CAPÍTULO DOCE: EL LIBRO DE MR. FREDERICK
Narra David
Luego de haber quedado bajo Zenda, regalado una sonrisa y haber acomodado ese mechón de pelo en ella provocando no solo que me sonriera, sino que nuestra actitud cambiara a una menos hostil, me aparté de ella casi abruptamente dejándola un poco desconcertada y con la extrañeza en su rostro. No sabía cómo disculparme ante el cambio repentino de la actitud hacia ella, pero me era claro que debía buscar una excusa creíble. Aunque yo tratase de negarlo, me preocupaba la chica.
-Claro-. Dijo ella ayudándome a parar para seguir con la fase de ayudarle a controlar y despertar aún más sus poderes, pero sabía que quería una explicación. -¿De verdad estás bien o te falta un tornillo?-. Me hizo reír un poco, jamás faltaba su comentario "cortante" o sarcástico.
-Honestamente pequeña, me faltan muchos tornillos-. Dije riendo de nuevo mientras buscaba un enorme libro con toda la información contenida sobre los demonios y ángeles que existían. -Supongo que ya conoces toda la historia de Miguel y Lucifer-.
-Si, incluso soñé con "La Gran Batalla" entre los dos hermanos, supongo que ese sueño fue el que detonó los que venían a continuación-. Expresó mientras se acercaba a mirar el libro, con la intención de entender el porqué le pasaba ello. -¿Pero qué tiene que ver esto conmigo?-.
-Bueno... No sabría decirte con exactitud peque, pero asumiré que es por tus poderes o por quién eres en realidad, y no solo me refiero a la chica gótica que le gusta leer sobre esos temas y derribarme-.
-No es mi culpa que no sepas aguantar un combate-. Respondió con su actitud habitual, mientras seguía leyendo. -Además, ¿Cómo sabré qué poderes tengo o siquiera cómo usarlos?, es más... Ni siquiera sé porqué o cómo los obtuve-.
-Esa es la parte complicada peque, aunque no cuestiono lo que el Creador haga-. En parte le creía y en parte sabía lo que le había pasado gracias a mis visiones, aunque no sabía cómo revelarse esa parte de su pasado a ella, temía una reacción que definitivamente la alejara de todo esto. -Pero podría enseñarte a usarlos ya que bueno, yo también tengo dones-.
Narra Zenda
Lo último que dijo atrajo completamente mi atención, ¿Así que David también era una especie de elegido también?, también me preguntaba qué clase de dones tenía él, y al mismo tiempo me preguntaba si él podía ayudarme un poco con mis dones. Aún no terminaba de entender cómo había podido matar a ese demonio, últimamente me habían pasado cosas extrañas: Las voces en mi cabeza que no sabía de qué o quiénes eran, la manifestación de Metatrón, el cómo había percibido esa extraña aura y el cómo maté a ese demonio con mis manos.
-¿En serio?-. Él asintió manteniendo esa maldita sonrisa habitual, su maldita sonrisa perfecta mientras despegaba la vista del enorme libro con pasta de cuero y caligrafía similar a la de los elfos de J.J.R. Tolkien. -¿Cuáles son?-.
-Como Metatrón debió haberte dicho, soy profeta y cazador de demonios-. Asentí mientras me sentaba sobre la mesa y cruzaba las piernas para no dejarlas colgando, me senté en pose Buda. -Entonces tengo la capacidad de ver pasado, presente y futuro-.
-¿Como las Moiras?-.
-Algo así, solo que por suerte conservo mis dos ojos-. Reímos un poco por el comentario del chico, comenzaba a notar que teníamos ciertas similitudes en personalidad, gustos, aficiones y un poco en vestimenta. -Solo que tengo mis revelaciones cuando Dios quiere enviarme un mensaje o algo-.
-¿O sea que tú puedes escuchar a Dios directamente sin desintegrarte?-. Cuestioné con bastante curiosidad ya que Metatrón me había platicado que era imposible que un ser humano como nosotros lo escuchara directamente, por eso Metatrón actuaba como intermediario entre ambos planos, David asintió con algo de orgullo -Pero, ¿Cómo?-.
