
CAPÍTULO 26
Confundida y aterrada como jamás lo había estado Eve en su vida, estaba siendo llevada como animal a punto de ser sacrificado, y su verdugo aguardaba a unos metros de distancia. Las brujas hicieron una reverencia mientras que Samara se acercaba a aquel que las veía desde las sombras. Intercambiaron un par de palabras, y lo único que hacía Eve era examinar todo a su alrededor.
—Hermanas, colóquenla en la gran piedra.
Habló aquella bruja que había abierto el portal en Draconian. Todo indicaba que los problemas estallarían justo en ese momento, era como estar en medio de un huracán sobre un barco frágil. Eve como pudo observó que la ponían sobre un pentagrama invertido. El corazón le bombardeaba de manera rápida. Dentro de aquellas líneas de un polvo negro extraño, se encontraba una especie de sarcófago con tribales dorados. Un gran libro era sostenido por dos brujas que no dejaban de cuchichearse entre ellas. Samara había sostenido ese libro, pero ahora ella estaba hablando con el intruso. Del cielo, un remolino mágico se formó justo debajo de ellas y el aire junto con las hojas de los árboles hizo presencia. Temió más por su bebé que por ella misma, no entendía el sentimiento de querer proteger a su cría antes qué, a ella misma, pero estaba decidida a luchar, aunque eso le costara la vida. La devoraba el miedo que sembraron en su interior, pero saldría adelante, Alkor llegaría a su rescate, siempre lo hacía. Creía que al estar en Afrobos todo sería más sencillo, Alkor podría detectarla a ella y su bebé.
El hombre se reveló a sus ojos y creyó haberlo visto antes, algo así como en un profundo sueño. Eve lo estudiaba de pies a cabeza, era de largas barbas blancas, piel pálida y ojos negros como el abismo, vestido con un traje púrpura y un báculo sumamente antiguo. Parecía como si fuera sacado de un cuento de hadas. Sus ojos estaban puestos en él, había algo en aquel hombre que se le hacía familiar a la rubia.
—Ciertamente de cercas no tiene nada fuera de este mundo, tan solo es una humana ¿Y por ella está peleando Alkor? ¿Por ella está dispuesto a dar el pellejo? La decadencia de un dragón esclavo le nubló la vista—Dijo con desdén Dramus. Que no dejaba de observar con repudio a la joven embarazada—Eso pasa a segundo término, ya hagan lo suyo, brujas. No tengo todo el día, los Jinetes están perdiendo contra las defensas de Alkor y debo apresurar esto.
Dramus estando alerta sin dejar de mirar el cielo oscuro, no dejaba de temer por su plan. Aunque fuera muy inteligente, Alkor era aún más famoso por su astucia. Tan sólo esperaba que esos caballeros hicieran su cometido, sabía que eso no lo detendría por mucho por eso era mejor que esas brujas empezaran con el ritual. Todo había estado fríamente calculado desde la muerte de su nieta Aurora, su muerte le había dado una segunda oportunidad para poderlo derrotar de una vez por todas. Sus ojos negros miraban a la mujer embarazada, y tan solo anhelaba al fruto del dragón negro y de la reencarnación de su nieta.
El deseo no cumplido que su nieta había tenido, incluso después de la muerte. Recordó como Aurora estuvo a punto de echar a perder sus planes cuando se enamoró de Alkor, y de inmediato tuvo que ponerla en contra de éste, fue demasiado sencillo envenenar una vez más el corazón de su nieta.
Las brujas se encontraban fuera del círculo con las manos extendidas hacía Eve mientras todas unánimemente hablaban con esas extrañas palabras, desconocidas para la joven rubia. Se podía casi tocar la magia en el lugar, incluso temblores en el suelo resonaban fuertemente, los árboles moviéndose y danzando al ritmo del viento y la música de culto. ¿Qué pretendían hacer con ella? Eve soltó un grito con toda la fuerza que le dio su garganta y el dolor corrió por absolutamente todo su cuerpo, mientras éste era envuelto por una luz blanca. El dolor era inimaginable tanto que parecía que su vida perdería, algo se estaba despegando de su interior, podía sentirlo era como parte de ella. Miles de cuervos formaron un remolino que volaban alrededor de Eve, graznaban jubilosos, pero caían muertos a los segundos. Dramus movió su báculo y el sarcófago fue abierto, lo que apenas pudo notar fue que había un esqueleto dentro de él. Sintió escalofríos combinados aun con el dolor. Las fuerzas de Eve menguaron, toda en ella fue envuelta de brisa caliente. ¿Qué era aquello que le estaban haciendo? No entendía por qué un esqueleto estaba relacionado con ella y su bebé.
