CAPÍTULO SIETE: LA PROFECÍA
Narra David
El verano ya había terminado, lo que significaba de debía volver a la Universidad y alejarme un poco de mis labores de profeta y actuar como adolescente universitario normal, además de que por mi mente rondaba una pregunta: ¿Cómo haría para descubrir si Zenda era una infiltrada del Infierno que quería espiarnos?, seguí caminando hacia mi salón para mi clase de Lenguas, algo fundamental tanto para mi profesión de profeta como para mi vida diaria. Mientras esperaba a que llegara el profesor vi entrar a alguien que no esperaba ver en ese salón.
-Genial, me toca compartir puesto contigo bibliotecario-. Decía Zenda mientras se sentaba a mi lado, no habían más lugares, no me negué, además podría estudiarla un poco más.
-Oh vamos, no es para tanto, chica gótica-. Le respondí mientras sacaba mi libreta de clases, volteé a verla y noté que leía algo relacionado sobre Angelología y Demonología, sí el libro se lo había dado yo, pero me seguía pareciendo extraño e interesante su fijación por esos temas, alcé las cejas y ella pareció notarlo.
-¿Algún problema?-. Respondió con su habitual tono sarcástico, tan característico de ella, solo pude reír un poco ante de poner la cara más seria que pude y hablarle.
-No, ninguno-. Contesté. -Es solo que me parece interesante todo ese tema de demonios y ángeles, cosas celestiales, bien y mal, la guerra eterna, la rivalidad Miguel/ Lucifer...-.
-Bien por ti-. Me dijo ella centrándose más en su lectura, esa chica me intrigaba, necesitaba sacar toda información posible de ella y seguir un plan para desmentir su verdadera identidad en caso de que fuera un demonio, algo raro había con ella y debía descubrir qué era.
-¿Siempre eres así de irritante?-. Le dije con toda la intención de fastidiarla.
-¿Y tú siempre eres así de entrometido?-. Me respondió ella sosteniendo la mirada, estaba por responder algo cuando llegó el profesor a dar la clase, Zenda cerró su libro antes de dejarlo a un lado para prestar atención a la clase, esto no se iba a quedar así. El profesor comenzó a darnos sus clase sobre las lenguas romance, Zenda de vez en cuando tomaba apuntes sobre la clase, era una chica aplicada como yo, de un momento a otro el profesor comenzó a hablar sobre el uso del Latín en algunos casos ya que esa lengua había dejado de usarse y actualmente era inusual encontrar a alguien que lo hablase; en el caso de nosotros los profetas lo hacíamos todo el tiempo ya fuera para rituales, exorcismos, hablar en clave entre nosotros o con los ángeles.
Después de dos horas de clase, vi como Zenda salía apresuradamente del salón a su próxima clase, me apresuré a seguirla, no debía perderla de vista, iba caminando con sus auriculares puestos y leyendo ese libro, estaba por alcanzarla cuando sentí una punzada en mi cabeza, mis ojos se tornaron naranjas a la par que veía las siguientes imágenes:
Una chica se alzaba en medio de ángeles y demonios, tenía sus alas negras y cuernos relucientes, todo se quedaba en silencio mientras que un grupo la miraba elevarse, sujetaba una espada y la apuntaba al pecho de Lucifer, el cuál estaba algo herido y golpeado, tenía sus ojos bicolores, representando la dualidad de su ser. La guerra celestial al parecer estaba por terminar y todos estaban a la expectativa de si la chica mataba o no al Rey de los Infiernos, tenía una mirada de determinación, tenía cabello negro y vestía una armadura digna de una reina...
-No puede ser cierto-. Dije, esa profecía o visión me había dejado desconcertado, debo avisar a Metatrón y a mi abuelo...
