Tamborilea los dedos en su pupitre, ve de reojo la escena que le ha estado carcomiendo desde hace días y es que desde hace un mes que Yugi Mutou no trata de acercarse a ella, es más parece que le ha olvidado, si bien desde un principio se sintió dolida por aquel gesto, ahora mismo está frustrada además de enojada puesto que se ha estado juntando con la panda de flojos de Katsuya, Hiroto y Otogi, siendo el último de ellos al igual que Mutou estudiantes de una buena familia cosa de la cual carecen Katsuya y Hiroto al ser becados por Pegasus el Director del Instituto, le exaspera que desaprovechen esa oportunidad que tienen dos chicos comunes de clase media pero su enfado radica en la atención del chico tricolor que ha puesto ahora en Bakura Thief el chico con peor fama del grupo C, si bien nunca se han metido en el camino del otro no puede evitar sentirse un tanto preocupada porque su ex amigo este en malos pasos.
La campana suena, duda en si hablar con él pero pronto ve el pequeño revuelo que hay en la puerta, frunce el ceño para ver qué demonios pasa solo para llevarse la sorpresa de ver a Hanasaki–Kun buscándola a ella, las miradas no se hacen esperar al igual que los murmullos, suspira, trata de calmarse, se dirige hacia él, le abren paso sin pedirlo, no quieren enfrentarse a su mal carácter.
–¿Hanasaki–Kun que haces aquí? ¿Paso algo malo? –pregunta la chica, el chico hace una reverencia mientras extiende una caja en sus manos.
–Por favor acéptalo –le ve temblar, sus orejas están rojas, escucha las risas de algunos, se gira a mirarlos mal, toma la caja pero antes de poder agradecerle este sale corriendo dejándola descolocada, para cuando todo se calma Yugi Mutou se ha ido como el trío que le acompaña.
(__)
Frunce el ceño al ver la escena que tiene al frente al parecer Yugi Mutou ha hecho buenas migas con la presidenta del salón, suspira y abre la caja, encuentra un broche en forma de flores de cerezo, una pequeña sonrisa se asoma en su rostro, siente algunas miradas hacia ella, por un momento la de él pero cuando gira su vista hacia la fuente donde estaba con Anzu Masaki ya no está.
Los días pasan en verlo en un momento para después verlo esfumarse al otro, esto le está cansando, y la gota que ha colmado su paciencia es la escena que ve al verle faltar a clases.
Se muerde la uña del dedo pulgar ¿Acaso realmente no le importa nada? ¿O es otra cosa? No lo sabe pero lo que la mueve a descubrirlo es el problema que se ha suscitado en la cafetería, un chico ha chocado con Bakura y ha ensuciado su uniforme.
El silencio se establece, los que están cerca del incidente retroceden una mesa, habían oído que Bakura era una bestia al pelear, lo que menos querían es involucrarse.
Ella mira la escena pendiente, comprende que este molesto pero desquitar su ira con alguien que lo hizo por accidente no es correcto, espera a que haga un movimiento para detenerle pero lo que menos espera escuchar es la orden de Thief –Mutou –su cabello blanco oculta su expresión –encárgate no ando de humor, dicho esto pasa de largo junto con Katsuya, Hiroto y Otogi.
Rebeca ve al tricolor acercarse al chico, ella se interpone –¡Espera! –su voz es firme aunque sus rostro parezca desquebrajarse, Yugi Mutou parpadea perplejo ante la visión de la chica, la conoce bien, esta punto a romper a llorar, entonces toma su mano y la lleva consigo.
Un par de lágrimas deja escapar, se siente dolida, Yugi Mutou debería de saber mejor que nadie que está mal meterse con los débiles, aun así ahora mismo le muestra una expresión que jamás pensó tener, se siente dolida y con el corazón roto a sabiendas que él fue su motivante para ayudar a los que no podían defenderse.
Los demás estudiantes ven la escena un tanto singular, nunca han visto a la "Yankee" de esa forma, por otra parte el tricolor ha cambiado de semblante, esta vez no hay una mirada amable para nadie, quiere llevarla lejos de los demás, comprende que su orgullo corre peligro si la ven llorar, nadie que ni siquiera se ha tomado la molestia de conocerla debería de verla en ese estado, es lo primero que piensa en su cabeza.
Llegan a unas bancas detrás del laboratorio. Un lugar algo desconocido para la rubia pero que conoce bien el chico tricolor, aquello le causa un poco de curiosidad pero entiende que tampoco se ha tomado la molestia de conocer a detalle su escuela.
