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16

Abigail y Montserrat no se hablan desde hace 5 días, raro en ellas que se hablaban a diario. La rubia le agradeció a Abigail el regalo muy emocionada con un audio y hasta le encantó sorprendentemente, que estuviera escritorio, subrayado y con anotaciones en otros idiomas y tipos de letra. Pero no volvieron a hablar de los besos, ni de nada de nuevo, Abi le mandó buenos días que fueron respondidos al día siguiente con un "estoy tapada de trabajo, te escribo apenas me libere", y desde ese momento la morocha dejó de insistir ¿Le frustra? Claro, al fin había encontrado alguien con quién hablar era cómodo, se entendían y se sentían bien.

—Mi primera chambaaaaa —canta Simba, mientras desarma un auto— me acuerdo el día que de la chamba, yo me enamoré...

—Simba hay una chica que busca a Abigail afuera, pero ella no está, me dijo que la va a esperar. Tal vez pueda hablar contigo.

Simba desfigura su sonrisa apenas la mujer voltea a verlo. Abigail no quedó bien desde la última vez que ellas se vieron y él jamás ha visto a su jefa y casi hermana mayor como la considera, tan mal y tan afectada.

—¿Qué haces aquí?

—Busco a Abigail

—Ella no está, gata rompe hogares.

—La esperaré.

—Déjala, sino es para ti, no es para ti. Eres un monstruo sin corazón, ella derramó sus lágrimas por ti y tú nunca valoraste su amor. Abigail merece ser feliz, debería darte vergüenza —le tira  un trapo— ¡DAÑADA!

—Deja de usar esos estúpidos diálogos de películas y series infantiles, ya madura. Como odiaba que hablaran así, se una persona normal.

—Pare ser tan bohemia y liberal, no soportar la manera de ser de otros, es bastante epic fail, de tu parte. Mierda ambulante.

Ella enojada toma el mismo trapo que le largó él y se lo lanza como proyectil al rostro, él la empuja hacia afuera, lo más delicadamente posible que puede, y ella se aferra al marco de la puerta con brazos y piernas para no salir, como puede voltea y le da un golpe en el estómago entonces el chico cae de rodillas tomándose el abdomen.

—Muy bien se acabó, deshonor, deshonor sobre toda tu familia, deshonrar a tu, deshonrar a tu vaca.

—¿Qué pasa aquí? —entra Abigail y los ve a ambos agitados— ¿Qué haces aquí Tessa? Simba vuelve a trabajar, yo me encargo —él intenta refutar— que yo me encargo.

—Quería verte y hablar contigo.

—Vamos a mi oficina, tendremos más privacidad —deja su abrigo colgado y se sienta tras su escritorio— ¿Quieres tomar algo? Te puedo preparar un café o té.

Abigail había esperado mucho tiempo un momento así, imaginaba que ella volvería algún día y le diría que la amaba, que en realidad había sido un error separarse, que lamentaba haberla lastimado y quería que lo intentarán de nuevo. Pero ese momento no llegó, ni una semana después de que ella la dejó por una llamada telefónica, ni un mes después, ni seis meses después, pero  ahora a un año después de la ruptura es demasiado tarde.

La ve y ve a la misma mujer que amó, de hecho no ha cambiado en nada, el mismo cabello castaño largo con ondas en las puntas, los mismos ojos marrones, siempre delineados para verse más grandes, la piel un poco más pálida, pero todo lo demás es igual, los mismos aretes de una piedra brillante de fantasía con los colores del arcoíris, que le regaló para uno de sus cumpleaños y ella jamás se saca, y el mismo anillo en su dedo índice de madera negra con un aro de metal.

Alguna vez la amó con toda su alma, había imaginado un futuro, pero ya no hay ni rastros del amor que alguna vez llegó a sentir por ella. Lloró demasiado, ella le dolió demasiado, y ya no está dispuesta a sufrir por la misma mujer otra vez.

—No, gracias. Volví de Estados Unidos ayer —Abigail cruzada de brazos la mira sin responder—. Cambiaste de número y lugar de trabajo, cuándo fui por el otro taller me dijo Sergio que te trasladaron aquí.

—Es solo por el momento. Disculpa, pero no entiendo el motivo de tu visita.

—Quería verte —ella está nerviosa y es un lado que nunca había visto en Tessa, ella de las dos era la más segura en la relación—, yo te extrañé demasiado Abi y me di cuenta tarde del error que había cometido.

—Sí, demasiado tarde Tessa. No entiendo porque me extrañaste tanto, si estabas con alguien, digo por eso me dejaste en una llamada de madrugada, después no quisiste atenderme el teléfono y mandaste a tus amigos por tus cosas. Para mí, eso fue un punto final —baja los brazos del escritorio a su regazo, está demasiado exhausta de todo, no ha dormido bien pensando en Montserrat y ahora se aparece su ex, el destino se empeña en estresarla—. Tengo que trabajar Tessa.

