ー『Parte uno』
▪︎ Parte uno ▪︎
▪︎ Jenlisa ▪︎
"Conseguí mi licencia de conducir como siempre lo hablábamos.
Y tú estabas tan emocionada por mí para que finalmente pudiésemos conducir a tu casa"
El auto se movía en medio de la ancha calle, siendo iluminado por una luz proveniente de una farola que era apreciada a la lejanía. Una que tenía un peculiar vidrio de tono morado.
La conductora pelinegra sonrió con nostalgia al apreciar dicho color, y aún más al darse cuenta de las casas por las cuales se encontraba pasando. Aunque más que nada iba conduciendo para llegar hasta una en específico, la cual tenía una fachada elegante, rejas negras y colores que contrastan a este mismo. Claro que todavía no podía olvidar cómo era ese lugar, porque parecía ser ayer la primera vez que asistió a él.
Todo le recordaba a ella.
Pero claro, aún más estar ahí. En la calle por la que tanto solían hablar.
"Conseguí mi licencia de conducir la semana pasada, pero ahora conduzco sola por la calle de la que tanto solíamos hablar"
Había planeado tantas cosas a su lado, cosas que querían cumplir juntas, proyectos en conjunto que ahora se habían vuelto en...
Nada.
Por fin había conseguido su licencia de conducir, por fin había logrado cumplir la mayoría de edad, y estaba en la calle por la que tanto solían hablar de lo que harían juntas cuando esto sucediera, por la que querían conducir por primera vez juntas. Pero ahora, Lisa se encontraba sola. No conducía con aquella castaña que tanto le había hecho sentir, que tanto le había prometido no dejarla.
Todas esas promesas, todos esos por siempre, habían sido una total mentira que la comenzaban a dañar y que se convirtieron en simples palabras llevadas por el viento hasta perderse.
"Dijiste por siempre pero ahora camino sola por tu calle"
"—Jennie — llamó la pelinegra, provocando que la mencionada se girase a donde ella.
— Dime Lili.
— ¿Estaremos juntas cuando consiga mi licencia de conducir? — la castaña sonrió.
— Cuando consigas tu licencia de conducir, estaremos juntas para siempre, mi Lili"
Todavía podía recordar su voz susurrando a su oído. Sus brazos rodeando su cuerpo entero. Abrazadas como solían hacer casi a diario. Sus casi labios juntos. Sus casi besos.
Nunca llegamos a ser nada...
Pero ¿Por qué duele como si lo hubiéramos sido todo?
Los ojos de Lisa comenzaban a sacar lágrimas que rodaban por sus mejillas hasta caer al suelo del vehículo.
Su corazón dolía mucho.
¿Era estúpido sentirse así por alguien con quien nunca mantuvo una relación? ¿Por alguien a quien ya no le importaba? ¿Cuya persona solo le había dejado cuando le dio la gana?
¿Qué había hecho mal?, eso era lo que Lisa se preguntaba cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día y cada semana desde que Jennie se había ido de su lado.
Lisa no lo entendía, no entendía qué había provocado que el amor de su vida la dejara.
Siguió conduciendo por esa larga calle que sabía hasta dónde la llevaría; a aquel lugar remoto que solo le causaría más dolor en su pequeño corazón. Pero ella era masoquista, no podía evitarlo y tenía esa dicha necesidad de ir ahí.
Aprender a conducir se le había dificultado bastante, sin embargo, pese a todos los obstáculos que tuvo, pudo ser capaz de lograr su objetivo. Porque, aunque ya no tenía esa castaña quien en cierto momento de su vida había sido su motivación a conseguirla, quería cumplir la promesa que ambas habían hecho en el pasado. Que cuando Lalisa fuera mayor de edad, lo primero que haría sería ir a sacar su licencia de conducir para después llevar a su mayor hasta su hogar.
Ella cumplió su parte de la promesa.