Ambos toman asiento en la banca de concreto, están debajo de un árbol que les brinda sombra, la brisa corre y hace hondear sus cabellos, ella sigue con la mirada gacha, el suspira, todo es un mal entendido quiere decir, pero no sabe cómo empezar a hablar, al final solo espera que las palabras no le fallen ocasionando que todo se enrede aún más.
–Rebeca –empieza, su mirada está al frente, ve la pared de concreto detrás del jardín del patio trasero– creo que has malinterpretado las cosas –más no hay respuesta– no es lo que piensas.
–¿Ahora sabes lo que pienso? –su voz es apagada– Tú... –alza el rostro, esta vez no frunce el ceño, llora, y ante esa visión no puede evitar abrazarle con fuerza.
Trata de zafarse pero es más el sentimiento que le hace romper a llorar, comprende que no debería pero no puede evitarlo y se odia por ser tan débil frente a alguien que le ha traicionado.
–Rebeca sé que estas dolida, y lo lamento, lo lamento demasiado así que por favor llora y cuando las lágrimas paren escuchare todo lo que has estado guardando dentro de ti.
(__)
Miro el cielo azul, las nubes transitar con la misma lentitud de siempre, el silencio que poco a poco se establecía, habían faltado a la siguiente clase.
Sintió sus manos colocarse en su pecho para separarse, él soltó el abrazo, vio como con las mangas secaba sus lágrimas, así ambos permanecieron en silencio, el tricolor espero paciente a que dijera algo sin embargo no espero que la chica que tenía enfrente solo preguntase –¿Por qué?
Suspiro, le miro dulcemente, aun sus ojos demostraban las muescas de lo sucedido hace un par de minutos.
–Si no lo hacia Bakura haría algo –respondió con simpleza, metió sus manos a los bolsillos.
–¿Entonces también serás como ellos? ¿Ahora serás un bravucón? –dijo secamente.
El tricolor rio –Para nada –la chica le miro perpleja– te lo dije todo es un mal entendido.
–¿HA? ¡No me jodas! Si vas a mentirme entonces...
–No te miento –le interrumpió, la chica se quedó en silencio– que Bakura tenga mal genio no lo hace mal tipo, ya estamos trabajando sus problemas de ira para que dejen de catalogarlo mal –sonrió– las persona pueden juzgar tan fácilmente ¿Sabes? –Rebeca torció el gesto, ¿Si lo sabía? Ella lo sabía a demasía– puedes hacer miles de cosas bien por los demás pero solo cometes un error o no te comportas como los demás esperan y entonces todos te ven mal –empezó– Bakura no es mal tipo solo tiene poca paciencia –rio– hoy viste su progreso, esta vez dejo pasar la situación y me pidió encargarme –le miro– lamento si pensaste que iba a golpear al chico pero debemos admitir que imaginar eso es algo risible ¿No? –sonrió.
–Pero tú... –frunció el ceño– ¿Qué hay con que te juntes con la panda de flojos del grupo? –pregunto molesta, no se dejaría engañar tan fácilmente.
El tricolor alzo el índice y negó con este –Está mal catalogar, que no puedan estar al mismo paso que lo demás estudiantes no significa que sean malos en la escuela, solo sucede que los cursos del Instituto Milenio son algo diferentes que los de las escuelas públicas, desde hace días tanto Jono y Honda han estado pensando en hablar directamente con el director, es más Ryuji ha hablado con el profesor Kalin para que se abra un grupo de asesorías.
–¿Pero eso que tiene que ver con que estén faltando clases? ¿Acaso así piensan ponerse al corriente? –Pregunto perspicaz.
–Oh –rememoro– nos hemos quedado con el profesor Shadi al ser allegado del Director Crawford, él ha dicho que será nuestro intermediario de igual manera el padre de Ryuji ya que han trabajado en varios negocios junto a él –sonrió, pero Rebeca ahora mantenía la mirada gacha.
–Entonces... ¿Por qué? –fue lo único que dijo.
El amatista suspiro –Quise mantener distancia hasta que estuvieras lista a hablarlo, lamento que te haya dado malas ideas, lo cierto es que volver tan repentinamente después de dejarte sin decir nada no me da el derecho de venir y hacer lo que quiera –dijo melancólico– lamento darte la idea que siempre te dejare cada vez que me necesitas pero no es así, al menos esta vez no lo hice del todo –la chica le miro– admiro lo que haces, no cualquiera tiene la agallas de defender sus valores y proteger a los débiles y no lo digo porque seas una chica –se giró a verla– realmente eres fuerte –se levantó para colocarse frente a ella– Yo soy un chico débil aun así quiero que sepas que –agacho la cabeza– siempre estaré agradecido por lo que hiciste ese día conmigo –Rebeca le miro, un par de lágrimas empezaron a salir– lamento haberte regalado la peor expresión que pude darte pero...
