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⏳07⏳

warning: homofobia/violencia¡







(...)







Finalizaron la hora del almuerzo con una silenciosa caminata por el bosque, y luego regresaron al vehículo en que habían viajado.

Pero Jungkook pudo notar enseguida que Jimin había tomado un camino desconocido en lugar de llevarlos por dónde habían llegado.

- Esto sería una mala señal en una película de suspenso. - Jungkook mencionó, cortando así el silencio con su tierna risa -. Pero no estamos en una de esas.

- ¿En qué tipo de película estamos? - Jimin sonrió, curioso, arqueando una ceja a la vez que echaba un vistazo hacia Jungkook, rápidamente, para así seguir concentrado en el camino.

Jungkook miró el paisaje a través de su ventana.

- El cielo está muy hermoso. El día está perfecto. - mencionó Jeon -. Es perfecto para una película romántica de esas que tienen una química descomunal y son capaces de hacerte querer enamorar para vivir en tu burbuja de amor.

- Estoy de acuerdo. - asintió Jimin.

Ambos chicos guardaron silencio sólo para sonreír para sí mismos, atontados el uno por el otro. Pero eso seguía siendo un secreto.

Una hora y media de viaje les tomó llegar a su destino, que para sorpresa de Jungkook era una librería.

Estaba bastante curioso por lo que harían en ese lugar, pero confiaba en Jimin. Así que se guardó sus preguntas y esperó a que este le enseñara.

Sus dudas siguieron creciendo cuando se adentraron en el lugar y Jimin le indicó que lo siguiera directamente hacia dónde se retiraban los libros.

- ¡Eh, Jimin! - saludó la persona detrás de aquel gran mostrador de madera, desempolvando algunos libros con una mano y acomodando sus lentes con otra -. No pensé verte por aquí tan pronto.

- Hey, Tae. Vengo a presentar a mi amigo con el resto del grupo. - bastante sonriente, Jimin se colgó del brazo de Jungkook -. Jungkook, elle es Tae.

- Hola Tae. - Jungkook saludó tímidamente, ahora sin tener idea de dónde estaba parado -¿Qué estamos haciendo aquí? - susurró por lo bajo a Jimin.

- Tae, él es Jungkook. - Jimin esta vez habló para su amigue, luego acariciándole un poco el brazo a Jeon -. Te voy a mostrar el club secreto que formé junto a algunos amigos.

- ¡¿Un club secreto?! ¡¿Ilegal?! - Jungkook abrió sus ojos en gran manera, emocionado con la simple idea -. No puedo creer que no me enseñaras este lugar antes.

- Sí, aquí nos reconocemos unes a otres como eternamente rebeldes. - tomó la palabra Tae, sonriendo lindamente -. Es un placer conocerte, Jungkook. Yo tengo bastante cosas que hacer por aquí, pero por favor vayan pasando. Namjoon está abajo con el resto de nosotres.

- ¿Abajo? - Jungkook interrogó, siguiendo apresuradamente a Jimin en cuanto este empezó a dar pasos hacia otra dirección de la biblioteca.

- Hemos ambientado el sótano para que sea nuestro lugar. - le explicó Jimin -. Básicamente lo que hacemos allí es reunirnos a expresar libremente cosas que nos hacen parte de esa gente que está en lo incorrecto, inmoral e ilegal. Porque eso dicen las personas que se dedican a reprimir. Como si ellos no fuesen los que actúan mal, ¿no es así? Ser algo diferente al resto parece ser más peligroso que torturar a personas por su vida sexual privada o su propia identidad. ¡Oh, y también leemos algunos libros que han sido prohibidos! Sé que te encantarán.

Jungkook nunca se había puesto a pensar en la posibilidad de que hubiesen otras personas en su situación en esos momentos.

Todos tenían que ser tan buenos escondiéndose que era imposible poder darse cuenta o encontrar alguien con quién identificarse.

