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XIII: Los ramos de los muertos.

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   Era un sueño, sabía que lo era, aun así estaba aterrada.

   Tardaba horas en dormirse, y cuando lo lograba el mínimo ruido la despertaba y su corazón se preparaba para la lucha. Las pocas noches que lograba dormir con profundidad quedaba atrapada en un bucle tortuoso.
   Se despertaba y se volvía a dormir con diferencias de segundos, no podía mover su cuerpo y la voz no le salía. Soñaba que se despertaba, no se podía mover y bestias de humo se arrojaban sobre ella en el Corazón. Volvía a dormirse y la misma imagen:

   El mar enloquecido, la espuma de las olas morada, fuego en lo profundo del océano. Una tormenta la acecha, los relámpagos resuenan en sus oídos con cada latido del Corazón. Con cada shock eléctrico en el cielo, el día se vuelve noche. La Luna cada vez más cerca, se estrella con Pandora.

   Y Lilith se ahoga.

   De pronto no sabe nadar, el Olympe de Gouges en pedazos a su alrededor. Traga agua sin parar y la sal le arde en los ojos. Intenta aferrarse a la madera que flota, pero siempre se confunde y se aferra a los cadáveres que flotan boca abajo.
   Cuando al fin siente la madera bajo las palmas de su mano que sangran, se encuentra con el mural de las Diosas Olvidadas. La mantienen a flote. Las flores de los ramos del camerino de Sao flotan a su alrededor y un gato chilla a la lejanía.
   Comienza a subirse en la madera, está a salvo.

   Algo la agarrá de los tobillos y la hunde en el mar.

   Lilith despertó en su cama, se incorporó de golpe y pudo sentir el agua salada en su boca. Somnolienta apartó las sábanas y se puso de pie, Freyja dormía a su lado.
   Caminó hasta uno de los huecos en la roca y miró el cielo. Era de noche, la Luna está donde debe estar y no se estrella con Pandora. Brilla atenta a los pensamientos de Lilith, en su fase gibosa creciente. No volvió a acercarse a la cama, sabía que aquella noche no podría volver a dormir... y no quería hacerlo.

   Se dio la vuelta para mirar el Corazón en penumbras, las bestias de humo quedaron en sus sueños. Lo único que había allí son las dos abejas que descansan sobre la barra, sobre su nombre. Suspirando rascó su cuero cabelludo, el cabello suelto pasando sus caderas. Su mente un remolino aterrador para cualquier novato.

   Tomó su bolso y trepó por las rocas hacia la salida. Verum estaba en calma como siempre, el viento soplaba y las dunas cambiaban de lugar borrando sus huellas. Vulpes brilla a la lejanía. Con paso lento pero decidido se dirigió a su bote, sentadas en la arena dos jóvenes figuras que decide ignorar. Sin embargo, el eco de sus voces le llega con claridad.

   —Soy Lilith, alguien nuevo.

   Lilith empujó el bote al agua, arrojó su bolso a este e ingresó en el agua.

   —Mi nombre es Kaira... alguien anticuado.

   Lentamente remó hasta la oscuridad del mar, dejó a sus recuerdos allí sentados. Eran tan reales que casi tenía el impulso de tomar su propia mano y sacarla de allí. Deseó seguir soñando y poder culpar a la inconciencia. Pero estaba bien despierta, y durante toda su vida había sido perseguida por los fantasmas de sus recuerdos, de sus errores.
   Siempre había sido así, eso creía. La memoria nunca fue su fuerte, todo parecía vagamente falso en su mente... sin embargo frente a sus ojos las locuras más grandes se volvían reales. Pesadillas como vistazos al futuro, recuerdos tomando vida ante sus ojos. Siempre había sido así, pero Zheng Yi Sao lo mantenía a raya, la rutina del Olympe de Gouges y la esperanza de llegar a la línea de meta y finalmente acabar con todo.

   Ahora, en el Corazón veía los fantasmas de las abejas, oía las risas y las copas chocando entre sí, la cabaña de Wilhelm se erguía entre las ruinas de esta y el árbol aún vivía. Todo estaba hecho de humo.