–Está bien –le detuvo, el chico alzo la vista para verla, su rostro reflejaba resignación– era normal que te hubieses horrorizado.
–Es verdad –confeso, la chica sonrió, lo más natural es que sintiera miedo de ella y ahora después de tres años en los que lo pensó al fin el chico se lo confirmaba –sentí mucho miedo, miedo de que te hicieran daño –la chica se giró a verlo– el horror que viste en mi rostro era el que me hizo pensar que saldrías herida por Ushio pero cuando te vi triunfante comprendí lo débil que era al no confiar en ti y en tu fuerza como no poder ser de ayuda en ese momento.
La chica rio –¿Qué? ¿Acaso ahora quieres ser mi príncipe azul y pelear mis batallas?
El tricolor negó –Para nada –de cierta forma la rubia se sintió dolida por sus palabras –Me marche Rebeca porque quería ser fuerte, no solo por ti sino por mí, y ahora que he vuelto no vine aquí para imponerme sobre ti, no soy un príncipe, sin embargo –tomo su mano y se arrodillo– quiero ser de ayuda para ti, quiero ser tu apoyo incondicional, eres fuerte pero no por ello invencible y aunque no sea de mucha ayuda quiero poder hacer lo que no pude en aquel entonces, ayudarte en lo que crees porque creo en ti –beso su mano.
La chica no pudo evitar sonrojarse, se levantó de la banca ante el abrupto y se alejó del chico.
–¿Crees que te perdonare tan fácilmente? –le apunto con el índice.
–Para nada, la confianza que se ha roto debe ser recuperada –sonrió amable, –sin embargo ahora que sabes parte de lo sucedido creo que ahora puedes verme como un aliado ¿No? –le guiño un ojo.
–Calla –se giró sonrojada, a pesar del tiempo no podía ocultar que sentía algo por su amigo de la infancia.
–Oh vamos no seas así Becca.
–¿HA? ¿Quién te ha dado permiso de llamarme así?
–Pero ya te lo he dicho estamos del mismo lado–refuto.
–¿Por ello me has hecho perder clases?
–Vamos que fue un accidente además estabas llo... –se detuvo ante la mirada fulminante de la rubia.
–¿Por dios podrían dejarse de drama? –Se voltearon a la par por donde la voz venia, entonces observaron al albino venir del lado izquierdo, como de costumbre la camisa por fuera y las manos dentro de los bolsillos.
–¿Te saltaste clases? –pregunto el amatista.
–Como ustedes –señalo, aquel comentario no le pareció a la rubia, no es como si lo hubiesen planeado.
–No fue nuestra intención –sonrió el tricolor quien se dirigía hacia él –¿Me los prestas? –de un hábil movimiento tomo las gafas de sol que traía en el bolsillo de la camisa.
El albino sonrió de lado –Por lo visto has aprendió bien.
–Tuve el mejor maestro, por cierto me alegra que haya salido la mancha.
–No pensé que el perro supiera quitar manchas –soltó con sorna.
–Bakura deja de llamarlo así –reprocho.
El albino sonrió al ver la chica irse –Como siempre tan amable con las personas –soltó con malicia– sin embargo tu damisela en peligro se ha ido por delante, –dicho esto el tricolor salió tras de ella no sin antes alzar la mano para despedirse.
(__)
–¿Por qué te fuiste antes? –pregunto el tricolor quien al fin le había alcanzado el paso.
–Parecían ocupados en sus asuntos.
–Vamos que si te hubieses quedado se hubiesen llevado bien.
–¿Por qué querría llevarme bien con alguien como él?
–¿Qué te dije de no juzgar?
–No deberías de ver cosas buenas donde no hay.
–Pero las hay –le tomó del brazo para que le viera entonces le coloco los lentes– es un buen chico solo necesita quien le guíe –sonrió.
–¿Pero qué?
–Has llorado, se nota en tu rostro, sé que no querrías que nadie te viera así –respondió con simpleza.
–¿Ahora cuidaras de mí? –se cruzó de brazos.
–Solo si puedo hacerlo, claro está no peleare tus batallas sin embargo –se llevó una mano al mentón– ya que seremos un equipo de trabajo quiero que haya cambios.
–¿Ha?
–Solo es un pequeño e insignificante cambio que no notaras.
–Aja –se giró para seguir su camino.
–Vamos Beca –le llamo pero la chica seguía sin hacerle caso, suspiro nuevamente iba tras ella.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro