esas películas, de hecho Abigail fue sola a los estrenos de rápidos y furiosos, Cars, y Transformers. Ella no le veía lo divertido y odiaba lo emocionada que se ponía Abigail, dando datos random sobre la peli o los autos, que a fin de cuentas no le interesaban.
Montserrat se quita el maquillaje, y esos ojitos color miel que la miran a través del espejo la derriten, esta mujer al natural no pierde su encanto, y deja obnubilada a Abigail que la mira como Mate mira al rayo McQueen, con admiración. Montserrat voltea y la besa de nuevo cuando terminan de lavarse el rostro y los dientes, es la primera en salir del baño e ir a la cama.
—¿Vienes rayo McQueen?
Le abre las colchas y le deja espacio para que ella se acomode a su lado. Hace mucho que ambas no compartían la cama con alguien solo para dormir, es la primera vez que van a realmente solo dormir con alguien. Se colocan frente a frente, Abigail se acomoda bajo su mentón y cerca de su pecho, donde besa su cuello, mientras recibe caricias, en su espalda y ella la acaricia en la cintura baja. No se ve tan mal compartiendo noches así con Montserrat, obvio que entre otras cosas que quiere hacerle. La besa dándole las buenas noches y voltea dándole la espalda, Montserrat se pega a ella abrazándola y como tentado al diablo, besa la parte de atrás de cuello, antes de quedarse dormida con una mano en el estómago de la morocha.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro