Capítulo 4
—Sabía que volverías a buscarme. No me preguntes cómo, pero simplemente lo sabía —Sus rulos mojados rozan mi frente a medida que mi respiración se acelera, y mis ojos se abren de par en par.
Él esta encima de mí. Con ambas piernas presionando mis caderas... Mierda, su colonia me intoxica y todo late a mil kilómetros por hora: desde la lluvia que deja sus marcas en la arena, hasta mi pobre y torturado corazón. Sonríe torcidamente, y no puedo evitar notar el movimiento de su nuez de Adán cuando traga grueso. Yo también lo hago. Muerde su carnoso labio inferior, y con un movimiento elegante, sus largos dedos aprisionan mis muñecas, llevando mis brazos por encima de mi cabeza.
Es demasiado sensual, el calor golpea mis mejillas cuando noto mi creciente erección. Voy a entrar en combustión, lo juro. Cada una de mis células va a explotar si sigo mirándolo. Mi respiración se acelera cuando baja su cabeza con lentitud, como si estuviera a punto de besarme. Un aroma a menta y almizcle me invade y todo gira a mi alrededor de forma desenfrenada.
—¿Ah, sí? —le contesto, asombrándome de lo ronca que suena mi voz.
—Noah, te he estado esperando... —Sus ojos ardientes me devoran, me envuelven, nublan mis pensamientos, y aumentan mis sentidos. Mi corazón late en mis oídos a medida que muerde el lóbulo de mi oreja derecha. Mi voz se aferra a mi garganta, emergiendo como gemidos quejumbrosos de deseo.
¿Puede oír como me afecta? ¿Se dará cuenta de cómo reacciona mi piel bajo sus caricias algo indecentes? Manos mías, ¿por qué el impulso de lanzarse hacia delante, buscando refugio en el pecho de este chico desconocido? ¿De dónde viene esta necesidad de rozar sus labios con los míos? Debo admitir que quiero hacer mucho más que eso... quiero comerle la boca, sin reparos, sin control.
Él está aquí, justo enfrente de mí, y yo estoy embriagado de deseo, pero también a una constelación de distancia... No sé que decir a continuación, ni recuerdo como respirar. Agradezco a Dios por los procesos involuntarios de mi cuerpo, que se hacen cargo de mantenerme vivo. Si las palabras fueran suficientes para pintar lo maravillosamente aterrador que es este momento, entonces quizás algunas se atreverían a venir a mi boca. Los segundos se suceden, y estoy tan avergonzado que me siento casi transparente, frágil como el cristal de la copa que rompí en la pelea con mi padre cuando todo se fue al diablo. Cuando vine a dar a esta playa. Cuando este chico me salvó de ahogarme en el océano...
Entonces sucede: él sonríe ampliamente, y es tan hermoso, que me hace explotar en millones de moléculas que se esparcen a su alrededor. Toma unos respiros, y con otra caricia vuelve a darme forma... Sus labios encuentran los míos, con necesidad compartida, impaciencia, y pura lujuria. Estoy en llamas: jadeos pesados, labios desesperados, y un cuerpo que anhela mucho más...
Sus manos viajan con descaro a través de mi torso, colocándose detrás de mi cuello, y con un movimiento me quita la remera. Se queda allí, observándome, y creo que nunca estuve tan jodidamente excitado. Dos latidos erráticos más tarde, sus elegantes dedos se deslizan hacia abajo, llegando a los huesos de mi cadera donde permanecen habiéndolo quemado todo a su paso. No puedo concentrarme en otra cosa que no sea su calor contra mi piel. Dejo escapar un suave gemido en total éxtasis mientras mordisquea mis clavículas: primero la derecha, luego la izquierda. Al mismo tiempo, con destreza, abre la cremallera de mis jeans.
Gimoteo en anticipación, pero él se detiene, mojando sus labios con su lengua y mirándome con esos ojos azules infinitos...
—¿Qué pasa, Noah? —pregunta, en un susurro sedoso, directo en mi oído.
—Que te deseo, eso pasa —A la mierda todo. Quiero sentirlo, y lo quiero ya.
—Bien... Porque yo también te deseo. ¿Listo para más?
