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XVI: Huesos de humo.


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   Kaira se quedó sin aire cuando Grimn la empujó, quiso gritar pero no pudo. Lilith se giró a mirarla, Grimn le arrancó la máscara.
   Kaira estiró la mano hacia la barandilla, sus dedos se escurrieron del frío mármol y su cuerpo comenzó a agitarse en el vacío. La falda de su vestido desgarrada, no sabía por qué, danzaba a su alrededor.

   ¿En qué momento había comenzado la tormenta? No lo sabía, pero el agujero de la cúpula estaba justo sobre ella y el agua caía con furia sobre su cuerpo. Relámpagos iluminaban los oscuros pasillos del Palacio de los Zorros y los truenos agitaban los cristales y las paredes de roca. La Luna llena.

   La neblina ingresaba por el agujero de la cúpula como un río de sangre... ¿o era humo? Ya no importaba, el trono de su padre la mataría como ella lo había matado a él.

   El frío se enredó en su muñeca, la cadena tiró de ella. Su cuerpo frenó de golpe, la piel de su muñeca comenzó a arder por la fricción. Pero ya no caía.
   Colgaba en el vacío, Selene enredada en su mano. Levantó la mirada, pestañeando con esfuerzo debido a las lluvia en sus ojos.

   Verde y miel la recorrían de arriba a abajo, finalmente Lilith se encontró con su mirada gris. Apenas pudo reconocer la preocupación en los ojos de Lilith, cuando ya había desaparecido, dando paso a la furia y resentimiento.

   Lilith soltó su agarre en Selene.

   —¡No, espera! —chilló Kaira.

   Cayó al suelo de rodillas, una caída pequeña, apenas unos raspones en su pierna. Selene cayó enroscada frente a ella y las cadenas retumbaron en el salón. El cadáver del Centinela a su lado, con los ojos aún abiertos.

   Lilith se dio la vuelta lentamente, Grimn levantó la mirada de la máscara para observar su rostro. Estaba fascinado, enseñó sus afilados colmillos en una enorme sonrisa.
   Lilith se preparó para pelear.

   Grimn recibió un puñetazo en el rostro, Farkas lo maldijo mientras lo empujaba para volver a pegarle. Iba a matarlo en ese instante, ya lo había decidido.
   Con el rostro sangrante, Grimn se arrojó sobre él y lo tomó de los hombros, golpeó su estómago con la rodilla, luego un cabezazo con furia. Farkas dio dos pasos hacia atrás desorientado, dos manos femeninas lo arrojaron al suelo, quiso incorporarse pero había sido esposado en la barandilla en cuestión de segundos.

   Levantó la mirada para observar a la desconocida, pero solo llegó a ver lo mismo que Lilith: una figura que se escapaba velozmente por el cristal roto por donde Freyja y Lilith habían ingresado. La reja estaba abierta, utilizando las llaves que Yong había hecho copias en secreto y repartido entre los integrantes del Bloque Negro.
   Farkas agitó su brazo atrapado y maldijo al aire. Levantó la mirada, otra vez estaba solo. Incrédulo negó con la cabeza y se asomó entre los barrotes para observar a Kaira.

   Como un venado aprendiendo a caminar, Kaira se puso de pie con cuidado. Ya estaba completamente empapada.
   Freyja la tomó del brazo y la hizo girar, la examinó rápidamente. La muñeca de Kaira estaba en sangre viva, sus rodillas sangraban pero eran heridas superficiales.

   —Freyja, ¿qué están haciendo?

   Con un movimiento rápido, Freyja colocó un ungüento en la piel desgarrada de la muñeca de Kaira, comenzó a quemar y burbujear. Kaira soltó un jadeo.

   —Lo que deberían haber hecho desde el principio —respondió Freyja, y desapareció en la oscuridad, no sin antes recoger a la cadena Selene y llevársela consigo.

   Meena apareció por uno de los pasillos y disparó una flecha hacia Freyja, la flecha se integró en la oscuridad. Se oyó el sonido de esta al caer en el suelo.

   —¡Demonios! —gritó frustrada, de pie junto a Kaira.

   En el otro extremo del salón Grimn se deslizó por el suelo, empujado por Lilith. Perdió el equilibrio pero no llegó a caer. Ella sostenía la espada de Farkas, él su escudo.