-Bueno, así como tú, yo también fui escogido-. Respondió mientras me mostraba una diminuta cicatriz en su antebrazo izquierdo, cerca de la muñeca con un diminuto trueno, rayos y una frase escrita en otro idioma que desconocía. -Cuando Dios te elige como profeta, después de generaciones, te deja esta marca... Además de tus primeras revelaciones que por lo general son el inicio del todo, Adán y Eva con la tentación, ya sabes cosas básicas y cuando eso pasa te da una terrible jaqueca y tus ojos se vuelven naranjas, pero solo puedo escucharlo telepáticamente-.
-¿Y qué haces con esas revelaciones o profecías?-. Pregunté de nuevo mientras caminaba por la biblioteca hasta que un libro de pasta negra con un símbolo (al parecer de una orden), unas iniciales que eran "D.F." en la esquina inferior derecha, lo tomé con cuidado para examinarlo.
-Por lo general suelo anotarlas en un libro, aunque si me lo preguntas es más una libreta o diario-. Decía como si estuviese buscando algo casi con desespero.
Narra David
-¿Algo como esto?-. Preguntó ella sosteniendo en alto justamente lo que estaba buscando, mi libreta en donde anotaba mis profecías cada vez que me eran reveladas, además de otra información que tenía en ella, en especial la profecía que tenía sobre ella.
-Si, ¡Dame eso!-. Se lo arrebaté algo enojado y asegurándome de que no le hubiera dado un vistazo, ella me lo entregó con una ceja arqueada.
-Ok-. Dijo aún sin entender mi comportamiento. -¿Qué es ese libro en realidad?-.
-Es mi libro de profecías-. Le respondí con la verdad mientras lo ponía en un cajón, lejos de los otros libros de la biblioteca y seguía mirando el enorme libro que había sacado antes, necesitaba buscar una forma de ayudarla con sus poderes, aunque sinceramente no sabía cómo hacerlo y respecto a las profecías, aún no me atrevía a decirle completamente todo.
-¿Por qué te molesta tanto que lo lea?-. Aquella pregunta me hizo dudar un poco, me rasqué la nuca nerviosamente antes de responderle.
-Bueno, no es que me moleste Zenda, es que el libro es algo complejo para que lo entiendas-.
-Ah, ¿Entonces según tú, no tengo tu intelecto?-. La miré con la boca abierta algo indignado. -Pues perdón, "Nostradamus", entonces te dejaré que sigas con tus profecías y todo ese rollo de salvar el mundo ya que no puedo siquiera ser de ayuda-. Dijo antes de darme la espalda para irse de la biblioteca, pero la detuve con suavidad tomando su muñeca.
-Lo siento, yo no quise decir eso-. Me miró fijamente a los ojos con indignación.
-No te entiendo, quieres que te ayude, pero no me das una maldita oportunidad con algo tan simple como ese libro-.
-Me gustaría que lo vieras pero no aún, ya que primero debemos buscar una forma de saber cómo funcionan tus poderes y debo de alguna forma ayudarte a comprender mejor tu destino-.
-¿Mi destino?-.
-Bueno, si Metatrón ya te informó, entonces lo sabes-. Ella asintió a modo de respuesta afirmativa. -Además la situación no es favorable y menos con el enemigo de Metatrón reclutando gente-.
-¿Como el demonio que asesiné?-. Asentí. -Por cierto... ¿Cómo lo hice?, yo solamente lo toqué y sus ojos se quemaron literalmente-. Noté cómo miraba sus manos con interés y algo de miedo, pero las tomé con delicadeza.
-Sabes que los demonios no reaccionan bien a cosas celestiales, ¿Verdad?-. Ella asintió pero sin entender bien del todo lo que quería decirle. -Por lo que pienso que tus poderes, o al menos alguno de ellos, pueden ser celestiales o divinos, lo cual podría explicar el porqué mataste a ese demonio tan fácil como si fueras un ángel-.
-Eso es genial-. Noté la emoción y eso me hizo sonreír un poco antes de mantener de nuevo mi rostro serio y estoico. -Entonces siguiendo tu lógica... ¿Podría exorcizarlos o cosas similares?-.
-Eso creo yo-. Dudé un poco aunque tenía un punto, si solamente con su tacto lo había matado con recipiente y todo, tal vez ella pudiese ordenarlos o tener poder sobre ellos, lo cuál sería una ventaja para nosotros. -Por cierto... ¿Has sentido cosas extrañas o algo similar?-.
-Si con extraño te refieres a las voces en mi cabeza la otra vez o cuando sentí el aura de ese demonio... Entonces si-.
