Capítulo 10: Mi realidad.
You know just what to do how make me want you.
Hawaii, 2019.
No fue hasta muchos minutos después, que el agua volvió a lucir en calma. Como si el ritmo de las olas y el de su respiración fueran uno, como si estuvieran unidos y nunca se hubiera dado cuenta.
Harry había desaparecido y todo parecía una lejana pesadilla, cuando de hecho, hacía tan sólo un rato había sucedido. Su cuerpo aún temblaba y el latir de su corazón nunca había llegado a tal ritmo. Pero en este lugar, todo lucía como si no hubiese pasado.
Como si Harry no existiera.
Y eso es lo que ocurría cada vez que desaparecía, que Louis volvía a la realidad de su mundo, uno que odiaba y no se había dado cuenta.
En ocasiones se cuestinaba si estaba hecho para la vida, como si fuera demasiado cuesta arriba para él. Pero encontró cosas buenas, personas que valían la pena, un lugar al que pertenecer después de haberse visto durante tanto tiempo fuera de lugar. Y ahora volvía a sentirse de esa manera.
Cuando era pequeño siempre había imaginado que sería un gran pintor y fotógrafo, solicitado en muchos sitios, reconocido por todos. Pero de hecho, no era nadie.
Y en el mar se sentía todo.
— ¡Louis Tomlinson!- gritó Jo tan sólo entrar en la recepción del hotel.
Estaban todos esperando allí, Nicole había dicho no saber dónde se encontraba su pareja. Niall no se despegaba ni un segundo de Emily; y Liam miraba en la distancia a Louis, quien reacio, jugaba con el hilo de su camiseta sentado en un sillón.
Se había quedado en la playa durante al menos dos horas, luego volvió y permaneció en la cama hasta el hambre pudo con él y llamó al servicio de habitaciones. De repente había pasado todo un día y la noche le recordaba lo miserable que era su vida.
— ¿Dónde está ese gilipollas?- gritó mirando por todo el lugar hasta dar con él. Se acercó con rapidez y tomó su brazo tirando de él hasta la salida.—. Podéis ir entrando al restaurante, tenemos que hablar, cosas de amigas.
El resto del grupo asintió y sin articular palabra caminaron hasta la entrada del restaurante. Ambos salieron y el cálido aire les golpeó la piel, había muchas personas caminando por la calle, era una bonita noche.
— ¿Qué cojones le has hecho a Harry?
— Nada.- dijo simplemente y Jo frunció el ceño acusadora.
— Porbaré otra vez, centra tu neurona aquí, ¿de acuerdo? ¿Qué coño le has hecho a Harry?
Louis desvió la mirada de sus ojos y la mantuvo en la acera, en silencio. Su mente intentaba borrar las cosas que le dijo, por mero egoísmo, por no sentir el dolor de la culpabilidad. De la maldad de gritarle a alguien lo que nunca más volverá a tener. De echar en cara que lo perdió todo cuando murió. Que son dos mundos diferentes y que el mar no es una realidad.
Que se comportó como una persona horrible.
Jo suspiró y tomó ambas manos de Louis para que le prestara atención, esa que intentaba esquivar una y otra vez.
— Louis... Verás, él... Harry no quiere irse.
Antes de que Jo pudiera decir algo más, Louis se soltó de su agarre y dio un pasó al frente, pero la chica lo detuvo con tranquilidad y suspirando una y otra vez.
— No va a salir, y en el fondo lo sabes. Se fue sin ni si quiera terminar de discutir, está dispuesto a quedarse.- sentenció con el tono más frío que Louis había escuchado de su parte.
— Van a verlo. No puede quedarse.
— ¿Crees que le importa? No conoces a Harry una mierda, Louis. ¡Le has dicho cosas sin saber cómo puede sentirse respecto a ellas, joder!
— Estoy arrepentido.- susurró casi inaudible, pero Jo lo escuchó perfectamente.