—Se está resistiendo, es más fuerte de lo que pensábamos —Samara dijo asombrada de la fuerza espiritual que ella poseía —No, no es del todo la fuerza de ella...
Dramus se acercó a ella encolerizado, la tomó del brazo y la sacudió. ¿Acaso no entendía que el tiempo se estaba agotando? Alkor no tardaría mucho en encontrarlo y pese a que se esforzó en sobremanera en tener distractores para el Dragón sabría qué no era el suficiente esfuerzo para una bestia encolerizada por haber tomado a su compañera y a su cría. Podía sentir como los segundos se iban, el tiempo se acababa y no estaban consiguiendo nada. Necesitaba la sangre de Alkor o de ese bebé para continuar pisando la tierra. Necesitaba la juventud eterna, necesitaba a Aurora también para preparar sus futuras conquistas sin la intervención del heredero de los Dragones y todo Draconian.
—¿De qué diablos estás hablando? —Dramus estaba perdiendo los estribos. Estaba tan ansioso como asustado, saboreaba su juventud, a su nieta y al Dragón Negro muerto.
Las brujas intentaban sacar el alma de Aurora del cuerpo de Eve y transportarlo a su propio esqueleto. Más sin embargo no podían.
—Es el bebé... ¿Qué es lo que no nos has dicho aun Dramus? Ese niño está protegiendo a su madre, no parece ser un híbrido como pensábamos. — Samara estaba de verdad asustada. Sí bien, sabían que Eve tenía adentro el alma de Aurora y al hijo del Dragón mas temible, pero había algo que no tenía sentido.
La sangre de Dramus se heló por completo. ¡Maldito seas, Alkor! Su mente no cesaba de pronunciarlo. Ese mal nacido lo había conseguido, no importaba con qué tipo de criatura se pudiera relacionar con Alkor, su sangre era más poderosa, engendraría dragones puros después de todo y, por lo que veía, el primogénito de Alkor estaba resultando un verdadero problema.
— ¡Cierren la boca y saquen a ese engendro de una vez por todas! Necesitamos extraer a Aurora para que la consciencia de esa lagartija dejé de estar a la defensiva.
Eve con todas las fuerzas que pudo reunir logró tocar su vientre. Cerró sus ojos y en su mente pensó: Moriré si es necesario, pero has de vivir hijo mío.
Ya resignada y haciéndose a la idea de que Alkor esta vez no llegaría rogó a los cielos que su hijo se salvara. En su interior el abatimiento era grande, todavía había muchas cosas que ella quería hacer. Deseaba volver a sentir los labios de Alkor en los suyos, sus caricias y su protección. ¿Quién diría que aquel que la lastimó en el principio se convertiría en el padre de su primer hijo? ¿No vería crecer a su bebé? Las lágrimas corrieron por sus mejillas y los conjuros de las brujas aún se escuchaban.
Un rugido sonó en los cielos. Las brujas y Dramus parecieron ver un fantasma pues sus pieles palidecieron.
Un Dragón de piel carmín apareció incendiando todo a su paso. El más pequeño de los hijos de Gagoras tenía que rescatar a su cuñada y su sobrino. Eso era algo que Alkor jamás le perdonaría. Dramus apuntó con su báculo en dirección a Grek. De este salió un rayo azul que esquivó con facilidad. Descendió a velocidad de la luz llevándose a una que otra bruja en el hocico mientras las masticaba vivas y las arrojaba muertas a los árboles.