   Lo mismo era cuando caminaba por las calles de Vulpes, como hacía en ese instante, jugando en silencio con Selene. Se asomó a la plaza principal y pudo ver las horcas y los cadáveres colgando, ya no estaban allí pero ella lo veía en el humo. Solo ella podía verlo. Silbando se dio la vuelta, se detuvo al ver una figura que la observaba en silencio. Con una expresión de excelencia inocente.
   Aela vestía un simple vestido con un delantal, un pañuelo sobre su cabeza y su largo cabello morado se esparcía en el suelo. Se balanceaba sobre sus pies, con una sonrisa miraba a Lilith, las manos escondidas en su espalda.
   El farol de aquella calle falló por un segundo, volvió a prenderse. Aela se había marchado.
   Lilith esperó unos segundos, oyendo perfectamente el tic-tac de Aela. Retomó su camino, volvió a silbar y caminó hacia donde había estado La Última Bruja.

   Las casas quedaron a sus espaldas y se encontró con el Bosque Cenizo. Miró sus manos... si tan solo pudiera incendiar a su voluntad. Levantó la mirada, soltó un grito asustada y saltó hacia atrás. Selene en sus manos.
   Sin embargo, el acero no podía hacer nada contra el humo.

   El viento sopló, la bruma viajó con este pero Angus permaneció de pie observando a Lilith. El cabello del corcel ondeaba. Se dio la vuelta relinchando y se alejó galopando. Lilith observó el humo del cuerpo de Angus dispersarse y volverse parte de la bruma en la entrada de Marítima Regio.


   Había olvidado lo vivo que se mantenía aquel barrio. Todavía sobre los tejados se sentía expuesta. Las luces estaban por todos lados, los niños correteaban a pesar de ser tarde en la noche y los comercios rebosaban de gente.
   Dorado, tuercas y engranajes, hierro y chimeneas. Lilith sonrió ante el futuro que soñaba para Serendipia.

   Se sentó en el borde de una azotea en penumbras, sacó de su bolsillo unas ciruelas y comenzó a comer mientras observaba a la gente pasar debajo de ella. Balanceó los pies como una niña y se concentró en una hermosa mujer de baja estatura. Un hijab cubría su cabello, en este llevaba un adorno de arcilla de una abeja y oía con atención a un hombre corpulento y de aspecto rudo que señalaba unas pinturas expuestas en la calle. El hombre tenía las mejillas coloradas y señalaba los trazos de pintura en los árboles, ella lo observaba con una sonrisa.
   La pintura retrataba un roble de un tamaño increíble, entre las ramas de este una casa de tres pisos, con ventanillas de diferentes tamaños y formas, columpios por doquier, y más balcones de los que se podía contar. Los colores no eran los correctos.

   Lilith soltó un suspiro y sonrió. Esos desconocidos se veían muy enamorados.

   El hombre se giró a preguntarle algo, ella asintió lentamente. Los ojos de ambos brillaban. El hombre sacó unas monedas de su bolsillo y compró la pintura, la tomó con cuidado. Fue sorprendido por un beso en la mejilla de la mujer.
   El muchacho se quedó de piedra y sus mejillas se tornaron tan rojas que Lilith podría jurar que parecían emanar fuego. La muchacha dejó escapar una carcajada que se alzó ante las voces de la muchedumbre, lo tomó de la mano y lo guió hasta la multitud.

   Lilith subió una pierna al bordillo y en esta apoyó su cabeza, continuó observándoles. Llegaron ante otra pareja, el hombre guiaba a una mujer que caminaba con dificultad.

   Heba arrastró a Ajax hasta ellos, tocó el hombro del hombre. La pareja se dio vuelta.

   Lilith se puso de pie y sus ciruelas cayeron al suelo.

   Vilkas y Sao le sonrieron a la pareja, encantados observaron la obra de arte que Ajax le había comprado a Heba, quien se aferraba a su brazo emocionada.
   Los cuatro se metieron en una taberna. Lilith saltó hasta otra casa, se arrojó al vacío, se aferró a una bandera y se deslizó al suelo. Un par de mercaderes se voltearon a verla por unos segundos sin mucho interés. El Bloque Negro abundaba por esos lados y se paseaban sin camuflaje por aquellas calles.

   Pero Lilith ya no era uno de ellos. Guardó su máscara y sus armas en su mochila de cuerina y se colocó la capucha que escondió su rostro.

