CAPÍTULO EXTRA 1: Alí
La sensación era la de mil flechas de fuego atravesar el alma. Su cuerpo estaba caliente, lo que estaba viviendo no lo podía creer. Era el éxtasis de un sueño. Ahí estaba ella, hermosa, la mujer de sus sueños. El corazón del joven dragón había sido conquistado en esos precisos momentos. ¿Por qué ahora? ¿Por qué justo cuando iba a perseguir a uno de los más grandes enemigos de su familia? Su corazón se dividía entre el deber y sus deseos. Pero justo en esos momentos, las emociones nublaban el juicio de Alí, quién ahora, enfocaba únicamente su mirada en la joven humana que tenía enfrente.
La canasta que se le había caído por la impresión, seguía en el suelo y en su mirada el pánico era evidente, no podía evitar escuchar cómo la chica respiraba entrecortado y el latir de su corazón palpitar como loco. Le temía, era más que evidente. ¿Podría culparla? Desde luego que no, él era un dragón.
El viento revoloteo el cabello de la joven y el aroma que emanaba era como una droga. La pobre chica no podía siquiera parpadear y ver a aquel ser de larga cornamenta negra, de piel tan pálida como el mármol y los ojos ámbar penetrar en su dirección la paralizaron. ¿Qué era aquella criatura? ¿Un demonio salido del infierno? ¿Por qué había decido salir esa tarde a recoger frutos en el bosque?
Todo lo que había ocurrido hace momentos, el enfrentamiento con aquella mujer pasó a segundo término, si bien su curiosidad la habían hecho quedarse tras los grandes arbustos y al ver que las cosas se violentaban, decidió no moverse porque temió que la fueran a descubrir y matar.
—E-Eres tú... — Alí estaba quieto en su lugar, ¿Cómo debía reaccionar? Quiso acercarse, —Ven acércate, no te haré daño.
Él había suavizado su voz y esbozó una gentil sonrisa. ¿Debía ella confiar en él? Por supuesto que no, ella no conocía sus intenciones. Cuando Alí vio que ella no se movía, decidió acercarse lentamente, pero la chica en un momento de adrenalina no se lo pensó dos veces y salió corriendo aterrada del dragón. Él, algo aturdido por la situación se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo.
— Maldición. —Soltó la palabra como si le hubieran cortado la respiración.
El joven Dragón se echó a correr tras ella sin pensárselo dos veces. No podía perderla. Lo estaba volviendo loco las ganas que tenía de hablar con ella, conocerla y saber su nombre. Había escuchado que su padre duró bastantes siglos para encontrar a su madre y Alí no quería que eso pasara con él. Tan sólo tuvo que esperar pocas décadas a comparación de su padre.
Los árboles no le eran de mucha ayuda, había ramas enterradas en el suelo y otras suspendidas en el aire que le impedían el paso. Estaban demasiado cercas del bosque prohibido. Y la joven iba a tan solo un metro de distancia de él. Podía escuchar cómo en su andar lloraba del susto, algo que en el fondo le dolió, pero su persistencia lo hizo prevalecer. Entendía y sabía que era normal, que no estaba acostumbrada a ver criaturas cómo él y es que desde que Alkor había roto su maldición, las criaturas de Draconian simplemente no querían volver a saber nada del mundo de los humanos. No era para menos.
Todavía había mucho bosque y aun así, se las arregló para alcanzar a su amada. Al tener a poca distancia, le tocó el hombro haciéndola detener una vez que la alcanzó. Ella ni siquiera intentó defenderse ¿Qué podría hacer contra una criatura como él?
Llegaron cerca de una cueva e hizo girar a la chica en dirección hacia él.
Cabellos dorados, ojos miel y labios rosados. Casi quería gritar de la felicidad, era tal y como en sus sueños aparecía. Tan perfecta que era. Se estremeció en sus brazos y éste la abrazó tiernamente contra su pecho. La chica pensó que la quería matar, pero se impresionó aún más al ver ese acto que la desconcertó. ¿Por qué estaba abrazándola? No pudo ni moverse de la impresión, que mejor optó por quedarse quieta y ver el próximo movimiento.
—Tanto tiempo... —La voz de Alí era ronca. Estaba usando todo su autocontrol para no tocar demás a su compañera, no deseaba asustarla más de lo que ya se encontraba — Estás aquí y eres real.
La chica estaba sumamente confundida no sabía qué era lo que estaba pasando. Torpemente alejó de manera suave al dragón. Le temía, su gran cornamenta negra le intimidaba, le daba pavor, no se sentía segura a su lado.
Había empezado a llover empapando su vestido gris y sin esperar algo más Alí la llevó hacia dentro de la cueva para refugiarse de la lluvia. ¿Y ahora qué seguía? ¿Ser devorada por esa criatura del infierno? Estaba tan nerviosa que todo comenzó a darle vueltas. Comenzó a temblar, no sabía si por la lluvia repentina o por el miedo que le provocaba la cercanía de aquel extraño.
—¿Qué eres? ¿Quién eres? ¿Qué buscas de mí? —preguntó temerosa, apartándose del joven dragón. Sus sentidos estaban en alerta.
La lluvia caía con fuerza y al parecer estarían ahí un buen rato. Alí no podía dejar de verla, no podía creerlo. Su voz era como las suaves melodías de los pájaros de Draconian, una ninfa quizá.
