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¿Y si conducimos juntos por la vida?

Puede escuchar la música a volumen muy alto, pero que aún así no consigue acallar el rugido de los motores y el bullicio de las personas a su alrededor. Isagi respira profundamente el aire frío de la madrugada, sintiendo el olor a gasolina, aceite de motor y licor que consumen los espectadores, creando un ambiente lleno de expectativas por el siguiente evento.

—¿Estás listo para esto? —pregunta Yoichi a su mejor amigo, quien sonríe mientras apoya su peso contra la motocicleta amarilla repleta de diseños.

—Por supuesto que sí. —responde Meguru con facilidad. Mientras acomoda el casco sobre su cabeza con naturalidad. El visor está un poco levantado y aunque le cuesta, el mayor logra escuchar lo siguiente que dice: —Sin dudas ganaré hoy. ¡Te haré sentir orgulloso, amigo!

—Eso espero, Bachi. —contesta, bajándole el visor del casco y dejando un par de palmadas sobre el casco.

Bachira también se golpea el casco dos veces, antes de acomodar la motocicleta en la línea de salida.

Desde su lugar, Isagi puede ver otra motocicleta acomodarse a una distancia razonable a la de su amigo. Pues aunque fueran carreras ilegales, la gran mayoría se preocupaba lo suficiente por la seguridad de los corredores, así que los circuitos se hacían solo entre dos conductores durante la mayor parte del evento a menos que fuese una carrera especial (directamente financiada por los patrocinadores) para que los conductores decidieran participar con muchos de ellos en la pista.

Otoya, el corredor que competirá con Meguru, asiente en dirección al de ojos amarillos en un gesto de respeto pues ellos dos son amigos, aún cuando rara vez se dirigen la palabra al estar ambos en la pista. Siendo llevados por la competitividad de ser los corredores predilectos de su respectivo equipo para esta pista con obstáculos.

Una chica de caderas anchas y ropa corta camina hasta el centro de la pista, el semáforo adaptado para la competencia está justo detrás de ella, y su actuación no es más que un agasajo visual para la mayoría de los hombres en el público cuando ella levantan la bandana de color rojo.

—¡En sus marcas! —grita la rubia. Detrás de ella la luz roja del semáforo se enciende, para luego cambiar a amarillo cuando dice “¿Listos?” y finalmente, cambiar al color más esperado, que es el verde. —¡Fuera!

La chica sacude la bandana de arriba a abajo. Otoya y Bachira no necesitan nada más que eso para arrancar con velocidad y alejarse en cuestión de segundos, perdiéndose a la distancia en la larga y despejada carretera de Tokio, bajo la poca oscuridad que se mantiene en la noche a pesar de las múltiples luces de los edificios.

A partir de aquí, a Isagi le esperan unos largos y tensos minutos de estrés mientras espera con ilusión que su amigo vuelva sin ningún rasguño. Claro que ellos saben lo que hacen y donde se están metiendo, Meguru nunca ha tenido un accidente en el tiempo que llevan asistiendo a esta clase de competencias, pero este es un miedo del cual Yoichi aún no ha logrado deshacerse del todo aún cuando confía plenamente en las habilidades de su amigo tras el volante.

Y es que, sabe como funcionan las cosas aquí. Aunque haya una persona cada tantos metros para avisarle al resto si llegase a ocurrir un accidente, Isagi sabe que ninguno de esos imbéciles arriesgaría su pellejo para llamar a una ambulancia y de ocurrir algo malo, tendría que ir por sí mismo en busca de su amigo para llevarlo al hospital o llamar a una ambulancia bajo el riesgo de que cualquiera de esos matones vaya tras su cabeza por ser un traidor.

Aún cuando le den algo de miedo esos idiotas, no dudaría en correr el riesgo de convertirse en traidor si la vida de Bachira corre peligro, porque Meguru es su mejor amigo, es la otra mitad de su alma y aún puede recordar perfectamente cuando, en cierto punto, él fue su única razón para seguir viviendo.

La vida es dura, eso es algo que Yoichi aprendió de forma repentina a lo dieciocho años de edad cuando perdió a sus padres debido a un incendio en su departamento. Él pudo salvarse debido a que ese día se quedó a dormir en casa de su mejor amigo.

Fue Meguru quien lo acompañó al hospital, fue él quien lo abrazó mientras gritaba hasta quedarse sin voz y fue él quien le abrió las puertas de su hogar porque el de ojos azules no tenía más familia.