Pero ya no tenía a quien llevar hasta su hogar.
Solo le quedaba conducir ella sola.
Atravesó aquellas oscuras calles por las que había paseado junto a ella. Aún podía verlas a ambas ahí, de pie en la acera, riendo y brincando mientras que jugaban a lo que sea que se les viniera a la cabeza. Cuando en épocas de lluvia, el agua venía de imprevisto y las dos terminaban empapadas, quedándoles nada más que correr hasta la casa de la castaña en búsqueda de refugio. Cuando Lisa se cayó al piso por lo resbaloso del pavimento y Jennie, al intentar ayudarla, terminó cayéndose también. La mayor prestando su chaqueta a la pelinegra debido al frío que ésta sentía, abrazándola porque pese a eso seguía temblando, cuidándola como su pequeña niña que era, o, que había sido...
Risas; caricias; juegos; abrazos. No quedaba nada de eso.
Y es que, ¿En qué momento todo había salido mal?
"Sé que no éramos perfectas"
"Pero nunca me sentí así por nadie"
"— ¡Lisa! — llamó la castaña — ¡Vuelve aquí!
— ¡No! —gritó la menor en respuesta— ¡No quiero hablar contigo!
— Lili, por favor — suplicó.
La mayor fue corriendo hasta donde Lisa, comenzando a perseguirla. Ambas se perdieron entre calles y calles, corriendo con cada vez más velocidad. Hasta llegar a una calle donde la mayor pudo alcanzarla, envolviéndola con sus brazos y apretándole contra su cuerpo.
—Perdón por haberte hablado así, cariño. Tan solo estoy estresada por el examen para la universidad. Aunque eso no es justificación, perdóname mi Lili, por favor, hazlo — rogó.
— No lo sé.
— Vamos, Lili, por favor.
Lisa dudó, pero entonces una idea le atravesó la mente, haciendo que sonriera y se girara hacia donde su mayor que seguía sin soltarla de su agarre.
— Si me das un beso puedo acceder — Jennie hizo una mueca.
— Si es en la mejilla claro que sí.
— Digamos que prefiero que sea en los labios — Jennie negó, y su respuesta fue un puchero por parte de la menor —. Entonces no te perdono, Kim — refunfuñó.
— Lilii — dijo Jennie alargando la palabra, y notando como su pequeña pelinegra luchaba por soltarse del agarre — ¡Está bien! — exclamó causando que la más alta que luchaba contra sus brazos, se quedara quieta —. Accedo, pero solo uno pequeño. ¿Me oyes?
La pelinegra asintió, sorprendida y con una inevitable sonrisa sonsacando sus labios. Nuevamente se giró de frente a su mayor, la cual se hallaba dedicando una mala cara desde lo bajo. Odiaba tener que hacer de todo por su pequeña Lili, pese a saber que estaba mal.
Pero Lisa no era tan inocente, sabía de qué manera obtener las cosas.
Soltando un último suspiro, colocó su mano sobre la mejilla contraria, sintiendo la suavidad de aquella, y deleitándose con tan solo ese mínimo contacto. Acercó su rostro al suyo y finalmente sus labios fueron unidos, moviéndose unos sobre otros, un dulce beso que no fue más allá de una unión de labios, tierno, inocente. Y con unas sonrisas resaltando en ambos labios rosados.
Jennie dijo que se trataría de un pequeño beso, pero sus labios duraron unidos mucho más de lo planeado.
Ese fue su único y primer beso.
No debieron haberlo tenido, sin embargo, fue imposible evitarlo, nada pudo detenerlas y lo obtuvieron...
Su llamado...beso secreto."
La pelinegra estacionó su automóvil. Había llegado a su destino; aquella casa que le traía melancólicos recuerdos.
