Capítulo 13
Los momentos vividos son breves, frágiles... Son etéreos; se deslizan a través de las grietas de nuestra materia gris defectuosa, hasta que se desvanecen.
Cuando tenía siete años, comencé a escribir recuerdos especiales, porque sabía que desaparecerían sin previo aviso; siendo los cuadros y portarretratos diseminados por la casa, la única prueba de su existencia.
Trabajé duro para capturar todos los detalles. Cada recuerdo escrito en una hoja de papel que guardaría dentro de un frasco de vidrio con tapa de hojalata. Cada vez que guardaba uno dentro del frasco, sabía, en el fondo, que muchos ya se habían desvanecido. Era desesperante esa necesidad de que ninguno se perdiera en el olvido.
No podía explicar por qué estaba tan obsesionado con mantener un registro de eso; había una parte de mí que me lo suplicaba, exigiéndome que me concentrara más y escribiera esas pocas palabras antes de que desaparecieran.
No importaba lo mucho que mi madre intentara persuadirme de que no lo hiciera, o cómo Savy seguía buscando formas de distraerme para que me olvidara de esta obsesión.
Cuando las tardes se convertían en puestas de sol, me iba a mi habitación y trataba de recopilar todos los detalles de cómo habían sido mis días.
Caminé con Savy al parque con mi cometa roja. El viento era tan fuerte que llegaba a las nubes y mi hermana quería que nos fuéramos con él. Ella es tan extraña, pero la amo.
Corrí una carrera contra el perrito del vecino, Harry Potter. Me ganó.
Si la torta de mi cumpleaños fue un auto Hot Wheels y era genial, ¿por qué estaba mami triste?
Papá grita. Él cree que no lo sé, pero lo sé. Lo escucho desde el otro lado del pasillo por la noche.
Mami quiere que aprenda a pintar. Hice un desastre sobre su mantel favorito, pero no me castigó.
¡Los abrazos de Savy son infinitos! Ella me dice que los necesita más que yo.
No importa cuántos escribiera, ese regusto amargo a derrota estaba siempre al acecho, anclado en la parte posterior de mi lengua.
Solía subir la escalera de madera de la casa de mis padres salteando escalones, de dos en dos, y detenerme frente a los marcos colgantes. Había tantos decorando el camino hacia los dormitorios en el segundo piso...
Me quedaba allí, boquiabierto, con la vista fija en cada uno de ellos, tratando de revivir esos pequeños ecos de una época en la que sentí que pertenecía. Momentos en el que el "vacío" ni siquiera era parte de mi vida, o al menos aún no había percibido su existencia.
Había montones de retratos de mi hermana y yo, siendo esos mis favoritos de todos los tiempos. Recuerdo uno en particular donde Savy estaba de pie bajo la lluvia torrencial de verano, su cabello rubio cayendo en cascada por su espalda, la cabeza inclinada, los ojos cerrados y una sonrisa corriendo suavemente por su rostro.
A menudo me preguntaba por qué había una marca en la pared a la izquierda de la foto de mi hermana en la lluvia: una sombra de un marco antiguo que alguien había quitado. Sin embargo, había dejado su huella. Estaba en el otro extremo del pasillo que conducía a la habitación de mis padres.
¿Por qué se fue? ¿Quién lo había descolgado? ¿Por qué no habían vuelto a pintar la pared? A mamá le gustaba que todo en la casa estuviera impecable y ordenado... sin embargo, la fea mancha estaba allí. Un recordatorio constante de cómo pasa el tiempo, dejándote con una buena cantidad de cicatrices.
Intenté preguntarles a todos: a mi hermana, a mis padres, pero salí con las manos vacías. Sus vagas respuestas comenzaron a alimentar este sentimiento tácito, una especie de aprensión que no podía identificar. Se anidó en mi vientre, anudando mi estómago.
