51. Para liberar al alma gris
Ya no importa el color del amor, si es negro, gris o blanco y hoy no existe ninguna razón más que quererte 🎶
* * *
Magnus despertó antes que el alma gris, estaban tan cerca y su corazón tan lleno con la mano del alma ahí, en su pecho.
Se quedó observándola largo rato. Se veía tan pacífica al dormir. El alma gris no merecía dejar de existir, merecía una larga vida feliz. Y él se la iba a dar. Ya no tenía un alma que condenar, podía lograrlo.
Se retiró lentamente, sintiendo cómo se iba quedando vacío cuando el alma y él se separaron ahí donde estaban brevemente unidos, cómo el frío se colaba hasta su corazón.
Suspiró, deseando tomarla en sus brazos y llevarla hasta la habitación de Alec sin despertarla. Pero no podía, no podía violar su espacio o forzar el contacto. Él no sería como Edward y sus traficantes, así que sólo se inclinó sobre el alma gris y acarició su mejilla mientras susurraba para que despertara. Los párpados del alma revolotearon antes de que se abrieran sus ojos y enfocara esa cálida mirada gris en Magnus. Sonrió el alma. Y sonrió Magnus.
-Tienes que irte, antes de que despierte.
El alma asintió. Todavía adormilada, sintiendo a Magnus cerca, caminó hasta la pared para cruzarla y quedarse lo más lejos de Alec que podía. Él se lo había ordenado así.
Magnus la vio desaparecer, deseando que no tuvieran que separarse nunca. Sonrió ante esa idea y fue hasta la cocina. Isabelle Lightwood no estaba ahí, pero sí Simon. -¿Necesitas algo? ¿Tienes hambre? Izzy me dijo que...
Magnus negó. -Quiero cocinar yo. ¿Puedo... uumm... preguntarte algo?
-Claro -Simon lo miró con curiosidad.
-¿Qué le gusta a Alexander?
Simon abrió demasiado los ojos, tardó en responder. -¿A Alec? ¿Para qué quieres saber?
Magnus se ruborizó y bajó la mirada. Aquella mirada oscura. -Quiero... -no sabía si confiar en él, pero si era como Isabelle debía ser bueno-. Quiero ayudar a su alma.
Simon sólo lo miró, después puso una mano en su hombro. -Llévale un café, Alec ama el café, mientras yo prepararé un buen desayuno.
-¡Gracias! -Magnus sonrió ampliamente al no sentirse juzgado. Preparó un café, esperando que a Alec le gustara así, y fue hasta la habitación de Alec.
-Pase -Alec sonaba adormilado cuando respondió.
Magnus entró, intentando parecer más seguro de lo que se sentía, sin perder su sonrisa, sin mirar al alma, se centró en los ojos azules de Alec. -Te traje café.
Alec lo miraba con sospecha. -¿Café? Yo no te pedí nada.
Magnus se acercó lentamente, ofreciendo la taza. -Yo quise traerlo. Te gusta el café.
Alec seguía con los ojos entrecerrados cuando tomó la taza. -¿Gracias?
Magnus sonrió otro poco, después de un "Por nada", se atrevió a una breve mirada al alma gris. No me odies, por favor, pensó.
CONTINUARÁ...
¿Notaron el plan de Magnus?
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