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[P4]Capítulo 18: Cuando te vayas I.

Cuarta Parte: Quiénes tememos ser.

I will never give up on your heart.

Hawaii, 2019.

- ¿Estás seguro de que es mi talla? Me queda muy pegada.

- Tienes una espalda muy ancha, Harry. Estate quieto, ¿sí?- rogó Louis colocando bien el cuello de la camisa blanca que Harry vestía en esos momentos.

Los primeros botones permanecían abiertos mostrando su cadena. Su cabello ya estaba casi seco y Louis se dispuso a peinarlo colocándose detrás de él. Pasó ambas piernas a cada lado de Harry y sacó el peine de la mochila.

- Voy a estar ridículo.

- Que te calles.

Desenredó su cabello largo y lo peinó hacia atrás dejando algunos bucles hacia delante en su cuello. Los colocó de forma que taparan las branquias y se levantó a mirarlo de frente. La expresión de Harry lucía inquieta y desconcertada. Era todo un bebé.

- Deja de mirarme así.- bufó fingiendo molestia.

- Es que tendrías verte; pareces un niño pequeño. Es lindo.

Permanecieron en silencio por unos segundos y al darse cuenta, Louis sacudió la cabeza y alcanzó la cámara de la mochila. La preparó y se acomodó de rodillas en la arena para empezar con la sesión. Harry tan humano como podía.

Lucía bastante serio pero Louis amó esa expresión plasmada en sus fotografías. Con la mirada perdida en algún punto del gran océano. En la montaña de arena. En el objetivo de la cámara como si sus ojos encontraran los de Louis.

Era pura magia.

- Sonríe.

Y así lo hizo. Enseñó los dientes dibujando dos perfectos hoyuelos a ambos lados de su cara. Louis sonrió detrás de la cámara inevitablemente. Era contagioso ver a Harry sonreír. Poderoso y preciado. Sin duda lo era.

Se puso en pie para tomar algunas de medio tronco y podía jurar que era humano a través del objetivo.

Sacó unas gafas de sol y se las tiró con cuidado al regazo de su cuerpo.

- ¿En serio?

- Vamos, dame humanidad.- pidió con un tono divertido y Harry acató sus órdenes sin decir una palabra y sin hacer desaparecer su sonrisa.

Siguió tomando unas fotos más y cuando se dio por satisfecho, se dejó caer sobre la arena junto al cuerpo del tritón. Éste estaba quitándose las gafas y la camisa dejándolas con cuidado sobre la mochila. Quizá verse sería una mejor experiencia que llevarlas puestas, ya que se sentía incómodo, de hecho.

- Mañana mismo te las traeré. Son perfectas, hay demasiada belleza en ellas.- murmuró terminando de guardar las cosas.

Harry, a su lado, se ruborizó como siempre. Pero no dejó que sus mejillas rojas fueran vistas por el hombre que a su lado, hacía lo posible para que se sintiera de otra manera que no fuera diferente.

Pero lo era, y lo sería para siempre.

Antes de volver a tumbarse, miró en los alrededores, no se oía nada excepto la naturaleza vivir; eso lo relajó y pudo dejarse caer con tranquilidad. Empujó con suavidad el hombro derecho de Harry para hacerle saber que quería que se acostara junto a él. Y así lo hizo.

Miraron el cielo azul durante un tiempo. Observando como algunas pequeñas nubes se perdían a lo lejos; como muchas aves iban y venían. Como el cielo se oscurecía poco a poco.

Fue un suspiro por parte de Louis el que rompió la armonía que compartían. Hacía un tiempo, escucharse respirar había sido meramente suficiente.

- Harry.

- Hmm.

- ¿Tienes sueño?- preguntó girando la cabeza para encontrar a Harry a solo un palmo.

- Hmm.

- ¿De qué color crees que sería mi cola?

Esa pregunta despertó la curiosas de Harry y a todo él en general. Se apoyó en su brazo para encararlo y sonrió de forma leve dejando escapar aire por la nariz. Muchas habían sido las veces que se había preguntado justo eso.

Pero tenía claro una cosa. No quería saberlo con certeza. Jamás.

- ¿De qué color quieres que sea?

- Azul.- sentenció mirando la de Harry y éste rió.

- Qué poco original, Louis. Yo creo que sería... Roja.

Louis abrió los ojos y luego carcajeó golpenado el brazo del tritón que lo observaba confundido. Posteriormente negó con la cabeza y mantuvo la compostura.

- Ni de coña. Sería amarilla.- dio por hecho y se cruzó de brazos reacio a oír cualquier argumento de por parte de Harry.

- Tienes que estar de broma. Se te vería desde la primera playa bajo el sol. Hmmm, ¿qué te parece verde?

Louis abrió la boca para decir algo pero luego simplemente la cerró y miró el cielo mientras escuchaba la respiración de Harry a su lado, que poco a poco se fue haciendo más pesada. Estaba demasiado relajado, incluso sus ojos estaban cerrados. Lo que no sabía, es que los colores eran demasiado importantes.

