CAPÍTULO CINCO: SUEÑOS INEXPLICABLES
20 Años después...
Narra Zenda
Me encontraba tratando de dormir a las tres de la mañana, por suerte había comenzado mis vacaciones y no tendría que preocuparme por ver a los idiotas con los que compartía horas de clase en una escuela, tampoco debía preocuparme por los deberes porque los había terminado acompañada con la música de Slipknot, aunque mi mamá varias veces me había tratado de convencer que escuchase otra música menos fuerte y acorde a nuestras creencias religiosas, además de que la música que escuchaba no era apta para una chiquilla de trece años como yo, me habían gustado desde que los escuché con Before I forget.
Si, mi mamá era fiel creyente y practicante del cristianismo y se consideraba una persona devota; todos los domingos iba a misa, hacía obras de caridad, ayudaba a los demás y nunca olvidaba hacer oración antes de dormir, por otro lado yo tenía una relación o conexión diferente con el Creador, creía en él pero no me gustaba seguir las normas o leyes de la iglesia a tal punto de no atreverme a pisar ninguna, simplemente no me generaban confianza y tenía mis razones. Estaba cerrando mis ojos una vez más cuando sentí una punzada en mi cabeza y las imágenes acudían a mi:
El cielo tenía un clima tormentoso, los truenos y relámpagos sonaban con fuerza y las nubes poco a poco comenzaban a tornarse entre grises y negras; veía tropas que descendían de ellas con sus armaduras y tenían sus alas desplegadas. Aquellas tropas celestiales las dirigía un ser cuyo rostro no podía ver gracias a una luz cegadora, comenzó a dar órdenes de atacar a sus tropas las cuales comenzaron a descender hacia otro ejército que los esperaba en la tierra, el otro ejército tenía un aspecto sombrío y un aura oscura, también guiados por un líder, quién al principio no pude distinguir su rostro por otra luz cegadora, sin embargo esta fue cediendo y pude ver sus ojos rojos, estaba acompañado de sus tropas, las cuales tampoco podía ver sus rostros pero podía jurar que eran seres malignos de los que mamá solía hablar, ambas tropas comenzaron a acercarse...
-¿Zenda?-. Mi mamá me había despertado de ese sueño extraño, me levanté de golpe y sudando mientras miraba a todos lados preocupada ya que el sueño lo había sentido, sin embargo solo ví mis póster de Slipknot, Corey Taylor, entre otras bandas y cosas de magia, películas y series, sentí su mano en mi hombro y posteriormente en mi frente. -¿Estás bien?, escuché gritos y quejidos, quería saber si pasaba algo contigo-.
-No lo creo, tuve otra pesadilla-. Me pasé las manos por mi cara y mi cabello corto en un intento de regular mi respiración. Algo que era muy raro para mi y había tratado de hablarlo con mi mamá, eran esta clase de sueños que tenía, habían comenzado desde los cinco años, sin embargo era el primero que de alguna manera estaba completo, lo demás eran flashbacks o borrosos.
-¿Qué soñaste?-. Me preguntó mientras me pasaba a mi mascota, un gato negro al que había optado por llamar Corey, dudaba si decirle la verdad o no sobre lo que había soñado, ya que temía que me enviara con un sacerdote o terminara por meterme a algún grupo religioso, suspiré antes de decirle, debía ser sincera con ella y no ocultarlo más, seguro ella sabría qué hacer y econtraría una respuesta como siempre hacía.
-Si te lo digo, ¿No te reirías?-. Ella negó con una sonrisa, invitándome a seguir. -Bien, soñé con ángeles y creo que con Dios-.
-¡Tienes un don!-. Me dijo mi madre emocionada mientras me abrazaba fuertemente, Dios... Sinceramente esperaba otra reacción, por un lado estaba feliz por esto y por otro lado estaba incómoda por la situación ya que no soportaba tanto el contacto físico. - Fue un sueño increíble, ¡Zenda, creo que has sido bendecida por el señor!-.