Giró su cabeza hacia ella. Estaba igual que desde la última vez que vino. Los colores, el patio delantero, las plantas, las rejas. Absolutamente todo estaba idéntico, como si el tiempo conforme los meses no hubiera pasado y simplemente se hubiera detenido. Congelado en una época que Lisa sabía, ya no existía, pero que con lo más profundo de su ser deseaba volver a ella.
Su pecho comenzó a doler. Corrección, su corazón comenzó a doler. Ya que, de nuevo, aquellos recuerdos la embargaron. La extrañaba tanto que se lo repetía a diario, tanto a sí misma, como a todos los que la rodeaban.
"Y todos mis amigos están cansados de escuchar cuánto te extraño,
pero siento un poco de lastima por ellos,
porque nunca te conocerán
como lo hice yo"
"Era otro día de dolor, de llantos, de estar simplemente tirada sobre su cama sin hacer nada más que soltar lágrimas y lamentos.
— Lisa, tienes que salir algún día de este lugar —decía Jisoo, su amiga que la había estado acompañando los últimos días desde que su Jendeuki se había ido lejos—. No puedes quedarte aquí encerrada toda la vida.
— No quiero — lloriqueó la menor.
— Lisa...
Jisoo la sujetó de los brazos, logrando que se sentara sobre el colchón, y así poder abrazarla.
Había adelgazado tanto las últimas semanas, que le era sencillo cargarla. Aunque no le gustaba, ni mucho menos le parecía sano solo poder tocar huesos por parte del cuerpo de su amiga.
— Lisa, debes comer — susurró la mayor.
— No puedo. Solo pienso en ella — titubeó —. Solo sé extrañarla.
Jisoo estaba cansada de escuchar lo mucho que su pequeña amiga extrañaba a aquella castaña, pero no lo diría en voz alta"
Mientras que seguía observando hacia aquel lugar. Pudo apreciar desde el auto, a través de la ventana de la casa de la castaña, una cabellera rubia resaltar, colarse entre la cortina que cubría el interior de su hogar. Su corazón se detuvo de golpe.
Era ella.
Lo sabía, lo había sabido siempre. Pero el comprobarlo, era doloroso, el verlo con sus propios ojos, la mataba.
Sabía que Jennie la había dejado por Roseanne.
"Probablemente estas con esa chica rubia que siempre me hizo dudar"
"Ella es mayor que yo"
"Ella es todo lo que me vuelve insegura"
"— ¿Quién es ella? — preguntó la pelinegra.
— Ella es una amiga, va conmigo en varias clases.
— Oh, entiendo — dijo Lisa en respuesta. Pero sin apartar su mirada de aquella rubia chica guapa, muy guapa. Incluso parecía más guapa que ella.
Su inseguridad salió a flote el día en que las vio juntas, cómodas y sonrientes. Y más cuando notó que esa rubia, era mucho mejor que ella. Más inteligente; más divertida. Todo lo que ella no era y nunca llegaría a ser. Temía que Jennie la cambiara por esa chica. Ya sabes, inseguridades que todos llegamos a tener.
Lamentablemente, no solo se trató de una inseguridad, pues no se equivocó en pensar eso. Porque lo hizo"
Lucía tan feliz, que Lisa no lo entendía.
¿Cómo había hecho para superarla tan fácil?
Estaría mintiendo si dijera que no sintió nada, que no dolió verlas felices. Lo hizo. Se sintió egoísta por querer que Jennie también sufriera tal y como ella lo estaba haciendo. Roseanne no tenía nada que ver, así que no había porque desquitarse con ella cuando solo era quien había tenido que estar de por medio. La castaña fue quien decidió cambiarla cuando, de repente, antes de irse a la universidad, los supuestos sentimientos que en algún momento había sentido con tanta intensidad, simplemente desaparecieron, como si estos hubieran sido quemados hasta lograr convertirse en cenizas que solo desaparecieron.
Parecía que Lisa se había enamorado sola.
Porque, ¿Cómo creer fielmente en unos sentimientos que se fueron en un simple chasquido de dedos?
