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XXIX: Labios mortíferos.

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   —Por donde camino no me sigues. Cuando grito eres mi eco, ¿lloraras si te dejo ir? —exclamó Kaira.

   Lilith cerró los ojos con fuerza cuando Grimn clavó sus dedos en su piel y con desesperación la besó con una intensidad avasallante. Y pronto el calor invadió el cuerpo de Lilith, y tuvo que pensar en que sus labios eran veneno y su beso le mataría, para no prender fuego el Palacio de los Zorros en ese momento. Casi podía jurar que olía el humo y se odiaba más que nunca al sentir la lengua de Grimn acariciar la suya.
   Grimn también tenía calor, pero no de la misma manera que Lilith. Siguiendo sus instintos y sin reprimirse como siempre hacía, recorrió el cuerpo de Lilith hasta sus caderas, apretando su cuerpo contra el suyo.

   —¡Piezas rotas! Todo lo que dejamos sin decir, esperanza sin rumbo.

   Solo un poco más debía aguantar, se repetía en su mente, mientras la respiración agitada de Grimn se le hacía vulgar y su saliva agria. La canción de Kaira era su cronómetro, Octubre solo necesitaba ese tiempo para ingresar en la alcoba de Grimn y robar los registros de los Centinelas. El piano estaba enloquecido y el canto de Kaira cargado de emoción, solo un poco más. El pánico le invadió cuando se dio cuenta que Grimn la había estado empujando fuera del salón, abrió los ojos a tiempo para ver cómo ingresaban en un pasillo oscuro.

   —"Tienes todo una vida por delante"... Pero temo que ya se llevaron las mejores partes de mi —el canto de Kaira llegó a la perfección hacia su oscura esquina formando un eterno eco—. Y lamento que no siempre pude ser tu sueño adolescente.

   Grimn guió a Lilith hacia una mesa de madera donde posaba un hermoso jarrón. Tomó a Lilith y la subió a esta, el jarrón estalló en mil pedazos.

   —¿Y cuándo la afectuosa admiración y todas las buenas intenciones dejan de ser suficientes? ¿Cuándo todos tendrán todas las razones para dudar de mis mentiras? ¿Y cuándo todas mis excusas sobre aprender mis lecciones empezarán a parecer lamentables?

   Las lágrimas de Lilith recorrieron su rostro cuando Grimn comenzó a besar su cuello y desabrochar sus propios pantalones. Con la mirada clavada en la lejana Kaira que veía agitándose en el piano, no supo qué hacer. Sentía que moría con cada beso pero si lo detenía todo se echaría a perder, le tomaría dos segundos saber que algo estaba mal si ella lo alejaba en este punto... pero no iba a poder sobrevivir a entregarse a él de esa manera.

   —¿Pasaré el resto de mis años deseando volver atrás? —gritó Kaira.

   Grimn mordió el cuello de Lilith, murmurando lo mucho que la deseaba. Lilith soltó un jadeo al sentir la respiración de Grimn recorrer la curva de su cuello, la agarró del rostro y soltó un suspiro tembloroso. El cuerpo de ella hervía, sus manos amenazaban con prender fuego la madera donde reposaban. Grimn dio un paso atrás tropezando.
   Con la ropa desaliñada, la mirada asustada y los labios colorados, lo miró confundida, aliviada. Grimn se llevó las manos al estómago y gruñó de dolor, dio dos pasos hacia atrás y se apoyó en la pared.

   —Oh, todos dicen que mejora. Mejora a medida que creces...

   El Centinela levantó la mirada, ahí la tenía sentada sobre una mesa con las rodillas separadas para él. Y lo miraba, le juzgaba. Era débil. Y sentía que iba a vomitar, como cada día. Con la frente ardiendo se alejó corriendo por el oscuro pasillo, dio la vuelta a la esquina y se arrojó al suelo. Ella ya no lo veía, así que a cuatro patas vomitó. Lloró al ver sangre y al sentir la excitación en sus pantalones que no había logrado saciar. Aún.

   —Todos dicen que mejorará —el dolor en la voz de Kaira había desaparecido, la rabia era lo único que quedaba—. Mejorará, ¡¿pero qué pasa si yo no lo hago?!

   Kaira gritaba las mismas frases una y otra vez, su voz parecía querer quebrarse pero ella no le dejó.
   Freyja apareció en el pasillo y caminó hasta Lilith.

   —Freyja, creí que no iba a detenerse —lloró Lilith desesperada al verle, estirando los brazos para que le abrazara—. Creí que él-

   —¡¿Qué crees que haces?! ¿Es que no significa nada lo nuestro para tí? —gritó Freyja, pegándole un manotazo a las manos que se extendieron hacia él.

   —¿Qué? Pero, Freyja, yo-

   —¡Eres increíble! —gritó Freyja alejándose hacia la salida.