   Ingresó en la taberna, estaba repleta de gente y olía a cuero y pan. Conocía a la mayoría, tripulantes de los Torvar o el Olympe de Gouges. Estaba oscuro y las sombras predominaban, todo estaba hecho de madera oscura y los picheles de hierro circulaban por doquier repletos de espumosa cerveza.
   Lilith se encogió de hombros, se ajustó la capucha y se integró entre la multitud, ignorando a los clientes de humo que le sonreían.

   Vio a Wilhelm en la barra, Octubre junto a él. Jugaban con los tragos y servían cerveza para todos. Lilith frenó el paso y les observó, moría de ganas de correr a los brazos de Will. Observó su sonrisa y sus ojos gentiles, estaba tan feliz.
   Lilith sonrió. Meena chocó contra ella, se dio la vuelta para disculparse pero no había nadie. Frunció el ceño extrañada y volvió a su mesa. Sao, Vilkas, Cressida, Ajax y Heba le recibieron con una sonrisa.

   —¿Qué tal la primera caminata fuera de La Choza? —preguntó Meena a Sao, subiendo los pies al asiento.

   —Horrible, así no podré luchar ni con un cantinero —se quejó Sao.

   Vilkas chasqueó la lengua y pasó el brazo sobre los hombros de Sao riendo.

   —Ha estado maravillosa. ¿Verdad? —se dio la vuelta y buscó apoyó con Heba y Ajax, estos se giraron y asintieron sin haber oído la pregunta. Volvieron a enfrascarse en sus susurros al instante.

   Vilkas negó con la cabeza, besó el cabello de Sao y volvió a decirle a Meena:

   —Zheng no es muy paciente cuando se trata de volver a aprender a caminar.

   —Ya veo —dijo Meena con una sonrisa.

   Octubre apareció a su lado y posó su mano sobre su hombro, Meena levantó la mirada con una sonrisa. Octubre se inclinó para besarla. Segundos después Meena se puso de pie y desaparecieron en la oscuridad.

   Cressida les vio marchar y rodó los ojos riendo.

   Wilhelm se puso de pie sobre la barra, llamando la atención de todo el mundo. De pronto todos comenzaron a alentarle.

   —¡Brindemos, queridos compañeros! —gritó, agitando su vaso en el aire. La espuma chorreó hacia el suelo—. ¡Porque al cuerpo de Sauro aún no le han salido flores y su hija ya está tirando su legado abajo!

   Todos rieron y brindaron al aire. Lilith observó desde una esquina confusa, no tenía ni idea porque festejaban y eso le irritaba muchísimo. Y encima de todo ¿estaban celebrando a Kaira?

   ¡Ella era la hacha del verdugo de medio Bloque Negro! ¿Es que no tenían memoria?

   Lilith resopló y se removió inquieta, miró a su lado. Ajax se puso de pie y caminó hacia la barra, automáticamente Heba se acercó a Sao para contarles las novedades. Como dos adolescentes cuchicheaban. La joven contaba emocionada como le había besado la mejilla y sin querer comenzó a morder sus uñas.
   Lilith podía jurar que lo siguiente fue en cámara lenta: Sao tomó suavemente la mano de la joven y la apartó de su boca.

   ¿Ya la había reemplazado?

   ¿Es que ella se pasaba las noches matando Centinelas mientras ellos bebían? ¿Celebraban a una traidora y olvidaban a Lilith como deberían hacerlo con Kaira?

   Lilith apartó la mirada con el corazón roto. Se encontró con Marina que la observaba con el ceño fruncido. La había reconocido, y en cuanto comprendió que Lilith la había descubierto comenzó a hacerse paso hasta Sao. Lilith corrió tras ella.

   Marina estiró el brazo y tocó el hombro de Sao. Lilith empujó a Marina.


   Zheng Yi Sao se dio vuelta con una sonrisa.

   —¿Si?

   Meena y Octubre regresaban tomadas de la mano. Se encontraron con la mirada de Sao e intentaron disimular sin mucho éxito el calor que les recorría.

   —¡Meena arréglate el cabello! —gritó Wilhelm desde la barra.

   Meena lo miró con odio fingido.

...

   Marina tropezó en la calle en un charco de agua sucia, Lilith la levantó y la empujó hasta el callejón trasero. Marina intentó escapar, con tranquilidad Lilith volvió a empujarla contra la barandilla. Arqueó la espalda dolorida, Lilith se arrojó sobre ella y el frío de Aela rozó la piel de Marina. Asomó su cuerpo al vacío, las olas rompían debajo.