— Voy a perderlo, Louis- cuando encontró los ojos azules de la chica, vio como estaba a punto de resbosar lágrimas de miedo, de desesperación.—. Y ahora tengo que ir ahí dentro y aparentar que mi mejor amigo no tiene las horas contadas por esa misma gente a la que tengo que mirar a la cara.- escupió las palabras con despreció y comenzó a caminar hacia el interior del hotel dejando a Louis estático en el lugar, mirando la luna esconderse entre las pocas nubes que cubrían el cielo.
En el lugar todo era armonía y diversión. Estaban teniendo un buen rato, casi todos ellos. Jo pasaba la mayor parte del tiempo hablando con Nicole, no dejó mostrar ni una leve sonrisa, como tampoco lo hizo Louis. A su lado izquierda, Niall y Emily reían a carcajadas y bebían sin parar. A su derecha, Liam intentaba sacar conversaciones que finalizaban con monosílabos cortantes que daba Louis mirando la ventana del restaurante.
A veces, luchar contra nosotros mismos es la más difícil de todas las batallas, porque nos odiamos de una manera poderosa, constante.
Huir es imposible, estamos justo ahí, gritando lo que nuestra cordura no quiere entender; lo que nuestro corazón no quiere escuchar.
A veces es rápido, de manera desconocida, sencillo. Como fue de sencillo darse cuenta que su realidad, era lo que más detestaba.
Y es en ocasiones, para muchas cosas, sólo hace falta un suspiro, una caricia o un mirada para darse cuenta de las cosas que se gritan en tu interior.
— ¡Mañana vamos a encontrar a esa sirena, joder!- gritó Niall, fue esa frase la que trajo a Louis de vuelta a lo que ocurría en la mesa.
Jo cerró los ojos y dejó caer la cabeza en el hombro de Nicole. Emily reía, pareciera que se tomaba las cosas como si Niall hablara en broma; pero por otra parte Liam asentía convencido y orgulloso de lo que estaba por pasar.
— Al fin, siempre he sabido que hay algo ahí. Mi consejo es que hagáis el estudio de manera tranquila, sin hacer demasiado ruido ni con demasiada presencia. Las cámaras hablarán por sí solas y luego, simplemente iremos a por ella.- argumentó Liam dando un trago a su bebida.
No quitaba la pequeña sonrisa que asomaba en la comisura de su boca y Niall gritaba eufórico. De hecho, Jo tenía razón con Liam y él con Niall. Estaban locos, obsesionados por esto. Y ahora no encontraba salida.
El aire cada vez llegaba con menos fuerza a sus pulmones, hasta que de un momento a otro sintió que no había. Se puso en pie y les regaló una falsa sonrisa antes de disculparse y salir del lugar con el teléfono en el oído.
Una vez fuera, lo guardó y empezó a correr cuesta abajo. Aunque tuviera que permanecer toda la noche en la playa, algo se le ocurriría para que Harry se mostrara ante él. Sabía que no quería verlo, que lo echó del mar, que intentó ahogarlo.
Pero egoístamente, esto era más por él mismo. No podía permitir que lo único que sentía real, desapareciera.
Llegó a la playa y se quitó las ropas tirándolas en la orilla. Se subió a las rocas y comenzó a gritar el nombre de Harry durante minutos sin recibir respuesta. El agua llevaba un ritmo tranquilo, nada fuera de lo normal. Como si su presencia ya no estuviera en el mar. Pero estaba aquí, no iba a irse, iba a dejar que lo capturaran.
Los pensamientos de Louis solo hicieron atacarlo más, dañarse con toda la culpabilidad que perforaba su alma.
Corrió hasta sus ropas y quitó el cinturón de los pantalones. Su mente trabajaba con rapidez, tanta que la razón no era capaz de controlarla. Simplemente caminó sobre las rocas y saltó al mar.
Se hundió tanto como pudo después de tomar aire, nadó en las profundidades hasta las rocas que yacían en el fondo del mar. Buscó entre todas alguna que le serviera, pero la oscuridad de la noche y las nubes impedían que la luna iluminaran el fondo.