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Olía a sudor, sangre y guerra. Las cosas parecían favorecer a Alkor. Si bien, los humanos eran como una plaga, eran fáciles de exterminar.
Alkor estaba rodeado de aquellos Jinetes reales, antiguos rivales que habían sobrevivido con el paso del tiempo. Acorralado con ellos mientras que todo su alrededor escuchaba como las tropas de la Corona y de Dramus eran retirados por las defensas de Lupus, la bruja y el humano. De igual forma no importaba mucho lo que sucediera con ellos, sabía que estarían bien, ahora su único estorbo era quitarse de encima a esos renacuajos.
Dentro de su interior podía sentir que algo malo iba a pasar. No era algo que fuera a suceder con él, a su mente venía Eve. Intentaba relajarse, Eve estaba a salvo en Draconian, no creía que Grek fuera tan estúpido como para dejar que algo malo les pasara a su mujer y a su cría. Su misión era sencilla, proteger el portal y a sus tesoros. Pero había algo con lo que no había contado, los huesos de su madre estaban en un jarrón protegido en su cuarto prohibido. Solo esperaba que nadie supiera de la existencia de aquellos restos de la Dragona Madre. Y no solo eran esos restos los que importaban, en esa habitación hay muchas armas malditas que en manos equivocadas sería como desatar una guerra entre todos los mundos, algo que incluso para Alkor era mucho.
James Field, bajó de su caballo y apuntó un cañón hacía el Dragón mientras que otros caballeros le ayudaban a dirigirlos hacía él. Los báculos estaban en el suelo y los Jinetes se encontraban hablando por lo bajo un conjuro que Dramus les había mostrado para bajar la intensidad de la fuerza de Alkor. El latín siempre ha sido una lengua misteriosa y sumamente ocultista.
— Nos has causado muchos problemas, bestia del inframundo —escupió sus palabras— Al fin podremos roerte de la tierra.
Alkor lanzó fuego hacía aquellos bastardos, pero fue detenido por alguna fuerza invisible que los jinetes estaban controlando. Alkor algo confundido comenzó a caminar en círculos observándolos a cada uno. Rio por lo bajo no pudiendo creer lo que estaba pasando y volvió a su forma humana. Los ojos ámbar del Dragón brillaban con furia y con desesperación. Su sangre pedía a gritos destruirlos y matar al último hechicero que acabaría con su maldición.
— ¿Qué clase burla es esta? No son más que escoria bajo mis patas, estúpidos —No estaba ni un poco nervioso, pero no le gustaba esto— ¿¡Dónde está Dramus!? Él es el que formó todo éste espectáculo que dé la cara y que no se esconda que mi ira crece con violencia cada segundo que no lo veo.
Rupert, aun en el caballo recordó como aquel Dragón casi le arrebata la vida. Podía sentir lo caliente que eran sus manos, como le faltaba el aire y como la magia oscura le abrazaba. Y escupiendo sus palabras, le apuntó con uno de sus dedos:
— ¿Dónde crees tú? —se atrevió Rupert a hablar —Al parecer en el bosque de Afrobos se encuentran bellas doncellas embarazadas, algo demasiado peculiar Y más tratándose de una criatura mágica. Una excelente mercancía para el mercado negro de ambos mundos ¿No lo crees?
Se detuvo en seco procesando las palabras de Rupert. El corazón de Alkor se aceleró. "Eve no, no mi hijo, no puede estar pasando esto". Frunció su ceño y sus ojos ámbar se tornaron rojos, rojos como el carmín. La ira que estaba abrigando su interior no era ni una pizca de lo que alguna vez alguien había visto, no, esto iba mucho más allá de sus propias razones. Sus tesoros más preciados estaban en riesgo, peor aún, estaban con aquel hechicero que lo condenó a la permanencia en el pueblo de mortales.
—Ella está a salvo, lejos de sus garras. —Alkor estaba por perder la compostura.
Rupert sonrió con malicia, mientras que los Jinetes se preparaban para atacarlo.
— Imagino que haz de estar decepcionado, no hiciste un buen trabajo protegiéndola después de todo. —Se giró hacía los caballeros — A mi orden... ¡Fuego!
