CAPÍTULO OCHO: ENCARGO
Narra Metatrón
Después de escuchar esa frase de David me sentía orgulloso de él por la evolución que había tenido en su crecimiento como profeta del señor y cazador de demonios, pero también estaba preocupado por la visión del profeta rebelde (como me gustaba llamarlo), pero las cosas estaban hechas un caos completo en el Cielo con la fuga de Lucifer, la rebelión de Agaliarept, los demonios sueltos, eso sumando la profecía de David que aún terminaba de asimilar, ¿En realidad nuestra salvación iba a ser una chica híbrida entre dos enemigos naturales como lo eran un ángel y un demonio?
-A ver David, ¿Qué viste?-. Preguntaba tratando de calmarme, sujetando el puente de mi nariz.
-Ok, vi a Zenda y cómo adquirió sus dones por así decirlo, una Serafín y un Primer Ministro del Infierno fueron los responsables de ello-. David se tomaba el rostro para calmarse y suspirar antes de seguir hablando. -Ella por alguna razón fue seleccionada por el Creador para salvarnos, lo entiendo pero lo que no entiendo es: ¿Por qué los ángeles y los demonios tuvieron interés en ella?-.
-Hijo sabes de sobra que a los demonios no les importa escoger una víctima inocente para sus actos-. Hablaba su abuelo mientras le tendía un vaso con agua, de todos modos ese proceso agotaba al profeta físicamente.
-Lo sé, ángeles también pero estoy algo pensativo... Estaría menos asustado si Zenda fuera un demonio-. Tanto yo como Duncan lo mirábamos serio, no conocíamos a la chica pero no era agradable que David dijera eso.
-¿Te parece apropiado decir eso, rebelde?-. Hablé con mi típico tono de voz autoritario.
-Mierda, a lo que voy es que ahora estamos tratando con una Nephalem y me atrevería a decir que sería la primera registrada en su especie a menos que tú nos digas que ya existió alguien así en la historia-.
-No, es la primera vez, hasta yo estoy sorprendido de esto-. Sentí un llamado del Creador, era un llamado urgente. -Me disculpo, el Creador me llama-. Y con un aleteo desaparecí del lugar, sobrevolando los aires, iba con algo de velocidad ya que todo me tenía nervioso, y sé que no debería sentir nada pero a veces ni siquiera nosotros como seres divinos o perfectos nos escapábamos de sentir levemente emociones mundanas. Apenas llegué descendí con elegancia, guardé mis alas y caminé hacia donde ÉL me esperaba, estaba tan pulcramente vestido, irradiando gracia; volteó a verme.
-Ahí estás Metatrón-. Hice una breve inclinación de cabeza ante él mientras él se me acercaba para dialogar. -Metatrón, debo encargarte una misión bastante importante que no encomendaría a otra persona y menos cuando fuiste tú mismo quién escuchó la profecía-.
-¿Qué misión sería mi señor?-.
-Como sabes, debes encontrar a la chica Metatrón-. Asentí pero necesitaba ayuda, ¿Cómo iba a tratar yo a una Nephalem, si alguien sabía sobre la extrañeza y dualidad del asunto era Azrael, así que debía consultar con él, el Creador siguió hablando. -Debes encontrarla y ayudarla a entender su propósito y ayudarla a aceptarlo.
-Si señor-. Hice una última reverencia antes de desplegar mis alas e irme a buscar a Azrael, no fue tan difícil encontrarlo, estaba justamente en un lugar oscuro y frío como los que le gustaba frecuentar, estaba en su propia guarida: Una cueva que tenía una entrada con forma de calavera y antorchas hechas con huesos, una de ellas era blanca con runas doradas y la otra negra con runas rojas acorde a la personalidad doble de él, entré y ahí estaba de espaldas a mí con sus piernas cruzadas, flotando en el aire, con sus alas encerrándolo.
-Ah, Metatrón... No te esperaba en mi humilde morada-. Dijo él antes de que yo pudisese siquiera abrir la boca. -¿A qué has venido?-.
-Necesito tu ayuda-. Escuché cómo se rió ante mis palabras, para luego abrir sus alas y descender al suelo, se giró para verme y guardó sus alas.
- Déjame ver si escuché bien, ¿El heraldo de Dios, pidiendo ayuda a mi?-. Se rió de nuevo, eso solo me hizo dedicarle una mirada seria y fulminante, cosa que bastó porque me devolvió una mirada similar antes de hablar. -¿Sobre qué?-.