   Grimn volvió a incorporarse, Lilith dio un paso hacia adelante y elevó su brazo sano que sostenía la espada sobre su cabeza. Ejecutó el golpe, chocó contra el escudo. Saltaron chispas. El brazo de Lilith flanqueó. Grimn empujó el escudo, las botas de Lilith se deslizaron por el mármol, sus pies se enredaron y cayó al suelo sobre su brazo enyesado. Gritó enojada, Grimn caminaba hacia ella decidido. Lilith no lograba ponerse de pie.

   Meena tensó el arco, apuntó hacia arriba, contuvo la respiración y disparó.

   La fina cadena que sostenía una de las arañas de cristal se cortó al instante, con un tintineo cayó y estalló en mil pedazos junto a Grimn. Los cristales se insertaron en su pierna y su grito tuvo múltiples ecos. El escudo cayó al suelo.
   Lilith se incorporó, la espada no estaba, se había alejado de ella deslizándose. Miró en todas direcciones. Suspiró nerviosa y se giró hacia Grimn.

   Grimn arrancó un cristal de su pierna y lo sostuvo con decisión como un puñal. Lilith tomó a Aela de su soporte y la sostuvo en alto. Grimn sonrió, Lilith suspiró y se arrojó hacia adelante.
   Sin embargo, Grimn pisó con fuerza el escudo, este se elevó en el aire; lo atajó rápidamente dando una vuelta y lo arrojó. Lilith frenó el paso y le miró confusa.

   Meena se dio la vuelta lo más rápido que pudo y se paró frente a Kaira, ambas tensaron el cuerpo. El hierro del escudo arrojado por Grimn golpeó las costillas de Meena, esta chilló y cayó rendida en los brazos de Kaira. Grimn había puesto toda su furia y resentimiento arrojando aquel pesado escudo.
   Lilith soltó un jadeo y se quedó inmóvil, Meena lloraba y Kaira sostenía su adolorido cuerpo. Lilith apretó sus puños cerrados.

   Las manos de Grimn la tomaron de la camisa, la arrojaron al suelo en dirección a las otras dos. Lilith cayó asustada y golpeó su cabeza. Grimn se arrodilló frente a ella y golpeó su rostro con sus nudillos huesudos, una sonrisa enorme se dibujaba en su rostro. Volvió a golpear, y otra vez.

   La respiración de Lilith comenzaba a escurrirse de sus manos, quería defenderse pero no podía siquiera cerrar su puño. El humo estaba por todas partes. La lluvia caía sobre ellos y se mezclaba con la sangre. Sus oídos sangraban.
   La flecha apareció entre el humo, atravesó la palma de Grimn que se elevaba en el aire listo para golpear a Lilith otra vez. Grimn se observó la mano jadeando y levantó la mirada.

   Meena estaba en el suelo, se esforzaba por respirar, con ambas manos en sus costillas. Kaira estaba de pie frente a él y tensaba el arco. Contuvo la respiración y disparó otra vez. La flecha se clavó en el pecho de Grimn, aunque no con la fuerza suficiente, apenas la punta se clavó en su piel. Fue suficiente para que Grimn cayera de espaldas.

   Lilith se puso de pie, Grimn también. Ambos intentando ocultar el miedo bajo el manto de la furia. El pecho agitado de Kaira subía y bajaba rápidamente.

   Grimn soltó un silbido que recorrió los huesos de Lilith. Se oyó el metal y ladridos. Segundos después un pequeño ejército de Centinelas y loberos furiosos aparecieron a través del humo detrás de Grimn.
   Freyja apareció junto a Lilith y con la espada de Farkas en la mano, le arrojó a Selene; Lilith la atajó y se puso en posición. Kaira volvió a tensar el arco detrás de ellas. La Guardia Real apareció a sus espaldas, sosteniendo mosquetes y espadas. Dos pequeños ejércitos mirándose a los ojos.

   Grimn se arrancó la flecha del pecho y la arrojó lejos sin quitarle la mirada de encima a Lilith.

   —No... —intentó decir Meena, observando a Kaira prepararse.

   No podían ganar, quiso decir, pero el aire parecía negarse a circular por su cuerpo con naturalidad.
   Un Centinela le arrojó a Grimn su ballesta, este apuntó al frente, el amuleto de Luna de Meryl se agitó y tintineó. La lluvia caía a su alrededor, un relámpago iluminó la escena. El temblor que le presidió provocó la pérdida de equilibrio de algunos, los perros aullaron asustados.

   La luz nocturna de la Luna fue cubierta por una figura en la cúpula. Todos levantaron la mirada.

