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CAPÍTULO TRECE: AL DEMONIO TODO

Narra Agaliarept

Reía internamente mientras caminaba por uno de los pasillos del infierno en busca de mi amo, sí, Lord Lucifer había vuelto al infierno aunque no de un humor agradable, se podía sentir la tensión en los avernos y el enojo de Lucifer. Había logrado escapar de la tonta y patética línea de sal que había trazado ese profeta antes de huir, recordar aquello me hizo sonreír; sabía que mis palabras eran acertadas. La era de Lucifer estaba por empezar y yo estaba ansioso por ver al mundo irse al carajo y sin que su Creador pudiese hacer algo para evitarlo, Lucifer gobernaría sobre este patético mundo.

-Oye-. Un demonio de menor rango se me acercó y solamente atiné a rodar los ojos, si bien estábamos en el mismo bando, no soportaba a algunos subordinados del Lord y como es costumbre entre demonios, solíamos traicionarnos o matarnos, tal como hice con mi "buen amigo y hermano de armas" Satanachia. -El Lord quiere verte-.

-Gracias inútil-. Le dije antes de comenzar a caminar hacia el trono donde él se encontraba en el trono con una pierna cruzada mientras sujetaba un whisky en su mano. Usaba un traje elegante negro con rojo y me miraba con una sonrisa de lado. Su trono era de metal con unos cuernos justo sobre su cabeza y otros en las esquinas, sumado a eso tenía unas enormes alas de ángel color negro y diseño de dragones en los apoyabrazos. -Mi Lord-.

-Ah, mi leal y fiel sirviente Agaliaretpt-. Escuché que habló con una sonrisa antes de tomarse de un solo trago su bebida y dejar el vaso en el reposabrazos y caminar hacia mí manteniendo esa sonrisa posando una mano en mi hombro. -Y también me atrevería a decir, el más codicioso, vanidoso, rastrero y ruín... Traicionando a tu propio hermano de batallas-.

-Haría lo necesario para seguir su voluntad, mi Lord-. Había sentido un poco de nervios ante la mención de mi asesinato contra Satanachia pero lo supe disimular. Noté la sonrisa de Lucifer a un lado mío antes de sentir un dolor intenso en mi brazo y escuchar el crujido de un hueso. -¡Ahg!-.

-¿Crees que eso es suficiente, gusano repugnante?-. Bufaba Lucifer en mi oído sin dejar de sostener mi hombro, sentía la sangre bajar por mi brazo y las uñas del Lord clavarse en mi piel. -¿Crees que con matar a mi segundo al mando y a un poco de ángeles, dejando escapar a ese maldito profeta, obtendrías una recompensa o gratitud, eh?-. Estaba por responder cuando sentí un golpe en mi espalda que me hizo jadear y caer al suelo, sumado a una patada y Lucifer tomándome por uno de mis cuernos con violencia, estaba iracundo, sin piedad destrozó mi cuerno provocando que aullara de dolor y la sangre negra cayera manchando el piso de mármol negro.

-Lo siento mi Lord-. Dije antes de recibir una serie de puños en mi cara antes de arrastrarme por el suelo antes de arrojarme contra un muro y sacar su navaja curva color rojo sangre con forma de pluma que según contaban los demás demonios era una pluma que él mismo utilizó para forjar su propia arma, se posó detrás de mí atrapando mi cuello con su brazo.

-Tus disculpas no son suficientes-. Espetó con ira antes de sentir como el acero cortaba mi piel desde mi nariz hasta el cachete izquierdo, ahogué un jadeo por el dolor, cosa que no funcionó porque de nuevo sentí mi piel rasgarse atravesando mi ceja izquierda y contorno, me soltó y guardó su navaja antes de caminar. -Agradece que estoy siendo benévolo contigo-.

-Si mi Lord-. Dije antes de levantarme y llevar una mano a mi rostro, tratando de cubrir lo que pasó, estaba por irme cuando Lucifer habló de nuevo.

-Supe de rumores que hay una chica poderosa que fue elegida por mi padre-. Sonreí un poco ante su noticia. -Quiero que busques al profeta que dejaste escapar y lo mates, y si ves a la chica, no le hagas daño, solo tráela, ¿Entendiste mequetrefe?-.

-Si señor-. Dije antes de retirarme de la sala del trono, mi piel iba cerrándose y regenerándose con cada paso que daba, la ira atravesaba mi rostro. Ese estúpido profeta no la contaría, su muerte me dará placer, al igual que la de Metatrón.

Seguí caminando, algunos demonios me miraban entre confusos y asustados, tenía tanta ira dentro de mí que sería capaz de descuartizar a un simple demonio de esos con mis manos por mera diversión, pero mi mente no dejaba de pensar en la chica que mencionó Lucifer, me causaba interés en saber para qué la querría y porqué, debía buscarla y entregarla intacta ante él, ¿Qué de importante o de valor tenía esa chica como para que el mismísimo Lord quisiera tenerla?, pensaba que iba más allá del simple capricho de que Lucifer siempre consigue lo que quiere. Al llegar vi a mis "tropas" esperándome.

