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CAPÍTULO DIECISÉIS: ÁNGEL DE LA MUERTE - PARTE II

Narra Azrael:

Horas antes de la invocación...

Caminaba junto a Zenda hacia por medio del Infierno mientras decidía a qué lugar llevarla, además quería darle una especie de tour por zonas primordiales en este mundo de ángeles, demonios y demás criaturas sobrenaturales que compartían el mundo sin que los mundanos lo notaran, además de que debía enseñarle sobre sus poderes y naturaleza. Era un transcurso silencioso, únicamente acompañado por los lamentos de los condenados a ese lugar, las risas de los demonios, los ladridos de Cerbero y el constante tintineo de algunas cadenas que eran arrastradas en ese lugar.

-¿Por qué estamos aquí?-. Zenda finalmente había roto el silencio mientras caminábamos por el lugar. -¿Planeas entregarme a Lucifer acaso?-.

-Claro que no, no tengo bandos primero y segundo... Estás muerta así que no pueden vernos o sentirnos a menos que yo lo quiera-. Efectivamente los demonios y demás seres que habían ahí, no podían vernos pero nosotros a ellos, seguimos caminando por el infierno pausadamente.

-¿Qué planeas?-.

-Enseñarte este lugar y otros tantos mientras terminas de trascender a lo que será tu próxima vida en la eternidad, porque eres un caso complejo Zenda debido a tu naturaleza, no me pones fácil elegir en donde dejaré tu alma para siempre-.

-Ok-. Dijo no muy convencida con mi respuesta mientras avanzábamos por los múltiples pasillos del Infierno, donde habían demonios haciendo sus cosas habituales como torturas, fornicaciones, tráfico de almas, e incluso forja de armas para la guerra que se aproximaba entre ambos bandos. -¿Acostumbras a hacer esto con todos los que mueren?-.

-No-. Respondí con una risita sardónica y un ademán de mano restando importancia. -A ellos suelo presentarme ya sea de forma humana si han sido buenas personas en su vida o en mi forma de calavera si han sido unas escorias en el mundo terrenal, reclamo sus almas mientras los hago rememorar una y otra vez sus errores o aciertos en vida-.

-Entiendo-. De nuevo nos sumimos en un silencio incómodo a medida que avanzábamos, algo me decía que este no era lugar para un alma como la de Zenda a pesar de tener parte demonio en ella. -Dijiste que querías hablar de mis poderes-.

-Así es-. Asentí mientras el camino continuaba hasta que divisé una luz a los lejos, era nuestro portal para ir a nuestro segundo destino: el Cielo. -Como sabrás tienes parte de demonio en ti, así que has adquirido algunos dones de ellos-.

-¿Cómo cuáles?-. Cuestionó atravesando el paisaje desolado y oscuro con un hedor sulfúrico y asfixiante, sumado a las enormes rocas afiladas.

-Bueno cosas simples como controlar a los otros demonios, rastrearlos o sentirlos, un poco de piromancia y magia demoníaca-. 

-Increíble-.

-Sin embargo, esos poderes también significan un problema para ti-. La sonrisa que antes tenía se había ido lejos al mencionar ese pequeño detalle. -Asumiré de nuevo que Metatrón te informó que tanto alados como cachudos andan tras de ti, ¿No?-.

-Si lo dijo, ¿Cuál es tu punto?-. Me gustaba que fuera tan directa, aquella chica comenzaba a agradarme aunque yo no lo demostrara.

-Bueno, dado tu conexión con el Infierno por tu parte demoníaca, cualquier ser de esos puede contactarte o manipularte mediante ello, en especial Lucifer, el líder de ellos quién parece tener un interés especial en ti Zenda-. Llegamos a la puerta que servía como portal y extendí una mano a ella, para ir al segundo lugar de nuestro viaje, el Cielo. -¿Lista para tu segundo viaje?-.

Narra Zenda

Miré algo dudosa la mano que Azrael extendía a mi estando frente a lo que parecía un portal luminoso antes de tomarla para sentir como era halada a otro lugar, ahora era más consciente de los poderes que mi lado demoníaco tenía en mi interior. Si bien eso había logrado sacarme una sonrisa, al mismo tiempo me había desilusionado por dos razones: La primera y más obvia era que estaba muerta y la segunda era que mis poderes eran algo de doble filo, si bien los podía usar en contra de las tropas de Lucifer, también atraería su atención.

-¿Es hermoso no?-. Escuché la voz del ángel de la muerte mientras me preparaba para recibir un impacto que jamás llegó, en lugar de algo duro o rocoso como en el Infierno, había un pasto de un verde puro, lo toqué para asegurarme que no era una broma mientras me levantaba.