El estruendo de cañones corrió por todo el bosque dejando a todos aquellos que estaban peleando quietos. Había mucha tierra, mucho humo que no permitían ver como el Dragón había caído. El impacto había sido certero.
Los báculos de pronto perdieron su poder, y todo fue silencio. Las tropas casi saltan de alegría cuando escucharon el cañón rugir con violencia. Cuándo hubo visibilidad para los humanos se dieron cuenta que aquel cañón que había aventado una bala con magia oscura era contenido por una de las manos de Alkor. Sus ojos se abrieron en asombro y miedo, el frío sudor corrió por sus frentes y comenzaron a temblar. Alkor no parecía aquel Dragón al que los mundos temían, parecía totalmente una bestia salida del infierno. Aun con la esfera en sus manos tomó figura de Dragón, pero su cuerpo negro tuvo grietas del mismo fuego, lava desprendía su hocico y sus ojos rojos te permitían probar el infierno. Tanto era el poder del Dragón y tanta su ira, que pudo lograr detener una bomba de tiempo con sus propias garras y sin haberse detonado. ¿Cuán poderoso era ese Dragón? El aire en el ambiente se calentó. Y la risa de Alkor se escuchó como trompetas y tambores de guerra.
— ¿Creen que será pan comido y a base de jueguitos de brujas la manera en la que me van a exterminar? Pues deberán pensárselo dos veces, escorias.
Alkor devolvió la masa mágica hacía los jinetes los cuáles fueron alumbrados por una gran luz. Cayeron muertos y la energía de los báculos explotó de forma que liberaron al Dragón y éste alzó vuelo surcando los aires y las nubes de tormenta, Dramus no estaría muy lejos su poder era su camino hacia la perdición.
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El tiempo dejó de contarse cuando Grek devoró a las brujas con su hocico y no pudieron dañarle. Las brujas eran escurridizas y parecían reproducirse cada vez que mataba una. Necesitaba deshacerse primero de las pequeñas zorras, luego se encargaría de Dramus y su estúpida nieta. La adrenalina corría por las venas de Grek, estaba dando pelea y en su momento, el hechicero temió por el entrometido del pequeño príncipe. Pero, mientras que sus secuaces se encargaban de Grek, Dramus, quién había logrado llevar acabo la sesión de extracción sus fuerzas disminuyeron. Samara por otro lado había logrado sacar el alma de Aurora del cuerpo de Eve y volverlo a su cuerpo original. Hubo truenos y relámpagos. La mujer del Dragón negro estaba tan agotada que de pronto las contracciones de parto llegaron a ella. Su vientre estaba totalmente duro, no podría creer que un huevo saldría de ella, o más bien eso creía.
—Bebé, no ahora... Por favor, no es un buen momento. — Samara al observar el estado deplorable de la rubia no dudó ni un momento más y se posicionó como partera y con un dedo hundiéndolo en ella hizo que su fuente se rompiera — ¿Qué haces? Quítate de encima.
Ignorándola por completo Samara intentaba adelantar el parto y por lo tanto, sacar al bebé Dragón de Eve y luego sacrificarlo. Introdujo su mano en ella y sintió que algo la estaba lastimando. A su vez, Aurora se levantó de su letargo, algo aturdida por el momento y no entendiendo muy bien que era lo que estaba pasando a su alrededor. Ella sabía que había muerto meses después de su batalla con Alkor, sabía que estaba en el Limbo luego de eso. Dramus la sacó de su tumba, extendiéndole su mano y le mostró por medio de un hechizo todos los acontecimientos que pasaron y que estaban pasando. La desesperación se apoderó de él, necesitaba que en esos momentos la ira y el rencor se apoderaran de su nieta para terminar la tarea que habían dejado pendiente hace cien años, necesitaba darse prisa. Una vez que toda la información fue depositada en Aurora, ésta miró fijamente a Eve.
—Así que era ella en dónde mi alma se encontraba prisionera... Es una pena. ¿Ella es mi heredad? —Dijo despectiva — No creí que mi descendencia sería débil, da vergüenza.