Bachira y su mamá lo acompañaron en cada paso, y lo ayudaron a recuperar su sonrisa poco a poco, mientras le mostraban que aún existían razones para seguir viviendo.

Ahora se encontraban aquí, ambos tenían veintitrés años, aunque estaban bastante cerca del cumpleaños del mayor.

La madre de Meguru se vió golpeada por una repentina responsabilidad que no le correspondía y los gastos de una boca extra que alimentar aún cuando su familia de por sí se encontraba en una mala racha económica. Ellos dos debieron hacer lo posible para ayudar en casa, buscando trabajos de medio tiempo y cosas que pudieran ayudar a la familia a seguir subsistiendo sin problemas.

En cierta ocasión, Yoichi llegó a un taller mecánico, donde un hombre muy amable empezó a enseñarle todo lo necesario sobre los motores, y el mecanismo de los autos y en especial de las motocicletas, al ver que el de ojos azules tenía cierta habilidad casi innata para darse cuenta de los fallos del motor.

Meguru generalmente iba a buscarlo al final de su jornada de trabajo como repartidor para ir a casa juntos, donde su jefe se dió cuenta de las habilidades del menor tras el volante.

Una cosa llevó a la otra, y cuando ambos tenían veinte años, fue la primera vez que fueron a una carrera ilegal.

Era asombroso como una carretera común en el centro de Tokio podía convertirse en un centro de reuniones donde gente ridículamente rica apostaba por todo lo alto a sus conductores o a los que otros tenían entre sus filas.

El jefe de Isagi no era un mal tipo, les habló muy seriamente sobre la clase de negocios que se llevaban a cabo en ese lugar y lo peligroso que podría ser todo, pero también les recordó sobre la alta suma de dinero que podían ganar por sus servicios. Ese dinero ayudaría en gran medida a su pequeña familia para surgir de la crisis económica, la mamá de Bachira podría volver al arte y ellos tendrían la posibilidad de pagar para volver a estudiar.

Se lo pensaron y aunque sintieron miedo, decidieron aceptar. A fin de cuentas, Isagi no corría tanto riesgo, porque solo tendría que actuar de mecánico, su trabajo mayormente era mantener en funcionamiento los motores de los autos y las motocicletas de Noa, quien era uno de los organizadores del evento. Si la policía llegase a atraparlos, siempre podría excusarse de que su trabajo era nada más y nada menos que el mecánico, lo cual no era una mentira.

Y aunque Meguru estaba en una posición un tanto más riesgosa al ser uno de los corredores, siempre tendría la oportunidad de huir en la motocicleta hasta perderse en los caminos más transitados de Tokio. Además de que, al ser uno de los mejores competidores de Noa, el alemán nunca lo dejaría caer en la cárcel. Pues no sería la primera vez que ese hombre salvaba a alguno de sus chicos de los problemas con la ley.

A Noa, sus chicos le servían más vivos y en las calles que en cualquier otro lugar.

Yoichi no podía esperar al día que pudiera salir de esto.

Y no tiene intenciones de ser malinterpretado. Noa nunca ha sido malo con ellos, y jamás han sido maltratados por los demás, pero esto no dejaba de ser un negocio ilegal en el cual se ponían en riesgo al menos dos noches al mes.

Faltaba poco tiempo para que Isagi pudiese licenciarse como mecánico y al fin podría trabajar sin problemas en un taller de verdad, tal vez, incluso podría seguir haciendo trabajos para Noa, pero sin la necesidad de que la pista fuera su mayor fuente de ingresos.

El repentino bullicio de la gente a su alrededor lo trajo al mundo real. Parpadeó un par de veces, y volvió su atención a la pista, viendo como las motocicletas se acercaban con velocidad.

Y aunque el final estuvo algo cerrado, la señal se activó primero en la pista izquierda dándole la victoria a Bachira, quien luego de frenar levantó los brazos con alegría siendo ovacionado por el público.

—¡Felicidades, Bachi! —Isagi sonrió con alegría, acercándose a su amigo quien se quitó el casco fácilmente para luego chocar sus palmas como hacían siempre sin importar el resultado. 

Bachira sonrió enorme con la respiración un poco más pesada de lo normal, debido al fuerte latir de su corazón.

—¡Te dije que ganaría hoy! —Meguru ríe con diversión, levantando los brazos una vez más. El público volvió a aplaudir y las voces en los altavoces empezaron a llamar a los siguientes competidores.