-Más que hermoso me atrevería a decir-. Respondí escaneando el lugar con la mirada, había mucha belleza que me recordaba a las descripciones que solían hacer acerca del Edén, así que estuve tentada a preguntar. -¿Estamos en el Jardín del Edén?-.

-Bueno, no en realidad chica híbrida gótica-. Habló Azrael con un poco de tranquilidad y misterio. -Estamos en el mismísimo Cielo o Firmamento, como quieras llamarlo-.

-Es increíble-. Exclamé permiténdome aspirar el aroma del lugar, había demasiada luz en el ambiente, distintos animales y paisajes inimaginables, además de unas cuántas personas que se veían bastante felices de por fin tener lo que tanto quisieron y que no pudieron obtener durante su periodo terrenal, pero también tenía un sentimiento de nostalgia dada mi situación y el pensamiento de haber dejado a mi madre sola, a eso estaba sumada la pregunta constante en mi mente: ¿Mi lugar designado en la eternidad era el Cielo?

-No todo el mundo puede ver estos lugares-. Me sacó de mis pensamientos Azrael, hablando con una paz y calma casi imperturbables pero al mismo tiempo había un deje de advertencia y seriedad. -Eres muy afortunada-.

-Gracias supongo-. Respondí algo insegura ante eso, fue entonces cuando caí en cuenta que si aún no estaba del todo muerta podría volver a la vida, tenía que encontrar la forma de revivir para seguir con el propósito que me habían designado, pero también debía descubrir mis poderes de ángel. -Azrael-.

-¿Si?-.

-Dijiste que tenía parte demonio y parte ángel-. Asintió mientras seguíamos caminando por el hermoso paisaje, al igual que en el Infierno los ángeles y almas no podían vernos, sin embargo y a diferencia de ese tétrico lugar, aquí las almas se veían felices, con su todo lo que quisieron. -¿Cuáles son mis poderes como ángel, puedo hacer lo mismo que con los demonios o...?-.

-Bueno, si... También puedes controlar a los ángeles, a los humanos y demonios, también puedes sentir el aura de los ángeles, entender su idioma y ordenar que regresen a donde pertenecen o en pocas palabras, despojarlos de su recipiente-. Hizo una pausa antes de seguir. -Pero también puedes curar heridas y revivir personas-.

-Interesante-. Aquellas palabras del ángel de la muerte me habían hecho sonreír a pesar de la situación en este plano existencial, pero yo deseaba salir y volver a la vida, me aterraba la idea de haber dejado a mi madre sola, seguimos caminando en silencio hasta llegar a otro portal, me aventuré a preguntar. -¿A dónde vamos?-.

-A un lugar horrible, mejor prepárate-...

Narra Azrael

Cruzamos el portal con Zenda hacia el Purgatorio, lugar donde descansaban para toda la eternidad, un lugar sin ápice de belleza junto con su color y que parecía una película en blanco y negro. Las nubes eran de color gris, cargadas con tristeza y desesperación, que llegaban a cada rincón del Purgatorio. Era un lugar apocalíptico y caótico, desolado y vacío, no se sabía si era de día o de noche e incluso parecía imposible escapar de allí.

-¿En dónde estamos?-. Preguntó Zenda mientras examinaba el lugar con la mirada, observando a las almas errantes, los que no tenían un rumbo fijo, aquellas pocas almas que aún estaban entre el plano terrenal y espiritual, con el arrepentimiento puro plasmado en sus rostros, susurrando palabras incoherentes y llorando en silencio.

-El Purgatorio, lugar donde deben estar las abominaciones como tú-. Antes de que pudiese abrir la boca para reprochar la hice callar para seguir hablando. –A lo que me refiero es que tú al ser una unión entre dos especies enemigas, el Cielo te ve así-.

-Pero según Metatrón ellos quieren que sea su nuevo tipo de ángel o su nueva líder-.

-Lo harías, si estuvieras viva-. Abrió la boca para refutar pero se quedó en silencio, sabía que tenía un punto, antes de que cualquiera pudiese hablar hacían acto de presencia seres sobrenaturales como vampiros, leviatanes, híbridos entre humano y demonio, alguno que otro Nephilim, entre otros seres grotescos con movimientos erráticos.

-¿Hay alguna manera de salir de aquí?-.

-Me temo que no-. Los seres comenzaron a acercarse a nosotros, pude distinguir que algunos incluso eran mitad humanos y mitad animal, estaban sedientos de sangre y venganza y no pararían hasta encontrarla, incluso si tuviesen que matarse entre ellos, Zenda se puso en guardia, lista para evitar un ataque, no iba a interferir con aquello. –Te lo dije Zenda, este lugar es horrible y es un milagro que alguien sobreviva en este lugar-.