Un odio que no lo podía contener emanaba de ella. Esa era aquella a la que Alkor había elegido y había decidido engendrar a un bebé. El coraje y los celos afloraron en la castaña. El dolor de su corazón le sirvió para no decaer sus ganas de vengarse.
—Sí matamos a la cría de Alkor viviremos por siempre Aurora, piénsalo bien —Dijo con rapidez Dramus deteniéndola antes de que matara a Eve, aunque fuera imposible de creer estaban enlazadas por la reciente resurrección —Pero debe ser ahora. Su hermano Grek está aquí y está furioso y no se diga ese Dragón Negro, tenemos poco tiempo.
Aurora dirigió su mirada al Dragón Rojo y en su mano apareció un arco con flechas. Ésta se posicionó en guardia y apuntó hacía el Dragón. Grek sintiendo peligro dio un salto de vuelo esquivando la flecha de Aurora. Éste al recordar la muerte de su madre lanzó fuego hacía ella y lo esquivó con un golpe de arco. Dramus riendo se acercó a Samara quién se encontraba sudando del esfuerzo por despegar a la cría de su madre.
— ¡Más rápido bruja! Casi puedo sentir la ira de Alkor en mi espalda.
— No puedo — Dijo Samara agotada — Es imposible. Ese Dragoncillo está arraigado a su madre.
Mientras Dramus y Samara intentaban sacar a la cría de Eve y Alkor; Aurora se encontraba dando pelea contra el hermano del Dragón Negro. Éste se defendía con sus bolas de fuego, de sus garras salían flechas de fuego, pero ninguna le dio a Aurora. Ésta a pesar de volver a la vida, estaba perdiendo fuerzas considerablemente.
Y fue entonces que sucedió...
El cielo se oscureció aún más. El rugido de una bestia del infierno resonó por todos los cielos y la tierra tembló ante su ira. Dramus y Samara querían desaparecer. Alkor volaba encima de ellos y lo que vieron aquellos seres de magia les aterró y desearon estar muertos. El Dragón Negro parecía haber evolucionado, su cuerpo desprendía llamas del mismo inframundo y el verde consumía todo a su alrededor. Sus ojos eran los ojos del diablo y su aura aplastaba a la de cualquier demonio.
— ¡DEJEN A MÍ MUJER Y MI HIJO!
Sus garras arrojaron una magia oscura sumamente antigua y les pegó de lleno a Dramus y Samara que a pesar de sus defensas mágicas fueron repelidos por la violencia del Dragón. Grek y Aurora miraron de soslayo al recién llegado, pero siguieron en su pelea. Algunas de las brujas que quedaban vivas, huyeron al sentir la presencia del dragón negro. Alkor se acercó a Eve y con su misma aura mágica logró romper sus cadenas invisibles haciendo que ésta se pudiera mover. Eve parecía que era de tela, Alkor la tomó en sus brazos y besó su frente. Notó que pesaba más y no pudo evitar ver que su vientre estaba a punto de explotar. Frunció su ceño al ver como una luz azul salía de Eve.
— Lamento haberte hecho esperar amor, ya estoy aquí nada les pasará.
Eve escuchaba apenas, sus ojos estaban entreabiertos, el agotamiento no le permitía ver con claridad a su amado. Pero, en cuanto sintió que era pegada al pecho de Alkor y ser estrujada por sus brazos supo que ella y su bebé estarían a salvo. Dramus y Samara se levantaron y en cuánto lo hicieron, con una de sus manos Alkor los elevó al cielo y les miró con ira voraz.
— Pagarán su osadía.
En eso Grek sale despedido por la fuerza de Aurora. Alkor no había visto al hada arquera, cuando sus ojos se encontraron hubo confusión y sintió como sus viejos demonios volvían hacerse realidad. Eve gimoteaba en el pecho de Alkor y no paraba de sollozar. Alkor necesitaba concentrarse muy bien en lo que estaba a punto de hacer, no podía proteger a Eve y su cría solo, necesitaba la ayuda de Grek.
— No estás en condiciones de hacerlo, Alkor — Respondió Dramus preparado para la última batalla con su peor enemigo — Llevo las de ganar...