Se acercó hasta la puerta. Donde se hincó y dejó en el suelo aquel sobre que contenía una carta doblada en su interior.
Vamos, se dijo a si misma, solo tienes que empujarla por debajo de la puerta.
Una tarea que en realidad era más que sencilla, pero que en aquellos momentos parecía ser la cosa más complicada del mundo.
Dudó por unos largos pero tortuosos minutos. Hasta que logró ceder, y empujar con uno de sus dedos la carta hasta el interior de la casa. Era su única oportunidad de darsela ahora que había vuelto de la universidad para quedarse por unos cuantos días. Se puso de pie. Sin embargo, no se fue al instante. Decidió tomarse unos momentos para analizarlo todo con sumo detenimiento. Para que los recuerdos de todo, se hicieran dueños de su cabeza. Al mirar por la ventana a Jennie, pudo recordar el día en que esta la terminó, y cómo se sintió en el momento exacto en que las palabras fueron mencionadas por sus labios.
"Lisa iba a salir con la mayor como de costumbre, esta vez irían a ver una película que ambas deseaban ver. Jennie había ido por ella, y en cuanto la pelinegra subió al automóvil, tuvo el presentimiento de que algo extraño ocurría.
A pesar de eso, prefirió callar y no decir nada al respecto.
La castaña condujo hasta el cine. Compraron los boletos para la película, y unas palomitas junto a dos refrescos que fueron pagados por la menor de ambas chicas. Al entrar a la sala, buscaron en la oscuridad sus asientos. Se sentaron juntas y decidieron disfrutar de la película por la que tanto habían esperado.
Había ocasiones en las que Jennie miraba a la pelinegra. Instantes tan cortos que Lisa no pudo notar su mirada. En un momento dado, la mayor llamó a la otra chica que estaba a su lado.
—Lili —dijo en un débil susurro para no causar molestias en las demás personas.
—¿Sí, Unnie?
—Te quiero.
El corazón de Lisa se paró de golpe al escuchar aquellas palabras. No eran las que deseaba escuchar, pero se trataba de un gran avance, así que eso la hizo inmensamente feliz.
—Yo también te quiero mucho, Jendeuki —respondió una ilusionada pelinegra.
No podía esperar a el próximo año donde por fin podría sacar su licencia de conducir y cumplir la promesa que le había hecho a su mayor.
Al finalizar la película, ambas chicas salieron tanto de la sala donde se proyectó, como del cine. Se subieron al automóvil color blanco de la castaña. Dicha castaña que condujo en un tortuoso e incómodo silencio hasta el hogar de la menor. En aquel transcurso, debido al silencio, Lisa se la pasó observando las calles a través de la venta. Le seguía pareciendo extraño el comportamiento de la castaña, sin embargo, pensó que no había razón para preocuparse cuando hacía unos minutos le había dicho que la quería.
Jennie estacionó su auto frente al hogar de la pelinegra. Soltando un áspero suspiro apagó el motor. La menor le dedicó una sonrisa, estaba a punto de agradecerle por llevarla a casa, pero antes de siquiera lograr abrir su boca, la castaña se le adelantó a hablar.
—Lili, quiero hablar contigo.
—Claro, dime —dijo la menor algo sorprendida.
—Quiero que terminemos.
Lisa sintió su corazón romperse en cientos de pequeños pedazos. ¿Cómo podía decirle eso así tan de repente?
—P-pero ¿Por qué?
—Ya no siento nada por ti, Lili, lo siento.
—P-pero en el cine...dijiste q-que me querías.
¿Los sentimientos de alguien podían cambiar en tan solo horas?
—Era una manera de intentar creerlo y hacer que se volviera una realidad, pero no funcionó.
—Jendeuki, yo te amo—confesó Lisa por primera vez—. Sé que en un futuro puedes sentir algo por mí.
—No, eso no podrá ser. Sabes que pronto me iré a la universidad y...