—Soy Alí, El Dragón Místico—Sonrió de medio lado mientras secaba su cabello con movimientos. —¿Cómo te llamas? —La chica se abrazó más a ella y volteó la mirada hacía otro lugar, intentando no hacer más contacto visual con él— Sólo busco tu nombre. No te haré daño.
La joven impresionada por las palabras del joven dudó por unos segundos.
—X-Xana Zerk— Tuvo frío de pronto por lo que se abrigó así misma con sus brazos. El cabello mojado estaba pegado a ella al igual que su ropa, algo que para el joven dragón no pasó desapercibido — ¿Qué criatura eres tú? ¿Un demonio?
Alí se quitó su capa que estaba calentita y se la colocó a ella. De tal palo tal astilla. Éste sonrió y negó con su cabeza. Xana frunció su ceño y lo miró fijamente.
¿Por qué hacía eso por ella? ¿Acaso no planeaba devorarla?
—¿Tan impresionada te dejé que en algún punto omitiste el "Dragón Místico"? —Quiso bromear, pero pareció que ella se molestó y él reprimió las ganas de gruñirle, odiaba que lo tratarán con actitudes como si fuera un mocoso, sin ser serio — Soy un Dragón.
Ella abrió los ojos como platos y su rostro palideció. Era cierto, del miedo que tenía no escuchó al hombre.
—El último dragón se fue al mundo de la magia. No es posible que sigan visitando a Afrobos.
Alí abrió los ojos, ella ¿Intentaba hacer conversación? Alí intentó acercarse más a ella, pero esta se retiraba la misma cantidad de pasos que el dragón daba. Entendiendo la actitud de la humana, él retrocedió y le dio su espacio.
—Mi padre fue el último dragón del que ustedes supieron —comenzó a relatar Alí— Cuándo yo nací, fue en este mundo... hace ciento cincuenta años.
Xana sentía que estaba en verdaderos problemas. ¿Cómo alguien como él podía verse tan solo un poco mayor que ella? Necesitaba regresar con sus hermanos y con su padre. ¿Cómo huir de una criatura alada y que aparte escupía fuego?
—¿Por qué me seguiste? Tengo que regresar a casa, me esperan...
Alí sintió el corazón partirse en mil pedazos, ¿cómo dejarla ir ahora que la había encontrado? ¿Ella quería irse?
—No puedes. —sentenció Alí, totalmente autoritario.
Xana le miró retadora de vuelta y frunció el ceño. Levantó el mentón y decidió armarse de valor y enfrentarse a él.
—Claro que puedo. Mi familia me espera.
—Tú ahora eres mi familia, no te puedes ir con ellos. Me perteneces.
Alí estaba siendo imprudente y posesivo, no podía entender que ella aun no sabía cómo los vínculos amorosos eran en su mundo, por lo que, indignada la joven se levantó y le devolvió la capa. Hasta cierto punto, las cosas volvían a suceder como antes, lo mismo había sucedido con Eve y Alkor, al parecer era una costumbre de los dragones hacer enojar a las humanas. Xana, le pasó enseguida a Alí y se echó a correr en medio de la lluvia. Alí intentó seguirle, pero apenas y podía ver. Aunque eso ya no importaba, sabía que estaba en Afrobos y hasta cierto punto eso le reflejaba una seguridad, luego se encargaría de encontrarla.
Una sonrisa involuntaria surcó en sus labios, y el nombre de la joven no paraba de darle vueltas en la cabeza, decidió marcharse.
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Grek se encontraba volando por el tormentoso cielo. Las nubes arrojando poderosos relámpagos le servían de ayuda visual para buscar a su sobrino. Bajó un momento aun transformado en Dragón hasta que vio a su sobrino dirigirse al antiguo castillo de su hermano Alkor. Voló hasta dónde él y lo detuvo.
—¿Dónde te has metido? ¿Quieres acaso que Alkor mande tropas a buscarte? Tu madre ha estado preocupada. —Grek le impidió el paso. La lluvia seguía cayendo y Alí llevaba en su mano la capa. Totalmente fuera de sí y sonreía como un bobo a los ojos de Grek —¿Por qué no te cubres?
Volviendo en sí, Alí ya se sentía irritado por tanto interrogatorio. Sus cejas se juntaron entre sí y miró retador a su tío.
—¿Cuál de todas las preguntas contesto? —Gruñó.
No cabía duda que era hijo de Alkor. Afortunadamente para Grek, los comentarios que Alí hacía lo tenían sin cuidado, siempre era peor tratar a su padre que a un jovencito como lo era Alí.
Entraron al castillo oscuro que alguna vez perteneció a Alkor y se dirigieron en silencio a las catacumbas, para abrir un portal y llevarlos de vuelta a Draconian. Grek podrá ser infantil en ocasiones, pero era demasiado observador y particularmente, Alí se encontraba demasiado callado.
—¿Qué te distrajo? —decidió hablar Grek.
Y fue en ese preciso momento en el que notó como los ojos de Alí brillaron de forma especial.
—Ella —Contestó tontamente —Está aquí...
—¿Hablas de lo que creo que estás hablando?
—Se llama Xana —El portal se abrió y Grek pasó primero —Mi Xana.
© J. ZARAGOZA
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