Asiento desenfrenadamente, y es entonces cuando mis manos rozan su erección por encima de ese bóxer negro que no pude evitar mirar mientras le desabrochaba su pantalón de jean gastado. Pero entonces, todo se evapora... Caigo de la cama, aterrizando con fuerza contra el suelo de madera de mi loft, desorientado y cubierto en una fina capa de sudor.
¿Qué carajos fue todo eso? ¿Es que acaso estaba a punto de tener sexo con un chico? Sorprendentemente, no me molesta esa idea en lo absoluto. A decir verdad, estoy sonriendo como un idiota mientras me levanto del suelo, y arrastro mi trasero cachondo (presumiblemente gay) al baño. Una vez allí, un sujeto con ojos salvajemente nerviosos, cabello despeinado, y respiración agitada me devuelve la mirada del otro lado del espejo ovalado. Los latidos acelerados en mi pecho, hacen eco de los restos de un rostro que se desvanece, llevándose consigo labios carnosos y rasgos varoniles demasiado adictivos.
Ahora me persigue en mis sueños de forma constante. Lo ha hecho durante estos últimos tres días. Necesito saber más sobre todo este misterio sin resolver, o las pocas neuronas coherentes que me quedan se van a fundir como fusibles. Desesperado porque la cafeína surta efecto, tomo dos sorbos largos de café, y mientras termino mis tostadas, reviso mi celular. Mierda. Dos mensajes de Candace... Y sí, por supuesto que iba a ponerse en contacto. ¿Qué esperaba? ¿Que después de salir por casi año y medio se desapareciera del mapa? ¿Que se rindiera gracias a mi falta de compromiso e interés y se esfumara como por arte de magia? No. Aquí el único experto ilusionista es mi chico misterio, ese que me arrancó de los brazos del océano, y me dejó tirado en la arena con su sudadera y una condenada gaviota entrometida.
Basta, Noah. Concéntrate por el amor de todo lo que es bueno... Candace. Piensa en qué vas a decirle a ella...
Debo confesarles que aunque ella haya sido mi novia por un tiempo considerable, pese a todo, nunca fui capaz de sentir... ¿Cuál es la palabra? Ninguna. No encuentro forma de explicarles el vacío de sentirse solo estando acompañado. La verdad es que no fui capaz de entregarme a esa relación. Debería haberlo sabido mejor antes de hacerle promesas que no iba a poder cumplir. En una relación, siempre está el que ama más, quiere más, o necesita más... En este caso, es Candace la que sale con las manos vacías. Fui un fracaso como novio, no le di nada a cambio... Quizás solo soy eso: Rey de nada.
Otro sorbo de café más tarde, contesto su mensaje que obtiene respuesta instantánea.
Candace: Noah, tenemos que hablar.
Candace: Mándame un mensaje cuando puedas.
Noah: Creo que tienes razón. Estoy en casa. ¿Puedes venir?
Candace: En camino.
Leo la breve misiva con el corazón palpitando enloquecido de la ansiedad... Hace media hora estaba a punto de follarme al chico misterio, ahora estoy esperando que llegue mi novia para poder terminar con ella. Conociéndola, no va a tardar, lo que me deja escasos minutos para ponerme un par de jeans limpios y una camiseta negra. Mientras la espero, me sirvo una segunda taza de Folgers, mi marca favorita de café, y me siento en uno de los bancos largos de mimbre que enfrentan la mesada de cuarzo blanco.
La inquietud no me deja en paz. Mi rodilla derecha sube y baja con desenfreno y entonces sucede: su rostro elegante destella detrás de mis retinas, y me sonríe torcido, casi como tomándome del pelo. Vuelvo a sentir sus caricias sobre mi cuerpo y toda mi piel se estremece. Mis manos temblorosas derraman líquido amarronado sobre la mesada. Me apresuro a limpiar el desastre con un bufido y ojos en blanco dedicados a mi estupidez de niveles superlativos.
Por Dios, Noah. Calma tus hormonas homosexuales o vas a morir de un infarto.
Hay un golpe suave en la puerta de entrada del loft y se me cae el alma al piso: Candace está aquí.
