58. Amor
-¿Le dijiste idiota? -fue lo primero que Magnus escuchó cuando entró a la cocina, lo que casi lo hizo saltar del susto.
Se llevó la mano al corazón y le dio una mala mirada a Isabelle Lightwood. -Dios, me vas a matar antes de tiempo.
Izzy sonrió. Simon miró de Magnus a Isabelle. ¿Cómo podía él bromear con algo así? Debería estar deprimido o asustado, y, en lugar de eso, estaba ahí, tratando de salvar al alma gris, diciéndole a Alec lo que nadie más se atrevía, y bromeando sobre su muerte. ¿Quién era Magnus Bane?
Magnus iba a moverse cuando sintió a alguien tras él.
-¿Me dijiste idiota y prepotente? -Alec preguntó, mirando la mano de Magnus sobre su pecho cuando éste se giró para verlo, intentó sonar indiferente cuando preguntó: -¿Qué te pasa?
Magnus bajó su mano y se adentró a la cocina sin responder, era obvio que lo había dicho y Alec lo sabía.
-¿Magnus? -el tono suave y meloso de Isabelle lo hizo voltear-, ¿crees que podrías cocinar hoy? Simon y yo tenemos algo que hacer. ¿Por favor?
Magnus nunca tuvo hermanas o amigas, siempre quiso tener una, que lo apoyara, que lo escuchara, o que usara esos ojos chantajistas como Isabelle Lightwood lo hacía ahora. Magnus sonrió, no creyó que ella se estuviera aprovechando de él. Isabelle creía que lo estaba ayudando.
Magnus vio a Alec mirar mal a su hermana y se apresuró a hablar antes que él. -¡Claro! Vayan tranquilos.
-¡Gracias! -Isabelle dejó un sonoro beso en su mejilla y luego jaló a Simon con ella-, no tardaremos mucho. Gracias, Mags.
Alec frunció profundamente su ceño, sonaba molesto cuando habló. -¿Por qué haces eso?
Magnus ni siquiera lo miró, respondió mientras buscaba los ingredientes que necesitaba. -¿Hacer qué?
Tal ves debería odiar a Alec, pero no lo hacía. Tal vez debería tenerle miedo, pero ya no había nada que Alec pudiera hacerle.
Alec definitivamente sonaba molesto. -Isabelle sabe que esa relación no va a ningún lado, no tiene sentido. Y tú vas y cedes a sus caprichos.
Magnus lo miró por fin. -Esa relación tiene todo el sentido, Alexander. He visto sus almas, te lo recuerdo. Son rojas. Ellos de aman y se han entregado. Es lo que todos quisiéramos lograr y ellos pudieron.
-El amor no lo es todo -ahora Alec sonaba más herido que molesto.
Magnus suspiró y avanzó hasta él, sin dejar de mirarlo. Hubiera querido tocarlo, pero lo único que hizo fue quedarse frente al dueño se su alma.
-El amor lo es todo, Alexander. El amor real. Encontrar a esa persona que cambie tu vida. Yo sé que, en el pasado, te enamoraste de la persona incorrecta, que rompió tu corazón y abusó de tus sentimientos y tu nobleza. Sé que dolió, pero tienes que seguir, no puedes aferrarte al pasado. Tienes que soltarlo y dejar que sane para buscar a la persona correcta para ti, la que te demuestre que de verdad existe el amor sincero, que no todos son monstruos que te usan y te hieren.
-Tú no sabes lo que es que abusen de ti.
Magnus suspiró de nuevo, más profundamente, dando otro paso más cerca de Alec. Pensó en el alma gris, sola en la habitación, y se dijo que tal vez era el momento. -Y tú tampoco lo sabes, Alexander. Sentiste ecos de eso, de ese dolor, pero fue tu alma quien realmente lo sufrió. Fue ella y no tú. Debes dejar de vivir del pasado, ese ya no podemos cambiarlo, ni tú ni ella merecían lo sucedido, pero debes vivir el ahora y buscar un futuro mejor para ambos. Deja que te ayuden y súperalo, deja de seguir así y hacerle daño a los demás y, sobre todo, deja de herir a tu alma. No merece ser gris. Sana y deja sanar a tu alma, Alexander. Y antes de que juegues el papel de víctima conmigo, yo también he sufrido toda mi vida, sé de lo que hablo.
Alec lo miró largo rato, antes de decir. -¿Con "tomar tu mano" te refieres a que literalmente tengo que tocarte?
Magnus se rió, rompiendo por fin el contacto visual, no notó como Alec se estremeció cuando su risa agitó a su vieja alma dentro de Alec.
-No -Magnus jadeo por aire-, no me refería a que literalmente tomes mi mano. Sólo que dejes que te ayude, que intentes sanar y dejes de tratar mal a otros, sobre todo a tu alma.
-Bien -Alec sonaba aliviado.
Magnus se alejó para empezar a cocinar. Después de un rato de silencio incómodo mientras lo miraba cocinar, Alec por fin habló: -¿Entonces?
-Háblame -Magnus deliberadamente no lo miró-, háblame de ti, Alexander Lightwood.
CONTINUARÁ...
Ya Alec cedió un poco, ahora falta ver si a Magnus le alcanza el tiempo para salvarlo y al alma gris 😭
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