   —¡Freyja, por favor no te vayas! —gritó Lilith en un llanto desconsolado.

   Kaira soltó la última tecla, sumiendo al salón en silencio, levantó la mirada y sonrió al ver la llama de la vela de Jolly danzar. Segundos después sus oídos fueron bendecidos por los aplausos de la encantada multitud, se dio la vuelta y se puso de pie, sonriendo y alisando la falda de su vestido. Las miradas de todos eran un poco espeluznantes, tenían los ojos muy abiertos y sonrisas embriagadoras. Sin embargo, sus rostros se suavizaron enseguida, ya que la melodía había acabado. Comenzaron a felicitar a la Reina y silbar sorprendidos, ella no pudo evitar reír, con ambas manos en su rostro su mirada se llenó de lágrimas.
   Todavía riendo ejecutó una reverencia, todas la alentaron, todos la querían. Finalmente, pensó.

   Cuando la multitud comenzó a calmarse, Kaira juntó ambas manos frente a ella y comenzó a caminar por el espacio.

   —Como muchos sabrán —comenzó a decir con un tono dulce—, El Viñedo de los Cuervos fue una iniciativa mía y de mi equipo para finalmente traer igualdad a cada rincón de Serendipia y llevar la prosperidad a cada trabajador de cada comarca... Las cosas están cambiando, no deberíamos asustarnos por eso. En especial porque estos cambios no han dañado ni perjudicado a nadie. Si me equivoco, esta es su oportunidad de decirlo.

   Kaira soltó la última frase con frialdad, se quedó en silencio y esperó. Sabía que nadie hablaría, solo quería demostrarle a unos cuantos que la libertad de las minorías no traía consigo más que beneficios. Levantó una ceja y sonrió triunfal ante el silencio.
   Grimn ingresó en el salón, buscando algo, a alguien. Kaira sonrió al verle, justo a tiempo, pensó.

   —Las viles almas de los Centinelas nos han privado una vez más de la paz —exclamó Kaira con el rostro afligido, mirando a cada uno de los expectantes. Pudo ver de reojo como Grimn giraba la cabeza hacia ella y comenzaba a acercarse confundido—. Asesinando a nuestras hijas, hundiendo nuestras flotas, utilizando a nuestros Reyes y dejando a todos estos pudrirse en una fosa común.

   —¿Que es esta locura, Torvar? Detente ahora mismo —exclamó Grimn junto a ellos.

   Farkas se paró entre medio de ellos dos, y con una sonrisa negó con la cabeza. Meena se posicionó junto a Kaira. La Reina se giró lentamente hacia el Centinela, con una sonrisa exclamó:

   —Vamos, diles.

   —¿Qué? —exclamó Grimn exaltado. De pronto, en su rostro se dibujó el entendimiento. Soltó una risa incrédula, suspiró y dijo—: La antigua Reina está muerta.

   Se oyeron asustadas exclamaciones. Zheng Yi Sao bajó la mirada al suelo, pensando en todas las maldiciones que Lilith no había tenido tiempo de cumplir. Kaira estiró los brazos hacia la multitud.

   —No tienen nada que temer. Ahora están bajo la protección de la Guardia Real... —se volteó hacia Grimn e insistió—. Vamos, diles quiénes han sido los culpables.

   —¡Cierra la boca y deja de mentir! —gritó Grimn, dando un paso al frente. Farkas le detuvo empujándolo—. ¡Tú has matado a tu madre! ¡Has golpeado su cabeza en la Fuente de los Dioses hasta que el agua se tiñó de rojo!

   —¿Yo? —dijo Kaira sorprendida, llevando sus manos cubiertas por unos negros guantes a su pecho y fingiendo miedo a Grimn. No importaba su actuación barata, porque tenía al pueblo comiendo de su mano—. Jamás haría algo así...

   Grimn apretó los puños al ver a Kaira fingir un puchero y unas lágrimas recorrer su rostro.

   Boris apareció guiando a un Centinela, con armadura completa, estaba encadenado y caminaba con lentitud. Grimn frunció el ceño cuando se detuvieron a su lado... un Centinela suyo jamás se dejaría atrapar, era todo una farsa y el pueblo caía como idiotas. La multitud le gritaba, unos cuantos le arrojaron cosas.

   —¡Este hombre de aquí! —gritó Kaira, llorando mientras señalaba al Centinela—, ¡Ha asesinado a mi madre en uno de sus tantos ataques de furia!... No falta mucho tiempo para que esto se salga de las manos y la vida de cada ciudadano esté en peligro.

   —Tenemos sus nombres, delincuentes arrancados de sus celdas, viles por naturaleza —exclamó Farkas, sin perder de vista a Grimn—. Los Centinelas serán encarcelados inmediatamente, y su comandante será juzgado en La Corte.