   —¡Ya entendí! ¡Me quedo quieta! —chilló Marina con ambas manos levantadas.

   Lilith guardó a Aela pero no se alejó.

   —A mi yo adolescente le hubiese gustado mucho esto —bromeó Marina recorriendo a Lilith con la mirada.

   Lilith suspiró fastidiada y la observó aburrida, Marina reprimió una sonrisa apretando los labios.

   —¿Quién era ella? —preguntó Lilith.

   —¿Por qué no entras y le preguntas tú? —respondió con dulzura Marina, sin ni siquiera molestarse en preguntar de quién hablaba.

   —¿Quieres nadar un rato, Marina? —ladró Lilith.

   —¿Es que el espíritu de Jacoba te ha poseído, Lilith? —respondió ofendida Marina.

   Lilith la soltó y se alejó unos pasos.

  —Diosas, gracias —soltó fastidiada, Marina, mientras se alisaba la falda del vestido. Se enderezó el corsé y preguntó—: ¿Qué sucede contigo?

   —¿Realmente estás preguntándome eso?

   —Vale, ¡vale! comprendo. —Marina abrió los ojos sorprendida ante la actitud de Lilith—. ¿Quién era quién?

   —La sucia que estaba con Sao.

   Marina soltó una escandalosa carcajada, Lilith frunció el ceño molesta.

   —¡Mirate, Lilith! ¡No sabía que tenías ese veneno en ti!

   —Para de gritar, Marina.

   —Si, lo siento —Se aclaró la garganta y se apoyó en la barandilla. Agitó su cabeza, su coleta alta danzó con la brisa marina.— Es Heba Nasser, la hermana de Nabila Nasser. Sigmund la mandó a matar el año pasado antes de que ustedes partieran a Apis, la agarraron con Skooma. Heba se sumó a la Rebelión y envió a sus padres a Apis, quien dicho sea de paso fueron muy ingenuos para creer que Nabila fue asesinada por un oso... Es un poco tímida al principio pero es bastante confiada cuando la conoces, está tratando de atrapar al alfarero Ajax. Él ha hecho los nuevos amuletos, ¿los has visto? ¿a que son super bonitos? —Marina tomó el suyo entre sus manos y se lo enseñó a Lilith con una sonrisa. Continuó su discursó—: Se persiguen mutuamente, son muy graciosos de ver. Él está tan enamorado que se olvida hasta de respirar frente a ella, y bueno Heba disfruta de ponerle nervioso. ¿Los has visto? ¡Me encantan!

   Marina se quedó callada y sonrió, esperando la respuesta de Lilith, quien negó con la cabeza abrumada. Suspiró, y volvió a intentar dirigir la conversación para donde necesitaba.

   —Pues, Heba —pronunció con desagrado, Lilith—. ¿Qué quiere de Zheng Yi Sao?

   Marina elevó las cejas disimuladamente al oír el nombre completo de Sao.

   —Es la capitana, Lilith. Todos quieren todo de ella.

   —No estás ayudando.

   —Lilith... —Marina rodó los ojos, tiró su negro cabello hacia atrás y con todo el tacto que pudo dijo—: Ves cosas donde las hay. ¡Entra ahí mismo y comprueba por ti misma que si estás tú, el resto del mundo no existe para Sao! Heba solo quiere agradarle, realmente le gusta hablar un rato con todo el mundo. No puedes decirme que intenta reemplazarte, tu siempre fuiste de las calladitas... —La mirada de Marina brilló con picardía.— Dicen que esas son las más atrevidas.

   Lilith arrugó la nariz, Marina le guiñó un ojo divertida.

   —¿Cuánto has tomado? —preguntó aburrida, Lilith.

   —Pregúntale a Will.—Marina levantó los hombros en signo de ignorancia y se distrajo observando sus uñas.

   —¿Qué celebraba Wilhelm?

   Marina levantó la mirada, de pronto todas las bromas desaparecieron. Lilith entendió en sus ojos que no pensaba responderle. Se volvió a arrojar sobre ella, el tic-tac de Aela junto a su rostro.
   No hablaron, pero la amenaza viajó por los ojos de Lilith. El rostro de Marina permaneció impasible, elevó una ceja divertida.

