CAPÍTULO DIEZ: REFUERZOS
Narra Zenda
Desperté a la mañana siguiente aún algo desconcertada sintiendo el sol en mi cara, me quejé por ello ya que no soy tan fan del sol, me levanté y miré la hora, eran las 6:45 de la mañana de domingo, me dejé caer de nuevo en la cama, pero al desviar mi mirada a la mesa de noche noté que había una especie de daga/espada con funda negra con la punta dorada y el comienzo de la envainadora también era dorado, con curiosidad la tomé para examinarla y noté que tenía un símbolo bastante conocido para mí: El símbolo de la Orden de los Caballeros Templarios Místicos, también había una nota:
"No la pierdas, te servirá para tu misión, en caso de que decidas aceptarla claro, ya que no puedo obligarte"
La nota estaba firmada con una M con unas alas, a lo cuál concluí que Metatrón debió haberla firmado, dejé la nota a un lado y miré la daga/espada una vez más antes de hablar.
-Genial, ahora resulta que soy una "Neotemplaria Mística", ¿Qué sigue?, ¿Que tenga poderes o alguna cosa similar?, ¿Seré la nueva amiga de un ángel?-. Dije con sarcasmo antes de dejarme caer de nuevo en la cama para dormir otro rato más, odiaba despertarme temprano los domingos o cualquier día libre, sin embargo eso me generaba dudas, lo que había pasado antes fue real pero una parte de mi se negaba a aceptarlo. Me debatía de alguna forma si debía obedecer las órdenes que me habían dado, al fin y al cabo era una "orden divina" que el mismo Creador había dado, tal vez deba pedirle un consejo a mamá y luego ir a la biblioteca donde había quedado de verme con David.
Unas cuantas horas después decidí levantarme para comenzar un nuevo día, bajé para tomar mi desayuno y ahí estaba mamá con su sonrisa y actitud de siempre, ¿Cómo iba a decirle que un ángel me había visitado y me había dicho que tenía un propósito celestial?, además me preguntaba: ¿Cómo iba a decirle que tengo ahora una especie de daga/espada Templaria?, suspiré mientras terminaba de bajar las escaleras hasta la cocina y posteriormente al comedor. -Hola mamá-.
-Buen día cariño, ¿Te sientes bien?-. Me preguntó mientras colocaba frente a mi un plato de huevos con tocino, acompañado de café, el típico desayuno inglés y uno de mis favoritos además de los pancakes con fruta y miel o chocolate.
-Si mamá, solo que estaba pensando en algo-. Le respondí antes de darle una probada a mi desayuno. -Mamá... ¿Todos tenemos un propósito en el mundo?-. Tal vez aquella fuera una pregunta estúpida e insignificante pero para mi era necesaria, al menos eso apaciguaría un poco mis dudas internas.
-Claro que sí cariño-.
-¿Y ese propósito, lo designa Dios mismo?-. Pregunté con timidez remojando mi tocino en la yema de los huevos, casi nunca hablaba de ese tema religioso o de Dios en sí, y las veces que hablaba de ello era solamente cuando acompañaba a mamá a hacer obras de caridad en la iglesia cercana. Las dos teníamos corazón noble, pero mi madre a veces exageraba un poco con eso, era de aquellas personas que incluso sin tener nada, buscaba la forma de ayudar al prójimo.
-Con mayor razón deberías obedecer-. Dijo algo entusiasmada por ello, sonreí un poco mientras comía mi desayuno. -¿Por qué lo preguntas cariño?, ¿Volviste a tener otro sueño con ángeles o algo así?-.
-No mamá, solo era curiosidad-. Terminé de desayunar para luego comenzar a lavar mis platos antes de correr a mi cuarto, llevaría la espada conmigo y le contaría a David sobre ello, seguiría las órdenes de Metatrón. -Iré a la biblioteca mamá, volveré en la tarde-. Decía antes de salir con mis típicas vestimentas casi góticas hacia la biblioteca, era hora de buscar respuestas y... ¿Salvar al mundo?
