CAPÍTULO DIECISIETE: IGLESIA ABANDONADA
Narra David
Después de que ese prepotente ángel se fuese, me había quedado sin palabras ante lo que había dicho acerca de Zenda, no iba a negar que sí le tenía afecto y su muerte me había afectado bastante, la chica me importaba a pesar de nuestros roces y diferencias. Pero estaba dispuesto a traerla de vuelta a la vida tanto por el afecto y la cercanía que llegamos a tener como por la misión que nos habían designado a ambos el Creador, debíamos derrotar a Lucifer y evitar un desenlace desastroso para la humanidad.
-Hijo-. Habló mi abuelo captando mi atención, volteé a verlo, él había notado que mi humor no era el mejor tras las palabras del ángel y la proyección que vi de Zenda luchando por su vida. – ¿A qué se refería Azrael cuando dijo "un capricho de un profeta enamorado", acaso te gusta Zenda?-. "Mierda", maldecí internamente, sabía que ambos habían notado mi actitud e incomodidad ante las palabras de Azrael, eso sin mencionar que todavía seguía a un lado del cuerpo de la chica, por más que lo intentara no podía engañarlos o hacer de cuenta que nada pasó.
-No es lo que creen, Azrael malinterpretó todo-. Respondí mirándolos a ambos fijamente, casi sin mostrar emoción alguna aunque por dentro tenía duda y determinación, duda porque no sabía para qué demonios iba a querer la Lanza de Miguel y determinación para revivir a Zenda. –No negaré que la chica me importa y le tengo afecto, tanto que su muerte aún me duele, por eso decidí negociar con Azrael para que la resucitara-.
-¿Te das cuenta de que lo que hiciste fue algo completamente estúpido y una absoluta locura David?-. Me reñía Metatrón con un tono bastante serio al parecer bastante disgustado con mi idea del trato con el ángel de la muerte. –Además debemos conseguir esa Lanza, en menos de doce horas-.
-Perfecto, entonces andando-. Comencé a caminar pero Metatrón detuvo mi andar colocando una mano en su hombro, volteé a verlo extrañado. -¿Ahora qué?-.
-No es tan fácil conseguir esa lanza, aún no sabemos si está bajo el dominio de Agliarept o si el mismísimo Arcángel Miguel la tiene, además no puedo llegar en caso de que él la tenga y decirle: "Oh poderoso y sabio Arcángel Miguel, ¿Puedes prestarme tu lanza para entregársela a Azrael?", cosa que por cierto sería una pésima idea-. Suspiré un poco abatido ante su deje de ironía y sarcasmo en la frase, pero sabía que él tenía razón.
-Maldición-. Exclamé golpeando la mesa con frustración, Metatrón tenía un punto y lo mejor era no perder tiempo en buscar la dichosa lanza, lo miré cruzándome de brazos y tratando de mantenerme sereno. -¿Entonces cuál es el plan?-.
-Tú y to iremos a buscar esa lanza en el lugar donde Zenda fue asesinada, a ver si corremos con suerte de que ningún demonio o ángel se haya adueñado de ella y prepárate para lo peor-. Asentí antes de girarme hacia mi abuelo que aún seguía junto al cuerpo de Zenda.
-Papá-. Él me miró fijamente, incluso juraba que se hacía una idea de qué iba a pedirle mientras estaba afuera con Metatrón. –Cuídala por favor, no dejes que nada le pase mientras vuelvo-. Él asintió y miré a la chica por última vez. –No te dejaré morir Zenda-.
