▪︎Tamed- dashed▪︎
10 años antes...
La mochila aterrizó sobre el pupitre haciendo sobresaltar al chico que estaba dormitando sobre él. Este abrió los ojos y resopló evidenciando lo molesto que estaba.
-Hoseok, haz eso una vez más y te romperé los dedos.
Hubo algunas risitas y de a poco el aula se fue llenando. Las clases habían empezado hacía pocos meses y las mañanas todavía eran duras para los estudiantes que se habían acostumbrado a trasnochar en las vacaciones.
-¿Qué haremos esta tarde? Jooheon quiere ir al parque. Ya habilitaron la nueva cancha de básquet. ¿Qué dices?
El muchacho que había estado dormitando se desperezó estirando los brazos y bostezando.
-Solo quiero ir a casa y dormir cinco años...
Hoseok sacudió la cabeza y golpeó la nuca de su amigo al mismo tiempo que el profesor entraba al salón.
-Shin, el día recién comienza, ¿quiere pasarlo en la dirección?
Hoseok rodó los ojos y se recostó en su silla, mirando de manera desafiante al hombre de mediana edad que le devolvió la mirada casi con pena detrás de sus lentes.
-Saquen los libros, empezaremos con...
Unos golpecitos en la puerta y una de las secretarias del director asomó la cabeza por la abertura.
La muchacha entró seguida de un jovencito delgado y de lentes gruesos.
-Profesor, él es Chae Hee Sung. Recién llegó a la ciudad y lo transfirieron a esta escuela.
El profesor lo hizo pasar y le pidió que se presentara. El muchacho así lo hizo y luego tomó asiento bajo la atenta mirada de sus nuevos compañeros.
-Parece una mantis -le susurró Chang a Hoseok entre risas.
-Pues parece que tenemos una nueva mascota...
Hee Sung llegó extático a su casa. Había sido un día estupendo. Quizá su suerte había empezado a cambiar. Cruzó la puerta con una gran sonrisa para alivio de su madre que ya temía volver a pasar por la misma experiencia de buscar un nuevo colegio para su hijo menor. Los Chae se habían mudado a aquella parte de la ciudad apenas unos días antes. Su hijo mayor, HyungWon, se había quedado con sus abuelos porque estaba tomando algunos cursos avanzados y no quería abandonar sus clases a las que ya se había acostumbrado.
-¿Cómo te fue, cielo? -preguntó su madre con una gran sonrisa.
-Muy bien, mamá. Creo que podré adaptarme a este colegio. Mis compañeros han sido muy amables -respondió con una gran sonrisa mientras tomaba una galleta de chocolate del plato que ella siempre dejaba sobre la mesa.
El peso que sentía su madre pareció desaparecer con las palabras de su hijo. Hee Sung siempre había sido un chico tímido. Era más delgado y más bajo que la mayoría de los chicos de su edad debido a una enfermedad renal que había tenido cuando era un bebé. Sumado a eso, su vista se había visto comprometida gracias a algunos tratamientos y ahora usaba unos anteojos que eran gruesos y poco estéticos. Hee Sung siempre se había sentido acomplejado por su apariencia. Todos en su familia eran muy atractivos y su único hermano, que le llevaba dos años, era considerado una belleza por todos. HyungWon era su héroe. No solo era atractivo e inteligente sino que también era su mejor amigo. El hecho de que no se hubiera mudado con ellos a su nuevo hogar era algo que lo tenía al borde de la tristeza y se consolaba pensando en que lo vería los fines de semana. Pero odiaba tener a su hermano lejos. Era la única persona en el mundo que lo entendía y que no sentía lástima por él.
Se recostó en la cama repasando los acontecimientos del día y en lo genial que había sido que sus nuevos compañeros se hubieran acercado a hablar con él. Eso jamás había pasado antes. Nadie nunca le había hablado excepto para pedirle tareas o insultarlo por cómo se veía.
Los días en su nuevo colegio se desarrollaban con normalidad. Las clases le resultaban fáciles y su confianza había crecido un poco gracias a sus compañeros que lo incluían en los planes de almuerzo y en las actividades recreativas que hacían luego del horario escolar. Por primera vez en mucho tiempo, Hee Sung sonreía fuera de su casa.