-Eso es bueno saberlo-. Me separé de ella ya que un quejido por parte de Corey nos había hecho notar que estaba muy molesto porque lo habíamos despertado y aplastado cuando mamá me abrazó, me dedicaba su mirada de enojo desde una de las esquinas de la cama, además de que yo no sabía cómo reaccionar ante lo que dijo. Creo en Dios, pero había ciertas cosas que me generaban dudas que de seguro si las decía en voz alta, me tacharían de atea o algo por el estilo. -Mamá, solo fue un sueño celestial, estoy bien-. De hecho no sabía si podía sentirme tranquila de haber soñado eso, pero de algo estaba segura y era que tenía que buscar información en la biblioteca.
-Si tu lo dices-. Me dio un beso en la frente antes de irse, pero se detuvo antes de cerrar la puerta para verme, sin importar cuántos años tenga mamá me tratará como a una bebé, y estaré agradecida por ello. -Pero recuerda que siempre te voy cuidar-.
-Lo sé mamá, buenas noches-. Me despedí de ella y recibí su respuesta, apague la luz de mi mesa de noche antes de cerrar los ojos y esperar que no tuviera otro sueño de esos, debía centrarme en estudiar e ir a la biblioteca por información.
Así que al día siguiente me levanté gracias a la alarma y el delicioso olor del desayuno de mamá, aunque tratara de disimular que no estaba pensando en los sueños que últimamente había tenido, era algo que me preocupaba y al mismo me tiempo me hacía formularme preguntas como: ¿Acaso Dios tenía un propósito celestial para mi?, ¿Había sido elegida para algo?, Si la respuesta era afirmativa... ¿Por qué yo, una chica normal?, ¿Tenía un pasado extraño?, ¿Por qué soñaba con algo que había pasado hace mucho tiempo?, estas y más preguntas rondaban constantemente mi mente, haciendo un revoltijo confuso.
-Hola cariño-. Saludó mamá efusivamente como era habitual en ella mientras dejaba mi plato de pancakes frente a mi y la miel al lado.
-Hola mamá-. Rápidamente comencé a devorar mi desayuno, además de que mamá tiene una sazón única, tenía el asunto pendiente de buscar esa información en la biblioteca, mamá simplemente me miró negando con la cabeza y sin decir una sola palabra.
-¿Volviste a tener esos sueños, Zenda?-. Casi me atraganto con mi café cuando me preguntó eso, la verdad después de ese sueño vívido había logrado dormir en paz, pero me hubiera gustado saber en qué terminaba, sin embargo es algo que no puedo controlar, también pensaba en hablar con algún maestro de religión de la escuela o alguien experto del tema y ojalá no me agobiara con su fanatismo. -¿Zenda?-.
-No mamá, pude dormir tranquila-. Le respondí tranquilamente mientras acomodaba los utensilios que había usado en mi desayuno en el fregadero para lavarlos inmediatamente, una vez terminado cogí la chaqueta de cuero que había dejado en el respaldo de la silla para salir. -Nos vemos al rato mamá-.
-¿A dónde vas con tanta prisa?-.
-A la biblioteca-. Me miró algo dudosa, suspiré antes de responder, odiaba mentirle pero sería una mentira blanca y que Dios me perdone. -Después de las vacaciones tendremos exámenes, así que iré a estudiar allí, prometo que volveré temprano, te llamaré si algo sucede-.
-De acuerdo, solo ten cuidado-. La abracé fuertemente mientras me despedía de ella y salía a toda prisa mientras me colocaba mi chaqueta de cuero sobre el buzo de Slipknot que llevaba, cerré la puerta y comencé a caminar mientras que a mis oídos llegaba la melodiosa voz de Corey Taylor por medio de los audífonos de diadema que llevaba. El recorrido fue relativamente normal saludando a algunos vecinos por educación e ignorando las miradas de otras señoras que murmuraban entre dientes cosas como "Ay Dios, esa chica adora al diablo", "Arrepiéntete pecadora", incluso algunas trataron de acercarse a mí para comenzar a orar, con algo de ira pausé la música para hablarles con respeto.