Narra David
Había despertado, listo para un nuevo día y una nueva misión, en realidad sería mi primera cacería en solitario, mi abuelo consideraba que ya estaba listo para dar ese paso en mi crecimiento como cazador y profeta del señor. Suspiré mientras tomaba mi escopeta y mis navajas para la cacería y las guardaba en el maletero de mi auto clásico: Era un Chevrolet Impala 67, un regalo de mi abuelo cuando cumplí 13 años y gracias a él había heredado el gusto por los autos clásicos y antiguos, además de la buena música y parte de su carácter serio y algo rudo, incluso algunos decían que parecía una mini versión de él.
-Mírate, y pensar al principio quería negarme a que tomaras ese lugar-. Decía mi abuelo viéndome con orgullo, sonreí ante sus palabras. -No quería que fueras profeta porque tenía y aún tengo miedo de perder a otro hijo-.
-Gracias por apoyarme papá, en verdad lo aprecio y no te preocupes, estaré bien porque aprendí del mejor-. Sonrió mientras palmeaba mi hombro, me despedí de él para irme pero recordé que Zenda quería venir, me giré para hablarle sobre ello. -Ah, Zenda... Vendrá hoy a la biblioteca-.
-¿La chica de las profecías?-. Asentí de modo afirmativo. -¿Sabes para qué vendría?-.
-Dijo que quería hablar, además parece que está despertando sus poderes, tal vez podríamos ayudarle con eso, además de convencerla de entrenarla para un posible combate o ayudarla a entender este mundo en caso de que Metatrón ya se le haya manifestado, pero no sé qué pienses-.
-Adelante hijo, tienes mi permiso-. Decía mi abuelo mientras yo me preparaba para salir a mi primera cacería, y honestamente estaba algo nervioso por ello, sin que yo me lo esperara él me abrazó con fuerza. -Cuídate, ¿Si?-.
-Lo haré-. Decía mientras cerraba la puerta de la biblioteca y subía a mi auto para poner música, eso de alguna forma tranquilizaba mis nervios, comencé a conducir por las calles mientras pensaba: "Esos demonios hijos de perra no se saldrán con la suya". Debía estar atento a cualquier señal que diera indicios de actividad demoníaca, además debía ser discreto para poder llevar a cabo la misión y salir ileso de ella.
Tras conducir por más de una hora y encontrar todo normal, finalmente algo extraño atrajo mi atención, bajé el volumen de la canción que estaba sonando justo ahora mientras me dedicaba a mirar hacia el callejón de forma sutil. Había un grupo de demonios vestido de negro que no me costó identificar gracias a sus para nada sutiles cuernos y sus colas a punto de atacar a personas inocentes y convertirlas, apagué la radio-casetera antes de tomar mi arma y salir del auto, esos malditos no se iban a salir con la suya. Mientras caminaba con sutileza, preparaba mi escopeta con balas consagradas, sonreí antes de hablar.
-Hello there-. Dije imitando a Obi-Wan mientras comenzaba a disparar a los demonios con puntería perfecta y viendo como estos caían sin vida, con sus cuerpos como si recibieran una descarga eléctrica, cuando se acabaron las balas, tomé la escopeta por el mango para golpear a algunos demonios y posteriormente perderla en un combate cuerpo a cuerpo donde me vi obligado a sacar mis navajas y luchar contra ellos hasta que uno de ellos con sus poderes logró arrojarme lejos contra un muro, sin embargo no era cualquier demonio, era el mismo demonio que Metatrón mencionó que había escapado del cielo y ahora parecía tener su propio séquito de demonios, aquello no era nada bueno.
-Vaya, vaya, otro Frederick, qué agradable sorpresa-. Dijo Agaliarept caminando hacia mí, sí que estaba en aprietos y por más que estuviese entrenado para combatir demonios, sin duda me llevaría una paliza a manos de él. Lo miré fijamente antes de trazar una línea de sal, sabía que ellos no podían atravesarla, al menos estaba a salvo por ahora mientras corría a mi auto. -No puedes huir para siempre profeta, es el comienzo de una nueva era-...