Narra Zenda
Llevaba varias horas luchando en ese maldito y desconocido lugar, comenzaba a entender por qué le llamaban Purgatorio, la mayoría de las almas errantes o condenados que estaban aquí cargaban con un peso sobre sus hombros, algo que tal vez jamás podrían quitarse y eso era el peso de aún cargar con pecados o maldad en su interior aun habiendo muerto en la gracia del Creador, en pocas palabras: aquellos que no estaban purificados del todo. Por otro lado estaban las abominaciones y demás bestias que habían encerrado en este lugar, según historias que David me había contado y cosas que había leído, el Purgatorio había sido creado principalmente para encerrar a los Leviatanes, pero con el tiempo optaron por dejarlo como un lugar de tortura para las almas que Azrael traía aquí.
-Debe haber una salida-. Decía mientras seguía caminando por aquel lugar similar a un bosque sombrío y sin vida, pensaba en mi madre y me ahogaba la culpa de haberla dejado sola, el pensamiento de no haberle dicho adiós o algo. –Tengo que volver, mamá me necesita y ellos...-. Me refería a Metatrón y David, en el fondo me preocupaba por ellos, estuve por decir algo más cuando un aleteo captó mi atención, era Azrael
-Oh veo que aún sigues con vida-. Comentó con su habitual sarcasmo y desagrado, aunque podía notar que estaba enojado.
-¿En dónde demonios estabas?-. Reproché sin saber que al rato me arrepentiría por ello cuando Azrael me acorraló contra un árbol abriendo sus alas y mostrándose tal y como era mientras apuntaba su hoz a mi cuello.
-¡¿Quién te crees para hablarle así a tu amo?!-. Su voz sonaba algo gutural y escalofriante mientras clavaba su mirada en mí apretando los dientes, fui incapaz de decir algo hasta que escuché la última palabra salir de sus labios, me intrigó.
-¿A... A qué te refieres con "amo"?-. Logré preguntar con la voz un poco temblorosa, no quería morir y quedarme para siempre en este lugar, quería volver con mamá, con David.
-A que tu novio el desesperado profeta, se ofreció para hacer un trato conmigo-. Miré a Azrael levantando una ceja cuando dijo que David era mi novio, aquello no era cierto, nuestra relación era como aceite y como el agua a ratos, aunque no iba a negar que el chico me parecía atractivo y estaba preocupada por él y el hecho de la guerra celestial que se aproximaba, solo atiné a preguntar.
-¿Qué clase de trato?-.
-Un trato bastante estúpido a mí parecer, pero que por desgracia no puedo romper o deshacer como así de simple dado que según Metatrón no puedo interferir con los planes que tangan ustedes-. Lo miré esperando una respuesta más concisa, suspiró antes de soltarme y alejar la hoz de mí, cosa que aproveché para masajear un poco mi cuello y mirarlo fijamente, regulando mi respiración. –Les pedí que me consiguiesen la lanza de Miguel antes de la media noche o de lo contrario yo sería tu amo y tú trabajarías por toda la eternidad para mí-...
Narra Metatrón
Habíamos salido de la biblioteca con David, en busca de la Lanza de mi hermano, seguía sin entender por qué Azrael la necesitaba o para qué la quería, preparados para lo peor y esperaba en el fondo que mi enemigo o cualquier demonio la tuviera en su poder, aunque tampoco era conveniente que un ángel que fuera el mismo Miguel la tuviera debido a su poder cualquier ángel podría sucumbir a ella e incluso usarla en contra de sus propios hermanos debido a que el arma podía desintegrar a un ángel con solo tocarlo y hacer agonizar a un demonio con un simple roce, nos quedaban casi nueve horas para que se cumpliera el tiempo pactado con Azrael.
-La lanza debe estar no muy lejos de aquí-.
-Eso espero-. Respondió David, pude notar que él aunque tratase de disimularlo estaba desesperado por traer de vuelta a Zenda a la vida aunque entendía sus razones, después de todo la chica era una pieza clave para evitar otra guerra celestial y un completo caos en el mundo.
-Cuanto más pronto la tengamos, más pronto podré hacer que Azrael la reviva-. Estaba por decir algo cuando a lo lejos divisé una figura imponente con sus alas doradas abiertas, su armadura reluciente que brillaba en la oscuridad sumada a su aura de arcángel, parecía como si estuviera custodiando el lugar. -Demonios-.
