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Capítulo 1

Charles estaba en su habitación, sus manos temblaban y trataba de mantenerse calmado.
Su mirada se dirigió de inmediato al calendario que colgaba de su muro con una agenda organizada de todas sus actividades y responsabilidades como príncipe heredero.

—Carajo —murmuró para sí mismo ante el compromiso que tenía en menos de una hora—, tan sencilla que sería mi vida sí solo pudiera renunciar a esto.

Tomo un largo respiro y se dirigió a su clóset. Saco de este una especie de armadura color plata con detalles azules. Su nombre estaba grabado en en el costado derecho con letras doradas y pequeñas.
Chasqueo los dedos, haciendo que la armadura desapareciera de su vista. Posteriormente, tomo la espada de acero celestial forjada exclusivamente para él.
Era morada con lila. La empuñadura era de cuero fino color negro.
Tenía la forma de una cruz, y en el centro, descansaba una piedra de oro puro que canalizaba el aura celestial del joven príncipe.

—Charles —la voz de Lucifer se hizo presente al otro lado de la puerta—, ¿Puedo pasar?

—Sí, adelante madre.

El rubio abrió la puerta, miro a su hijo con cierta ternura y finalmente se acercó para darle un abrazo, uno que Charles acepto de inmediato.

—¿Sabes que te amo, Puiule? —el Rey era mucho más bajo que su hijo, pues este era unos centímetros más alto que su padre.

—Sí mami —susurro mientras su cola se movía con emoción—, yo también te amo.

—¿Y sabes que tú padre también te ama?

—Eso creo —se encogió de hombros—, habla de esa manera porque ha sido Rey desde hace mucho tiempo.

—En realidad tiene casi tú edad reinando —soltó una leve risa ante la mirada confusa del menor—, lo digo en serio Luz.

—Se me hace difícil creerte.

—Bueno, cuando llegues al cielo, pídele a tú abuelo que te muestre cuando coronamos a tú padre, verás entonces que eras un bebé de apenas seis meses.

El joven príncipe río un poco.

—Es duro contigo porque te ama, y no quiere que nadie te lastime.

—Nadie puede lastimarme.

—Sí pueden —la seriedad en las palabras de Lucifer hicieron agachar sus orejas—, es por eso que necesito que te tomes en serio esto.
Escucha hijo, sí no estás listo, sí no te sientes preparado para esto, puedes hablarlo con toda la confianza.

—Estoy listo —se apresuró a decir.

—Ser Rey es mucho más que vestir bien, asistir a fiestas de gala en los diferentes anillos y platicar con los políticos —Charles torció la boca—, es un cargo que requiere de un compromiso diario, contigo, con el reino y con tú pueblo.
Debes saber tratar a todos por igual, sin distinción.

—Bueno.... No todos pueden ser tratados como la clase noble mamá, no es correcto.

—¿Quién lo dice?

—¡No vas a tratar a un pobre igual que a un rico! —la sola idea le generó náuseas—, no es mi estilo.

—Tendrías que cambiar eso.

—Esto es muy injusto.

Lucifer sonrió un poco antes de estirarse para acomodar un poco su cabello.

—Se te hace tarde, corre o tú abuelo vendrá, no quiero pánico innecesario en el infierno.

Morrigan miraba a su primo en la arena de entrenamiento con asombro.
Charles se enfrentaba a los mejores guerreros que Dios tenía, pero ninguno de estos parecía ser rival para el joven príncipe heredero.

Ambos compartían un lugar en el consejo angelical, sin embargo, Charles dirigía la legión de ángeles, mejor conocido como ejército angelical, mientras Morrigan se encargaba de cosas diplomáticas y conexiones entre el cielo, la tierra y el infierno.

—Basta —suplicó uno de los ángeles—, señor, yo jamás podré darle una digna batalla...

—Sí, eso ya lo sé —murmuró Charles con fastidio. Ni siquiera había optado una de sus facetas adicionales, era simplemente él sin usar toda su fuerza física.
—Dame eso —extendió la mano, pidiendo la espada de su contrario.

Todos se quedaron pasmados. Pese a que Charles jamás había demostrado querer hacerles daño, el miedo irracional por el ser que era los petrificaba casi a diario.

—Olvidalo —el rubio paso junto al ángel, ignorando el llamado de su primo.

—¡Espera! —Morrigan iba tras de él—, ¡Espera Charles!

—¡¿Qué Morrigan, qué?! —el pelinegro se quedó quieto ante el tono del caucásico.