—Buena carrera, viejo. A ver si con esta derrota se le baja un poco la arrogancia al idiota de Otoya.

Ambos giran en dirección a la voz, aunque incluso sin ver, era fácil reconocer el acento de Kansai que caracteriza a Karasu, quien felicita al menor chocando las palmas.

—Lo dices cuando tú también eres bastante arrogante, Asesino-kun —Bachira se burla luego de agradecer por el halago. El de cabello púrpura ríe en voz baja.

—No soy arrogante, solo digo la verdad. Mi racha de victorias habla por sí misma. —contesta mientras se mantiene junto a ellos con los brazos cruzados viendo a los de su equipo acomodar la motocicleta en su lugar, ya que él era uno de los siguientes corredores. —Por algo soy el asesino.

Y ciertamente el apodo no se lo había ganado de forma gratuita, muchos corredores se habían accidentado luego de correr con el de cabello púrpura, aunque no fuese su culpa, sino de los otros por ser tan idiotas e intentar imitar los trucos tan arriesgados que tenía Karasu, quien amaba las altas velocidades, las curvas cerradas y hacer montadas de caballito en el momento más inesperado. No cualquiera tenía esa habilidad y solo los tontos tenían la “grandiosa idea” de imitarlo, terminando en aparatosos accidentes. Eso fue lo que Hiori, uno de los mecánicos del equipo de Tabito les contó, y que esa fue la razón por la cual al mayor le prohibieron seguir compitiendo en su prefectura, hasta que fue llamado por uno de los peces gordos de Tokio.

Ahora se encontraba entre los mejores competidores de este circuito y en sus carreras se apostaban grandes cantidades. Bachira solo había competido con él unas dos veces, y en esas ocasiones eran competencias amistosas para mostrarle sus habilidades a los nuevos apostadores.

—Suerte en esta ocasión, Karasu. —dice Isagi, viendo la motocicleta negra con detalles turquesa que acomodan en el carril contrario.

—Competiré contra el nuevo. No necesito tanta suerte. —Se burla en respuesta.

—El nuevo ya está entre los favoritos, idiota. Más te vale que no te confíes demasiado. —advierte el de ojos amarillos con una sonrisa divertida.

—¿Ustedes ya lo han visto?

—Es realmente bueno. —responde Yoichi con una sonrisa ladeada.

—Debes creerle. Isagi ya ha comprado personalmente lo bueno que es el nuevo.

El de ojos azules le da un codazo a su mejor amigo por el tonito de su voz y siente que quiere matarlo cuando ve la sonrisa de Tabito alargarse aún más en su rostro al entender la situación.

—Bueno. Mejor ve a desearle suerte a tu noviecito porque no tendré piedad con él.

—Claro. Lo que digas, Karasu.

Isagi responde con fastidio para luego verlo alejarse. Golpeando una vez más a su amigo en el hombro.

—¡¿Podrías callarte de una vez?! —regaña, escuchando la risa cantarina del de ojos amarillos. —Maldición. Solo falta que vayas a decirle a Noa que estoy saliendo con uno de sus corredores.

—Sabes que a Noa le da igual con quien tengas sexo. Más bien, creo que hasta se alegraría de saber que su mejor mecánico trabaja de maravillas con su nuevo corredor favorito. —Bachira se burla, riéndose en voz alta debido al enojo de su amigo.

—¡Eres un...!

—¡Oh, duele, duele!

La voz de Isagi se corta pues él tampoco lo había notado pero detrás de Meguru, apareció el famoso corredor del que habían estado hablando. Rin jaló la oreja de Bachira mientras lo miraba mal.

—Deja en paz a mi chico, inútil. —regaña el de ojos turquesa.

—¡Él es mi mejor amigo, así que fue mi chico primero! —Se queja el de ojos amarillos.

—Las cosas cambiaron ahora, imbécil. Mientras yo este cerca, no puedes andar molestando a Yoichi. —Rin lo soltó, cruzándose de brazos. Bachira empezó a acariciar su oreja enrojecida e Isagi sonrió ligeramente porque le parecía tierna la forma que tenían esos dos de llevarse. —Ahora, haz algo útil y avísame cuando esté a punto de iniciar la carrera.

—Pero si la carrera está a punto de... —Bachira ni siquiera puede completar sus palabras, porque el de ojos turquesa lo ignora para empezar a alejarse junto a Isagi. —¡Idiota!