Narra Zenda:
¿En serio el mundo tenía que ser tan pequeño como para encontrarme con ese egocéntrico bibliotecario hasta en mi universidad?, me pregunté mientras seguía caminando a mi siguiente clase de Química, teníamos un examen bastante importante sobre Alcalinos, estaba segura de que lo aprobaría porque me había gastado parte de mis vacaciones estudiando para ello, además de buscar información o pistas sobre las visiones que había tenido, por eso tenía el libro sobre ángeles y demonios que él me había dado y se lo agradecía, pero... ¿Quién era esa chica que siempre se manifestaba en mis sueños y en mi mente?, ¿Sería importante para algo?, ¿Tendría relación con ella?
-Noticia de última hora, el profesor no vendrá-. Me dijo uno de mis compañeros me dijo eso mientras pasaba por mi lado, suspiré frustrada. Me daba impotencia cada vez que me preparaba para cualquier cosa y terminan cancelando a último momento, incluso con mis ex amigos me pasaba, razón por la cuál discutimos y con la mayoría no pudimos llegar a un arreglo.
-Gracias-. Le dije antes de poner play a mi música y continuar leyendo, no dudaría mucho en el salón gracias a la bulla de mis compañeros que parecían imbéciles gritando y corriendo por todo el salón, odiaba cuando no podía tener un rato de paz para disfrutar mi música y leer, algo que no parece importarle a todos los jóvenes, no quiero juzgar a nadie, pero mis compañeros y demás jóvenes parecen interesados en las fiestas, alcohol y descontrol. La primera idea que cruzó por mi mente fue ir a la biblioteca, el único lugar no tan concurrido de mi universidad y esperaba no encontrarme con nadie indeseado o fanático camino allí.
Entré en la biblioteca y busqué el sitio más alejado para poder seguir escuchando mi música sin que me corrieran de allí y es que a veces la bibliotecaria de la universidad era como la señora Pince de Harry Potter, estaba sentada y leyendo más sobre Miguel, sobre cómo él había desterrado a Lucifer por rebelarse contra Dios cuando una conversación me llamó la atención, venía del estante de detrás de mi, me acerqué para escuchar.
-Te lo digo en serio abuelo, la chica parece ser de quién habla las profecías-. Me quedé en shock al escuchar esa voz reconocidamente fastidiosa, era David, ¿De quién hablaban?...
Narra David
-Te lo digo en serio abuelo, la chica parece ser de quién habla las profecías-. Le dije a mi abuelo mientras hablaba con él por teléfono y buscaba un libro que hablaba sobre el padre Amorth, debía prepararme al 100% sobre el tema de exorcismo, en especial después de la petición de mi abuelo para vigilar a Zenda, debía estar listo en caso de que ella fuera más mala que buena, aunque me desconcertaba la profecía que había visto, me parecía increíble lo que ví, hasta incluso me negaba a aceptarlo.
-¿Cómo lo descubriste hijo?-. Él me decía así, debido a la ausencia de mi padre y las historias que él me había contado sobre el infierno y todo lo que le pasó, mi abuelo era mi figura paterna, sonreí al escucharlo decirme así pero luego recordé el motivo de la llamada.
-Salí de clases, y tuve una visión-. Se quedaba callado, eso me instó a seguir hablando. -Esa chica definitivamente es importante para nosotros-.
-Bien haremos algo hijo-. Puse mi rostro más serio para escucharlo. -Después de tus clases nos veremos en la biblioteca con Metatrón, seguro él sabrá cómo manejar esta situación y espero que ella sea nuestra esperanza, porque no hay muy buenas noticias-.
-Está bien, nos veremos allá-. Recordé lo último que dijo.-¿Malas noticias?-.
-Si, pero Metatrón te dará más detalles sobre eso-. Asentí encontrando por fin el libro que buscaba. -Y David, sigue vigilando a esa chica de la que me hablaste, aún no es seguro saber si confiamos en ella, primero debemos cerciorarnos de si es quién dices que es, nunca sabemos si puede haber alguien espiándonos o las cosas se tornan turbias-.
