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74. Para quererte

Me duele tanto sospechar que ni tu sombra volverá para abrigar mi alma en pedazos. Me duele amarte así, hasta morir, lanzándome a la nada viéndote partir 🎶

* * *

<<...me atrevo a irme porque sé que ahora tienes un alma buena y fuerte contigo. Alec, yo te perdono, pero tengo que irme.>>
 
 
Alec hizo una mueca que rompió un poco más, si eso era posible, el corazón del alma gris. Su alma siempre pura, a pesar de las sombras.

"Lo siento, Alec".

Lágrimas mojaban las mejillas de Alec, mientras miraba a su alma pidiendo su liberación. O tal vez no pidiendo realmente, Magnus había querido para ella la liberación, que fuera libre del lazo que la ataba a Alec, para que pudiera buscar su felicidad. Ella no buscaba la liberación y la posible "felicidad", ella quería tomar la mano de la muerte, a través del único hombre que realmente le dio paz: Magnus Bane, su predestinado.

Pero Alec no encontraba las palabras. Quería decirle que no, no podía irse. Él necesitaba tiempo para resarcir tanto daño, del mismo modo que necesitaba tiempo para disfrutar al lado de Magnus. Quería gritar. Gritar que... ¡Ninguno de los dos podía irse!

Ni Magnus ni su alma podían morir.

Pero las palabras estaban atascadas en el nudo en su garganta, negándose a salir. Parecían anidar dentro de él, regresando a su corazón y colándose por entre las grietas.

Lo dijo sin hablar, sin usar la voz, porque era su alma y tenía que entenderlo. E incluso así, el alma notó lo roto que Alec estaba:

"No puedes, no pueden. Ni pueden irse. Magnus... Magnus cuidó a su alma durante diecisiete años, la cuidó a costa del dolor en su cuerpo y su corazón, la mantuvo pura para alguien que ni siquiera conocía, pura para cumplir con su destino. Para mí, alguien que tal vez no lo merece. Quiero tener la oportunidad de demostrarle que puedo ser merecedor de su sacrificio, de su fortaleza..."

"Lo eres", pensó su alma hacia él. Pero Alec no se detuvo, Alec siguió hablándole:

"Quiero tener tiempo para que disfrute de un alma que nunca dejará de ser suya, incluso si es mía. Quiero que me demuestre, y demostrarle, lo que es un predestinado. Quiero que te sienta, que me sienta. Quiero...quererlo. Que sepa que puedo querer correctamente".

El alma sintió sus ojos abrirse demasiado, sorprendidos. Viniendo de Alec, de alguien tan roto que antes de poder recuperarse parecía romperse más, esto era toda una declaración. Aunque no podría llamarse una confesión de amor, ¿o sí?

Esas palabras ella misma las sentía. Y sentía como las sombras la iban dejando más y más, porque Alec por fin se estaba liberando también. Ella volvía a ser pura porque Alec estaba dando un paso lejos de la oscuridad en que se refugió todo este tiempo.

El alma en el interior de Alec se estaba agitando, luchando por salir. Y si Alec lo notó o no, el alma -ahora blanca- no lo sabía, pero ella sí podía sentirlo. Sacó su mano, empujada por la fuerza del anterior alma de Magnus, soltó el corazón de Alec pero lo sintió mucho más que antes cuando él dijo sus últimas palabras:

"Quiero tener a Magnus, conmigo, con su alma, pero también a ti. Quiero que nos recuperemos juntos, que tengamos la vida sin dolor que merecemos y nos está esperando. Magnus no puede morir y tú no puedes irte con él. Quiero más que su perdón y su sacrificio, los quiero vivos... ¡Simplemente, los quiero!".

El alma estaba inmóvil frente a Alec. Se sintió flotar y lo único que la seguía atando al mundo real era la mirada intensa de Alec y el agarre en la mano de Magnus.

¿Magnus habría escuchado todo eso? ¿Magnus sabía lo que estaba pasando, cuanto lo necesitaban aquí?

Ojalá pudiera hacerlo. Sentirlo.

Después, sucedieron ambas cosas a la vez sin que pudieran evitarlo:

La puerta se abrió e Isabelle -que había llamado a los expertos para que ayudaran a Magnus a irse sin más dolor- entró a la habitación.

Justo cuando el alma de Alec, la vieja alma de Magnus Bane, salió de su cuerpo.

El jadeo sorprendido de Izzy los hizo mirar.

Alec y el alma blanca miraron al alma. Un alma que, durante más de diecisiete años, había sido pura, la mancha azul extendiéndose hasta cubrirla totalmente, el azul de su destino, el azul de los ojos de Alec.

Hace poco Alec había notado el cambio que no quería que nadie viera y que el alma blanca ya había notado.

Pero ahora...había una nueva tonalidad en ella.

El alma estaba mirando directamente a Magnus. A su antiguo dueño. A su protector.

-¿Qué...? -Isabelle no sabía qué pregunta hacer primero.

Alec miró a su alma -ahora blanca-, luego a Magnus, a su alma -ya no azul-, y finalmente a Izzy. Quería decir "Puedo explicarlo", pero la verdad era que no podía.

¿Qué había sucedido que hizo a su alma cambiar en menos de una hora?





CONTINUARÁ...

El alma de Magnus ha tenido dos cambios desde que está con Alec, ¿adivinan cuáles son y qué ocasionó este último? 😱

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