Falsa seguridad había en Dramus, pero algo había de cierto, Alkor no podría concentrarse mientras la humana estuviera aquí. Frustración y abatimiento hubo en su interior, todos sus planes se habían ido al caño, pues no había conseguido tomar al bebé de Alkor, y siendo honestos, dudaba que pudiera hacerlo sin salir ileso. Samara al no soportar tanta la tensión utilizando su último recurso decidió extinguir su brillo y desaparecer en cenizas para que el viento se la llevara como abono para la naturaleza, era mejor morir por su propia mano que por las garras y crueles colmillos del Dragón Negro de la Era. Alkor casi rio de la inocencia falsa de Dramus al pensar que tendría oportunidad contra él. Grek se levantó y corrió al lado de su hermano. Alkor miró de lado a su hermano y apretó la mandíbula. Su corazón se partiría por lo que iba a decir.
— Grek... Llévate a Eve lejos, mantenla a salvo a ella y mi bebé.
Grek abrió sus ojos como platos.
— Alkor... Pero ¿qué estás diciendo? Puedes derrotarlos ahora mismo.
Pero algo en él entendió a lo que se refería su hermano. El clima empeoró y ahora, Dramus y Aurora, aquellos últimos que lo habían maldecido estaban justo enfrente de los ojos del Dragón Negro, si era necesario daría su vida en matarlos con tal de que sus tesoros estuvieran a salvo de la maldad de Dramus.
— Los derrotaré... Pero no puedo tener a Eve cerca de mí, no puedo estar preocupándome por ella en un campo de batalla — Estrechó a su mujer sin despegar la mirada de sus enemigos — No te estoy abandonando Eve, te estoy poniendo primero a ti que a cualquier cosa. No tardaré, volveré por ti y nuestro hijo.
Eve apenas y podía escucharlo por el dolor que había en su vientre. Pero pudo acariciar el rostro gris de su Dragón.
— Te amo Alkor. Te estaré esperando, no te tardes.
La estrechó más a él y la entregó rápidamente a los brazos de Grek. Éste se alejó corriendo lo más rápido que pudo.
Aurora quería perseguirlo del coraje que sentía, ¿Cómo podía estar protegiéndola? ¿Qué tenía ella que Aurora no? pero Dramus se lo impidió. Ahora eran ellos tres, justo como debía ser desde el principio. La lluvia comenzó a caer con rudeza empapándolos de en medio a todos. Dramus se posicionó para lanzar sus conjuros, Aurora le apuntó con su arco y nadie hizo movimiento.
— ¿No te suena familiar esto? — Le habló Aurora a Alkor con los recuerdos avivándose en su interior. Las lágrimas que estuvieron a punto de salir volvieron a ella— Sólo que ahora la historia es distinta, tú provocaste mi muerte y me mandaste al Limbo, a penar en el cuerpo de Eve... Pagarás por tu traición.
Alkor no hacía más que verla con asco. Sus cuernos vibraron y las llamas lo envolvieron.
— Te di mi confianza, dejé que entraras a mi vida... Me diste tu falsa amistad y lo único que querías era rebanarme el cuello... Nunca te traicioné, aun a pesar de todo fui en contra de mí madre, de mi raza, de mi reino... parte de ti era igual a mí — hizo una pausa, recordó como la había herido de muerte — pero eres sangre de Dramus... Él se vengaría de mí contigo.
— Exiliaste a mí abuelo de su hogar, lo dejaste podrirse en el mundo de los humanos, lo hiciste vagar por los mundos. Y a causa de ello nací mestiza, nací señalada...
Dramus podía observar el peligro en las palabras de ambos, sabía que Aurora amó a Alkor y estuvo a punto de declinar en su plan, pero Alkor la había descubierto gracias a la bruja Nyla. Pero ahora era diferente, jamás había visto a Alkor tan expuesto sentimentalmente, esto era nuevo y quién sabe, hasta ventaja podría sacar.
— Me traicionaste, tú y tu abuelo mataron a mi madre... Vengaré su muerte. — Sentenció Alkor.