-Si señor-. Corté la llamada, y seguí leyendo por un rato textos sobre profecías, necesitaba informarme sobre ese don que mi familia ejercía, de vez en cuando veía la marca de Dios y el amuleto que tenía, en mi caso llevaba el amuleto San Benito, patrono de los exorcistas (por así decirlo), según los demás profetas, el monje que nos servía como protección para los demonios. Al cabo de media hora salí de la biblioteca para comenzar a caminar a mi siguiente clase, debía seguir manteniendo mi promedio de niño prodigio.
Narrador omnisciente
Mientras iba caminando, David pensaba en lo que había dicho su abuelo sobre las malas noticias mientras se preguntaba: ¿Tan grave era que incluso las palabras salían de la boca del mismo Metatrón?, pero había algo más que lo inquietaba... ¿Su visión sería correcta?, aquella chica arrogante que era su compañera de clase y universidad sería la salvación de la raza humana en caso de aproximarse otra guerra.
Los Cielos llevaban mucho tiempo buscando a Agaliarept y a Lucifer, habían hecho de todo, desde enviar encubiertos a la tierra hasta torturar demonios fracasando en conseguir información sobre alguno de los dos o los dos. Por otro lado Zenda también tenía sus preguntas remolinadas en su mente mientras caminaba, ¿A quién se referiría David en esa conversación con la otra persona?, ¿De qué clase de salvación hablaba él?, en pocas palabras... ¿De qué estaba hablando David y qué relevancia tiene ese tema?, pasaron unas cuantas horas para que terminaran las clases y ella saliera disparada hacia la biblioteca para devolver los libros y si se daba la posibilidad sonsacarle información a David.
David se encontraba en la biblioteca, como era costumbre él estaba con sus mangas arremangadas, para dejar a la vista sus tatuajes... Había discutido un poco con su abuelo por esos tatuajes porque no cumplían su "estética de profeta", sin embargo de alguna forma había logrado convencer a su abuelo de que lo dejara tatuarse su símbolo de protección; al final a Duncan no le quedó de otra que resignarse con su "hijo" rebelde. Pensaba en cómo utilizar el agua bendita para ver la reacción de ella, si Zenda era demonio debía andar preparado en caso de que las cosas se pusieran de vida o muerte, estaba tan concentrado en su trabajo que no notó cuando Zenda entró en la biblioteca.
-Antes que nada solamente vine a devolverte los libros, no para una plática amena-. Le decía Zenda algo seria a David mientras que ruidosamente colocaba los libros en la mesa de la entrada.
-No te hace nada mal decir "Hola, vengo a devolverte los libros, gracias por tu ayuda David", pero en fin..¿Necesitas algo más Zenda?-. Respondía David tratando de mantener su plan y su paciencia al límite para descubrir las verdaderas intenciones de Zenda.
-Odiaré decir esto pero tienes razón David-. Confesaba Zenda con una sonrisa, si ella quería que su plan funcionara, debía dejar de ser algo hostil con el chico. -Quería devolverte los libros y vengo por otros, además pensaba que tal vez tú podrías ayudarme con el tema-.
-¿Ayudarte yo a ti?-. Decía David con fingida sorpresa pero sonriendo tontamente. -Claro que si, solo dime qué necesitas-.
-Bueno, como sé que sabes del tema... Pensaba que tal vez podrías darme alguna asesoría o buscar más libros sobre eso-.
-Ok, pero solo por mera curiosidad... ¿Por qué te interesa tanto el tema?-.
-Bueno, suelo leer sobre esos temas por interés propio, además pensaba hacer una tesis sobre el tema de la religión y eso-. Parte de lo que le dijo era verdad, pues Zenda no se atrevía a decir algo sobre sus sueños con otra persona que no fuera su mamá. -Así que David, ¿Me ayudarías por favor?-.
-Bueno, si lo dices así claro que puedo ayudarte con más libros, además por si no lo notaste también soy algo apasionado por esos temas-. Decía mientras recogía los libros y la miraba mientras la analizaba, lo primero que miró fue sus ojos que no tenían nada extraño aunque eso no era suficiente para dar por zanjado el hecho de que no era un un demonio encubierto, así que era momento de poner en marcha su segunda parte del plan para poder usar el agua bendita.