-Miren señoras, yo no adoro a Lucifer-. Sonreí un poco antes de cruzarme de brazos, estaban algo intimidadas. -Al contrario, él me adora a mí y yo de ustedes tendría mucho cuidado, no sea que sus biblias comiencen a quemarse o sus rosarios se quiebren-. Las señoras me miraron asustadas antes de comenzar a echarse la bendición repetidas veces, puse play de nuevo y les di la espalda para entrar a la biblioteca. -Así que salve Lucifer y que tengan buen día-. Respondí con sarcasmo antes de entrar definitvamente.
Narra David
Trabajar en la biblioteca no era algo que odiase, al contrario me gustaba, pero gracias a mi abuelo le había cogido amor a los libros y la historia, según mi abuelo, era el escondite perfecto para que nadie sospechara de nosotros, así podemos tener acceso a toda clase de información tanto celestial como demoníaca. Mi abuelo había adquirido la biblioteca hace 18 años, mi edad actual, y lo hizo con el propósito de enseñarme todo lo necesario sobre cazar demonios y ser una especie de intermediario entre los ángeles, su creador y los humanos, además del negocio familiar (como me gusta llamarlo), el arte de la esencia de las profecías, tal como lo había hecho él, mi padre y ahora yo. El trabajo era complicado, aprender sobre armas, demonios, ángeles y textos sagrados requería de algo más que voluntad y fe, requería devoción y entrenamiento físico en caso de tener que ir a combate o estar expuesto a una posesión. Una chica que acababa de entrar a la biblioteca llamó mi atención, no solo por su estilo medio rockero y sencillo, sino porque algo en mi interior me decía que esa chica no era normal.
-¿Puedo ayudarte?-. Le pregunté algo mandatario y cruzando los brazos, en uno de ellos tenía un tatuaje con símbolos de protección; estaba en la biblioteca como voluntario durante las vacaciones, además de que eso me ayudaba a estudiar tanto para la vida real como para el entrenamiento de profeta con mi abuelo.
-Si, estoy buscando la sección religiosa o lugares donde pueda encontrar información sobre ángeles, Lucifer y...-.
-¿No eres muy pequeña para investigar eso?-.
-¿Y tu no eres muy mayor para meterte en lo que no te incumbe?-. Abrí mis ojos verdes sorprendido por la respuesta de la chica, pero no iba a dejar que me hablase así. -Lo siento yo solo, quiero buscar información-. Noté arrepentimiento en su voz, pero como dije antes... Debes aprender a controlar tu ira y respetar a los mayores.
-Mira, si quieres hacer un ritual o algo raro...-.
-¿Ritual?, ah fantástico justo cuando creí que me había deshecho de los fanáticos aparece uno más-. Comenzó a caminar lejos, pero de nuevo esa sensación extraña me hizo actuar por instinto y la tomé del brazo para susurrar en su oído. -Suéltame idiota-.
-Escucha peque, ve al último pasillo, allí en la mesa del rincón ponte a leer tus cosas-. Me miró extrañada antes de soltarla. -¿Qué?, te dije lo que querías, ve antes de que cambie de opinión-.
-¿Gracias supongo?-. Se subió la capota de su buzo antes de seguir mis instrucciones para comenzar su lectura, era extraño para mi que una chica de doce o trece años quisiera buscar información acerca de Lucifer o información bíblica, yo esperaría eso de alguna hermana, de un padre o de alguien que fuera a esas iglesias los domingos, incluso de mi abuelo como profeta, pero... ¿Una chiquilla a la que le gustaba el mismo género musical que a mi y que no pisara iglesia alguna, buscar esa información?, no soy quien para juzgar pero eso me dejaba intrigado, debía consultarlo con mi abuelo.
Narra Zenda
Bien, no sé qué pretendía ese chico bipolar de la biblioteca pero al menos me había indicado en dónde buscar sobre lo que había soñado, planeaba recolectar toda la información posible, trataría de entender el porqué me pasaba eso, encontré un libro grueso con pasta dura y unas llamativas letras doradas con el título "De la religión y otras historias mitológicas", agarré el libro para comenzar con mi lectura y bueno, aprovechando que según el atractivo pero arrogante joven de hermosos ojos grises, cabello rubio platino y un porte rudo-serio había asegurado que nadie molestaría en absoluto. Sin más abrí la página del primer libro para buscar información, no encontré nada y salté a otro libro, viajando entre páginas, anotando algunas cosas interesantes o que pensaba que tal vez podrían serme útiles, seguí leyendo hasta que poco a poco comencé a decaer presa de no haber dormido bien.