Vivían en las sombras, casi volviéndose invisibles con el tiempo.

- ¿Cómo lograste que el club fuera posible? - Jungkook realmente lo quiso saber.

Jimin se encogió de hombros, finalmente deteniéndose frente a una pequeña puerta que tenía el aviso de ser un cuarto para utensilios de limpieza.

- Aprendí con el tiempo a no quedarme en el miedo de poder ser descubierto. - contestó Jimin con simpleza, tocando con su puño un código específico contra la puerta de madera -. Lo único que tiene sentido en la vida son los momentos felices, esos dónde puedes reír con libertad. Son el único instante en el que pareces encontrar un verdadero significado a todo lo que has vivido, pero todo lo demás siempre es del mismo aburrido gris. Y ya que nadie realmente importa y la vida no nos está llevando a ninguna parte en realidad (sólo al mismo destino de morir), quiero morir con algunos tesoros en mi mente. No importa que algo salga mal, porque se sentiría peor una vida sin esos segundos de sentido.

- ¿Entonces la vida no tiene sentido más que por unos segundos al día o la semana? - Jungkook lo miró, regalándole una pequeña sonrisa -. Ya entiendo.

- Sólo unos segundos. - asintió Jimin, estirando su mano hacia la de Jungkook -. Estos segundos. - susurró cuando encerró su mano alrededor de la de Jungkook.

Jungkook empezó a contar los segundos en su cabeza, sin poder contener la sonrisa que crecía en sus labios.

La puerta de aquel "cuarto de limpieza" se abrió antes de que Jungkook pudiera llegar a un número significativo, ya que el sonido de esta lo asustó y lo hizo apartarse de Jimin enseguida.

Estaba tan acostumbrado a esconderse que su cuerpo nunca entendía cuándo se encontraba seguro.

- Hey, tuvimos sentido por cinco segundos. - le dijo Jimin con dulzura, sonriendo con la intención de tranquilizarlo.

Jungkook asintió en silencio, organizando sus pensamientos e intentando terminar de procesar que en aquel lugar nadie le reclamaría nada.

Jimin finalmente posó sus ojos en el rubio de bonito hoyuelos que les abrió la puerta, era bastante guapo. Jungkook tenía que admitir que ya lo consideraba de las personas más atractivas que había visto hasta el momento.

- Lamento demasiado haber interrumpido su conversa-

Antes de que el rubio dijera algo más, alguien más salió detrás de él, agitando sus manos en el aire con emoción y cortando las palabras del hombre al empezar a hablar.

- ¡Hola, hola! Una persona nueva... ¡Oh, una persona nueva! Mi nombre es Gigi, uso cualquier pronombre, pero por hoy está bien que uses pronombres femeninos conmigo. - sus ojos con un delineado felino se hacían más pequeños cuándo sonreía, mostrando sus blanquecinos dientes y el comienzo de su encía en una preciosa sonrisa -¡Jimin, hola!

- Hola, Gigi. Te ves muy linda. - le dijo Jimin con cierta ternura -. Te presento a Jungkook.

- ¡Es el chico del que tanto has hablado! - mencionó ella, abriendo su boca con gran sorpresa.

- Uhm... Yo soy Kim Namjoon. - el rubio aclaró su garganta al ver cómo tanto Jimin cómo Jungkook se ponían algo pálidos -. Bienvenido, Jungkook. Y siempre es bueno verte, minie. ¿Vamos a presentar a Jungkook con el resto?

Jimin y Jungkook aceptaron enseguida, y cuando tuvieron que seguir a Gigi y Joon hacia adentro, Jungkook se abrazó al brazo de Jimin por instinto.

A Jungkook se le podría caer la mandíbula de tanta sorpresa, alegría y emoción. Detrás de la fachada de cuartito de utensilios para limpieza estaba un gran salón, elegante, de pisos preciosos y con gente riendo en cada rincón. Leyendo, teniendo una cita o sentadxs en grupo para mantener divertidas conversaciones. Cada quién hacía algo diferente, pero no había alguien que no la estuviera pasando bien.

