<<Tú debes ser, Magnus. ¿Ya está tu alma con Alec? Debes darle tiempo..No lo juzgues todavía...>>

Cuando Magnus levantó su mirada oscura hacia ella, los escuchó jadear a ambos.

¿También ellos?

¿Qué estaba pasando?

Mientras la chica se acercaba y preguntaba "¿Qué te pasó?", Magnus los miró con atención.

Ella tenía ojos y cabello oscuro, su rostro le recordaba al del dueño de su alma. Y él, el chico usaba gafas y no parecía pertenecer a la clase social de ella. Su ceño se frunció buscando ambas almas.

No estaba ninguna.

Cuando sintió la mano de la chica bajo uno de sus ojos se estremeció. -¿Te hizo algo Alec? -por primera vez sonaba preocupada.

Pero Magnus estaba más impresionado por la falta de almas.

-Soy Simon -el chico se adelantó, hasta estar al lado de ella. Y sólo eso hizo falta para que Magnus comprendiera lo que eran.

-¿Alec se ha portado bien contigo? -insistía la chica justo cuando él entró.

Sus ojos azules furiosos. El alma azul de Magnus a su lado y la suya gris atrás. -Venía a ver por qué tardabas tanto, pero ya entiendo -dijo molesto.

Magnus habría estado asustado si no estuviera tan impresionado. Un par de almas rojas aparecieron entonces, sólo que la de la chica dejó el cuerpo de Simon y viceversa.

¿Se habían entregado sus almas?

Era hermoso. Y eran rojas. Eso significaba que...

-¡Te he dicho que esto está prohibido, Isabelle! -el grito del dueño de su alma lo sacó de sus pensamientos.

Ella no se impresionó en lo más mínimo. -¿Y lo que le haces a él no lo está? ¿Ya viste sus ojos? ¡Maldita sea, Alec!

CONTINUARÁ...

Si tienen muchas dudas o algo, pueden decirme, ya saben...
Hasta el siguiente!