-¿Sentiste su aura?-. Pregunté confundido ante lo que dijo, mientras pensaba mi temor se hacía más grande, si era capaz de sentir las auras, eso sería un arma de doble filo que podrían usar en contra nuestra los demonios, aunque también me preocupaban algo los ángeles.
-Si, sabía que no era celestial como la de Metatrón y eso me hizo ponerme en alerta-. Tomó aire un poco mientras cerraba sus ojos como agotada antes de hablarme. -Su aura se sentía pesada y oscura, cargada de maldad.
-Lo sé, los demonios por lo general provocan eso según mi abuelo-. Recordé el incidente de las voces y cuando me golpeó la nariz por ello. -¿Seguiste escuchando voces?-.
-Por suerte no, no quiero tener otra "jaqueca celestial"-. Dijo bromeando. -¿Por qué?-.
-Bueno, si puedes sentir demonios y su aura, es probable que puedas escuchar a los ángeles hablar. -. Al parecer Zenda ya comprendía mejor este mundo sobrenatural, ahora solo faltaba que aceptara su destino. Quería decirle lo que era pero no sabía cómo, dejaría que Metatrón se encargara de ello mientras yo cumpliría con el deber de ayudarla a comprender esa nueva faceta de ella. -¿Dijiste que hablaban en otra lengua, no?-.
-Ajá-.
-En este caso te aliviará saber que ellos hablan enochiano-. Como si leyera sus pensamientos me apresuré a responderle. -Y no, no hablo enochiano pero si hablo Latín y sé que tú también-. Iba a decir algo cuando sonó su celular el estribillo de "Disasterpiece" de Slipknot y Zenda lo miró.
-Demonios-. La miré con una ceja arqueada. -Es mi madre... Debo irme David, nos vemos mañana-. Cogió su maleta y su espada antes de salir corriendo de la biblioteca.
Narra Metatrón
Me encontraba en el cielo, Sandalfón me esperaba en uno de los lugares más apartado del cielo, era físicamente idéntico a mi a excepción del color de sus ojos, él los tenía color ámbar al igual que sus alas. Estaba vestido con su armadura y la espada, además de su rostro serio y con visibles signos de cansancio, como si hubiera estado en un combate.
-Por fin llegas hermano-. Habló con tono serio mientras sujetaba con una de sus manos el mango de la espada que tenía envainada en su costado izquierdo, además se notaba la urgencia en su voz.
-¿Cuál es la prisa, Sandalfón?-. Pregunté mientras lo miraba, yo no llevaba mi armadura o mis armas, solamente iba como un civil con mi vestimenta habitual.
-No tenemos mucho tiempo hermano-. Soltó de golpe mientras comenzaba a caminar y yo lo seguía, la seriedad de su rostro lo demostraba todo, pero además él tenía una herida de batalla, tenía una cicatriz en su rostro que no sabía quién o qué la provocó. -Los demonios bajo el mandato de Agaliarept planean tomarse Londres, y tal vez el mundo-.
-Es terrible-.
-Lo sé, ¿Has tenido suerte con la chica?-. Así que el Creador le había contado sobre la chica, aunque eso no me sorprendía, tan pronto la profecía fue dada a conocer a David, las alarmas en el cielo se prendieron y no solo eso, también tan pronto se supo de la existencia de la chica, lo que despertó un interés de mis hermanos emplumados por ella.
-Podría decirse-. Respondí y mi hermano gemelo me miró inquisitivamente, instándome a seguir hablando. -Me le manifesté y lo tomó bien, ahora está trabajando con el profeta-.
-¿Le has dicho lo que es en realidad?-. Esa pregunta me congeló por un instante, le había dicho a medias; si bien le había dicho que fue elegida por el Gran Jefe para que fuera nuestra salvación aún no le había dicho sobre su verdadera naturaleza de híbrida, negué ante mi hermano, y él solamente atinó a rodar los ojos, tenía una duda: ¿Para qué la querían los ángeles?, ¿Sería por la misión que le fue encomendada?, ¿La querrían solo por su poder para derrotar a Lucifer?.
Las dudas comenzaban a sembrarse en mi mente respecto a la chica y la posible guerra que estaba por librarse, no quería desconfiar de mis hermanos porque sabía que eran algo estrictos respecto a las abominaciones dícese Nephilims, Anticristos o mal llamados Cambiones, Demonios o cualquier cosa que no fuera divina o celestial, por lo general pensaban que debían ser exterminados, pero con Zenda todo parecía ser diferente, más no sabía el porqué...
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