- ¿Qué sucede Met? -. Preguntó David al notar mi rostro serio y lo que dije.
-Miguel tiene la lanza-. David maldijo por lo bajo mientras Miguel seguía con su pose imponente y mirando el cuerpo de Araziel frente a él con gesto serio antes de sentir nuestra presencia y girarse para vernos.
-Vaya vaya, Metatrón y el menor de los Frederick-. Habló con su voz de mando y seriedad que lo distinguía sin dejar de sujetar la lanza, como reacio a entregarla, me acerqué para hablarle.
-Miguel, necesitamos tu ayuda-. Me miró con duda ante lo que le dije mientras indicaba a David quedarse atrás y no interferir en caso de que las cosas se pusieran complicadas, suspiré. -Necesito que me prestes tu Lanza-. Ante eso Miguel soltó una carcajada estridente.
- ¿En serio Metatrón? -. Me miró incrédulo mientras seguía riendo. -¿De verdad crees que te soltaré una reliquia como esta en manos de otro ángel, después de lo que pasó con Araziel?-. Aquello era comprensible, después de todo el cielo era un completo caos con todo ese complot que se originó gracias al escape de Agliarept de la jaula y la traición de Araziel a nosotros.
-Sé que no es sencillo y no se puede confiar en nadie, pero la necesitamos Miguel, para negociar con Azrael y cumplir una misión-.
-Con menos razón te la daré Metatrón, la necesito para protegerme ya sea de traidores o de demonios-. Miguel seguía serio y pensaba en cómo persuadirlo para que la entregara ya que el tiempo apremiaba.
-Miguel tu padre nos designó una misión y no deberías interrumpir en ella-. Miguel me fulminó con la mirada seriamente, con sus ojos teniendo un pequeño destello entre naranja y amarillo. - ¿Acaso planeas interrumpir los planes de tu padre por simple capricho? -.
-Jamás desobedecería a mi padre-. Bufó un poco mientras me respondía y movía la Lanza para hacer que esta apuntara hacia mi mientras sonreía de lado. -Te la daré, pero tendrás que ganártela y demostrarme que son dignos de llevarla o usarla-. Se ponía en pose de combate sin dejar a apuntar con la lanza. -Un combate entre el chico y yo-.
-Miguel...-.
-Hecho-. Habló David interrumpiéndome mientras daba un paso al frente con determinación y le sostenía la mirada a Miguel sin siquiera temblar, aquello me preocupaba por dos razones: Miguel era un ángel hábil en combate, no por nada había logrado desterrar a Lucifer, la segunda razón era que me preocupaba que el chico muriese a manos del arcángel y no pudiéramos conseguir la Lanza para Azrael.
-Muy bien, prepara tu arma-. Decía mientras giraba la Lanza con habilidad increíble, David suspiró mientras sacaba la Daga Sacra que antes perteneció a su abuelo y la extendía antes de girarla en su mano, ambos listos para el combate y mirándose mutuamente mientras caminaban dando vueltas por el lugar donde antes tanto Zenda como Araziel habían muerto.
El arcángel Miguel sostenía su lanza con determinación antes de mantenerla en alto y con un grito de batalla arremeter contra David y él se preparó para el impacto con su espada manteniéndola al frente, Miguel movió la lanza con clara intención de apuñalarlo y matarlo, pero David hizo que ambas puntas chocaran con un sonoro "clang" mientras desviaba la lanza y lanzaba una estocada lateral a Miguel intentando cortarlo pero sin éxito. Ambos intentaban herirse de manera frenética con estocadas y golpes provocados tanto con las armas como con sus propias manos y pies, sin embargo Miguel llevaba la ventaja dada su divinidad y experiencia en armas y excelente estratega.