—Tengo una exposición en esta galería de arte —le deja una tarjeta arriba del escritorio— si quieres pasar, hay una galería con mis obras, tal vez te interese lo que hay ahí exhibido. Gracias por tu tiempo Abigail, por como me porté la última vez contigo, has sido muy amable en recibirme.

—Se da la vuelta y camina a la puerta— Tómalo como la cortesía de todo el amor que alguna vez te tuve Tessa.

La castaña abre la puerta y se marcha, bajo la mirada furiosa de Simba, el chico limpia la grasa de sus manos y brazos de piel oscura y golpea para entrar a ver a Abigail, a su oficina.

—¿Estás bien?

Ella levanta la cabeza del chat abierto de Montserrat que está en línea, tira el teléfono en el escritorio y apoyando los codos sobre la madera, sosteniendo su cabeza.

—Estoy bien —suspira— necesito irme una hora antes ¿Puedes hacerte cargo?

—Sí.

—Gracias. Respondo unos correos y voy a ver el problema de la camioneta que ingresó ayer, tal vez es un fusible, o una fuga de electricidad —se masaje las sienes—, desarmen el tablero inclusive donde va el volante y a medida que lo hagan vayan probando si llega bien la corriente a todos los puntos. Ya voy —Simba cierra la puerta y la deja sola.

Toma la tarjeta que le dejó ella y la lee, la guarda en la funda del teléfono, luego entra al WhatsApp y desactiva el visto, también la última conexión y el en línea de la aplicación, ver que ella está conectada teniendo tiempo de entrar en la aplicación y ni siquiera mandarle un mensaje que le tomaría menos de un minuto, le genera ansiedad y cortisol que ahora no necesita.

Recorre los pasillos de la galería, con una mano en el bolsillo de su pantalón cargo negro, parece una adolescente con esa remera negra vintage, medio desteñida con el logo de Nirvana y sus zapatillas de lona blancas. Tessa siempre fue una gran pintora, por eso no le sorprendió cuándo le salió una gran oferta de trabajo en estados unidos, y tampoco le sorprendió la beca que se ganó por 8 semestres en la universidad de bellas artes. Tessa tiene talento y eso es indiscutible, pero también tiene problemas con los compromisos, por eso hacía cursos o talleres que terminaba abandonado, cuándo las técnicas se volvían aburridas o cuándo consideraba que ya no le eran útiles.

—Si viniste —Abigail mira a la castaña colocarse a su lado, pero no le habla— ¿Te gusta?

—Sí, la textura y la luz están proporcionadas, los colores uniformes y no hay saturación de ninguno que se confunda o se funda con el fondo.

—Al final si aprendiste algo sobre el arte —ella sonríe a su lado.

—Siempre te escuchaba Tessa, no solo me quedaba embobada mirándote, yo aprendía y me interesaba genuinamente por lo que a ti te gustaba —camina hacía otro cuadro—. Aquí por ejemplo, este representa la dualidad —se mueve a otro— y este la esperanza y la ilusión —en cada caso Tessa asintió con la cabeza—. Ves fui una buena alumna.

—Y una buena pareja —se acerca y Abigail se aleja un paso— la mejor que tuve en realidad —le roza la mano y ella se la guarda en el bolsillo del pantalón—. Abi.

—Por favor no hagas que me arrepienta de haber venido —Traga en seco y conserva la distancia— ¿Por qué? —señala el cuadro.

"Belleza genuina" es el nombre de la pintura en Italiano, el primer país que visitaron como pareja. Fueron a una fiesta, Abigail llevaba ese vestido rojo y se sacó sus zapatos para caminar hasta el hotel y por la playa, en ese instante es que Tessa guardó esa imagen mental en su cabeza, porque ni siquiera hay una foto de ella de ese momento.

—¿Por qué me pintaste? ¿Por qué? Tú me sacaste de tu vida, en madrugada con una llamada telefónica —la mira con lágrimas en los ojos— ¿Por qué Tessa?

—Porque jamás te olvidé, no pude hacerlo, no quiero hacerlo. Volví de New York a buscarte Abi —ella se limpia las lágrimas y saca la mano cuándo Tessa intenta tomarla— por favor aún podemos estar juntas. Dame la oportunidad para demostrarte...

—¿Qué? ¿Qué puedes abandonarme a la primera que te salga una oportunidad? ¿que puedes irte y ni siquiera pensar en que podría acompañarte o pedirme que te acompañe? No, gracias. Ya me rompiste el corazón una vez, no necesito darte una segunda oportunidad. Un año Tessa, un año y apareces recién ahora.

—Una oportunidad Abigail, por favor, por lo que tuvimos —ella se queda callada—. En la tarjeta está mi número. Si me llamas o me escribes, contestaré —Abigail comienza a caminar alejándose de ella—. Solo piénsalo.

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