—¡Bueno, por fin logro verte! Me tenías a punto de pensar que estabas evitándome —Su tono es casual, pero quejumbroso. No puedo soportarlo. Es como si sus quejas se acumularan dentro de cada uno de mis poros, obstruyéndolos con alquitrán pegajoso.
—Lo siento, Candy. Pasa que he tenido que lidiar con unos asuntos familiares bastante engorrosos, eso es todo —le respondo, y tengo que besarla porque ella es la que se inclina primero. Apenas mis labios se encuentran con los suyos, algo en mí quiere retroceder. Me asombro de esta emoción tan diferente al puro entusiasmo que corría por mis venas cuando soñé que él estaba a punto de besarme.
—No me digas que peleaste con tu padre otra vez —Su tono chillón me saca de mi ensueño, y muy a mi pesar, mi mirada se encuentra con la suya. Tiene demasiado maquillaje en el rostro... Casi como una máscara, y no tengo ni idea de quien hay detrás, tampoco estoy seguro de querer averiguarlo.
—Digamos que tuvimos una pequeña charla sobre Pratt y mi maestría.
—¿Solo eso? Me huele a que también te ha echado en cara de nuevo toda esa locura de los tatuajes. A decir verdad, en eso coincido con tu padre, Noah. Me parece una pérdida de tiempo, una distracción, y una vulgaridad —Se encoge de hombros, y ese gesto de menosprecio me ofende.
Candace no me entiende, nunca lo hizo. Va por la vida como si el mundo le debiera un favor, mirando y juzgando a todos y a todo lo que según ella no tiene sentido. Y yo no soy la excepción. En parte sé que nunca le di lugar a conocerme mejor, que todo lo que ella sabe son meros fragmentos de quien soy, o mejor dicho, quien fui. Mi cabeza está hecha una madeja de lana sucia, maloliente a océano y cosas que no le estoy diciendo.
—No te preocupes por eso, de verdad. Todo está en orden entre el viejo y yo —Las palabras salen apresuradas de mi boca. Quiero que deje de meterse en mis asuntos de una buena vez.
—En fin, ¿dónde estabas el viernes? Intenté llamarte, pero nunca respondiste. Me preocupé mucho ¿sabes?
¿Cómo le digo que no sé donde estaba? Quiero decir, sé donde estaba mi cuerpo, ¿mi cabeza? Esa es otra historia. Dudo que quiera enterarse del infierno que llevo dentro.
—Lo siento, de verdad. La cosa es que necesitaba un poco de inspiración para un nuevo proyecto de arte abstracto que debo entregar para mi clase de Dibujo 1, así que salí a caminar —Evito mirarla mientras continuo mintiéndole —. Una vez de regreso en el loft, Savy me invito a cenar y olvidé mi celular aquí.
Por su aspecto, y el leve frunce en sus labios apretados, Candace no se está tragando ninguna de mis excusas de mierda. Trago grueso, pasando una mano algo sudorosa por mis jeans, en un intento desconsolado de salir de esta con algo de dignidad. Sí, lo sé: misión imposible ¿no?
—Noah...
—Pregúntale a Savana si no me crees —la interrumpo.
No lo hagas. Por Dios, no lo hagas. Mi hermana me mataría si sabe que la he metido en el medio de esto.
—No hace falta.
¡Gracias a Dios!
—¿Quieres café? —añado, porque no sé que más decirle, así que recurro a lo que me enseño mi madre, o al menos intento: modales.
—No gracias... Sin embargo hay una cosa que realmente quiero. ¿Puedes adivinarlo, cariño? —me pregunta, con cadencia melosa.
Maldita sea... Su comportamiento cambia como el día a la noche, cerrando la distancia entre nosotros en lo que ella cree que es un caminar seductor. Verla contonearse de esa forma me da risa, y no quiero faltarle el respeto. Muerdo el interior de mi boca con ferocidad hasta que puedo paladear el gusto metálico de mi sangre.
—Te deseo, Noah. Te quiero desnudo encima de mí ahora —Un segundo después que termina la frase, choca contra mi torso, empujándome hacia la cama sin tender. Puedo sentir sus pechos voluptuosos, y lo agitado de su respiración mientras nos movemos hacia atrás. Su boca está ansiosa, busca mis labios con prisa. Su lengua invadiendo, explorando... No me deja más remedio que seguirle el ritmo. Los segundos se suceden, y mi incomodidad se incrementa. Candace parece no notarlo, ya que mi anatomía masculina está reaccionando a sus bruscas caricias.