-Oye, Hee -Hoseok le pasó el brazo por los hombros y le despeinó el cabello con una mano. Hee Sung sonrió y sus mejillas se colorearon. Le gustaba Hoseok. Era amable y lo hacía sentir seguro. Claro que eso era algo que jamás admitiría en voz alta. Ni siquiera a HyungWon se lo diría. Sus sentimientos lo asustaban. Nunca había experimentado deseo hacia alguien. Era consciente de que le gustaban los chicos. Eso no era un secreto para él, pero sí sabía que era algo que debía guardarse. Era su secreto.
-Hola...
-Necesito dinero, Hee. Mi madre se olvidó de darme para el almuerzo y...
Dinero. Hoseok siempre andaba pidiéndole dinero. O favores. Cosas que jamás le negaba. Hacía sus tareas y muchas veces pagaba por sus caprichos. Pero creía que era algo justo. Un chico como Hoseok jamás se habría fijado en alguien tan insignificante como él, por lo que pagarle los almuerzos o comprarle cigarros o alcohol no era un precio tan alto por su amistad. Y no quería perder su atención. Le encantaba que Hoseok lo abrazara. Incluso anhelaba el trato brusco que a veces le daba, usando demasiada fuerza en sus demostraciones de amistad. No era su culpa, por supuesto, Hoseok era un sujeto grande y tenía demasiada fuerza que a veces no podía manejar. Y él era demasiado pequeño. De todas maneras, mientras Hoseok siguiera sonriéndole de aquella manera no habría nada que Hee Sung fuera a negarle.
Hoseok lanzó los billetes sobre la mesa ante la mirada atónita de sus amigos.
-¿De dónde sacaste todo eso? -preguntó Jooheon tomando los billetes y apilándolos en su mano.
Otro muchacho de cuerpo grande y pinta de estrella de Hollywood, tiró el cuerpo hacia atrás en el asiento de cuero.
-Parece que encontraste una mina de oro con ese enano.
Hoseok asintió sintiéndose muy satisfecho consigo mismo. No le faltaba dinero, sus padres eran ricos después de todo, pero le gustaba darse ciertos caprichos y su padre había estado molestando con eso del ahorro y había cortado sus tarjetas hasta que él aprendiera el valor de las cosas. La llegada del enano Chae a sus vidas había sido un cambio de aire muy favorable. Ahora podía darse algunos gustos. Su 'amistad' con el chico nuevo le estaba facilitando demasiado las cosas. Sonriendo, suspiró y alzó la mano para llamar a la moza.
-Esta ronda la invito yo -dijo con un cierto aire afectado que sacaba a relucir lo malcriado que había sido casi toda su vida.
Sus amigos festejaron por la futura comida gratis.
-Oye, nunca pensé que ser un bully podía ser tan redituable -observó Jooheon mirando la carta con atención.
Hoseok se encogió de hombros.
-Hey, no puedes decir que lo estoy tratando mal.
-Le gustas a esa pequeña mierda -dijo Chang tomando un sorbo largo de su gaseosa de limón-. Estoy seguro de que si lo besas, tendrás a ese cachorro moviendo la cola emocionado y podrás sacarle mucho más. Los Cherry Boy estarán en la ciudad para agosto...
Hoseok lo miró enarcando las cejas.
-¿Y?
Chang sonrió.
-Y necesitaremos entradas...
Hoseok tuvo que soportar algunos comentarios subidos de tono sobre él y el chico Chae. Y por supuesto que eran graciosos. No era un secreto que a Hoseok le gustaban los chicos, pero también sabía que jamás podría hacer algo con Hee Sung. El chico era esmirriado, pequeño, flaco y con problemas de visión. Tenía una apariencia terrible y por momentos le avergonzaba ser visto con él. Pero su codicia era demasiado fuerte y sus gastos demasiado altos como para andar deteniéndose a pensar en cosas tan mínimas. No era estúpido, sabía que le gustaba al chico nuevo, pero tampoco quería renunciar a su billetera.
-Esperen, tengo una idea para que podamos ir al concierto...
Actualidad...
HyungWon terminó de prender los botones de las mangas de su camisa y se quitó el polvo inexistente de los hombros.
Los brazos fuertes de su novio lo giraron con brusquedad y se vio siendo clavado contra la pared y besado con hambre. Intentó empujar a su pareja, pero el maldito era más fuerte que él. Haciendo acopio de todas sus fuerzas, corrió la cara y suspiró.
-Basta, Hoseok. Acabo de terminar de vestirme. ¡No puedes pensar en sexo todo el maldito tiempo!
Hoseok lo miró unos segundos antes de volver a lamer su cuello.
-Tú tienes la culpa. Eres condenadamente sexy y hermoso. Mi pene se despierta con solo verte, tienes que tomar responsabilidad por ello. Mira...