David seguía peleando y manteniendo la pelea hasta donde su resistencia física se lo permitía y logrando asentar unas cuántas estocadas que atravesaban la armadura de Miguel y lograban hacerlo sangrar aunque aquello solamente le provocase un dolor débil al arcángel. Comenzaba a preocuparme al ver su respiración acelerada y sus fuerzas decaer, pero justo cuando David había logrado hacerle un corte en el rostro a Miguel con la espada, este lo desarmó quitándole la espada, para luego golpearlo en la cara reventando su nariz y acorralándolo contra un muro apuntando con la punta de la lanza a su cuello, quise interferir en la pelea pero sabía que no debía hacerlo, aún así no debía dejar que David muriese.
-Has luchado con honor-. Le habló Miguel algo agitado pero sin dejar de apuntarle con la lanza al cuello. -Pero tu camino termina aquí-. Me vi tentado a sacar mi propia espada para interferir pero Miguel con una mirada seria mientras regeneraba el corte en su rostro me hizo retroceder, él respiró hondo mientras observaba a David, David solamente parecía esperar su muerte al verse tan vulnerable y débil con su nariz sangrando.
-Por... Por favor-. Imploraba David levantando su mano al arcángel, era la primera vez que lo veía tan deplorable e indefenso, pero sabía que él se había lanzado a la lucha por salvar a Zenda de la muerte porque eso era amor, aunque él lo negase, tal vez no fuese amor romántico lo que sentía pero estaba seguro que ese amor era amor fraterno.
-Espera-. Dijo reflexionando mientras veía al profeta en el suelo y relajó un poco su postura de ángel guerrero de Dios, por una más compasiva, soltó un suspiro. -Tal vez haya otra forma de acabar con esto-.
-Miguel, por favor, solo entréganos la lanza y deja ir al chico-. Hablé yo captando su atención y caminando hacia los dos, pero preocupado por el estado de David, Miguel solamente soltó un gruñido antes de levantar la lanza, dispuesto a enterrarla en el profeta.
- ¡No! -. Gritó David cerrando los ojos y esperando esa muerte que jamás llegó porque Miguel había girado la lanza, cambiando la orientación de la punta hacia uno de los lados y la sostenía con un solo brazo al frente, tanto el profeta como yo lo miramos extrañados.
-No voy a matarte, pero has demostrado ser digno de portar mi lanza y usarla para lo que sea que la necesiten-. Algo dudoso David la tomó sin creérselo.
-Miguel, ¿Estás seguro de lo que dices? -.
-Metatrón, soy un ángel sabio y también tú, tienes razón, no puedo interferir en los planes de Padre, además este muchacho tiene un propósito y un gran valor-. Sonreí un poco antes de verlo ascender con sus enormes alas y desaparecer en los cielos, David se quejó.
-Por un demonio, me duele la nariz-. Rodé los ojos antes de ponerle una mano en la frente para curar sus heridas y dejarlo como nuevo.
-Ahórrate las quejas, ahora vamos a buscar a Azrael-...
Narra Azrael
Solamente faltaba una hora para que se cumpliera el tiempo pactado con Metatrón y el profeta, habíamos dejado el Purgatorio temporalmente para teletransportarme con Zenda a la iglesia victoriana abandonada tras el Gran Fuego en 1666. Aquel era el lugar pactado para la resurrección o para la condena eterna de Zenda, todo dependía de si ellos llegaban antes de la medianoche a este lugar con la Lanza de Miguel, si bien era capaz de resucitarla, primero debía eliminar los efectos del arma en ella al ser un arma celestial y más si era del favorito de Dios. El lugar estaba cubierto con maleza, hollín, lo que le daba un aspecto algo tétrico al lugar sagrado para los mundanos.
-Azrael, ¿Qué hacemos aquí en Saint Dunstans in the east? -. Aquel era el nombre de la iglesia donde la había traído, había escogido ese lugar por su arquitectura y su aura oscura, además de ser un lugar que no se usaba en mucho tiempo.