Un domingo, después del almuerzo, me dirigía a mi habitación y vi a mi madre parada frente a esa sombra en la pared. La estaba acariciando con la mirada llenita de ayer. No me atreví a preguntarle por qué. Verla hacer eso había enviado escalofríos por mi espalda. Había probado la bilis subiendo por mi garganta mientras el pasillo se desdibujaba y todo giraba fuera de control.
Corrí a mi cuarto sin mirar atrás. Ella nunca se percató de mi presencia.
El día que cumplí ocho, recuerdo despertarme con sus suaves sollozos. Eran más de las tres de la madrugada, así que salí de puntillas de mi dormitorio y entré en el pasillo y la vi parada allí, junto al marco fantasma, llorosa y rota.
Fue entonces cuando sucedió.
Fue entonces cuando volvió.
Mi memoria perdida.
La que no había sido capaz de capturar en una hoja de papel.
La que no debería haberse convertido en un recuerdo en absoluto, sino en una pesadilla.
El recuerdo de mi hermano gemelo.
Se llamaba Caleb.
Y estaba muerto.
***
—Noah, bebé, por favor despierta.
Abro los ojos para encontrarme con los de Park: la preocupación en su mirada hace añicos mis esperanzas de ocultarle mis demonios al menos un tiempo más.
No. No. No. Mierda. Necesito llegar a conocerlo mejor, protegerlo de mí mismo a toda costa. No puedo soportar la idea de lastimarlo.
—Hola —digo, todavía aturdido y con un terrible dolor de cabeza colgando de mi sien. Sé por la expresión de su cara que lo ha descubierto. Mi secreto más profundo, mi peor escenario. Lo único que desearía poder olvidar de nuevo.
—Noah... ¿Estás bien? —Hay aprensión en su tono.
—Claro. ¿Por? —Estoy tratando de no dejar caer mi mirada, de mantener una expresión serena e impasible.
Park, por favor, no digas que estaba hablando en sueños.
—Estabas hablando en sueños, bebé —Ahí está...
—¿En serio? —Le doy una oportunidad a la indiferencia, pero resulta contraproducente. Parece herido. Es peor.
—Sí —Baja los ojos, y la forma en que lo hace me rompe el corazón. Odio lo rápido que arruiné uno de los mejores momentos de mi vida. ¿A quién estoy engañando? El mejor momento de mi vida. Lo he fragmentado con mi vacío. Como una serpiente de cascabel venenosa, mi oscuridad se ha deslizado a través de la noche, reptando su camino hacia delante, invadiendo nuestro tiempo juntos.
—Park... yo...
—¿Quién es Caleb? —Su tono de voz me congela la sangre.
No. Por favor, no nos lleves allí. Es demasiado pronto, demasiado desordenado para nosotros, apenas hemos comenzado.
—¿Por qué no nos preparamos algo de comer? Me muero de hambre — Le miento descaradamente, tratando de cambiar de tema.
—Si no quieres hablar de eso, está bien, pero no tienes que evitar mi pregunta como si mi preocupación por ti no fuera importante o real.
Maldición.
El dolor en su mirada es insoportable. Esta era la razón principal por la que no lo quería cerca de mí. Todo lo que toco se vuelve polvo. Soy el Rey de Nada, después de todo.
Ha sido así durante tanto tiempo; pero, de alguna manera, conocer a Park encendió esta secuencia de dominó. Una vez que la primera pieza se hizo añicos, las demás simplemente se derrumbaron sin remedio. La esperanza irrumpió mi mente gritando que las cosas finalmente cambiasen. No hay nada en el mundo que quiera más en este momento que mantenerlo cerca de mí, pero lo quiero lejos por su propia seguridad.
—¿Ves? Ahora ya ni siquiera estás hablando —gime, haciéndome imposible no hacer una mueca de dolor cuando agrega —Claramente estoy en el medio de lo que sea que esté sucediendo y, para empeorar las cosas, parece que estoy haciendo que te alejes de mí por completo.
Park deja de hablar, ahueca mi rostro con ambas manos elegantes y me besa con tal cariño que me deja sin aliento.