Ahora estaba ahí, en esa playa, sobre la arena sin preocuparse ni lo más mínimo por el día de mañana. Pero ese día llegaría antes o después, y lo rompería en mil pedazos. No sólo a él, a ambos. Suspiró aturdido y miró el rostro descansado de su izquierda.

- Harry.

- No digas lo que estás pensando.

Louis frunció el ceño pero al instante suspiró y negó lentamente. Era tal y como en su mente. Un mañana. Futuro pero un mañana. Y era inevitable.

- Es que nunca hemos hablado de esto.

- Lo sé. Lo recuerdo cada día, y cada anoche me pregunto si aparecerás al siguiente, o si habrás tomado un vuelo de vuelta.

Un nudo en el estómago se formó en Louis y tragó con dureza. Sí, había sido tan cruel como para irse sin decir adiós. Pero no lo hizo. No pudo cuando estaba entre sus brazos y no podría de nuevo.

- Esto no va a durar para siempre- susurró casi sin aire.- Ojalá fueras humano.- dijo antes de que Harry pudiera decir algo.

- Ojalá lo fuera.- comentó simplemente e intentó sonreír, pero la sonrisa se perdió en la comisura de su boca.

- Odio esto.

- Yo también.

En ese instante, Louis supo que había más cosas de las cuales no habían hablado. De sentimientos y sensaciones que quizá sólo él quiso dejar pasar por alto, pero que ahora de verdad quería tratar. Abrió la boca para decir algo, pero un grito le interrumpió.

- ¡Mamá!

Harry se incorporó y Louis inmediatamente se levantó para tirar de sus brazos y ayudarlo a entrar en el mar. Sin ni si quiera mirar hacia detrás, sacó fuerzas de flaqueza y entró en el agua junto al tritón para empujarlo incluso más lejos. Sintió como si el aire no llegara a sus pulmones, como si tampoco entrara en su organismo. Las piernas comenzaron a temblar levemente y cerró los ojos antes de mirar atrás.

Un niño de unos cinco años corría hacia él con los ojos muy abiertos y un par de manguitos en las manos. Era rubio y sus ojos de un color azul claro de lo más puro. Tras él, una mujer corría con algo más de parsimonia y un bolso colgado en el hombro.

- ¡Luke, ven aquí!

El niño paró frente a Louis, que con lentitud salía del mar sin quitar contacto visual del chico. Sentía que la sangre había desaparecido de su rostro, probablemente lucía tres tonos más pálido. Se arrascó la barba e intentó lucir normal.

- Lo he visto, era una sirena. ¿A qué sí? Dime que sí.

- Luke, madre mía, vas a estar castigado de aquí a que cumplas dieciocho. Me has hecho correr toda la playa.

- ¡Mamá, he visto algo increíble! ¡Era una sirena, aquí!- gritó molesto y algo emocionado a la vez.

Louis seguía estático. Estando pero sin estar, manteniendo su ser a un lado del ataque cardiaco que estaba por sufrir. Intentaba respirar con normalidad pero le costaba en demasía.

- Ya está bien, Luke. Vamos, tenemos que irnos al hotel.

- Pero mamá... Él lo ha visto, estaba con ella. ¡¿A qué sí?!- protestó al no ser creído ante el gran descubrimiento que había presenciado.

- Deja de molestar a este señor. Lo siento mucho, ve demasiados dibujos.

La mujer tiró del brazo del niño y éste se soltó de su agarre para correr junto a Louis y golpear su estómago con toda la ira que cabía en ese pequeño cuerpo.

- No me hagas quedar como un mentiroso, lo he visto y lo sabes. Le has ayudado a escapar.- sus ojos se hincharon y el corazón de Louis se encogió al pensar que se pondría a llorar.

- Se acabó. Nos vamos ya. Siento mucho esto.- la mujer volvió a tomar la mano del niño y echó a caminar mientras los ojos azules del pequeño miraban con furia los de Louis.

- Tiene razón, había una sirena aquí. Bueno, era un tritón.- dijo y le guiñó un ojo a la mujer que le correspondió con una sonrisa sincera.

- ¡Ves, mamá!

Los gritos felices del niño se perdieron y su sonrisa también. Porque para el mundo esto era un ideal imaginario. Y él deseaba con ansias vivir en esa utopía para siempre.


Vio el reflejo brillante de su cola aparecer bajo el agua. Cada vez más cerca y nítido ante sus ojos. Era como estar mirando su propia cola desde fuera. Eran exactamente iguales, y aunque en su momento le hubiera llamado la atención, ahora sabía que formaba parte de su destino y no de su condena.

Ambos observaron desde lejos cómo la cola azul de Harry desaparecía con rapidez en el océano. En la orilla, un hombre miraba el mar con melancolía. Un humano.

#Pregunta: Cuando leéis, qué preferís, ¿Ziall o Ziam?

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