Jungkook intentó ocultar sus nervios cuando se dio cuenta de que Namjoon los estaba guiando hacia el grupo de tres chicas, donde dos de ellas estaban ayudando a la más alta a cerrarse un elegante vestido. Jungkook tenía miedo de no agradarle a la gente, constantemente vivía temiendo por ella. Había pasado tanto tiempo creyéndose la mentira de que era desagradable, y ahora no sabía cómo olvidar todas las cosas que sus padres habían instalado en su mente de manera abusiva.

- No uso un vestido desde la semana pasada, y me gustan tanto. - suspiró la pelinegra de cabello corto -. Me gustaría poder usarlos más seguido, chicas.

- No te preocupes, Jinie. Lo solucionaremos. - prometió su amiga a su izquierda, besándole la mejilla con cariño.

- ¡Lisa! ¡Jinie! Ya terminé. - avisó la tercera -. Te ves tan genial que soy más sáfica que horas antes. - sonrió orgullosamente, viendo cómo Jinie daba una vuelta para mostrar su vestido.

- Jinie, no te robes a mi novia, por favor. - bromeó Lisa, riendo fuertemente.

- ¡Hola, chicas! - Jimin alzó su voz agradablemente, finalmente captando la atención de todas -. Traje a Jungkook mi- Jungkook, de quién les hablé, para que conociera el lugar.

Aunque fueran sólo amigos, Jimin no quería llamarlo de esa manera. Así que no sabía muy bien cómo presentarlo.

- Hola, Minie. Hola, Ggukie. - saludó Lisa con confianza, sonriendo lindamente -. Soy Lalisa.

- Soy Jinie. - sonrió un poco la más alta, todavía mirando y tocando sus vestidos -. Jimin, ¿qué tal me veo? Siento que respiro. Es tan genial abrazarme a mí misma.

- Eres la reina de esta nación. - se apresuró a decir Gigi -¿No es así, Minmin?

- ¡Lo es! - asintió Jimin con emoción.

La tercera chica parecía algo tímida y nerviosa, pero se quedó mirando a Jungkook en silencio. Y notó que Jungkook se veía igual que ella, así que tomó el valor para presentarse. En ese lugar todxs se parecían en tantas maneras diferentes.

- Yo soy Rosé. - dijo su nombre, tomando la mano de su novia para controlar los nervios -. Espero que te guste aquí.

- Muchas gracias, Rosé. - agradeció Jungkook sinceramente, sintiendo cómo poco a poco iba sintiéndose más relajado.

Ni en sus mejores sueños Jungkook encontró un lugar así.

Lleno de música, personas siendo felices cuando el mundo no se lo permitía y diferentes cosas para diferentes gustos.

Estaba agradecido de que Jimin fuera aquella luz que lo guiaba hacia el final de sus túneles de negatividad. Estaba feliz de tener a ese hombre en su vida, y de ahora saber que tenía un lugar seguro al que llegar.

La naturalidad con la que Rosé y Lalisa hablaban de sus deseos de casarse, y la paz que gobernaba en ese lugar, hacía mucho más lamentable que el odio nublara a tanta gente cómo para que bloquearan sus derechos humanos básicos sin siquiera permitirles ser escuchadxs.

Habría querido quedarse mucho tiempo más, pero llegó la hora de regresar a la casa Jeon.

Y aunque sabía que ahora tendría que enfrentar a su madre y sus preguntas, se llevaba buenos recuerdos que no cambiaba por nada.

Aún así nada hizo más fácil el entrar a casa, silenciosamente, con Jimin siguiéndole de la misma manera, pero encontrarla a ella ya esperándolos al píe de las escaleras.