En la sala de un hospital, una silueta femenina caminaba entre el ajetreo de la sala de urgencias con una tranquilidad impresionante, como si fuera ajena a toda la situación que la rodeaba y tuviera un objetivo fijo, encontrar algo. Siguió caminando hasta llegar a la zona infantil, una enfermera trató de detenerla pero la figura solamente tuvo que poner una de sus manos en su frente y dormirla para poder seguir con su cometido, aunque se notaba que la mujer estaba débil y moribunda, caminó hasta la cuna de la pequeña, el apellido y nombre no eran legibles por desgracia. La mujer se acercó mientras sacaba un frasco con un líquido brillante extraño y dejaba que este cayera en la boca de la chica completamente antes de desplomarse y que la habitación se llenara de una cegadora luz blanca...
-¡Oye, oye!-. Sentí que alguien me zarandeaba, cuando logré despabilarme noté que era el chico de la biblioteca. -Este no es lugar para dormir, para eso hay camas-.
-Ya te oí insufrible-. Le respondí mientras me restregaba los ojos, miré la hora y faltaban treinta minutos para mi hora de almuerzo, de nuevo estaba en trance como esta madrugada que tuve ese sueño y al igual que el anterior, no tenía la información suficiente y ni siquiera sabía qué significaba eso.
-Oye chica rara si te sirve de consuelo, puedes llevarte los libros que necesites-.
-De acuerdo y gracias-. Estiré una de mis manos para presentarme, me había ayudado de alguna forma, pero también quería dejar algo claro -Y me llamo Zenda, no "chica rara"-.
-David y perdón por eso-. Me aceptó la mano y pude notar que tenía tatuajes extraños, acomodé mi maleta y salí de allá mientras ponía la banda sonora de mi día a día, reí antes de susurrar algo. -Idiota-.
-Imbécil-. Alcancé a escuchar que dijo riéndo, salí de la biblioteca rumbo a mi casa antes de que mamá optara por reventar mi teléfono con llamadas o iniciara una búsqueda de rescate.
Una semana después de haber encontrado esa información que me fue algo útil, estaba lista para comenzar mis clases de preparatoria de nuevo y según el calendario, estábamos en periodo de pruebas finales para terminar nuestro ciclo escolar. De nuevo tendría que ver a mis insoportables compañeros y sus preguntas estúpidas, eso por no mencionar que de nuevo tendré que soportar a alguno que otro fanático fastidioso y hablando de ello, sería otra oportunidad para investigar un poco más, hablaría con el profesor de filosofía y esperaba encontrar respuesta alguna a esto que me estaba pasando, una vez más experimentaba un sueño extraño o... ¿Era un recuerdo?:
Veía una habitación de hospital, en ella había una camilla y en la camilla había una chiquilla que según los médicos, había entrado porque tuvo una fiebre muy fuerte y tendrían que tenerla bajo observación para descartar una enfermedad más grave que ese resfriado. La chica de la cama estaba absolutamente dormida, en reposo, en eso entró un hombre vestido completamente de negro a la habitación, las luces comenzaron a parpadear a medida que se acercaba a la joven para tomar uno de sus brazos a la par que sacaba una jeringa de metal, después de habe encontrado la vena, introdujo la aguja en su brazo mientras sonreía porque el contenido rojo entraba en el organismo de la chica, pero antes de irse un aura negra como polvo llenó la habitación para luego estallar.
-¿Qué demonios fue eso?-. Me trajo a la realidad el sonido de mi alarma, el reloj marcaba las cinco de la mañana y eso significaba que debía levantarme para retomar mi vida escolar como estudiante ejemplar y esperaba sacar buenas notas si quería estudiar Lenguas, Historia y Química, sin duda debía hablar con otra persona además de mamá para encontrar una respuesta a lo que me estaba pasando.
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