66. Nuestro destino
-¿Por qué te importa? -Magnus se quedó mirando directamente a los ojos del dueño de su alma. Aquel azul que él vio durante toda su vida en su propia alma y ahora sabía por qué.
Hubiera querido alargar su mano y tomar la del alma gris para reconfortarla, pero seguramente Alec no se lo tomaría bien.
-Porque -habló sin dejar de mirarlo- si fuera mi alma, la querría conmigo. Es lo natural, ¿no?.
-Tú alma no fue manchada como la mía -Alec hizo una mueca apenas dijo eso y vio la expresión de Magnus. Eso fue estúpido, Magnus también había sufrido al igual que su alma. Iba a disculparse cuando Magnus habló de nuevo.
Pero Magnus no le echó en cara su pasado, no jugó el papel de víctima, él sólo sonrió. -Tienes razón, mi alma no sufrió como la tuya. Pero si quieres avanzar, si quieres liberarte y ser feliz, debes comenzar por ella. ¿Te dolió? A ella también. Ahora déjala sanar contigo, no te pido que te tortures usándola, quiero que la dejes sanar a tu lado. ¿Es mucho pedir?
-No. Pero, de nuevo, ¿por qué te importa?
Aquellos ojos oscuros se encendieron un poco mientras lo decía, y Alec lo sintió en su alma, la vieja alma de Magnus: -Porque si estuviera en su lugar, me gustaría que a alguien le preocupara mi bienestar. Porque todos merecemos ser salvados.
Alec no se perdió como el labio inferior de Magnus tembló. Tragó antes de poder hablar, y tal vez lo hizo más por aquel impuro que por su propia alma. -Está bien. Puede venir.
Y la sonrisa de Magnus lo valió. -¡A dónde!
* * *
Esa sonrisa se había convertido en un ceño y labios fruncidos. Más por lo inesperado del lugar al que llegaron que porque no le gustara. Era su lugar favorito, el primero que visitó cuando se le permitió salir de su encierro: la biblioteca.
-¿La biblioteca?
-Sí -Alec abrió la puerta para él-, hay algo que quiero investigar y no quería venir solo.
Magnus asintió, resistiéndose a preguntar qué quería investigar.
Ambos pidieron libros -Magnus ignoró la mirada que le dio la bibliotecaria, una mezcla de asco y horror, como si quisiera echarlo a la calle, e intentó no emocionarse cuando Alec lo defendió- y fueron a una mesa apartada.
Magnus pidió un libro sobre almas liberadas y la bibliotecaria se rió, aprovechó que Alec no estaba para decirle "Tú no liberaste a tu alma, eres un impuro. Cualquiera lo notaría, y estás en tus últimos días, cariño. ¿Para qué leer eso?". Pero él la ignoró. Su alma fue vendida, sí, pero si Alec sanaba estaría en buenas manos. Él quería investigar para el alma gris.
Alec pidió uno sobre anomalías en las almas. Quería saber lo que Magnus supo, ¿qué hizo que valiera la pena resistir todo ese tiempo?
El alma gris se sentó cerca de ambos. Mirando a Alec con anhelo y nostalgia, pero también un poco de orgullo, sentía su determinación al estar tan cerca de él y notaba la mirada que le daba a Magnus.
Magnus le sonrió antes de comenzar su lectura y el alma gris le sonrió de vuelta. Magnus merecía lo mejor del mundo. No había nadie tan noble como él.
Alec se enfrascó en su lectura, absorbiendo la información que años atrás leyera Magnus:
<<La mayoría nace con un alma blanca, un alma pura. Un alma que irá cambiando conforme viva su vida y de acuerdo a lo que suceda en ésta, cada persona, cada situación, cada sentimiento imprime en tu alma nuevas sensaciones y colores.
Es muy difícil conservar el color blanco en un alma, pero sucede. Algunos que se conservan puros a pesar de los años, que se guardan de sentir y cambiar.
La pureza en un alma, al crecer, suele cambiar de blanco a azul. Distintos tonos de azules, por supuesto. No suele haber dos tonos iguales porque no hay almas ni personas iguales. Todos somos únicos y creamos tonos así mismo, pertenecientes a cada uno de nosotros.
Pero hay ocasiones en que dos almas que se pertenecen encuentran la forma de mandar una señal, algo que les permita encontrarse después. Puede ser la forma, la esencia, la misma mirada, un dolor. Algo. Cualquier cosa que las identifique.
A veces, cerca del corazón del alma, estaba esa marca. Esa señal. No siempre es la misma y son muy pocas almas las que nacen con una, en ocasiones la marca surge después o cuando, de algún modo, está en contacto con su alma elegida, con su otra mitad, o la persona a quien pertenece esa alma.
Las almas gemelas dejaron de existir hace mucho, en el sentido clásico. Todavía hay quienes encuentran a su mitad, se reconocen, se enamoran y sus almas se vuelven rojas y se entregan. Pero este tipo de pertenencia, de estar destinados, es diferente, es más fuerte, no siempre comprensible...>>
Alec dejó de leer, su mirada apartándose del libro y buscando a Magnus. Sus manos temblaban y su alma estaba agitada.
Su alma. El alma de Magnus. El alma que fuera azul. De un azul exacto a sus ojos, el alma que nació con una mancha azul cerca del corazón, lo que le valió a Magnus ser considerado "monstruo" y una tortura de casi dieciocho años.
¿Destinados?
El alma de Magnus tenía una marca del color de sus ojos... ¿sería posible?
¿Fue por culpa suya que Magnus sufrió, y resistió, incluso antes de conocerlo?
-¿Alexander? -la voz de Magnus lo regresó a la realidad-. ¿Estás bien?
Y si era así, si sus almas se pertenecían, si eran destinados, ¿por qué la suya no lo mostraba?
CONTINUARÁ...
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