Lisa comenzó a sollozar. Las lágrimas brotaban de sus ojos sin pertinencia y con dolor.
—En serio lo siento mucho, yo lo intenté, pero-
—No digas nada más.
Ambas chicas se quedaron absortas en un melancólico silencio. Ninguna fue capaz de decir algo. Cada una estaba envuelta en el caos de su cabeza; Lisa con un enorme dolor al no ser correspondida; Jennie sin saber qué hacer para no lastimarla más.
—Bájate.
—No —respondió la pelinegra firmemente—. No tiene sentido que me termines, ¡En el cine dijiste que me querías!
—Ya te lo dije —bajó la mirada—. No era cierto, era una manera de intentar hacerlo real y creérmelo, Lili.
—No me digas Lili. No mereces llamarme así.
—Entonces bájate, Lisa. Te lo ruego.
Lisa rió.
— ¿A-así de fácil va a terminar todo, Jennie?
—Sí.
—¿Siquiera sentías algo por mi?
—Lisa, bájate.
Esta vez, la pelinegra no fue capaz de contradecir a su mayor. Así que decidió hacer caso a lo que se le pedía y bajarse del auto.
Jennie arrancó el vehículo, dejando a una Lisa de pie en la acera, con el corazón roto"
En aquel momento Lisa había tenido el corazón roto, y hasta día de hoy este no se reparaba.
Temía que no hubiera arreglo para él y que estuviera hecho pedazos el resto de su vida. Pero debería saber vivir con eso. No había nada más por hacer.
Lisa se puso de pie, y fue de camino hasta su automóvil negro. Le dio una última mirada a aquella casa que lo significó todo para ella los últimos dos años, y finalmente se subió a su vehículo.
"Sí, hoy conduje por los suburbios
e imaginé que conducía a casa contigo"
Su cabeza ideó un día perfecto. Jennie a su lado en el asiento del copiloto, sonriendo después de haber dado un paseo por la ciudad con ella, y con una hermosa sonrisa plasmada en su rostro gracias a eso. Imaginaba a la castaña diciéndole cosas lindas, dándole besos en sus labios ahora que ya era mayor de edad, y agarrar su mano sin soltarla. Llevarla a su hogar para dormir con ella. Escuchar aquella palabra que tanto había deseado escuchar en el poco tiempo que tuvieron de relación y que fuera real:
"— Te amo, Lili...
—También te amo, Jendeuki."
"Luces rojas"
"El semáforo se puso en rojo. Jennie detuvo el vehículo de golpe. Dirigió su mano hasta el paquete de jugos y no logró encontrar nada.
—¿Ya no hay jugos? —cuestionó algo desanimada.
Lisa, quien bebía el último jugo de la caja, le dedicó una severa e inocente sonrisa.
—Digamos que este era el último —señaló la caja que estaba entre sus manos.
—Dame un poco —pidió haciendo un puchero. Lisa no se pudo resistir y le acercó el popote para que diera un sorbo—. Mmh, es muy rico ¿Éste que sabor es?
—De fresa.
—Adoro el de fresa — dijo una Jennie con sus ojos brillosos.
—Bébelo tu.
—¿Segura?
Lisa asintió.
—Anda, ten antes de que el semáforo cambie a verde.
La menor le acercó el jugo junto al popote que colocó en la boca de la castaña. Lisa podría llegar a ser la pequeña de Jennie, pero a final de cuentas ambas se cuidaban mutuamente, y eran la pequeña niña de la otra."
"Señales de alto"
"La mayor detuvo el auto en una de esas señales de alto, y justamente un vehículo rojo pasó frente a ellas.
Lisa aprovechó aquel momento y acercó sus labios a la mejilla de su mayor, robándole un pequeño beso en la misma.
—¡Lili! —se quejó Jennie, supuestamente enojada. Aunque en el fondo sonreía.