Al fin encontró una lo bastante picada como para enganchar el cinturón. Colocó el pie sobre ella y amarró el cinturón con fuerza. Le costó en demasía, su cuerpo ascendía hacia la superficie en contra de su voluntad, pero finalmente el cinturón aferró su tobillo a la roca.
Intentó nadar y fue imposible, la piel ardía bajo la piel del cinturón y se sintió satisfecho por ello.
Cerró los ojos y sólo pudo rezar para que Harry apareciera antes de que el agua comenzara a entrar en su organismo.
Hawaii, 2010.
Había amado ese lugar, los colores eran más vivos, la naturaleza más poderosa. La vida más libre y pura que había visto jamás. Nunca nadie paseaba por esta playa, por un tiempo sintió como si le perteneciera; y ahora él era el que pertenecía a este lugar.
Hacía unos pocos días había encontrado nuevas cualidades en su ser, una magia poderosa que lo controlaba por ese entonces. La nueva criatura que era.
Había estado solo durante un par de semanas. Estático durante días; asimilando que todo lo que sucedía, no era un mal sueño del que despertaría en su cama.
Cuando creía que nunca vería a nadie más, ella llegó y la recordaba con el mismo temor con el que una vez la miró. Ahorana nadaba lentamente hacia él, sin hacer ese ruido que ahora él sabía podía hacer también.
Ella sonrió y acarició la cara de Harry cuando lo tuvo delante. Éste ya no sintió miedo, no le haría daño, al fin y al cabo seguía respirando. Tenía el cabello rubio mal cortado, pero lo lucía por encima de los hombros. Se preguntó qué habría conseguido para cortarlo, el suyo comenzaba a crecer demasiado también.
— Tenemos que irnos.- dijo simplemente y Harry frunció el ceño.
— No me voy a ir de aquí. ¿Por qué lo hiciste? Me ahogaste.- se hizo a un lado para dejar de tocar su piel y suspiró.
Ella lucía triste, cansada, decepcionada.
— Es tan efímero...
— ¿El qué?
— El poder que se siente cuando deseas ahogar a alguien. Es intenso, se apodera de ti. Sientes que debes hacerlo, que necesitas a esa persona que tienes delante para nadar por las profundidades del océano, que nunca más podrás hacerlo en soledad- explicó con la voz desgarrada sin apartar la mirada de los ojos de Harry.—. Pero cuando te miro, sé que no te conozco de nada. Y pasa siempre, una y otra vez. Durante toda la eternidad.
— No lo entiendo.
— Estoy conectada a ti, porque te he ahogado. Oh, Dios; lo hice. Pero tú no estás conectado, no sabes nada de mí, ni si quiera yo de ti. Esta unión es un precio a pagar por nada; y siento haber acabado con tu vida de esa manera. Estuviste en el lugar equivocado a la hora equivocada.
— ¿Qué quieres de mí?
— Sigues sin entenderlo. Estamos condenados a estar solos para siempre, porque nuestra unión nunca es recíproca; cuando despiertas, no sabes quién soy, nunca me habías visto antes. Pero puedes venir conmigo.
— Sé lo que quieres decir y no, no voy a ir a ningún sitio. Pertenezco aquí.
La chica volvió a acercarse a él y tomó sus manos, las acarició bajo el agua y sonrió con tristeza. Sabía que las cosas siempre serían así, hasta el fin de los tiempos. Cruel castigo por perder la vida.
— ¿Quieres quedarte aquí? Te ahogué aquí, nadie se queda en el lugar en el que murió. ¿No estás reviviendo lo que sucedió?
— Lo hago. Pero no iré a ninguna parte.
— Dime tu nombre.- exigió apretando el agarre bajo sus dedos.
— Harry.
— Soy Chelsea. Volveré algún día, Harry. Tendré que hacerlo.
Fueron miles las preguntas que quiso hacerle en ese instante, había demasiadas cosas que no había entendido, había toda una nueva vida que no sabía ni quería vivir. No quería soportar la condena que recibía. Vio como la cola de la chica, gris brillante, golpeaba la superficie del mar y desaparecía durante los siguientes ocho años en los que nunca volvió.
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