   —Ni mierda —exclamó Grimn, esquivando una copa que alguien le tiró a la cabeza—. Detén esta locura ahora mismo, sabes que no puedes ganar en fuerza a los Centinelas. Te arrepentirás de desafiarme.

   —Estás asustando al pueblo, te sugiero que cooperes —susurró Kaira con una sonrisa.

   Grimn abrió la boca para responder, sin embargo, un fuerte mareo y dolor de estómago lo detuvo. La Guardia Real paraba al pueblo que intentaba abalanzarse sobre él, ya no le temían y estaba apunto de vomitar frente a todos.
   No podía mostrar semejante debilidad frente a ellos, y Egot le susurró que se calmara. Insultó a cada uno de los presentes, pero no desobedecería a los Dioses. Se dejó guiar por Boris, quien lo llevó a los calabozos. Lo encerró en una celda sin ventanas, con una enorme puerta de hierro sin ningún tipo de agujero, era el pozo más oscuro que había visto en su vida. Y cuando se encontró en silencio y en soledad supo que había oído la calmante voz de Egot por última vez... Le había tendido una trampa, y ahora lo abandonaba.


   Kaira tranquilizó al pueblo, quienes gritaban viles maldiciones al Centinela que pronto se llevaron.

   —Un nuevo reinado ha comenzado, nuestros protectores resultaron ser nuestros enemigos —comenzó a decir Kaira, caminando hacia el trono. Farkas y Meena le siguieron—. Los monstruos de nuestra infancia resultaron ser nuestro aliados, y la grandeza de Serendipia dejó de ser una fábula.

   Kaira acarició el trono, mientras Meena se posicionaba de pie a su derecha, Farkas a la izquierda. Costus se recostó erguido frente a ella. La Reina se dio la vuelta con una sonrisa y lentamente se sentó en el trono, sonrió satisfecha y lágrimas verdaderas surcaron su rostro.

   Ana María, Zheng Yi Sao, Vilkas, Emiko, Wilhelm y Victoriano, el Bloque Negro y la Rebelión entre la multitud, se arrodillaron frente a Kaira. El pueblo les observó y no tardaron en seguirles, incluso los que no querían.

   ¿Qué piensas de esto, padre? pensó Kaira mientras observaba al pueblo de rodillas frente a ella, ¿Soy digna ahora, madre?

   —Tengo la creencia —comenzó Kaira, indicándoles que ya podían ponerse de pie—, de que la mejor manera de honrar a nuestros muertos es no dejando sucumbir al alma en las trampas de los delincuentes... Disfruten la noche, las Diosas observan.

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   Camila corrió por los pasillos, aferrada a una carpeta de cuero que había robado Octubre de la alcoba de Grimn. Una enorme sonrisa se dibujaba en su rostro, cuando chocó con un Centinela, cayendo al suelo.
   Comenzó a temblar asustada en ese mismo instante, y cerró los ojos ante la golpiza que se le venía.

   —¡Hermana, lo siento! —exclamó Yong, quitándose el yelmo y arrodillándose junto a ella.

   —¡Yong, eres tú! —gritó ella con una sonrisa, abrazando al muchacho—. ¿Lo logramos?

   —El reinado de los Centinelas ha llegado a su fin —respondió él con una enorme sonrisa—. Ahora ayúdame a sacarme esto, hermana, que deteste cada segundo que tuve que fingir ser uno de esas frías montañas.

   Lilith observó desde su escondite como Camila soltaba una hermosa carcajada, se ponían de pie y se marchaban. Con las manos en los bolsillos se dirigió hacia los calabozos y entre pasillos y escaleras perdió la cuenta de cuantos minutos caminó, se detuvo cuando oyó una desesperada voz femenina. Se asomó con cuidado de no ser vista y la vio, rodeada de cinco Guardias Reales inconscientes bajo su puño... La traidora. ¿Cómo habían sido tan estúpidas?

   Golpeaba la puerta donde estaba atrapado Grimn y luchaba con la cerruda.

   —¡Tenemos que irnos, rápido! Ya tengo la flota lista. ¡Escaparemos juntos, amor! —susurraba decidida.

    Lilith, sintiéndose un fantasma, sintiendo la última fibra de su ser que creía en la posibilidad de la felicidad en su vida, morir, caminó hacia ella.

   —¿Cómo pudiste? —susurró Lilith, con la furia acumulada en su pecho.

   Marina se dio la vuelta bruscamente y el terror se dibujó en su rostro.

   —Lilith... —susurró Marina, la traidora, queriendo explicarse.

   Se oyó el click de la puerta al destrabarse y el agudo silbido de Grimn llamando a sus loberos.


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Créditos.

Canciones:

Will you cry? - Gracie Abrams.
teenage dream - Olivia Rodrigo.

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