Lisa siempre hacía eso cuando había una señal de alto"
"Todavía veo tu rostro en autos blancos"
"Jennie acababa de estacionar su vehículo frente a la casa de la pelinegra. Le mandó un mensaje, avisándole sobre que ya había llegado. La castaña estuvo a la espera de ella por un corto lapso de tiempo, ya que Lisa, a los pocos minutos salió de su hogar.
Lisa caminó hasta llegar a donde estaba estacionada. Una resplandeciente sonrisa iluminó su rostro al divisar a su mayor dentro del auto color blanco. Tenía una mirada expectante, y en cuanto esos mismos ojos lograron verla, sonrió.
—¡Vamos, Lili! ¡Entra! —exclamó feliz Jennie—. Se nos hará tarde para comer hamburguesas, sabes que las de pollo se agotan rápido y son tus preferidas.
Todavía sonriente, Lisa se adentró al vehículo y se sentó en el asiento del copiloto.
—Pero sé que si se agotan tengo a mi Jendeuki que irá a todos los lugares donde vendan hamburguesas solo para encontrar una de pollo —la mayor estuvo a punto de replicar, pero se vio interrumpida por Lisa, quien volvió a hablar— o, en el peor de los casos, me preparará una ella misma.
—¿Aunque no sean muy buenas?
—Han sido las mejores que he probado.
Aquello hizo feliz a Jennie, incluso provocó un leve sonrojo en sus regordetas mejillas.
Lisa estaba feliz de que la castaña estuviera con ella, mucho más cuando tenían salidas imprevista o incluso las planeadas.
El verla en su auto blanco frente a su hogar, era lo que más feliz la hacía"
"En los patios delanteros"
"—¡Jendeuki! —llamó Lisa desde la acera.
Podía apreciar a su dulce Jennie sentada en la mesa que había en el patio delantero de su hogar. Una sonrisa decoraba sus hermosos labios, y sus ojos brillaron al apreciar a la pelinegra frente a ella.
—¡Lili! —correspondió con emoción— Te extrañe mucho.
—Yo también —dijo sonriendo mientras que abría la puertita de madera y salía corriendo a los brazos de su mayor.
Cada que Lisa iba a visitarla, Jennie solía estar en su patio delantero, a la espera de su Lili"
"No puedo pasar por los lugares donde solíamos ir"
Lisa conducía sin rumbo por las calles cercanas a la casa de la castaña. Solo logró que su cabeza navegara hasta lo profundo, logrando encontrar miserables recuerdos que solo la hacían querer llorar y que su corazón doliera sin control.
A la distancia divisó un parque, aquel había sido el último lugar que visitaron antes de que todo entre ellas terminara.
La pelinegra giró su cabeza. No quería ver ese lugar, simplemente no podía...
¿Desde entonces dejaste de quererme? Preguntó Lisa en su cabeza.
"Un parque, acababan de detenerse en un parque. Jennie fue la primera en bajar, logrando que Lisa la siguiera. Ambas se encaminaron hasta el interior del lugar, donde encontraron diversos juegos que se suponía eran para niños pequeños. Sin embargo, a ninguna le interesó y fueron a probar todos y cada uno de esos juegos.
Primero fueron a la resbaladilla. La pelinegra fue la primera en subirse, y de ahí le siguió Jennie, que chocó contra la espalda de la menor. Las dos rieron y siguieron jugando.
Se acercaron hasta un pasamanos, donde se comenzaron a sujetar y pasearse de un lado a otro. En un momento la mayor se soltó cayendo al suelo. Era de estatura pequeña, así que sus pies si que quedaban a gran distancia del suelo. Lisa se bajó de golpe y fue corriendo a donde ella. La cargó y llevó hasta un banco donde revisó su rodilla. Solo tenía un pequeño raspón pero uno que en verdad parecía dolerle. La menor fue por una botella de agua que tenían en el auto, junto a una servilleta que había traído del lugar de comida a donde fueron momentos antes. Le echó un poco de agua para su herida, y la castaña soltó un quejido de dolor.