HyungWon no necesitó mirar hacia abajo entre sus cuerpos para ver la masiva erección alzarse orgullosa dentro de los pantalones cortos deportivos. Podía sentir la dureza y el calor del enorme miembro de su novio.
-No, basta. Aléjate. No tengo tiempo, llegaré tarde al laboratorio...
La mano grande de Hoseok le aflojó el cinturón de cuero y se coló ansiosa entre sus pantalones de vestir y su boxer. El puño se cerró sobre su pene y este se endureció al tacto. Maldijo entre dientes y se mordió los labios cuando su novio comenzó a mover la mano a lo largo de su extensión.
-Me encantas, Won... -ronroneó Hoseok contra su oído-. ¿Acaso no lo entiendes? Me tienes como un imbécil pensando todo el maldito día en ti -dijo antes de caer de rodillas y lamer el glande rosado que ya goteaba con anticipación. Sus ojos se velaron cuando su erección desapareció en la boca tibia de su novio. Apretó las manos sobre los fuertes hombros y sus ojos rodaron tras su cabeza. Lo odiaba. Detestaba que su cuerpo respondiera de aquella manera ante las caricias del hombre que en el fondo odiaba.
-Ho... oh, mierda... Hazlo rápido, ¿si? De veras... te-tengo que... oh, llegar a tiempo...
𖤓
Media hora después y con las piernas aún temblorosas, HyungWon se aclaró la garganta y empujó la puerta de cristal.
Unos ojos castaños lo miraron tras los cristales de unos lentes viejos.
-Dios santo, ya ni te esfuerzas en tapar esas marcas en tu cuello.
HyungWon parpadeó intentando ignorar el comentario y tomó una planilla que estaba a su derecha.
-Oye, ¿no habíamos hecho ya el genotipado? Incluso tomé fotos de la inmunohistoquímica.
El muchacho de cabello rosa pastel se encogió de hombros.
-Yo no doy las órdenes. Quizás las muestras no estaban bien.
Molesto, caminó hasta la máquina de café y llenó su taza negra. Estaba enfadado. No con Kihyun, su compañero de laboratorio, sino con el idiota de Hoseok que siempre le hacía lo mismo. Ni siquiera entendía cómo era que aún conservaba su trabajo con todas las llegadas tardes que tenía. Todos los días se repetía la misma historia. Incluso había tomado la costumbre de levantarse media hora antes de lo habitual para evitar salir con el tiempo justo, pero Hoseok, como siempre, lo entorpecía todo con su maldita calentura. Y peor aún, él ni siquiera podía reclamarle por ello. Porque terminaba gimiendo contra el cuerpo enorme y perfecto de aquel maldito sireno odioso.
Su cuerpo simplemente se mandaba solo. Hoseok sabía qué botones tocar para ponerlo a gemir como un becerro abandonado. Maldito, Shin Hoseok.
-¿Qué sucede contigo hoy?
La voz ligeramente aflautada de su colega lo sacó de sus cavilaciones y lo miró. El chico lo miraba con aire distraído. HyungWon miró el rostro atractivo y luego paseó la mirada por la silueta pequeña. Kihyun era atractivo de una manera sutil. Tenía una cabellera espesa que siempre lucía como salida de un largo revolcón de almohada. Sus ojos eran brillantes y aunque por momentos solía bizquear un poco, HyungWon no podía negar que el chico tenía una mirada inteligente.
-¿Qué tanto miras? ¿Te gusto? ¿No te basta con lucir como si te hubiera agarrado el equipo completo de los All Blacks y te hubiera atacado a pollazos?
HyungWon suspiró y se recargó contra la barra de desayuno.
-Ya, cállate. Eres atractivo, pero también eres demasiado bocón como para tentarme -dijo riendo.
-Pues mejor así. Tú eres demasiado flaco y tu boca es más grande que la mía. Y también eres demasiado testarudo. Me gustan más... moldeables -agregó su compañero sacando una taza para servirse café-. ¿Problemas con el grandote?
HyungWon sacudió la cabeza afirmativamente.
-¿Es normal que esté todo el tiempo... ya sabes... cachondo?
La carcajada hizo eco en las paredes grises del laboratorio.
-Sarna con gusto, no pica, dicen. ¿Y eso está mal por...?
-Porque yo soy el que recibe todo ese "amor". Me duele la espalda y apenas puedo mantenerme sentado dos horas seguidas. No te rías, idiota. Me preocupa mi integridad física.