-Ah, gracias por tu apoyo-. Dijo sarcástica mentemientras esquivaba el ataque de un vampiro, sumergiéndose en una pelea intensa con el ser del Purgatorio, a veces era tan difícil distinguir si eran almas errantes o abominaciones el vampiro intentaba succionar la sangre de Zenda mientras ella forcejeaba con él, defendiéndose únicamente con sus brazos y sus poderes, logrando enviarlo lejos y levantarse, mirándolo con ira mientras yo disfrutaba el show, estaba casi determinado a dejarla aquí por toda la eternidad, el vampiro gruñó antes de abalanzarse de nuevo contra ella.

Luego de una intensa pelea entre la chica híbrida y el vampiro, al cual logró matar cuando le tendí la hoz, tenía su respiración acelerada y me miraba con un odio profundo además de una determinación por salir de ese lugar. Le rapé mi hoz antes de seguir con nuestro camino por ese terreno desconocido para ella, claramente estaba en desventaja porque habían más monstruos esperando para asecharla y Zenda no tenía ningún arma cerca.

Narrador Omnipresente

Zenda y el ángel de la muerte caminaban por el Purgatorio, luego de la pelea intensa y desesperada por la vida y permanencia en ese lugar, Zenda por suerte había logrado acabar con el vampiro, aunque con la ayuda a regañadientes de Azrael, luchando incansablemente contra las abominaciones que querían matar a Zenda en ese lugar carente de belleza y pureza. Sin embargo la elegida no iba a rendir tan fácilmente ante ellos, peleaba y esquivaba sus golpes, determinada a no darle esa satisfacción de derrota tanto a los monstruos como a Azrael.

A lo lejos, ambos podían visualizar una luz brillante, que parecía indicar una salida a modo portal de ese lugar, aquella luz podría significar el fin de ese tormento y terror que acompañaba los pasos de Zenda y la indiferencia de Azrael. Los monstruos se multiplicaban a su alrededor, Zenda era consciente que debía llegar a esa luz y atravesar el portal si al menos quería que su alma sobreviviese y pudiera volver a la vida.

Azrael escuchó la invocación del profeta y decidió manifestarse frente a la biblioteca del anciano Duncan Frederick, la cual funcionaba también como un cuartel secreto de la Orden de los Caballeros Templarios Místicos, se manifestó ante los dos Frederick y Metatrón con sus habituales vestimentas semi góticas y con adornos de huesos, además de sus guantes mitones.

-¿Cuál es el trato?-. Preguntó manteniendo su sonrisa neutra viendo al trío que rodeaba el cuerpo de la chica híbrida.

-¿Dónde está Zenda?-. Preguntó con voz autoritaria David, fulminando al ángel de la muerte con su mirada gris, cosa que ni inmutó al ángel de la muerte.

-¿Ella?, ve por ti mismo-. Azrael se apartaba para hacer una proyección del alma de la chica, luchando en el Purgatorio contra las abominaciones que había, haciendo un esfuerzo máximo para sobrevivir. –Ahora está ahí y tal vez para siempre-.

-¡Tráela de vuelta!-.

-Sabes que no puedo hacer eso y menos por el simple capricho de un bibliotecario enamorado-. David iba a protestar ante lo que dijo el ángel cuando se alzó la voz de Metatrón.

-¡Azrael!-. El susodicho volteó a verlo, manteniendo esa sonrisa mientras el profeta tenía la rabia dibujada en el rostro y su abuelo buscaba calmarlo. –Ya basta Azrael y haz lo que él dice-.

-Metatrón, mi viejo amigo-. Soltó una risa mientras hablaba con ironía hacia el otro ángel antes de cambiar su expresión a una seria. -¿Eres consciente que no puedo resucitarla?-.

-¿Y tú eres consciente que no puedes interferir en los planes del Creador?-. Aquello pareció dejar sin palabras a Azrael mientras lo fulminaba con la mirada antes de acercarse a él y quedar cara a cara, para luego hablar en su oído, sabía que Metatrón tenía razón.

-De acuerdo, tú ganas-. Metatrón se tensó un poco, nunca lo había visto tan enojado, luego se apartó para hablarles a los dos profetas. –Pero no será tan fácil, si la quieres de vuelta, consigue la Lanza de Miguel y veámonos en una iglesia abandonada, tienen antes de media noche-. Sin más desapareció dejándolos en un silencio incómodo el cual fue roto por David.

-Bien, si Azrael quiere esa lanza, la conseguiré cueste lo que cueste-...

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