—Lo siento—susurró la menor—. Debo limpiarla.
Después de limpiarle aquel raspón, Jennie no tuvo los mismos ánimos para seguir jugando en el parque. A pesar de eso, debido a la insistencia de su pequeña Lili, terminó por acceder e ir con ella a los columpios.
Se columpiaron juntas, riendo sin parar.
En aquel momento se sintieron dos niñas pequeñas disfrutando de la vida."
"Porque todavía te amo, Jendeuki"
La había marcado para siempre con esa dulce sonrisa que significó su perdición, con aquellos ojos similares a los de un felino.
Ahora no podía ver uno sin pensar en ella al instante.
"Aceras por las que caminábamos"
"Lisa y Jennie caminaban por la acera. Jugando a no tocar las líneas que había por la misma. En un momento la pelinegra se tropezó y cayó al suelo. Soltó pequeños quejidos de dolor mientras la mayor se incuba a su lado.
— ¿Estás bien, Lili?
— Estoy bien, Jendeuki. Nada que no se me pase con un beso tuyo en la mejilla.
Jennie hizo un puchero, pero claro que decidió cumplir el deseo de su menor otorgándole un corto pero dulce beso en su mejilla.
— Anda, ahora sigamos caminando"
"Todavía escucho tu voz en el tráfico"
"Nos reímos entre todo el ruído"
"El tráfico era mucho, y ambas chicas estaban demasiado aburridas. La menor, después de soltar un suspiro, pensó que lo mejor sería encender la radio para así no morir del aburrimiento en medio de aquella bruma de autos usando sus bocinas para que los demás avanzaran.
Canciones aleatorias fueron escuchándose por el interior del vehículo. Todas eran desconocidas para ambas chicas, así que no hubo demasiado animo en ninguna. Hasta que llegó una canción que logró subirles los ánimos. Al instante comenzaron a cantar al unísono, sus voces atrapadas en lo pequeño del automóvil. Sus sonrisas eran todo un espectáculo para la otra, y juntas comenzaron a reír debido a lo desafinado de ambas, sin importarles el sonido de los claxon qque se alcanzaban a oír de los autos detrás suyo, impacientes porque avanzaran,
Pero daba igual lo mal que cantaran y el mundo a su alrededor, ellas simplemente eran felices en compañía de la otra"
"Sé que no debo llorar,
pero todavía te amo, Jendeuki"
Era una tortura. No podía seguir conduciendo por esas calles que solo le recordaban a ella, a la persona que más feliz logró hacerla. A la única persona que estuvo para ella durante los dos años de conocerse, pero más el último, donde por fin admitieron sus sentimientos, pero sin ser nada debido a que Lisa seguía siendo menor de edad.
Nunca podría olvidar a su Jendeuki.
"Porque, ¿Cómo podría amar
a alguien más?"
La pelinegra condujo hasta la avenida principal. Diversos automóviles se encontraban yendo de un lado a otro por el pavimento.
No pudo contener las lágrimas, y se rompió a llorar desconsoladamente mientras que giraba el volante para acomodarse en el carril por el que debía de ir. Sin embargo, las lágrimas que corrían por sus ojos hasta llegar a sus pequeñas mejillas, le impidieron ver con claridad. Siendo nublada por el desconsuelo y tristeza, no tuvo la capacidad ni el control sobre si misma para hacer sus movimientos con conciencia.
Lo siguiente que se escuchó fue el estruendo de su auto chocando contra otro vehículo, y su sangre esparciéndose por su cuerpo y automóvil, fue lo último que llegó a ser apreciado por sus ojos antes de que estos se cerraran.
"Sí, dijiste por siempre"
"Pero hoy conduje por los suburbios, llorando porque no estabas conmigo"
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro