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único.

Minúsculas lágrimas salían de su rostro, moviéndose agonizante entré las sábanas, cansado. Producto de verse atrapado entre la neblina del peor de los sueños,  dónde la figura de su progenitor y su proclamado enemigo de repetían a modo de tortura personal, pero a su vez, era un incentivo para el joven Santo de Leo.

De un sobre salto Regulus despertó. Extrañado por ver el lado de su cama vacío, pero a la vez, complacido de esto pues Manigoldo no lo podía ver en ese estado.

Limpiándose las lágrimas el Santo de Leo no se molestó en cubrir su desnudez para salir de la cama. De todas maneras, allí en el templo de cáncer sólo estaban los 2. No tuvo que caminar mucho para encontrar la figura del varonil y elocuente Santo de cáncer, con una expresión sería, como si estuviera meditando de lo pasado a su alrededor.

— Mani… — En un susurro llamó su atención. Parándose junto a él, era de noche por lo que sus cuerpos desnudos eran iluminados tenuemente por las luces de las antorchas. Cubiertos tanto por las caricias que ambos guerreros se dejaban mutuamente como por una ligera capa de sudor que iba desapareciendo por el frío viento de la noche.

— Pequeño rey, ¿Pasó algo? Deberías estar durmiendo. 

— Puedo preguntarte lo mismo. Y respondiendo a tu pregunta; Solo no podía dormir. ¿Tu excusa para dejarme solo? Pareces muy pensativo.

— Nada grave. Solo iba por agua, y… Temas de la guerra Santa. Sage me pidió está tarde salir por unos días a una misión, nada grave.

— ¿Seguro? Porque yo no recuerdo el momento que mi novio se haya puesto así por una simple misión. — En los labios de Manigoldo una sonrisa ladina se formaba. Las provocaciones y coqueteos de Regulus eran cada vez más descarados, le encantaba notar que dejó esa influencia en él.

— En efecto. Nunca he dado un paso atrás en una batalla pero, digamos que en este caso en específico tengo una cosa más que preocuparme.

— ¿Yo? — Regulus, en falsa inocencia, pasó su mano por el pecho del guerrero de cáncer.

— Me gustaría darme ese lujo, pero sé que sin mi eres capaz de mucho. Hablo de temas de viaje ya que sería muy tardado él que tengo que hacer.

— Te estaré esperando entonces. — Moviendo sus manos en su pecho se inclinó a besarlo dulcemente. Un beso que duró unos simples pero no desperdiciados segundos.

— Vayamos a la cama. No quiero preocuparme por tus problemas de pesadillas. 

— ¿Lo has notado? — Cierta vergüenza se dió reflejada en Regulus, encogiéndose en si mismo.

— He dormido contigo más de una vez. Claro que lo he notado.

— Supongo que, me habrás abrazado cuando eso pasa ¿No? — Aún avergonzado comentó, solo un comentario sin importancia en busca de relajar el ambiente porque para él era incómodo.

Manigoldo no respondió. Una ligera risita salió de sus labios al escuchar eso. Tomando a Regulus de la mano, llevandolo con él de regreso a la cama que hace un momento compartían, tendiéndolo suavemente sobre está mientras se acostaba a su lado.

Regulus se sentía seguro. Cómo si con esa acción Manigoldo le hubiera dicho que estaría para él, al rodearlo con su brazo.

Régulus acarició lentamente el estómago de peli azul. Pasando su mano hasta su cuello, apegándose a él.

— Manigoldo… — Nuevamente, esa expresión inocente que en realidad distaba mucho de eso, una sonrisa pícara del guerrero de Leo. Moviendo sus manos por el cuerpo del peli azul.

Manigoldo no necesito hacerse de rogar para inclinarse a besar a Regulus, abrazando su cuerpo hasta que sus pieles quedaron pegadas, moviéndose hasta quedar encima de él. Sosteniendo detrás de su cabeza y su espalda mientras se besaban.

— ¿Quieres que te quite así el mal sueño? Aunque no sé si funcione no me negaré.

— No. No quiero eso. — Sonrió. Siendo esa la última indicación que dió, volviendo a pegar sus labios a los de él.