   —Vas a tener que volver si quieres saber —murmuró Marina, luego sonrió.

   Por un segundo, Lilith vio a Marina en sus recuerdos probar las molotov con la más grande de las sonrisas. La explosión resonó en sus oídos. Jolly abrazaba a las niñas y asustada extendía la mano, la explosión cegó a Lilith.

   Se alejó de Marina con lentitud mientras regresaba a la realidad. Marina se enderezó y pareció leer su pena, Lilith bajó la mirada al suelo.

   —Nos necesitas más que nunca, Lilith —dijo con dulzura, Marina—. No puedes lidiar con esto sola... Nunca te comprendí, pero no es muy difícil entender lo que debes sentir al ver cómo seguimos adelante y te dejamos varada. Cada uno de nosotros llora cada noche, y así será por un tiempo. Pero no podemos liberar a nadie estando dentro de un pozo. Estamos haciendo lo que mejor podemos con nuestro dolor.

   —Ya veo... —murmuró Lilith. Levantó la mirada y sarcásticamente exclamó—: Larga vida a la Reina, ¿verdad?

   Marina observó los coloridos ojos de Lilith, buscando una respuesta adecuada.

   —¿Marina? —gritó Cressida con curiosidad a la lejanía.

   —Por una vez guarda el secreto —rogó con disimulo Lilith—. Por lo menos que Marina adolescente se digne a hacerlo.

   Marina fingió cerrar su boca con llave, extendió la mano hacia adelante. Lilith tomó la llave imaginaría.

   —Por un amor que nunca pudo ser, ¿no?

   Con esas palabras, Marina se acercó a ella, le besó la mejilla y salió del callejón.

   —¡Cressida, preciosa! —chilló divertida Marina.

   Lilith cerró el puño que sostenía la supuesta llave, se volvió a colocar la capucha y saltó al vacío.

   Hora después luchaba con un Centinela en un balcón de un restaurante cerrado. Sudor y lágrimas en aquella pelea. Sao en su mente todo el tiempo, anhelaba los abrazos de Will.
Lilith golpeó con su codo el rostro del Centinela, el yelmo salió volando y cayó los pocos metros que los separaba del suelo. El hombre enseñó los dientes y sin pensarlo chocó su cabeza contra la de Lilith. Apretó su cuerpo contra el de ella, apresándola contra la barandilla. Lilith recordó cuando en la coronación Grimn le había murmurado aquella palabras, "Estás sola". Meena se había marchado. Él la había volteado para tenerla frente a frente, desesperado le había gritado:

   —¡¿Quién eres?!

   —No soy nadie... —respondió con tristeza y tranquilidad viendo a Meena desaparecer por la puerta después de haberle clavado una flecha en su hombro.

   Lilith soltó un jadeó y cegada por la furia elevó a Aela sin siquiera mirar lo que hacía. Rebanó la nariz del hombre.

   "Solo quiero que las cosas cambien, hemos caído en una rutina infernal que no nos llevará a nada" susurró una joven Lilith entre las copas de los árboles.

   Lilith abrió los ojos sorprendida, el dolor no viajó al rostro del Centinela. Este se limitó a empujarla hacía el vacío.

   Mientras caía, Lilith oyó la voz de Wilhelm:

   "El mundo cambió al fin, pero solo empeorar."

   El rostro de Lilith chocó contra el suelo.

   "No pude salvarlos."

• ────── ☼ ────── •

   Freyja llevaba una camisa blanca abierta y unos pantalones holgados, el cabello despeinado. De pie frente a la barra del Corazón preparaba una infusión. Los primeros rayos de luz entraban a caudales por los huecos de la cueva.
   Se dio la vuelta lentamente cuando oyó las botas de Lilith aterrizar en el suelo.

   Con la respiración agitada, el mismo estado deplorable y preocupante de todas las mañanas, Lilith la observaba con gesto de disculpa en el rostro.
   Freyja tomó un sorbo con tranquilidad, miró el brazo derecho de Lilith, con su mano izquierda lo sostenía con cuidado. Se lo había quebrado.

   —¿Otra vez, Lilith? —Fastidió y sorpresa en la voz de Freyja.

   Lilith soltó un suspiró, las abejas revolotearon cerca de su brazo y entre sus zumbidos oyó a Sao:

   "Desde que empecé este camino he ganado más enemigos que amantes."


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