Rin no presta atención y no detiene sus pasos hasta ocultarse entre las sombras detrás de uno de los contenedores que usan para transportar las motocicletas. Isagi ni siquiera necesita escucharlo para saber lo que quiere, así que no tarda en acercar al menor por el cuello, chocando los labios de ambos en un beso hambriento y apresurado que apenas le permite sentir el frío del metal por el piercing que tiene el más alto en su labio inferior.

Siendo totalmente honestos, Isagi no odia su vida en las carreras ilegales, porque aunque sabe que están mal, este lugar no ha hecho más que traer varias cosas buenas a su vida. Un trabajo, estabilidad económica, y... Un novio.

Por supuesto que no era algo que se esperaba para nada, pues aunque se llevaba bien con la mayoría de mecánicos y corredores de los distintos equipos que competían, siempre trataba de mantener esas amistades dentro de una cortesía que fuese fácil de manejar y mantener su vida real lejos de esa ilegalidad.

Llevaba tres años en todo esto, y de las innumerables personas que había conocido en este mundo, las personas en las cuales confiaba podría contarlas con los dedos de su mano. Ya que incluso le tenía algo de miedo a Noa, pues aunque fuera un buen tipo, no dejaba de ser un millonario con negocios ilegales.

A Isagi no le gustaba mezclar las cosas, pero cuando conoció a Rin, fue simplemente inevitable.

Hace un año, Noa le había pedido revisar la nueva motocicleta que había llegado al taller, lo cual aceptó sin dudar, llevando la idea en mente de que, si había una nueva moto, era porque habría un nuevo corredor.

Su trabajo fue sencillo pues al ser una motocicleta nueva simplemente tenía que agregar los ajustes necesarios para aumentar su velocidad y hacerla apta para soportar las competencias.

—¿Ya está lista? —preguntó en aquella ocasión una voz que, a día de hoy piensa, jamás podría olvidar.

—Casi lista. —contestó, ajustando una de las tuercas. En ese punto, aún no había visto el rostro de la otra persona al encontrarse concentrado en el motor, pero ese no fue un impedimento para seguir hablando. —¿Eres el nuevo corredor?

—¿Es demasiado obvio?

—Supongo. Nadie más ha venido aquí en todo el día, supongo que es porque tú eres el dueño de la moto.

—Aún no lo soy.

—¿Por qué lo dices?

—Mírala, ese color es un desastre. No voy a montar eso así.

Isagi quiso reírse porque aunque no era un color feo, debía admitir que sí era un color naranja demasiado llamativo y extravagante.

—¿Qué tienes en mente?

—Negro.

—Qué original. —Se burla Isagi.

—No necesito resaltar debido al color de la motocicleta, con solo conducirla es suficiente para llamar la atención.

—¿Y qué te hace creer que eres tan bueno?

—Mírame y lo sabrás. —contesta. Isagi ríe por lo bajo, decidiendo hacerle caso, pero su respiración queda atrapada en su garganta luego de levantar la vista.

Frente a él, se encuentra un hombre bastante alto con el cabello ligeramente largo de un color oscuro. El flequillo tapa ligeramente sus potentes ojos turquesa, mientras que su piel blanca se encuentra cubierta por capas de ropa negra junto a la chaqueta de cuero que tiene arremangada hasta los codos, permitiendo ver los tatuajes que trae en los antebrazos.

—Ahora, espero que sigas mirándome así después de verme conducir. —Ese hombre sonríe, atrayendo la atención al pequeño arete de color negro en su labio perforado. Isagi tiene que parpadear un par de veces para caer de vuelta en esta galaxia y darse cuenta de que ese chico le estaba coqueteando.

—Entonces, demuéstrame lo bueno que eres. —contesta, levantándose del suelo. Yoichi sonríe, intentando calmar su corazón acelerado y se acerca un par de pasos al novato. —Si me impresionas, yo mismo pintaré tu motocicleta.

Isagi le ofreció la mano y el más alto no dudó en aceptar. Esa fue la primera vez que Yoichi y Rin estuvieron juntos, luego de eso, ya no habían podido separarse.

Tal vez fue cosa del destino o culpa de Noa por obligarlos a pasar todo el tiempo posible juntos ajustando la motocicleta hasta que estuviera perfecta para la siguiente competencia donde Rin hizo su debut en las pistas ilegales de Tokio.

De eso ya había pasado un año pero los nuevos corredores se mantienen siendo novatos hasta después de haber competido en más de doce carreras.