-David, el nieto de mi amigo oxigenado como lo llamas tú, tuvo una profecía-. Cruzó sus brazos e hizo una señal como instándome a hablar, moviendo su enguantada mano. -Como sabes ahora estamos en una casi guerra celestial nuevamente, Agaliarept escapó, no hay rastros de Lucifer...-.
-¡Ve al grano, ¿Quieres "plumas"?!-. Me interrumpió con impaciencia, dejándome con una cara de idiota y enojo al mismo tiempo, rápidamente me apresuré a contarle, además a él no le importaba mucho la situación nuestra porque no tenía un bando; solamente estaba ahí para reclamar lo suyo: Las almas de los caídos.
-Bien, nuestra salvación o no sé si te incumba, es una híbrida-
-¿Híbrida?, ¿De qué especies se trata, humano-ángel, demonio-humano o qué?-. Noté como la mirada de Azrael pasó de su típico enojo disfrazado a una de interés puro en Zenda, incluso si lo conocía hace milenios, él nunca dejaba de sorprenderme y a veces me asustaba un poco los cambios de humor que podía tener, porque sabía que cuando Azrael mostraba su lado demonio, era peligroso y letal a diferencia de su lado bondadoso o tierno que rara vez veíamos.
-Siendo más específicos es una unión antinatural entre demonio y un ángel, así que pensé que como eres alguien que ha vivido en carne propia...-.
-No digas nada más, tienes mi apoyo-. Escuché que dijo, su tono de voz era el de una felicidad pura y sonreía.
-Gracias, supongo-...
Narra David
Metatrón se había ido porque había sido llamado por el Creador, mi abuelo y yo nos quedamos pensativos acerca del asunto, si bien le debía una disculpa a Zenda por mi torpeza, ahora debía buscarla para ayudarla a entender sus sueños y darle pistas sobre su misión y propósito, además de aprender a manejar mis profecías y visiones sobre ella, suspiraba un poco antes de escuchar la voz del Creador resonando en mi mente, taladrándola.
-David, debes ayudar a la chica de manera sutil, además de descifrar mensajes que nos permitan ayudarla a ella y a nosotros mismos, cualquier información que sea útil sobre los planes de Lucifer y sus súbditos-.
-Si señor-. Suspiré algo abatido mientras tomaba mi rostro y lo escondía en mis manos, estaba perdido, ¿Cómo demonios iba a ayudar a Zenda si nuestra relación no era precisamente la mejor de las mejores?, esto iba a ser difícil. -Maldita sea-.
-¿Qué pasa hijo?-. Preguntó mi abuelo apretando mi hombro en señal de apoyo.
-EL señor ha hablado, me ha dicho que debo ayudar a Zenda a entender su propósito, además debo descifrar y buscar pistas que nos permitan saber qué planean los de abajo, el problema es que la chica no querrá verme luego de que he actuado como un imbécil con ella-.
-No te preocupes hijo, la torpeza es parte del gen Frederick-. Lo miré con una ceja arqueada y con duda en el rostro. -Fue una torpeza lo que me permitió conocer a tu abuela y el resto de la historia ya lo sabes-.
-Lo sé pero... ¿Qué pasó con mi padre?-. Noté cómo se tensó ante mi pregunta, no era la primera vez que sucedía eso, si bien no evadía mi pregunta nunca encontraba la respuesta para ello, solo respondía con monosílabos o contaba la versión a conveniencia, solamente me hablaba de mamá que murió en extrañas circunstancias, siempre mencionó que mamá murió durante mi parto. Mi abuelo simplemente suspiró antes de responderme.
-Hijo, lo que pasó con tu padre es algo que aún me pesa en mi ser-. Sus ojos se aguaron, al parecer ese recuerdo aún se mantenía vivo en su memoria. -Tu padre, Ethan se rindió-.
-¿Dices que él se quitó la vida?-.
-No hijo, a lo que voy es que...-. Suspiraba y algunas lágrimas caían de su rostro con algunas arrugas y canas, no se veía tan viejo a su edad pero si destrozado y eso lo odiaba, odiaba ver a una persona que estimo, admiro y amo romperse ante mi. - Tu padre era uno de los mejores de la orden de cazadores y profetas, su trabajo siempre impecable y sin errores, la clase de persona que piensas que jamás te daría la espalda o se cambiaría de bando-. Tomó aire antes de continuar con la historia-. Hasta que un día, él fue asignado a una misión, debía ir a evitar un ritual en una iglesia oculta y selectiva, solamente la antigua orden de Caballeros Templarios y nuestra orden llamada "The God-Hunters" conocía la ubicación-.
-Entonces, ¿Alguien filtró información?-. Mi abuelo asintió y puso rostro serio, combinado con decepción, culpa y enojo.