— Vengaré a mi abuelo, vengaré mi muerte y vengaré mi descendencia que no pude llegar a entregar mis dones.
Aurora cegada por su ira lanzó su primera flecha y fue quemada en el aire por el fuego de Alkor. Dramus alzó su báculo y su energía se disparó en dirección de Alkor y ésta le pegó de lleno en el pecho de Alkor arrojándolo unos metros adelante cerca del barranco. Aurora y Dramus se unieron juntos y atacaron al mismo tiempo hacía Alkor haciendo que éste cayera por el barranco. Cuándo creyeron que había sido herido, él se levantó desde abajo y voló más arriba de ellos y bajó a la velocidad de la luz estrellando su cuerpo de miles de aceros contra aquellos que buscaban su caída. De su hocico lava los encerró en un círculo, aunque Dramus y Aurora intentaron extinguir las llamas no pudieron pues el Dragón había preparado ese truco por años.
— Mueran y perezcan, con esto consumo la maldición.
Con sus alas les arrojó millones de hilos de fuego que comenzaron a quemar los cuerpos de Dramus y Aurora. Siendo enterrados y provocando heridas interiores. Estos intentaban quitar el fuego de ellos, pero entre más lo hacían más se propagaban las llamas. Lanzó fuego negro en dirección a ellos y sus garras se incrustaron en el suelo, haciendo que lava brotara. Vivirían un infierno antes de morir, algo comparado con lo que él sufrió por cien años. Aurora se convirtió en cenizas y una esfera de luz se convirtió mientras se perdía en el suelo, ahora extinta. Para Dramus fue ahora peor, volvió a su forma humana y se acercó al hechicero.
— ¿Ves cómo siempre gano yo? Esto es por mi prisión, por la trampa de Aurora, por la muerte de mi madre y por intentar matar a Eve y mi hijo.
Dramus, carcomiéndose del dolor y sangrando de su boca y partes de su cuerpo amenazó a Alkor por última vez:
— Volveré...— Dijo en un auténtico dolor — Juro por mi vida y mis reencarnaciones que me vengaré.
— Te estaré esperando.
Alkor sabía que Dramus encontraría la manera de volver, pero él estaría preparado. Con la muerte de Aurora y Dramus era libre de su maldición. Volvería a Draconian y se casaría con Eve y criarían juntos a su hijo sí así ella lo quiere.
Un grito de eterno dolor fue lo último que se escuchó de Dramus, el cuál se volvió cenizas. A pesar de que estuviera lloviendo las flamas nunca bajaron de intensidad hasta que murió. Alkor se quedó unos minutos más viendo como en su totalidad sus enemigos estaban muertos. En las muñecas del Dragón una luz azul se formó y unas cadenas que eran invisibles se volvieron visibles y fueron rotas. Alkor sintió como por fin volvía a ser libre.
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Cuándo Eve y Grek llegaron al castillo había muchas personas muertas. Brandon había defendido muy bien el interior de los aposentos de Alkor, casi le costó su vida, pero pudo con la tarea. Cuando la vio llegar con el vientre a punto de explotar su corazón se aceleró, algo en él se quebró, pero no pudo entretenerse mucho en lo que estaba sintiendo pues ella estaba llorando del dolor y una luz azul dentro de su vientre se hacía más luminosa. Nyla y Lupus llegaron para auxiliarle y se la llevaban corriendo a una de las habitaciones. Brandon y Grek la llevaban cargando y Lupus iba acomodarle la cama para recibir al bebé, mientras que Nyla preparaba las toallas y el agua calientita. Afuera quedaron los residuos de la lluvia, y a un Alkor volando a toda velocidad para llegar con su amada.
— Ya no puedo más — Gritaba Eve — Ya, ya que acabe esto.