-Te compadezco, amigo. He visto a tu novio en la fiesta de piscina de MinHyuk y no sé cómo haces para seguir de pie. Te envidio...
-Dijiste que me compadecías.
-Pero también te envidio. A veces extraño que me rellenen como pavo para navidad.
HyungWon no pudo evitar reír ante la analogía.
-Eres un exagerado, pero ¿acaso tú no estabas viéndote con el grandote de economía?
Kihyun se mordió el labio y sus mejillas se colorearon.
-Viéndome es decir mucho. El tipo apenas si habla. Salimos dos veces y solo responde con monosílabos. Come como si no hubiera mañana y gruñe. Es como un sexy cavernícola de caramelo -dijo resoplando contra la taza humeante-. Y no creo que esté interesado en mí.
HyungWon le palmeó el hombro y se dio la vuelta para tomar la bata blanca.
-Te mira como si fueras el último pedazo de carne en oferta. Dale tiempo. Quizá sólo es tímido.
-Tímido o no, mis pelotas ya no aguantan más. Te juro que me duelen cuando lo veo. Necesito sexo urgente. Para ayer.
-Lo siento. Te ayudaría de mil amores pero ya no siento la mitad del cuerpo.
Kihyun hizo una mueca asqueada.
-Oye, no veo cómo podría funcionar eso. Ambos pasivos, ambos con mal carácter. Demasiado drama. No, gracias. Paso. Yo quiero que me aren el trasero igual que a ti.
HyungWon sonrió y se dirigió a su espacio de trabajo. Cuando sus ojos cayeron sobre la foto que estaba pegada cuidadosamente entre post it con fórmulas y anotaciones, su sonrisa se desvaneció. El muchacho de anteojos enormes y sonrisa de dientes torcidos le sonreía desde el papel. Una sonrisa que extrañaba y que no volvería a ver jamás.
Voy a acabar con él, te lo prometo, Hee. Le haré pagar el daño que te causó.
Apretando los labios hasta volverlos casi blancos volvió a aquel día dónde su mundo se hizo pedazos.
-Won, tu hermano... Lo siento tanto...
Tragó repetidas veces esperando que el nudo que se le había hecho en la garganta desapareciera. Estaba decidido a acabar con los malditos que habían matado a su hermano pequeño.
El tren de sus pensamientos se vio interrumpido por uno de los doctores que entró al laboratorio cargando un contenedor de plástico con cinco ratas blancas. Kihyun se quitó los lentes y se frotó los ojos cansados.
-Bueno, bueno, ¿pero qué tenemos aquí? -dijo golpeando el plástico con el dedo. Los roedores corrieron hacia él.
-Pruebas sensoriales -dijo el doctor.
Kihyun asintió y llevó a los roedores a los bioterios del laboratorio y luego siguió con el trabajo que estaba haciendo. Los tres trabajaban en silencio. HyungWon revisaba las muestras que habían arrojado resultados negativos, intentando no pensar en nada más. Había estado algo disperso los últimos días, ya que pronto sería el aniversario de la muerte de Hee Sung y recordarlo era demasiado doloroso.
Cuando sólo quedaban unos minutos para que su jornada terminara, su teléfono vibró en el bolsillo de su bata. Hizo una mueca cuando leyó el nombre de su novio en la pantalla.
-Ho -dijo a modo de saludo-, ¿salgo en diez minutos? ¿Necesitas algo? Te llamaré cuando salga...
-No es necesario, bebé. Iremos a cenar con los chicos -informó. HyungWon rodó los ojos. Detestaba a los amigos de Hoseok. Todos eran unos idiotas pretenciosos y cuando se juntaban el nivel de estupidez del grupo parecía multiplicarse a niveles alarmantes.
-¿Qué? Ni lo sueñes, estoy cansado, pero ve tú. Yo iré a casa.
-Nada de eso. Estoy aquí abajo. Te esperaré. Te amo. Date prisa -dijo y colgó.
HyungWon resopló molesto, tentado a arrojar el aparato contra la pared.
-¿Sucede algo? -le preguntó Kihyun guardando algunos tubos de ensayo en un armario.
-Hoseok quiere que salgamos a cenar con los cavernícolas de los amigos -dijo quitándose la bata y acomodándose la ropa.
-¿No te agradan?
HyungWon negó con la cabeza.
-Son unos imbéciles con dinero. Juro que en este momento envidio a esas ratas que están por morir. Con gusto tomaría su lugar esta noche.