-Nuevas órdenes, busquen a ese profeta, mátenlo y encuentren a la chica, tráiganla intacta o lo lamentarán,  yo me encargaré de Metatrón en persona, ¿Entendido estúpidos?-.

-Si señor- Los demonios salieron marchando tras de mí, mientras yo caminaba con una sonrisa desquiciada, ahora y después de lo que Lucifer me había hecho, no me importaba derramar más sangre inocente y si era necesario, mataría al que se interpusiera entre mi destino y mi deseo...

Narra Zenda

Iba con una sonrisa tonta en la cara después de salir de la biblioteca, después de todo David no era tan mal chico o un idiota como lo pensaba, David parecía ser diferente al típico chico arrogante y guapo que se divertía molestando a una dama. Pensé por un segundo en su gesto y caricia cuando acomodó un mechón de pelo, pero lo deseché rápidamente, pensaba que solo fue un gesto común y silvestre. Sonreía también al saber que tenía poderes por más extraño y casi irreal que me pareciera, sin embargo esa felicidad se me disipó al recordar a mi madre, no podía y no quería mentirle.

-Hola mamá-. Saludé cerrando la puerta con un suspiro, sintiendo cómo ella me apretujaba con un abrazO y dejaba múltiples besos en mi cabeza, me dolía no poderle decir la verdad, no era como que le dijera: "Hola ma, voy a salvar al mundo porque parece que tengo poderes celestiales y demoníacos, te quiero", o "Ma, voy a matar demonios con un bibliotecario, te veo luego".

-Cariño, me tenías preocupada-. Dijo una vez me soltó, pero no se detuvo ahí al notar mi silencio y mi mirada cabizbaja, con delicadeza tomó mi mentón para verme. -¿Estás bien?, te noto un poco callada Zenda-.

-Sí mamá-. ¡Claro que no estaba bien!, ¿A quién quiero mentirle?, tenía un maldito problema interno con todo lo que me había pasado, me sentía con una gran carga sobre mis hombros, necesitaba hablar y desahogarme, tal vez podría hablar con Metatrón o con David sobre ello o simplemente callar.

-Siéntate cariño, te serviré almuerzo-. Obedecí dejando mi maleta a un lado mientras tomaba asiento en la mesa, llegaba a mi el olor a estofado de carne, al poco tiempo tenía frente a mi el plato con comida y jugo de naranja, comencé a comer tratando de pensar en cómo decirle que iba a estar saliendo constantemente o que en este caso, tal vez ni regresaría a casa por un tiempo.

-Mamá-. Logré hablar después de un silencio algo incómodo y ella me miró. -Yo... Estaré un tiempo fuera este verano-. Mamá me miró con extrañeza y por poco deja caer el cubierto en el plato.

-¿Dónde estarás?-. Noté la preocupación en su voz, de nuevo sentí esa presión en mi pecho, no me sentía con las agallas suficientes de hacerle esto, pero debía mantenerla a salvo y lejos de lo que fuera que estuviera pasando entre los ángeles y demonios.

-Estaré con un amigo-. Su extrañeza aumentó más al igual que mi presión, solté un suspiro antes de responderle. -El bibliotecario, estuvimos hablando y nos hicimos amigos, así que él me invitó a pasar el verano con él y estudiar-. Lo sé, parte de ello era verdad y no lo era al mismo tiempo, sabía que las cosas entre David y yo no eran precisamente lo que se diría de "Best Friends Forever", habían roces y desacuerdos, para mí solo era un muy buen conocido y ahora compañero de aventuras celestiales.

-De acuerdo cariño, pero no te olvides de llamarme-. Sentí que mi presión disminuyó un poco, al menos mamá no indagaría sobre lo que iría a hacer en esa biblioteca, seguí almorzando en un silencio un tanto incómodo, preparándome mentalmente para lo que pudiese venir en esta loca encrucijada o aventura, sentía una euforia creciendo dentro de mi, un deseo por ir a patear demonios acompañada de un ángel y un profeta, sonreía de solo pensarlo.

Luego en la noche, me encontraba en mi cuarto, lista para comenzar a alistar lo necesario en mi maleta, llevaría los libros que David me había proporcionado, la daga/espada que Metatrón me obsequió, mi bloc de dibujos por si acaso, mi celular para que la música no faltara y también para avisar de mis movimientos a mamá; si bien le había mentido un poco antes lo que menos quería era sumarle una preocupación o que algo malo le pasara, no me lo perdonaría y menos después de que se divorció de papá por una tonta infidelidad con una camarera y nos había dejado cuando mamá le comentó de mi nacimiento. No lo odiaba ni le guardaba rencor, pero qué bien hizo al alejarse de ella antes de hacerle más daño.

