XXXVI: Petricor Eterno.
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"Agridulce como chaparrón inseguro,
era la historia del tormentón sin futuro.
La viajera solitaria con la estática ordinaria,
eran estas dos nubes literarias.
Sobre El Valle de las Ninfas, la lluvia caía como un poema sin rima.
El césped más verde, y todas las flores para que recuerdes.
Agua cristalina y fauna en cada esquina.
Cada mañana, la lluvia y las ranas.
Con gotitas suavecitas, todo florecía para las abejitas.
Aguacero, llegaba con calma y se marchaba sin drama.
En El Valle de las Ninfas todos le amaban, todos le apreciaban.
Pero nadie le acompañaba, en el cielo solo siempre estaba.
Con la llegada de su primo Viento, conoció a Monzón y un sentimiento.
Su encuentro fue como un cuento.
Y entendió que al pobre Monzón, nadie lo valoraba y todos lo olvidaban.
Su risa hacía desorden, su lluvia nunca estaba conforme...
Y sin prisa ni cosquillas, Aguacero lo recibió con una sonrisa.
Con la llegada del granizo, su lazo fue un hechizo.
El invierno llegó con Monzón, el lago se congeló un montón.
Las flores se escondían y los animales dormían.
Monzón y Aguacero, se querían como el pasajero al marinero.
Viajero Febrero, llegó con un amor verdadero.
El amargo "sin embargo."
Las flores y las hierbas, estaban cansadas de las nieblas.
¡Y las tormentas de Monzón, inundaban sin razón!
Con la llegada de la primavera, llegó una gripe severa,
y con el corazón sincero, le llamaron mal agüero.
La tormenta constante estaba sobrante.
Amor en eterna guerra, el corazón no se aferra.
Las alas de las hadas, tenían agujeros de balas.
El canto de los grillos, se convirtió en cuchillos.
Las patas de las ranas parecían ancianas.
Y de tanta agua, y poco sol
se murió el girasol y llegó el descontrol.
Monzón nunca había ganado nada.
Su gris no iluminaba, y la creían malvada.
Aguacero perdió a su jardinero,
temporada destinada ¿cuantas plantas aplastadas?
Cada Septiembre, se marchaba con la promesa de un Noviembre.
A Monzón le dijo "Hasta pronto",
pero la nube escuchó "No te soporto."
Aguacero se tuvo que marchar, Monzón no se lo iba a reprochar.
Con la soledad y la tristeza, lloró por su delicadeza.
Y con su lluvia eterna como una denuncia sin pena...
Las ranas se ahogaron y las abejitas se marcharon.
La fauna y la flora, tampoco lo lograron.
Cuando el césped más verde se transformó en el campo menos alegre,
Aguacero volvió con el mes de Noviembre.
Monzón ya no estaba, y Aguacero le esperaba.
El Valle de las Ninfas había desaparecido como una rosa sin espinas.
La nube solitaria no encontró a su amiga necesaria.
Y sin flores donde llorar, Aguacero se esfumó sin suspirar.
La viajera solitaria con la estática ordinaria,
eran estas dos nubes literarias.
Que como el Sol y la Luna, caracol y fortuna...
El que mucho ama, vive de drama.
El que todo quiere siempre muere.
Monzón y Aguacero,
como corazón de acero."
(Pequeñas notas de Camila al margen de las páginas de "Petricor eterno", convertidas en un poema por Farkas como regalo. Uno que jamás le pudo dar.)
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