Cómo si ya estuvieran sincronizados, se separaron el uno del otro en ligeros espacios, volvieron a acomodarse. La erección de Manigoldo era algo que Regulus podía sentir mientras se besaban, queriendo atenderla.

Tomándola con la diestra teniendo a Manigoldo de rodillas, llevó ese trozo de carne a su boca. Lamiendo la punta cuál minino, jugando en ella, sintiendo como era capaz de hacer temblar a Manigoldo débil ante sus manos, a pesar de que aún le dificultaba el tema del tamaño. Antes de meterla de lleno en su garganta, moviendo la cabeza para recorrerlo en plenitud. Sintiendo la mano de Manigoldo en su cabello, acariciandole.

— Pequeño rey. — Sus 2 manos sostuvieron al Leo del rostro, embistiendo en su boca lentamente. Un sutil movimiento de cadera entre el momento en el que su cuerpo se hacía más caliente por la excitación.

El orgasmo que recorrió el cuerpo de Manigoldo fue directo a la boca de Regulus, manchando sus labios, más este no hizo asco alguno. Pasando sus manos por sus labios, mirando a Manigoldo a los ojos. Dejándose caer abrazados en la cama.

— Eres un pequeño pillo. — Le dijo. Besando su sien. — Se suponía que debíamos estar durmiendo, no teniendo una segunda ronda sexual.

Regulus no respondió nada. Manigoldo tampoco se quejó de eso, solo lo abrazó mientras el sueño volvía a su cuerpo. Durmiendo tranquilamente por el resto de la noche.

Al despertar Regulus tenía vivos los recuerdos de la noche pasada. A diferencia de estos, Manigoldo seguía medio dormido a su lado. Frotando sus ojos, inclinando su rostro hacia él.

— Anoche te veías hermoso, desnudo a la luz de las antorchas.

— También tú lo estabas. — Y dicho esto. Ambos se levantaron de la cama, yendo juntos a tomar una ducha mañanera.

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Tenía vivo aún el recuerdo de su puño atravesando el pecho de su enemigo. Matandolo en ese mismo instante, volviendo a su camino en busca de Hades, el resto de su memoria era un fragmento muy borroso.

Esa misma noche. Régulus sintió en sus años de vida un peso salir de sus hombros. Cómo si, estuviera tranquilo, como si pudiera descansar de todo.

— Maní... — Su Mani. El Santo de cáncer parado en la parte de acercó a él, extendiendole los brazos. Dejándolo relajarse en sus brazos. Olvidando por ese pequeño instante los recuerdos frescos que tenía de su batalla. Concentrando en Manigoldo.

De los vagos recuerdos que tenía de su padre este se quedaba a su lado, a veces tarareada para que pudiera descansar. Su tío, consciente de sus pesadillas le calmaba, se quedaba a su lado hasta que se quedaba dormido.

Manigoldo era muy diferente a su padre y a su tío, Manigoldo era muy capaz de ofrecerle un cálido despertar después de una mala noche pero sin estar consciente del todo de lo que pasaba por su mente. Solo ofreciéndole su compañía. Cómo en este momento y lo adoraba, entendía el porque.

Salvó por quién venia la acción, el sentimiento era casi el mismo. De 3 personas importantes para él. Besándolo dulcemente.

Esa misma noche, por primera vez en los sueños de Regulus no hubo ninguna remisencia de sus traumas del pasado. Durmiendo abrazado al hombre que amaba, dejando descansar no solo sus heridas si no también su mente.

En sus sueños, la figura de Manigoldo se hizo presente, amándolo como lo hacía despierto.

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Esto no estaba en mis planes. Pero, desde hace un tiempo quiero hacer un reto de 30 días para este Ships, una de mis amigas me propuso 1, pero... Entre más lo intentaba no me gustaba no sentía cómodo, en parte porque muchos de los días correspondían a cosas que ya hice, y en otra porque no me agradan. Este iba a ser el primer día, así que como ya lo tenía terminado. Lo alargue para publicarlo como shot independiente. Espero que les guste.

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