Narra Metatrón

Después de esa charla un tanto incómoda con Sandalfón me encontraba sobrevolando las calles de Londres, debía hablar con David y saber si habían avances con Zenda acerca de sus poderes o si había tenido visiones nuevamente, pero al mismo tiempo debía advertirlo y a Zenda de que los ángeles podrían estar tras ella, lo mismo los demonios.

En el fondo y aunque odiaba admitirlo, necesitaba la ayuda de Azrael, aunque sabía que él no tomaba bandos, sin embargo necesitaba consultarle si había posibilidad de que él mismo le hiciera una visita en persona para que le enseñara algo de sus poderes o peculiaridades.

-¿Tuviste algo de suerte con Zenda?-. Le preguntaba a David una vez me manifesté tras él en la biblioteca y lo asusté ante mi inesperada llegada, aunque en mi voz había algo de preocupación.

-Al menos pude descubrir lo que le ha estado pasando desde que tuvo sus poderes, solo que aún no sé cómo hacer que los despierte o use con moderación-. Lo miré arqueando una ceja, me sentí un poco frustrado pero no era culpa de David, honestamente yo tampoco sabía cómo diantres hacer que ella no solo usara sus poderes sino que aceptara sus yo internos.

-¿Y qué ha sido eso David?-.

-Bueno, voces supongo que son tus hermanos tratando de localizarla y espero equivocarme-.

-Lamento decirte que no David-. Él me miró y también noté que debajo de esa faceta de joven rebelde y serio, escondía una vulnerabilidad y preocupación por aquella chica, suspiré antes de responderle. -Sandalfón quería saber si ya le había dicho lo que ella era en realidad, no lo he hecho por miedo, pero también me preocupa que los ángeles la estén buscando y no solo eso los demonios también podrían contactar con ella mediante su aura demoniaca-.

-También me preocupo por ella-. Lo miré en shock y algo escéptico ante lo que dijo, parpadeé un par de veces. 

-Espera, ¿Qué?-.

-¡Sí maldita sea, me preocupo por ella!-. Su abuelo que recién llegaba lo escuchó y también se quedó incrédulo ante lo que escuchaba de los labios de David. -¡Es una niña por Dios santo!, debería estar qué sé yo, escuchando a sus payasitos del infierno o con su gato, no en esta encrucijada-...

Semanas después...

Narrador Omnisciente

Algunas semanas habían pasado desde que Zenda había terminado su entrenamiento de combate con armas y manejo de sus poderes, además de ello sus dotes en combate también había mejorado y le había dado en más de una ocasión una paliza a los demonios que Agaliarept había reclutado y esta era una de esas ocasiones. Había aprendido a comunicarse telepáticamente con Metatrón, controlar las voces en su cabeza y percibir las auras tanto de ángeles como de demonios, eso sumado al hecho de que incluso podía controlar a los demonios con solo hablarles, los inmovilizaba o simplemente chasqueaba los dedos y estos regresaban al infierno abandonando a la persona que poseyeron.

David luchaba contra los demonios usando su navaja mata demonios, además de sus dotes de combate intercambiando patadas y puñetazos, además de ataques con sus poderes mágicos. Metatrón los apoyaba usando sus poderes celestiales para matar al demonio y su recipiente, siguieron luchando hasta que Zenda por órdenes de Metatrón habló.

-Regresen a donde pertenecen-. Dijo mientras sus ojos adquirían un color diferente cada uno, simbolizando luz y oscuridad, las personas poseídas se desplomaron y los demonios abandonaron sus cuerpos, Zenda suspiró después de ello, su ánimo no era bueno.

-Eso fue increíble Zendy-. Exclamó David feliz mientras se aproximaba a ella para felicitarla por el resultado de la pelea, mientras Metatrón se encargaba de revisar que ninguno de los humanos tuviera heridas o algo después de el exorcismo.

-No, no lo fue, fue una mierda-. Tanto el profeta como el ángel la miraron sorprendidos por lo que había dicho, no se esperaban que la chica gótica y salvadora de ellos hablase de ello de esa forma.

-¿Por qué dices eso?-. Preguntaba David preocupado por ella y acercándose bastante preocupado por la chica aunque no fuesen amigos de toda la vida, eso no quitaba que aunque fueran compañeros de equipo para salvar al mundo, iban a actuar indiferentes uno con el otro solo por ese amor/odio entre ambos.

-Estoy cansada Dave-. Lo miraba a los ojos, los tenía algo aguados por la carga de emociones y poderes que todo esto le estaba produciendo. -Creí ingenua y estúpidamente que esto sería como alguna aventura de esas que acostumbro a leer o algo, pero... Es demasiado para mi-. Soltaba un suspiro antes de comenzar a caminar lejos y David trataba de detenerla sin éxito, sabía que no podía forzarla. -Lo siento, pero no puedo ser la salvadora que ustedes quieren que sea-...

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