Eve recostó su cabeza en la almohada y sentía como si algo fuera a salirse de ella. Eve comenzó a llorar. Nyla le separó las piernas y colocó una sábana en ellas y comenzó a meter sus manos en ella. Brandon se encontraba a un lado de ella mientras sostenía su mano y la besaba. Jamás imaginó que sostendría su mano en un parto dónde daría a luz a un hijo que no fuera de él. La amaba, pero ella había elegido ya y no había nada que no pudiera hacer. Respetaba la decisión de su querida amiga. La frente de Eve estaba arrugada y su ceño fruncido del dolor. Sus labios se despegaban y de ellos temblaban por la pérdida de sus fuerzas.
— Eve, eres fuerte tú puedes con esto, no te dejaré y no te soltaré, traerás al mundo una nueva vida, solo puja y tu dolor terminará pronto lo prometo. — Eve miró a los ojos a su mejor amigo y casi llora de la felicidad. No podía creer que estaba con ella en ese momento tan importante.
— Gracias por estar siempre conmigo Brandon.
Grek se encontraba vigilando por el ventanal la llegada de Alkor. Lupus estaba aún lado de la cama de Eve.
— Mi Señor no ha de tardar en llegar, solo resiste más.
En ese preciso momento Alkor entró todo mojado a la habitación. Sus ojos se posaron en Eve quién ésta no pudo evitar sonreír. Corrió hacía ella y besó sus labios y acarició su rostro. Pegó su frente contra la de ella y tomó su otra mano libre.
—Aquí estoy... Ya nada malo pasará. —Le prometió Alkor.
Su felicidad por estar con ella no cabía en su pecho. Eve asintió hacía él y Brandon no pudo evitar sentir un nudo en la garganta. Grek se acercó a su hermano y puso una mano en su hombro. Ya no había peligro, sus enemigos estaban muertos, la seguridad de su hijo de su esposa era un hecho. La tarde era lluviosa, nublado y con aire de victoria.
— Ya viene el bebé — Cortó Nyla mientras Eve pujaba más.
Eve hizo un último esfuerzo de pujar hasta que pasó.
El llanto de un bebé abrigó la habitación y entonces todos aplaudieron, lloraron y se emocionaron al escuchar al nuevo miembro de la familia. Eve estaba exhausta, pero igual de feliz. Nyla tomó en brazos al pequeño Dragón con sumo cuidado y lo limpió y Alkor no pudo evitar sonreír ante lo que sus ojos estaban viendo. Jamás imaginó que tener a un bebé lo fuera alegrar tanto como en estos momentos lo estaba haciendo.
— Felicidades... Es un niño muy fuerte y sano, Alkor — El bebé aun en la cobija fue entregado en brazos de su padre.
Éste lloraba, pero dejó de hacerlo al sentirse seguro en los brazos de su padre y misteriosamente abrió sus ojos, eran un color ámbar como los de Alkor. Era un bebé con la piel blanca como la de su madre, cabello negro como la de él y pequeños cuernitos de un color gris apenas naciente. Alkor no podía dejar de verlo, no podía creer que no quisiera tener a un angelito como el que tenía en brazos.
— Alkor, déjame verlo — Pidió Eve. Los miraba, pero éste estaba de espaldas, cuándo Alkor se giró con su hijo en brazos no pudo evitar llorar de la felicidad. Alkor le tendió al pequeño en sus brazos y ésta comenzó a besarlo por toda su carita. — Es perfecto...
Brandon, Grek, Nyla y Lupus observaban a los jóvenes padres con suma ternura.
— ¿Y cómo lo llamarán? Espero que como su tío favorito — Grek no podía esperar a ver cómo le pondrían a su sobrino.
Eve y Alkor se miraron fijamente.
— Lo llamaremos Alí. — Contestó Eve mientras Alkor besaba la frente de su esposa — Alí, El Dragón Místico.
FIN
© J. ZARAGOZA
N/A: Quiero agradecerles a todos por llegar hasta este momento. Es una historia relativamente corta, pero que un día nació de la nada, una historia del 2016 que hasta apenas 2021 decidí ponerme en marcha y realizar correcciones.
Gracias por sus likes y comentarios, me motivan y me hacen mucho reír. Los amo con todo mi oscuro corazón. Espero tenerlos pronto en mis otras historias.
PENDIENTES:
EPÍLOGO y 5 capítulos extras ANTES DE EVE
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