57. Toma mi mano o...
Me gustan tus manos cuando te saludo y sudo, sudo de nervios de pensar que pudiera tocar tu alma, me gusta tu alma, tu alma me gusta, me gustas 🎶❤
* * *
-No puedo -la voz de Alec salió rota cuando lo dijo.
Cerró los ojos. Y es que de verdad no podía, le dolía -físicamente, como anoche- rechazar su propia alma, pero no podía tenerla cerca. La poca paz que le traía usar el alma azul -o la que fuera azul, el alma de Magnus- se iba cuando veía al alma gris, se agolpaban los recuerdos y casi sentía que el dolor lo ahogaba de nuevo, el dolor de haber sido burlado, de ver cómo le arrebatan su alma y abusaban de él usándola sin su consentimiento. Lo había desgarrado por dentro ver el abuso de su alma y sentirlo porque era suya, así que no, no podía verla y no recordar. Sabía que hería a su alma al rechazarla, y ese dolor se volvía contra él. La noche anterior su dolor y el del alma se mezclaban, al punto de hacerlo gritar.
Pero, tal vez, el mayor problema era que no quería que su alma se fuera. Porque, era egoísta pero, era suya.
Su padre nunca estuvo para él, sabía que lo culpaba, y eso fue una gran barrera entre ellos, su padre esperaba simple no perder a otro hijo, por eso le consiguió un alma nueva, sólo por eso.
E Izzy simplemente no podía entender lo que es que usen tu alma, que la rompan junto con tu corazón. Ella tuvo la fortuna de un gran amor, correspondido aunque secreto porque Robert no lo aprobaría. Ella esperaba que Alec sólo saliera adelante. Como si fuera tan fácil...
Así que Alec nunca tuvo alguien real en quien apoyarse. Nadie que quisiera ayudarlo. No hasta este hombre sin alma, este impuro, que le ofrecía su mano a pesar de que él había tomado su alma, condenándolo a la muerte.
-¿Quién eres tú? -sin darse cuenta lo preguntó en voz alta.
Magnus abrió esos ojos oscuros sorprendido, su ceño levemente fruncido. -¿Soy Magnus Bane? -y salió casi como una pregunta-. Tu padre le compró al mío mi alma para dártela a ti.
El inicio de una sonrisa estaba en los labios de Alec. Y era tan raro eso. Tan nuevo después de tanto tiempo sin sonreír.
-Sé quién eres. No entiendo por qué me ofreces tu mano, tu ayuda, ¿qué pretendes? No voy a regresarte tu alma si es lo que esperas.
Magnus frunció los labios. -Quiero pensar -su voz salió fría- que dentro de ti queda algo del que fuiste, que estás roto, pero puedes juntar tus piezas y seguir, Alexander. Sé que no vas a regresarme mi alma, que me queda tal vez un par de semanas. No sé si pueda ser yo quien te ayude o al menos iniciarlo. Quiero pensarlo, pero en momentos así lo haces tan difícil, Alexander Lightwood. Eres tan prepotente, egoísta, e idiota, tan envuelto en ti mismo que no ves nada más, que no sé si lo mereces. Déjame creer que sí, demuéstrame que quieres seguir vivo y que no perdí mi alma para nada, que no va a quedarse mi alma con alguien que va a acabar con ella -agitó su mano hacia Alec-, ¡Abre los ojos ya y deja de regodearte en el pasado! ¿Crees que sólo tú has sufrido? Eso es porque no has visto el dolor en mi alma, en mi pasado. No puedes creer que eres el único que tuvo un mal pasado, no puedes. Toma lo que te ofrezco ahora o regresa a tu habitación y deja de hacer sufrir a otros.
Lo último salió apenas entendible, sus dientes apretados. Cuando Alec sólo se le quedó viendo, Magnus gruñó y, aunque se moría de ganas de ir a abrazar al alma gris, se dirigió a la cocina sin mirar atrás para asegurarse si Alec lo seguía o no.
Él le había dado la oportunidad. Ya no podía hacer más.
CONTINUARÁ...
Un poquito de los pensamientos de Alec. Sé que parece egoísta, pero tiene sus razones, o las que él cree. Tal vez le hacía falta justamente que alguien lo enfrentara...
Y Magnus ha hecho su último intento, es ahora Alec quien debe tomar la decisión, ¿creen que lo siga, que Magnus pueda salvar a ambos, Alec y el alma gris, o Alec seguirá en las mismas?
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