- Dijeron que regresarían más temprano. - habló ella fríamente en cuanto hizo contacto visual con ambos hombres, que se habían quedado helados en sus lugares -. Pero dejaron que bajara el sol.

- Fue totalmente mi culpa. - se apresuró en aclarar Jimin.

Pero no pudo terminar de explicar completamente, porque ella tomó la palabra una vez más.

- Jimin, lo siento mucho. Pero agradecería que me dejaras a solas con mi hijo. - ella le pidió con una sonrisa forzada y una amabilidad tan falsa que no engañaría a nadie -. Por favor.

Jimin apretó sus labios fuertemente. Parecía estar a punto de negarse.

Los nervios de Jungkook habían empezado a aumentar, no quería que Jimin discutiera con su madre. Las cosas no saldrían para nada bien.

Lo llenó de alivio ver cómo Jimin terminaba decidiendo ceder, asintiendo cortamente y retirándose hacia las escaleras a pesar de que su cuerpo tenso claramente le pedía no abandonar el lugar. Caminaba demasiado lento, cómo si su cuerpo le pesara.

Jungkook se encogió en su lugar al ver cómo su madre se le aproximaba enseguida que escuchaba los pasos de Jimin subir apresuradamente las escaleras.

El pobre no sabía si estar más asustado por la manera en la que lo miraba su madre... O por el hecho de que Jimin se encontraba caminando en un mismo escalón, fingiendo que se retiraba al saber que la señora Jeon le daba la espalda.

Oh.

Su madre le empezó a hablar enseguida que dejó de escuchar las pisadas de Jimin.

- Intento mantenerme al margen de tus pensamientos perversos hacia el hijo de los Park, pero ya me lo estás haciendo un poco imposible. - ella apoyó sus manos en cada lado de su cintura, reclamándole con una fría mirada -¿No ves que él ha sido siempre un buen chico? No lo eches a perder. Oh, mi Dios, quién sabe con cuáles intenciones lo mantuviste tanto tiempo allá afuera, proponiendo que hicieran cosas desagradables y sucias antes los ojos de Dios, cómo el necio e impío que eres.

Jungkook sentía un dolor en el pecho y un nudo en la garganta que era impulsado por la rabia que llevaba acumulando hacia su madre, pero ese pecho también poseía un profundo dolor. Una infinita tristeza.

Porque Jimin estaba escuchando todo lo que le estaban diciendo.

- Y vi que subía del mar una bestia que tenía diez cuernos y siete cabezas; en sus cuernos había diez diademas, y en sus cabezas había nombres blasfemos. - recitó su madre, elevando la voz -. Perteneces junto a esa bestia si no decides enderezar tu camino. Ya te he dicho que eres amigo de Dios, o de lo contrario eres amigo de las tinieblas. No sé qué he hecho para que me pase esto a mí.

Jungkook respiró, profundamente, dando un paso adelante con el valor que había logrado reunir a lo largo del día.

- Mamá, a ti no te está pasando nada. Tranquila. - las palabras parecieron escaparse sin permiso de su boca -. Si al que le gustan los hombres y las pollas es a mí, ¿eso qué tendría que ver contigo?

Su madre perdió los colores de su rostro enseguida.

Y el golpe que llegó a su mejilla, Jungkook ni siquiera lo vio venir hasta que sintió el terrible ardor en esta.

Entonces ella siguió pegándole, golpeando su cabeza y su cara. Empujando su pecho, usando toda la fuerza que le daba su odio hacia su propio hijo.

- Esto es una desgracia, Dios mío... Pero tú sabes por qué haces las cosas. - sollozaba la mujer, dando golpe tras golpe a su hijo.

Jungkook estaba entre la espalda y la pared, no queriendo devolverle el mismo maltrato, pero queriendo alejarla.

- Dios, por favor. Ayúdanos. Esto es lo peor que nos ha pasado. - su madre siguió soltando balbuceos.