-Gracias-. Decía mientras lo veía irse por más libros, en eso aprovechaba para dar un vistazo a la biblioteca a ver si veía algo raro o inusual, por otro lado David iba por más libros para ella, cogía el agua bendita pero estaba tan distraído pensando en cómo hacer para descubrir si era o no demonio que cuando volvía para entregarle el libro tropezó derramando el agua bendita de lleno en el cabello y rostro de Zenda.
-En verdad lo siento Zenda...-. Decía mientras suspiraba aliviado al saber que ella era humana, pero aún estaba algo en su mente, la visión que tuvo sobre esa chica.
-¡Eres un idiota maldita sea!-. Le gritaba Zenda mientras se limpiaba el agua. -No entiendo como puedes ser bibliotecario si eres tan despistado, antes no me arrojaste un libro o algo a la cabeza-. Tomaba los libros y sin decirle gracias salía molesta de ahí, dejando a David entre aliviado y pensativo; escuchaba un aleteo detrás de él era Metatrón y estaba acompañado de su abuelo.
-Sí que eres el amo de la sutileza David-. Le decía Metatrón con una sonrisita burlona.
-Cierra la boca-. Le responde algo enfadado mientras lo mira, su abuelo solo rodaba los ojos y carraspeaba. -Cierto, ¿Qué es lo que está pasando Metatrón?-.
-Bien, las cosas en el Cielo están bastante mal, jodidas por decirlo de alguna forma debido a que alguien mató a algunos ángeles y ayudó a Agaliarept a escapar y puedo hacerme la idea de quién pudo ser-.
-Espera espera... ¿Me estás diciendo que a ti, el heraldo del Todopoderoso, la mismísima voz de Dios, el escribano, el arcángel más poderoso debajo de Dios, te pateó el trasero un demonio de bajo rango?-. Le preguntaba incrédulo y algo burlón mientras cruzaba los brazos, eso pareció enfadar a Metatrón.
-David no era cualquier demonio, era el mismo Satanachia uno de los del círculo más cercano a Lucifer, su segunda mano derecha si se puede decir así, y no te preocupes por él está muerto porque el mismo Agaliarept lo mató antes de irse del Cielo para ser un tirano, David las cosas están de mal en peor...-.
-¡Ah!-. Gritaba David mientras sus ojos tenían un tono naranja-
-¡David!-. Exclamaban al tiempo al verlo así de débil y adolorido
-La chica... Encontrarla-. Hablaba vagamente mientras la cabeza le dolía a rabiar y lo siguiente se proyectaba en su mente:
Una chica de vestimenta gótica y estilo rockero, correspondía al nombre de Zenda. La chica tenía en su interior gracia de ángel que le fue transferida por una Serafín antes de morir mientras la chica estaba en la sala de un hospital, justamente en el área de recién nacidos, pero no pareció importarle a la Serafín que siguió su cometido vertiendo la gracia contenida en el frasco antes de morir finalmente, envolviendo la habitación en una luz cegadora de color blanco.
Pero por otro lado, la chica también tenía sangre de demonio en su interior, la adquirió cuando un Primer Ministro Infernal la visitó en una cama de hospital en la cuál se encontraba la joven por una fiebre fuerte que tuvo, el Primer Ministro sujetaba uno de sus brazos para inyectarle la sangre de demonio, sangre de él mismo en ella mientras sonreía de manera maniática antes de llenar la habitación con un polvo negro y desaparecer como si nada...
Zenda caminaba mientras las vestimentas de ella comenzaban a derretirse para dar paso a una armadura entre negra y gris, que dejaba a la vista las piernas de Zenda, en una de sus piernas llevaba una correa con una daga, botas de acero que le llegaban a sus rodillas, una capa. Estaba con sus cuernos y alas desplegadas mientras caminaba entre ambos ejércitos celestiales y demoníacos hasta llegar a Lucifer, sujetando dos espadas tal y como era su ser, ella era la Dualidad que los salvaría.
-Debemos encontrar a Zenda, ella es la chica de las profecías-...
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