-Bueno, aquí es donde se decidirá tu destino, veremos si vuelves a la vida o si te quedas para siempre luchando-. Ante eso la chica gótica tragó saliva y tembló un poco, podía olfatear el miedo en todo su ser, sin embargo eso no era lo único que percibía, percibía como poco a poco comenzaba a abrazar su identidad dual como una especie de demonio celestial.
-Ojalá pueda regresar-. Escuché que susurró, estaba con mis típicas vestimentas y trajes que mezclaban lo elegante con lo gótico, mirando el reloj de arena que había hecho aparecer mientras esperaba. Al poco tiempo escuché pasos y pude divisar a Metatrón sosteniendo la lanza mientras que David sujetaba entre sus brazos el cuerpo de la chica, era curioso ver como a ese profeta le importaba tanto aquella chica, de la cual los rumores decían sería quién derrotase a Lucifer y pusiera fin a todo lo que estaba pasando.
-Vaya, vaya, parece que al fin lo lograron-. Dije sin mucho ánimo cuando estuvieron frente a mí, el otro rubio oxigenado me fulminó con la mirada cuando dije eso antes de depositar a Zenda en una mesa con extrema delicadeza, como si temiera arruinar su cuerpo. -Muy bien dame la lanza-. La extendió hacia mi pero se detuvo a medio camino.
-Aún no-. Habló el profeta con seriedad, haciendo que soltase un bufido irritado. - ¿Qué planeas hacer con la lanza? -.
- ¡David! -. Escuché que lo llamó Metatrón como si lo estuviese riñendo por algo, pero eso no pareció importarle y siguió con su actitud desafiante.
-Al ser un arma celestial, usada en un ser como ella, parte de su poder aún quedó en su cuerpo, así que para revivirla debo descifrar cómo romper esa maldición por así decirlo y luego podrás estar con ella en tu brazos-. Le lancé una sonrisa de lado, sabiendo que lo irritaba cada vez que insinuaba que tenía sentimientos por ella.
-Lo que sea que vayas a hacer hazlo-. Metatrón se había limitado a no decir nada más, mientras que recibía la lanza y comenzaba a examinarla, sentía tanto poder en mis manos pero al mismo tiempo tanto peligro, pasé una de mis manos enguantadas sobre las runas que se activaron con un destello azul, me miraron extrañados ante eso, pero los ignoré para seguir con mi trabajo sujetando ambos lados de la lanza.
-Ego Azrael, angelus mortis et dominus animarum-. Comencé hablando mientras me rodeaban la luz y la oscuridad a la par que pronunciaba esas palabras con la lanza de Miguel en mis manos mientras las runas de la lanza iluminaban más y el suelo comenzaba a temblar, miré el cuerpo de Zenda antes de hablar. -Magicam quam hastam hanc possidet pereo atque electam virginem nunc ad viventium regnum redire iubeo-.
Finalicé antes de que la lanza brillara con toda su intensidad antes de que yo la partiera por la mitad, haciendo que tanto la lanza misma como Zenda comenzaran a brillar, la vi brevemente mientras su alma volvía a su cuerpo, aproveché para decirle la siguiente frase antes de desaparecer:"Todos merecen una segunda oportunidad, pero solamente habrán pocos dispuestos a sacrificarlo todo con fin de ver a los demás bien, incluso si eso implica su propia vida y luchar por no perderla, regresando de ese tétrico lugar, al que muchos llaman el más allá" Zenda despertaba abruptamente con su cuerpo iluminado por una aura de luz dorada, sus ojos eran bicolores representando la unión y equilibrio entre bien y mal, su ojo derecho era completamente luz blanca cegadora mientras que su ojo izquierdo era completamente negro, poco a poco la luz fue disminuyendo y desaparecí dejando caer la lanza al suelo, Zenda estaba de nuevo en el ruedo.
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