   Una criatura gigante, o mejor dicho su esqueleto, ingresaba lentamente por el hueco, el humo le seguía como si fueran sus escamas o sus alas. Cualquiera del Bloque Negro podía identificarle con solo ver la forma de su cráneo... Era un dragón, y no tardó en enseñar los dientes mientras caminaba por las paredes con movimientos serpenteantes. Lilith podía jurar que oía unos tambores en la lejanía, Kaira susurros. Grimn oyó llantos.

   Meena enarcó las cejas incrédula, estiró la mano hacia su amada. Kaira bajó el arco y las lágrimas se acumularon en sus ojos. Freyja agarró el brazo de Lilith, estaba temblando. Grimn dio dos pasos hacia atrás, los perros huyeron y los Centinelas se paralizaron confundidos.

   La luz de la Luna se reflejaba en el blanco de sus huesos, astillados por antiguas lanzas. Sus garras arañaban el mármol y los cristales temblaban. Su cola larga y terminada en punta golpeaba la columna de manera burlona mientras la bestia descendía enroscándose en esta. Se detuvo antes de llegar al suelo, su respiración de humo denso y que parecía líquido llegó al suelo. Las gotas de lluvia fría acariciaban su rostro y goteaban de sus colmillos como la sangre de guerreros desalmados había hecho hace mucho tiempo. El animal no tenía expresiones faciales, pero casi parecía sonreír y saborearse. Venganza.

   La bestia se arrojó sobre los Centinelas, los cuerpos se aplastaron sobre sus afiladas garras. El humo rodeó a otros, asfixiándolos. El dragón se escurría entre el ejército, golpeandolos con su cola o partiéndolos en dos con sus dientes afilados. Gruñía.
   Grimn cayó al suelo, se arrastró entre cadáveres y huyó desesperado. Dejó a sus hombres atrás y pasó junto a las jóvenes, ignorándolas. Fueron segundos, pero fueron más que suficientes para que el dragón destrozara la mitad de su ejército.

   Grimn pasó corriendo junto a ellas, Kaira se giró a mirarle sorprendida. Meena estiró la mano y tomó el tobillo de Grimn, este cayó al suelo.

   La bestia se detuvo de pronto cuando el rostro de Grimn golpeó el mármol, miró directo hacia ellos con sus cuencas vacías.

   —Lilith, tenemos que irnos —murmuraba asustada Freyja, tirando de su brazo, pero esta no se movía.

   El dragón comenzó a correr directo hacia ellos, abriendo sus enormes alas, con los ojos chorreando humo y furia. Kaira gritó asustada, Meena gritó su nombre. Freyja se encogió en un intento de protegerse. La Guardia Real soltó un grito de guerra y corrieron hacía la Reina, pero no llegarían a tiempo.
   Lilith dio un paso atrás atemorizada y por puro reflejo estiró la mano hacia adelante. La bestia frenó de inmediato frente a ella y la observó. Lilith jadeó, se hizo el silencio. A pesar de ser puro huesos y humo, la bestia respiraba y de sus fosas nasales el humo salía y caía al suelo, enredándose en los pies de Lilith. Las cuencas vacías de sus ojos brillaban como las llamas.

   Un relámpago impactó en la cúpula.

   Los huesos se volvieron humo, la bestia desapareció y el humo se desintegró en la lluvia con el trueno de la tormenta.

   Lilith observó la palma de la mano que había extendido, temblaba violentamente, observó la cicatriz en su mano. Se dio la vuelta, apenas manteniéndose de pie y sus ojos expresaban temor y sorpresa. Por alguna razón, sus oídos brotaban sangre de manera espeluznante, como un río negro de una herida que no era física. Kaira la observó con la mano en el corazón, dio un paso al frente y extendió la mano hacia la de Lilith. Sus dedos se rozaron, un relámpago cruzó el cielo sobre sus cabezas, cegándolas. Kaira pudo sentir el tacto de Lilith escaparse de sus manos.

   Cuando la luz del relámpago desapareció y solo quedó la lluvia y la luz de la Luna, Kaira levantó la mirada.

   Lilith y Freyja ya no estaban. Los cristales temblaron.

   Frunció el ceño observando la escena, observó los cadáveres de los Centinelas mientras la Guardia Real la llenaba de preguntas. Una mariposa de Farkas revoloteaba sobre ellos con tranquilidad. Kaira se llevó la mano a la boca extrañada, tocó su lengua y la sangre que manchaba su perilla. Extendió sus dedos temblorosos frente a sus ojos y observando el rojo espeso pensó que el mundo estaba llegando a su fin.

   Y ella era testigo y causante.


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