—Solo... Solo quería traerte tú espada —extendió el artefacto, el cual fue arrebatado de inmediato—, ¿Estás bien..?

—De maravilla —habló con ironía mientras seguía su camino.

—Sabes que no tienes que tomarte todo tan a pecho —camino nuevamente tras él—, ¿Por qué no peleas contra Thomas?

—No voy a pelear con un inválido —gruñó con molestía—, ¡Y menos con un niño!

—Vamos, ya no está tan pequeño, y no es un inválido.

—Esta ciego.

—Pero no inválido. Vamos Charles, es bueno peleando.

El príncipe negó con insistencia—. Es arrogante, descuidado, mal hablando, creído, y sobre todo, tiene por padre a mí tío Miguel y a ese humano extraño.

Morrigan negó un poco.

—¿Es que todos somos inferiores a ti?

—¿Quieres la verdad o nos seguimos llevando bien? —alzó una ceja.

—Agh —el joven, quién era un poco más alto que su primo se puso frente a este—, solo escúchame.

—Mor —suspiró con frustración—, entiendo el punto, pero estoy no funciona.
Nadie aquí puede hacerme frente, en todos lados me miran con terror, hasta yo me tengo miedo.
Tengo que ser príncipe, general, parte del consejo angelical, pronto tendré que tomar una especie de Regencia provisional, estudiante, maestro, ícono. Ya no salgo con Archie, ni siquiera con mis hermanos paso tiempo.

—Entiendo que estás estresado, pero...

—No, tú no lo entiendes.

Y sin más, extendió las grandes alas negras y emprendió el vuelo, lejos de su primo, quién negó un poco antes de mirar sus manos.

—¿Y Charles? —Thomas habló cuando escucho los pasos de Morrigan por uno de los pasillos dentro del jardín de su abuelo.

—No lo sé, creí que había venido para acá —suspiro cansado.

—No lo he oído —el joven, quién era dos años menor que Charles se sentó en una de las bancas—, ¿Y está bien?, creí que finalmente podría luchar contra él.

—No lo sé Tommy —se rasco la cabeza mientras se sentaba junto al castaño—, no estoy muy seguro de que puedas luchar contra él.

—¡Pero soy tan capaz como tú o él! —estaba irritado.

—Sí... Eso —se encogió de hombros—, no lo digo porque no seas capaz.
Yo no representó una amenaza en batalla, pero Charles es demasiado fuerte, aún sin su modo angelical.

—¿Modo qué?

—Le salen sus astas blancas y su aureola, ¡Hasta los ojos le cambian de color! —gruño—, esto es muy injusto, él hace lo que quiere, cuando quiere y nadie le dice nada...

—No estoy seguro de eso. Es un idiota, eso no lo negaré.
Solo, no sé —jugaba con sus dedos—, tal vez no crea derrotarme —bromeo haciendo reír a Morrigan—, ¡Hablo en serio!

Charles, quién acababa de llegar, rodó los ojos frustrado.

—¡Hola Charles! —molesto Thomas—, ¿Cómo estás?

—Vete a joder a otro lado —murmuró pasando de largo a los presentes, caminando directo a la casa de su abuelo.

—¿A dónde vas? —el hijo de Azrael se levantó de su asiento oara ir tras el.

—¡Espérame! —se quejo Thomas tras ellos.

—¿Pueden dejarme a solas solo cinco minutos?

—Desapareciste por una hora.

—Ese no es tú asunto Morrigan.

—¡No me digas eso, soy tú único puto amigo! —sus alas blancas con negro se extendieron, demostrando que estaba molesto.

Charles soltó una risa burlona—. Sí, ¿Qué quieres demostrar con esas alas?
¿Crees que te tengo miedo, Mor?

—¡Oye! —Thomas extendió las alas—, no le hables así, solo trata de ayudar.

—Escucha, Thomas. Los adultos queremos charlar, ¿Sí? —el joven castaño apretó los puños—, así que cállate.

Morrigan apretó los puños y lanzo un golpe contra el caucásico, sin embargo, Charles con agilidad lo esquivo, y en un parpadeo sus alas se extendieron, su aureola dorada salió, sus astas crecieron de color blanco y sus ojos azules pasaron a ser dorados.

—¿Quieres pelear de verdad Mor? —soltó una risa llena de burla—, ni tú, ni Thomas, ni siquiera mis padres son capaces de igualar mi fuerza —tomo el cuello de su primo, quién trataba de zafarse—, no me cuestiones un carajo, angelito, porque puedo partirte el cuello en cuanto a mí se me de la gana, ¿Entendiste?

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