—Rápido. Quítate esos pantalones, que quiero sentirte dentro de mí —gime en mi boca.
Estoy fuera de mí, observando como baja el cierre de mis jeans, despojándome de mi bóxer en un solo movimiento. Permanece de rodillas, y su mirada está colmada de lujuria. Coloca ambas manos a cada lado de mis caderas para luego, con una sonrisa pícara dibujada en esos labios rojos, (los mismos que creí me gustaban tanto), tomarme en su boca. Sabe lo que hace, lame y succiona, alternando caricias con jadeos. Aun así, permanezco a miles de kilómetros de distancia.
Coloco mis manos sobre sus codos y la incorporo. Ella lee mi gesto como una invitación... Quitándose la blusa y el sujetador de encaje, se deja caer en mi cama sin un minuto de sobra. Permanece allí tumbada, abriendo sus piernas, esperando que la folle.
No quiero. De verdad no quiero. No siento nada... Salvo este vacío arañando mis entrañas.
—Vamos, déjate de juegos, tontito. No te hagas el difícil, que puedo ver cuanto me deseas tú también —Sus ojos se detienen en mi erección, y cerrando sus puños sobre mi remera, tira de ella para acercarme.
Es hermosa, no puedo negarlo. Su larga cabellera rubia esparcida en el colchón, contrasta con el gris oscuro de mis sábanas. Contenta de verme apreciarla, sonríe, separando aún más sus delgadas piernas: su excitación evidente en el brillo de su intimidad.
—Candace, no. De verdad, para —le digo, escupiendo una disculpa sin sentido sobre su agitado pecho —. No creo que sea buena idea —. Ella me mira con ojos heridos que se tornan gélidos unos segundos más tarde.
—Genial. Ya veo que lo que sea que vine a buscar, no se encuentra disponible. Estoy harta de todo esto, Noah —resopla, con sus mejillas encendidas por la rabia contenida. Me empuja a un lado, para agarrar su ropa del suelo. Ambos nos vestimos en un silencio tan cortante que podría dejar cicatrices. Entiendo que la he lastimado, y mucho. Sin embargo, no hay nada que pueda hacer al respecto. No. Siento. Nada.
Con un brusco movimiento de su muñeca, descarta toda la situación como si no fuera gran cosa.
—Honestamente, Noah, creo que deberíamos tomarnos un tiempo —añade con desdén.
—Suena justo —susurro.
Y eso es todo, ella se va sin decir una palabra más, golpeando la puerta detrás de sí. Y el vacío de la habitación no es nada comparado con el que llevo dentro.
Suspiro profundamente, y clavo la vista en las hendiduras de los tablones de madera que recubren mi apartamento. Mis ojos siguen el trayecto, con artística lentitud. Y mientras lo hago, mientras imagino formas y sensaciones que me son ajenas, no puedo dejar de analizar mi reacción de hace apenas unos minutos. Es como si hubiera caído dentro de las grietas, mirando hacia arriba mientras la vida implosiona en un caleidoscopio de colores primarios, y no espera por mí. Se dispara por encima de mi cabeza y está tan cerca... Podría acariciarla con la yema de mis dedos... Y en este torbellino, también flotan las emociones. Tan cerca están la ira, la pasión, la alegría: ejemplos intensos y adictivos de la vida y como vivirla al máximo.
Pero aquí, en la tranquila oscuridad de mi mente, sigo sin sentir nada, ni siquiera paz. Soy sin lugar a dudas el Rey de la nada...
Me alejo de la luz que alberga la esperanza y me enfrento cara a cara con mi negrura.
Sí, a la mierda todo.
Mejor contener la respiración y no mirar hacia abajo...
Mejor ignorar las cenizas de mi precaria corona de papel.
N/A
Hoy les traigo el capi de esta semana. Quizás suba el siguiente... porque... estem... aparece nuestro chico misterio!!!!!!!!!!! Y el sueño de Noah, será apenas un vestigio de lo que vivirán <3 Nos vemos prontitoooo
Los amooooooooooo!
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