Narra Metatrón
Estaba haciendo mis vuelos de rutina por la Tierra después de haber dejado a la chica en su cuarto, aparentemente tranquila, además me había tomado la molestia de dejarle un pequeño regalo (seguramente si Azrael se entera, lo llamaría soborno), era un antiguo objeto templario que por mucho tiempo permaneció oculto en mi templo por petición del creador, esperaba no haberme equivocado al elegir esa daga como obsequio para nuestra salvadora y líder, pero me preocupaba la idea de que tal vez todo había sido en vano, suspiré abatido.
-¿Problemas "purple bird"?-. Escuché que dijo burlón Azrael detrás de mí, a la vez sonaba despreocupado como si un nuevo fin del mundo no se avecinara. Conociéndolo era capaz de bailar mientras los demás luchamos sin piedad y él disfrutaría el baño de sangre.
-Depende de lo que para ti signifique problema Azrael-. Le respondí mientras me giraba para verlo fijamente a sus ojos bicolores.
-Oh, andamos filosóficos-. Exhalé profundamente ante su respuesta, a veces Azrael podría resultar exasperante, pero necesitaba conversar con él y tratar de convencerlo de unirse a nuestro bando, aunque fuera para ayudarnos con Zenda a despertar y experimentar sus poderes y tal vez, ayudarle a entender su propósito en caso de que lo hubiera aceptado. -Por tu lamentable cara larga... Creo que las cosas no salieron como era de esperarse-.
-Tienes razón, no tuve suerte con la chica-. Le respondí algo agobiado mientras caminábamos por ahí en medio de la calles de Londres y su típico clima frío, el tiempo había parecido pausarse mientras pasábamos.-Pensaba que tal vez tú puedas ayudarme con ello-. Noté como Azrael comenzaba a reírse mientras sujetaba su abdomen y se apoyaba en un poste, lo miré fijamente mientras seguía riéndose como un idiota.
-Espera... ¿En serio no pudiste usar tus encantos con una simple chica de 13 años?, ¿Tú, el grandísimo y poderoso Metatrón, la voz de Dios y comandante de sus ejércitos?-. Se siguió riendo ante mi mirada seria hasta que por fin recobró la compostura, suspiró algo agotado antes de cambiar su rostro casi infantil a uno bastante serio. -A ver, ¿Qué ocurrió?-.
-Bueno, me manifesté y la conocí, pero ella no estaba muy convencida de aceptar su destino o de siquiera querer unirse a nosotros en esta guerra, conflicto, lo que sea-. Le respondí algo frustrado al ángel dual que mantenía una expresión neutra sin emoción alguna a la vista. -Estoy preocupado Azra, ¿Y si la chica simplemente se niega y todo se va por la borda?-.
-Pues estarán jodidos viejo, y llevaré sus almas al Vacío, fin de la historia-. Decía con una sonrisita que me daban ganas de romperla con mis puños, lo miré fijamente teniendo un destello en mis ojos violetas y apretando los puños.
-¿Y si tú te aliaras con nosotros?-.
-Olvídalo, yo no tomo bandos Met, consíguete a la chica o a otra persona-. Me respondía antes de desplegar sus alas para luego desaparecer de mi vista. Debía visitar a David en la oficina, abrí mis alas antes para teletransportarse al lugar...
Narrador Omnipresente
Zenda seguía caminando mientras escuchaba a los payasitos del Infierno camino a la biblioteca, llevaba la daga espada a escondidas, le había costado un poco sacarla sin que su madre la notara, de haberlo hecho se llevaría otro sermón o probablemente le diría algo como "Cariño, no es bueno que andes con esas cosas en tu maleta" o "Respeto tus gustos y aficiones pero no deberías llevar cosas tan extravagantes". Caminaba para llegar a la biblioteca cuando sintió un aura extraña detrás de ella, al principio pensó que era un ángel (seguramente Metatrón) pero desechó la idea cuando un leve olor a azufre inundaba sus fosas nasales.
-Hola preciosa-. Decía el "humano" detrás de ella con una sonrisa algo sádica, tenía sus ojos negros completamente, vestido con ropa del común. Zenda lo miró fijamente mientras sujetaba el mango de la daga/espada. -¿Por qué tan sola?-.