Kihyun soltó una carcajada y ambos salieron del laboratorio hacia los ascensores. Cuando llegaron a la planta baja, Hoseok estaba parado de espaldas hablando por teléfono.
-Vaya -murmuró Kihyun mirando al novio de su amigo-, de veras que ese trasero que se carga es digno de investigación. ¿Cómo puede algo así ser real?
HyungWon le dio un golpe cariñoso en el hombro y caminó hacia Hoseok. Cuando se giró, este lo abrazó, levantándolo unos centímetros del piso y le estampó un beso apasionado que hizo a Kihyun maldecir su poca suerte en el amor.
-Maldito suertudo -murmuró enfilando hacia la salida.
-¿Listo? Chang reservó una mesa en Binna.
HyungWon no contestó, solo se limitó a sonreír sin ganas mientras ambos caminaban hacia el auto de Hoseok.
Binna era un restaurante exclusivo en la zona de Gangnam donde solían ir los ricos y los famosos. Habían ido algunas veces antes a cenar con los padres de Hoseok, pero él odiaba ese lugar pues era todo demasiado ostentoso y la comida era, a su gusto, espantosa.
Cuando llegaron al lugar, un valet se acercó a recibir las llaves del auto. HyungWon suspiró resignado antes de entrar al lugar que ya estaba lleno de gente. Los demás ya estaban sentados esperándolos y todos comenzaron a festejar cuando Hoseok entró alzando los brazos como si estuviera recibiendo la copa del mundo. Algunas personas se giraban a mirarlos y HyungWon quiso desaparecer de antemano. Le esperaba una cena larga y aburrida.
Al cabo de una hora, todos estaban algo ebrios y las bromas eran cada vez más absurdas.
-...era muy fea -decía JooHeon riendo. HyungWon lo miró preguntándose cómo era que un idiota semejante pudiera haberse graduado de preparatoria. Lo que más rabia le daba era que Jooheon era inmensamente rico y era dueño de varias concesionarias de autos de alta gama que había heredado de su padre. Era apuesto, no podía negarlo, pero su falta de escrúpulos y su narcisismo le revolvían el estómago-, aunque no tan feo como el novio que tenía Ho en ese tiempo.
Todos rieron, incluso Hoseok que tenía las mejillas coloradas y el cabello despeinado de tanto tocárselo.
-Hey, no era mi novio... -se defendió, pero nadie le prestó atención.
-¿Cómo era su nombre? -preguntó Chang vaciando su vaso de whisky de un solo trago-. El chico nos salvó casi medio año. ¿Recuerdan cómo se ponía el idiota cuando Ho lo abrazaba? -dijo y procedió a hacer una ridícula imitación, torciendo la boca y los ojos.
-Ese era feo y con ganas. Sus padres no estaban muy entusiasmados cuando lo hicieron -acotó su novio, sirviéndose más vino en su copa. HyungWon lo pateó bajo la mesa, pero Hoseok le sonrió y se acercó para querer besarlo.
-Aunque gracias a ese idiota pudimos ir a ver a Cherry Boy -siguió diciendo Chang-. Oye, pero la broma que le jugamos fue épica. ¿Recuerdan la cara que puso cuando llegó a esa cita?
HyungWon se congeló en su sitio y un sudor helado le recorrió la espalda. ¿Cita? ¿Acaso estaban hablando de...?
-¡Hee Sung! -soltó de repente Jooheon golpeando la mesa-. ¿No se llamaba así el enano ese? ¿Qué habrá sido de su vida?
HyungWon comenzó a toser y todos lo miraron.
-Bebé, ¿qué sucede? -Hoseok le palmeó la espalda y Chang se apresuró a servirle un vaso con agua.
-Lo-lo siento -dijo poniéndose de pie-, iré a los servicios. Vuelvo en un momento.
-¿Quieres que te acompañe?
Miró a su novio y sintió una oleada de desprecio tan violenta que poco faltó para que le clavara el tenedor en el ojo. Forzó una sonrisa y le palmeó el hombro.
-No es nada, no te preocupes. ¿Podrías pedirme un café?
Salió disparado hacia los baños y una vez dentro del cubículo, se dejó caer al suelo.
¿Qué habrá sido de su vida?
¡Cínicos hijos de puta! -gritó agarrándose la cabeza con las manos-. ¡Está muerto! Mi hermano está muerto por su maldita culpa!
𝕯𝖗𝖔𝖕 𝖉𝖊𝖆𝖉, 𝖒𝖞 𝖑𝖔𝖛𝖊
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