Pasa un minuto, donde él simplemente me sostiene y lo dejo, cerrando los ojos para sentirme seguro; pero el minuto termina, y cuando los abro, Park se está vistiendo. Mi pecho se siente a punto de estallar por la agonía de no poder evitar hablar sobre mi peor demonio de todos: mi dolor.
—Por favor, no te vayas —le suplico, agarrándolo por la parte de atrás de su remera blanca.
Instantáneamente, deja de moverse, aún dándome la espalda, pregunta —¿Por qué? ¿Por qué debería quedarme?
—Porque sé que si te vas ahora, las cosas nunca volverán a ser iguales entre nosotros —le respondo sin pensarlo dos veces.
Park se da la vuelta, su rostro es un caleidoscopio de emociones.
—Por supuesto que me quedaré. Me quedaré aquí. Para ti, Noah —suelta estas palabras sentado a mi lado en la cama, su brazo rozando el mío, y yo me derrumbo sobre sus piernas, como un bulto roto, y empiezo a hablar.
—Cuando tenía seis años, mi hermano gemelo Caleb murió. Fue tan repentino. Un derrame cerebral. Murió mientras dormía. Compartíamos la misma habitación. Nos habíamos acostado tarde, contándonos historias espeluznantes como siempre lo hacíamos y él lo siguiente que sé es que me estoy despertando y él se ha ido.
Lo escucho ahogarse con un grito sofocado. Sus brazos me envuelven sin perder un segundo, y es entonces cuando me doy cuenta de que estoy temblando violentamente. También me doy cuenta de que tal vez debería haber embellecido esta triste historia para que él no estuviera corriendo hacia las colinas en el segundo en que realmente me conoce.
A decir verdad, no quiero mentirle a Park. Quiero que vea a través de mí. La versión "vacía" de mí.
Pasando una mano temblorosa por mi cabello, continúo —Fui yo quien lo encontró; fui yo quien trató durante diez minutos completos de despertarlo. Mis padres vinieron cuando comencé a gritar aterrorizado.
—N-no tengo más palabras que estar aquí para ti, bebé —Me acaricia el pelo mientras sigue sosteniéndome fuerte.
Rompo el contacto y me enderezo, para poder estar justo en frente de su dulce rostro. Estamos sentados ahora, con las piernas cruzadas, mis manos presionan el edredón a mis costados mientras sus manos vuelan hacia mis muñecas, aterrizando con un toque suave, casi imperceptible.
—Park, creo que si continúo, no me verás de la misma manera. Es más, creo que es muy posible que no quieras estar cerca de mí en absoluto —digo estas palabras, con la cabeza gacha. Debería sostenerle la mirada, pero no lo haré. No me atrevo.
—Noah, sé que no nos conocemos muy bien; aun así, por ridículo que parezca, lo hacemos. Nos conocemos —Sus palabras tiran de una parte rota de mí, que está ansiosa por ser escuchada. Sus ojos de océano rebosan de compasión y humildad una vez que reúno la fuerza suficiente para mirarlo a los ojos.
—Es que no sé cómo ponerlo en palabras, pero puedo intentarlo —susurro, apenas consciente de mis hombros todavía temblorosos. Me roza los nudillos con los dedos, sin soltarlos nunca. Estoy desollado ante él. Su presencia me somete a la crudeza y el dolor.
—Continúa y dime todo lo que quieras decir; lo sentiré, no lo escucharé —Su cadencia tranquilizadora trae consuelo a un yo interior asustado de seis años.
—Caleb y yo éramos muy unidos. Nuestro vínculo era inexplicable, como gemelos podíamos incluso predecir lo que diría el otro, volvía loca a nuestra madre. Supongo que al ser gemelos idénticos, compartíamos el mismo ADN, así que teníamos esta relación única, dotada con cualidades extraordinarias, aparentemente telepáticas. Lo adoraba tanto... Encontrarlo inconsciente al principio, me destrozó. No entendía nada de lo que tenía enfrente —Mi voz se quiebra por un segundo, gano compostura rápidamente y Park nunca me suelta.