-Aléjate de mí, maldito pervertido-. Dijo levantando su daga espada dispuesta a usarla sin dudar, el humano solamente rió ante eso mientras se acercaba más a ella con su sonrisa sádica e intimidante, Zenda trató de herirlo con su espada pero le resultaba imposible, siguió luchando hasta que el humano la desarmó, sin embargo al tocar el arma sagrada la soltó debido a que su mano le ardía.
-¡Ah, arma sagrada!-. Se quejaba sujetando su mano notando como salía humo de ella, Zenda miraba todo confundida preguntándose qué carajos pasaba frente a ella hasta que escuchó el motor de un vehículo acercándose a ella y David sacando su cabeza por la ventana mientras le gritaba instrucciones.
-¡Usa tus poderes!-.
-¿Poderes?, ¿Qué poderes?-. David se dió un palmface ante esa respuesta mientras seguía acelerando para luego derrapar y detenerse para salir del auto. -Improvisa o algo chica gótica-. Sin saber exactamente qué hacer Zenda optó por estirar su mano para tocar al humano justo en su frente, al hacerlo comenzó a gritar mientras sus ojos se quemaban mientras salía un destello por ellos, al igual que su boca hasta caer al suelo muerto.
-Vaya, eso fue asombroso-. Decía David acercándose a ella para poner una mano en su hombro y tratar de calmarla a pesar de no llevarse muy bien. Zenda solamente lo miró como si estuviera loco mientras señalaba al humano muerto frente a ella.
-¡¿Qué demonios fue eso?!- Preguntó algo exaltada mientras recogía su espada templaria y la guardaba.
-Lo acabas de decir, era un demonio-. Zenda lo miró estupefacta ante lo que acababa de decir mientras caminaban al auto de David. -Oh por favor, no me digas que esperabas los típicos cuernos y cola, aunque sí, algunos los tienen-.
-Ok, es demasiado-. Dijo Zenda casi a modo de reproche. -Primero un ángel se me manifiesta en la madrugada diciéndome que soy elegida de Dios, me deja un arma templaria y ahora tú me dices que acabo de matar a un demonio, ¿Algo más que desconozca o que deba saber?-. David se le acercó para poner sus manos en sus hombros.
-Escucha peque, prometo explicarte todo cuando lleguemos-. Zenda lo miró a los ojos algo enojada mientras David se mantenía con su actitud serena y una sonrisa. -Por favor, confía en mí, además dije que te ayudaría-.
-De acuerdo-. Llegaban hasta el Chevy y entraban en sus respectivos asientos de conductor y copiloto, aunque no lo dijera Zenda estaba maravillada con el auto del chico, ya que era fan de los autos clásicos, incluso le había dicho a su madre que su regalo ideal de cumpleaños sería una Harley Davidson. -¿Cómo es que sabes tanto del tema?-.
-Bueno, si Metatrón se te presentó... Seguro debió haberte dicho que yo soy un profeta-. Le respondió sin dejar de sonreír mientras conducía, Zenda seguía con cara de extrañeza mientras lo veía.
-Si mencionó algo de eso, pero... ¿Es en serio?-.
-Lo es, todo lo que ha pasado es real y te lo demostraré-. Parqueaba su vehículo al lado de otro más antiguo que atrajo la atención de Zenda al instante, abrió la boca mientras lo veía con un brillo en los ojos. -Llegamos-. Bajaron del Impala y Zenda sin evitarlo se acercó al otro coche aparcado mientras lo miraba con admiración y asombro.
-Dios santo, ¿Es un auténtico Bentley Continental de 1940?-. Le preguntó a David señalando el vehículo negro con gris a medida que caminaban a la entrada de la biblioteca, aquella actitud hizo sonreír un poco al profeta-cazador.
-Sí, es de mi abuelo, él es un fan de los autos clásicos-. Llegaban a la entrada de la biblioteca, una inscripción en la entrada de la biblioteca captó la atención de la chica con estilo gótico, entornó los ojos para leer la frase:
"Ubi caecuti alii verum sequuntur, memento: Nihil verum est. Ubi alii mores ac legem finiunt, memento: Omnia per mittuntur. In tenebris agimus, ut luci serviamus"
-Conozco esa frase-. Habló Zenda al terminar de leer y miraba a David. -¿No es acaso el Credo de los Templarios?-...
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