-Si, pero no imaginas de quién se trataba-.
-No, no me digas que él...-.
-Si hijo, tu padre vendió su alma y pactó con el mismo S para ello...-...
HACE UNOS CUÁNTOS AÑOS ATRÁS...
Ethan Frederick, uno de los mejores y líderes de la orden de "The God-Hunters", era un hombre recto, serio y decidido. Además era conocido como uno de los esposos más amorosos, respetuosos y leales a sus mujeres. Ethan parecía ser el hombre perfecto que toda chica desearía: Guapo, atlético, inteligente, detallista y sobre todo, protector y dispuesto a arriesgar su vida por los que ama. Por eso Dios lo había elegido para ese trabajo arriesgado, además de su historial como creyente fiel y casi ciego del creador. Cada misión que le era asignada a él o a su equipo la desempeñaban con eficacia y erradicaban el mal, salvaban a las personas y cazaban los demonios que andaban sueltos por ahí.
Sin embargo, un día Ethan tendría la misión que marcaría para siempre a la familia Frederick. Ethan era el candidato perfecto para ocupar el rango más importante de la orden. Todos sabían que muy pocos cazadores y profetas lograron el mayor rango entre la órden que era: Profeta-cazador y exorcista en jefe, a lo largo solo hubo siete reconocidos miembros con ese rango. Ethan quería tener ese poder en su mano, quería ser más que un simple líder profeta-cazador y estaba dispuesto a hacer lo necesario por conseguirlo.
Aquella misión era peligrosa, debían enfrentar a uno de los demonios más cercanos a Lucifer junto con Agaliarept, debían enfrentarse contra el mismo Satanachia, todos iban armados con sus espadas flameantes y bendecidas, sin embargo Satanachia era más que un simple demonio de encrucijada, los chicos de Ethan comenzaron a atacarlo pero Satanachia absorbió las almas de algunos, a otros los mató y a otros simplemente los paralizó y envió lejos, solo quedaba Ethan que estaba devastado, sintiendo que Dios lo había abandonado, no había logrado salvarlos y eso solo aumentó su ira y pérdida de fe en el Creador.
-¡Te odio maldita sea, eres un ser unútil!-. Decía llorando y mirando al cielo con ira sin saber que alguien lo escuchaba tras él, Lucifer lo oía. -¡Sacrificamos nuestras vidas en tu nombre, ¿Para qué?!
-¿Problemas con mi padre?-. Habló Lucifer mientras caminaba a él, Ethan volteó a verlo.
-Mi Lord-. Dijo arrodillándose ante él, renunciando a sus principios y promesas, Lucifer lo miró antes de tomar su mentón. -Quiero unirme a sus tropas, quiero servirle y serle leal, quiero renunciar a esta patética vida de cazador y tonto profeta.
-Bien, ¿Aceptas el precio por ello?-. Ethan lo pensó y propuso algo.
-Ofrezco el alma de mi esposa y la mía-. Eso pareció complacer a Satán que sonrió maniaticamente antes de tenderle la mano, Ethan la tomó sintiendo cómo su alma abandonaba su cuerpo y sus ojos pasaban a ser completamente negros. Ethan había muerto para la orden, pero la verdad era que él se había vendido a Lucifer...
-Entonces mi padre... ¿La vendió sin más?-. Mi abuelo asintió con las lágrimas derramándose, me abrazó para romper a llorar y lo acepté, también quería llorar al enterarme de eso, ahora entendía el porqué mi abuelo se esforzó tanto en que no supiera la verdad, aún más cuando él estuvo a nada de caer en la misma tentación cuando me contó su travesía por los círculos del infierno. -Eso explica porqué mamá murió mientras nacía-.
-Si, y temía que eso pasara conmigo-.
-Lo entiendo, sin embargo tú pudiste y no cediste ante la tentación, esa es una de las razones por las que te admiro-. Mi abuelo sonrió al escucharme decir eso y me abrazó con fuerza, con orgullo.
-David, ¿Puedo preguntarte algo?
-Claro papá, dime-. Era la primera vez que le decía así, él sonrió pero notaba la preocupación en su cara, suspiró antes de hablar.
-Hijo, ¿No estás molesto con que yo haya renunciado y te haya metido en este mundo siendo tan jóven?-.
-¿Por qué debería estarlo?-. Respondí con una sonrisa. -Al menos lo hiciste por una buena razón papá, lo hiciste para protegerme y ahora yo haré lo mismo por ti-. Cogía mi chaqueta y las llaves de mi auto. -No te voy a defraudar papá, iré y encontraré a esa chica para enmendar mi error y salvar al mundo-.
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