—No podía dejar de mirarlo, de esforzarme para que abriera los ojos, no podía... Pero nunca lo hizo. Entonces, después del velorio, la ceremonia y todo lo demás, comencé a desmoronarme poco a poco. Hasta que me di cuenta de que podía tratar de hablar con él, de alguna manera. Entonces, fui a la habitación de mi madre, tomé muchas pastillas que el médico le había recetado para ayudarla a dormir, y simplemente me dejé llevar. Quería contactarlo de alguna manera, hacerlo regresar. No sé cómo explicarlo... Es una locura siniestra. Mierda.
En una fracción de segundo, Park me está abrazando y me doy cuenta de que profundos sollozos salpican mis últimas frases.
—Lo siguiente que sé es que me despierto en una cama de hospital, con tubos que van en todas direcciones y mi memoria se ha ido. Durante dos años completos, Caleb simplemente dejó de existir. Los médicos lo llamaron un mecanismo de defensa, siendo tan joven y todo eso, algunos una especie de PTSD. Mi cerebro lo borró por completo como una forma de lidiar con el duelo.
Con dificultad para respirar, me doy cuenta de lo aterrorizado que estoy después de compartir la causa de mi remordimiento y autodesprecio.
Park... ¿Qué pasa si decides que soy demasiado para manejar? ¿Y si me abandonas? Tal vez debería haber dejado que me ahogara esa noche.
En lugar de salir corriendo del departamento, Park me sorprende con una ternura que nunca había experimentado. Sus ojos se cuelgan a mi rostro, y esta vez, no me atrevo a alejarme de ellos. Temblando bajo la magnitud de su mirada, espero lo que tiene que decir a continuación.
—Estoy aquí, Noah. Puedes soltarlo todo; estoy aquí. Estás a salvo, bebé. Te tengo. No voy a dejar que te pase nada malo. Lo juro.
Así que hago, dejo que mi miedo y remordimiento caiga a sus pies. Me dejo ir. Me despojo de mi piel frente a este chico al que acabo de conocer, pero al que siento tan cerca. Dejo que mi dolor se abra camino desde adentro, y él nunca pierde el control, solo me mece hacia delante y hacia atrás, lenta y pacíficamente.
—Perdí a Caleb dos veces, y eso me atravesó. Cuando cumplí ocho años, encontré a mi madre junto a ese marco fantasma, que ella había quitado por mi bien. Desencadenó mi memoria y me atropelló como un tren. Nunca he sido el mismo desde entonces.
Él sigue abrazándome, y yo sigo permitiéndoselo.
—El día que me sacaste del agua, era mi cumpleaños. Nuestro cumpleaños. Discutí con mi padre, y él me dijo que siempre estaba causando problemas y trayendo más dolor a mi madre. Me hizo sentir más que nunca que yo debería haberme muerto y no Caleb.
Escucho a Park jadear y un par de latidos después; observo su expresión y lo que encuentro allí es más de lo que podría haber pedido.
—Quería unirme a él, supongo. Gracias por no dejarme —le digo.
—Gracias por no irte —responde conteniendo su voz.
—No voy a ir a ninguna parte. ¿Y tú? —pregunto de vuelta, temiendo las palabras que acabo de pronunciar.
—No podría, ni aunque quisiera.
—¿Lo dices en serio? ¿Lo juras?
—Con cada maldito latido de mi corazón.
Sonrío.
Park sonríe.
Eso es todo.
Eso es suficiente.
Durante el resto del día, nos quedamos en la cama, inventando chistes tontos, haciendo el amor, haciéndonos más.
N/A
Llámenme lokaaaa pero ni se hacen idea lo sorprendida que estoy!!! Ya llegamos a 200 lecturas??? Wow!!! los amo y aquí les dejo más Noah y Park <3
*nos vemos en 200 lecturas más con otra actualización ✨✨✨
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