- ¡Callate! - gritó Jungkook, sintiendo que su respiración se volvía dificultosa, su pecho se agitaba y sus piernas empezaban a temblar -¡Callate! ¡Ya no más Dios ni una mierda! ¡Me hace daño! ¡Me confunde! ¡Me hace odiarme a mí mismo! Por favor... Sólo haz que pare. Callate de una puta vez.

Pero ella ignoró por completo sus palabras, llorando con más fuerza que antes y golpeando repetidamente el pecho de su hijo.

Jimin estaba paralizado, intentaba reaccionar pero los nervios se habían apoderado de su cuerpo y era incapaz de moverse. Sus manos estaban temblorosas, pero inhaló y exhaló, intentando recuperarse de a poco. De sólo oír lo que sucedía, se rompía en mil pedazos.

Así que en cuanto su cuerpo lo permitió, corrió rápidamente hacia la escena.

E hizo a Jungkook a un lado, alejándolo de su madre y parándose él frente a ella, ganándose un golpe que no lo tenía cómo destino.

- Te he dicho que no te metas. - las facciones de la señora Jeon endurecieron.

- No le pongas una mano encima nunca más. - Jimin le dijo, duramente, sosteniendo a Jungkook del brazo para estar seguro de poder hacer algo si ella intentaba acercarse a este una vez más -. Señora Jeon, usted es tan hipócrita y estúpida al usar la cabeza. Hablando sobre un Dios misericordioso que ama a todos por igual, pero sin saber interpretar el libro lleno de metáforas que ha llegado a sus manos gracias a otros hombres y no a la deidad que usted adora, que si prestara un poco de atención se diera cuenta de lo calculador, ególatra e injusto dictador que es en ese libro. Pero aún así usted se llena la boca hablándole a los demás de la idea de un Dios bueno que ustedes han vendido, hablando sobre el perdón y la compasión. Hablando sobre las segundas oportunidades y sobre amar al prójimo. Pero usted no ama ni a su propio hijo, ni siquiera tiene el mínimo de respeto hacia él. Porque usted lo hace todo por las apariencias. Usted me da vergüenza, no merece a Jungkook de hijo y debe aprender a no cruzar los límites de la libertad de los demás sólo porque le guste vivir en la ignorancia.

- ¡¿Cómo te atreves a blasfemar bajo mi techo?! - ella lo miró con los ojos muy abiertos.

- ¿Por qué no hacerlo? - Jimin soltó, inexpresivo -. Usted fue la primera en cruzar la libertad cómo ser humano de Jungkook, y además de que lo ha hecho injustamente, se piensa que cuando se trata de sus creencias es imperdonable tal supuesta irreverencia. Un día las cosas van a cambiar, señora Jeon. Aunque ahora no tengamos derechos legalmente y usted se sienta tan segura en su lugar de opresora, un día las cosas van a cambiar. Y su papel en estos momentos debería ser, aunque sea, dejarle libertad a su hijo dentro de la privacidad de su casa en lugar de actuar de la manera en la que lo hacen allá afuera. Usted no es una buena madre, así que la próxima vez que quiera decir algo acerca de Jungkook, verifíquese usted misma.

Tras esas finales palabras, Jimin sostuvo delicadamente el brazo de Jungkook y lo sacó de ahí.

Jungkook estaba tan ausente en sus pensamientos y llantos, que sólo reaccionó cuando estuvo en la cama de Jimin y vio a este acostado a su lado, mirándolo en silencio.

Ambos tenían la cara hinchada. Ambos habían llorado después de todo.

- ¿Puedo abrazarte? - le susurró Jimin, limpiando sus lágrimas suavemente -. Para unos segundos de sentido.

Y Jungkook asintió.

Deseando que esos segundos de sentido duraran un poco más, hasta que se convirtieran en un para siempre.

(...)

capítulo agridulce:c💗💖💗💖💗💖💗💖💗🍰🍰

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