Tomando en cuenta que las competencias eran limitadas y los corredores veteranos eran los primeros en participar, Rin aún mantenía su racha de carreras baja, aunque sin ninguna derrota hasta ahora. Seguía siendo el novato por el mero hecho de que aún había varios competidores en Tokio que no sabían su nombre o no habían tenido la oportunidad de correr en la pista con él.

Rin en su momento le contó que no eran sus primeras carreras, pues llevaba compitiendo desde los diecinueve y actualmente tenía veintidós. Pues empezó en toda esa locura luego de huir de casa y necesitar dinero para sobrevivir.

Isagi no era quien para juzgar, porque aunque él haría lo que fuera para volver a casa y encontrarse con sus padres, entiende que no todos tuvieron la suerte de tener una familia tan cálida y agradable como la que él tuvo en su momento.

Rin competía en las calles de Kanagawa, en carreteras que pasaban junto a la orilla del mar, e incluso compitió en algunos Togē, porque necesitaba dinero y en esa competencia las ganancias eran mejores.

Yoichi pensó que, de haberlo conocido antes, le habría dado de su propio dinero para evitar que Rin compitiera en las Togē, porque si las carreras que tenían ellos eran una locura, las Togē eran casi un suicidio, pues en esas carreras tenían que competir en medio de la noche sobre una montaña con poca luz persiguiendose los unos a los otros.

Aunque fue en el Togē donde Noa lo encontró, haciendo negocios con él, diciéndole que sería una gran adquisición para su equipo en Tokio. Rin se lo tuvo que pensar, pues el trato involucraba abandonar todo lo que conocía, pero recibiría más ganancias y las carreras de este distrito eran considerablemente menos riesgosas.

Terminó aceptando, más allá de todo miedo, llegando a una ciudad desconocida, en medio de un negocio ilegal y sin más motivos para seguir adelante además de mantenerse con vida.

Los padres de Rin no fueron los peores, pero sí malos con él, rebajando su existencia a la de un mero fantasma en su hogar, pues toda la atención estaba dirigida al mayor de los hermanos. Su hermano Sae era la perfección hecha persona, y aunque Rin no sentía ninguna clase de odio hacía él, había un ligero rencor por el hecho de nunca haber sido apreciado por sus padres.

Rin decidió facilitarles las cosas a su familia y simplemente desaparecer como sus padres parecían haber querido siempre. Y sabe que su hermano lo buscó, pero aún cuando lo encontró nunca quiso volver y tampoco aceptar el dinero que venía de sus padres. Manteniendo solo el contacto con Sae y nadie más, porque a pesar de todo era su hermano, y no lo culpaba por como pasaron las cosas.

El de ojos turquesa decidió abandonarlo todo aún sin saber lo que quería o lo que buscaba.

Y simplemente ellos dos se encontraron. Dos personas que no tenían razones exactas para seguir viviendo, pero aquí estaban, intentando sobrevivir un día más. Dos personas que no tenían ni idea de cuál era su lugar en este mundo tan ridículo y loco que no había sido nada amable con ellos. Hasta que se encontraron y vieron en el otro alguien que los podría comprender de una forma que ni ellos mismos entendían y en esa vida que tenían donde las complicaciones eran su pan de cada día, decidieron simplificar las cosas y simplemente dejar que sucedieran con naturalidad.

Sin pensarlo demasiado y sin darle muchas vueltas, la primera vez que Rin se acercó para besar a Yoichi este lo aceptó sin dudar porque no tenía sentido complicar más las cosas. Su corazón latía con rapidez al tener su compañía, y sus mejillas se sonrojaban al sentir su cercanía. Podía ver la sonrisa extasiada del menor al mirarlo, y podía sentir adoración en la forma que tenía de tocarlo. Y en ese mundo y en esa vida donde no tenían ni idea de nada, decidieron darse la oportunidad de quererse a su manera. Tal vez muy pronto, o tal vez muy lento, pero a día de hoy Yoichi podría decir que lo amaba, y Rin podría decir lo mismo, porque ya se lo había confesado alguna vez. Y sin importar la opinión del resto, para ellos todo estaba perfectamente bien.

—Suerte, Rin. —dice contra sus labios. Sintiendo las manos calidad del más alto contra su cintura y el frío metal del contenedor contra su cuello.

—No la necesito. —contesta, dejando un par de besos en el cuello de su pareja. —Con los últimos ajustes que le diste a la motocicleta, ganaré.

Isagi sonríe enamorado, porque es idiota tal vez, o alguien que se emociona por pequeñas cosas. Es algo tonto pero le encanta que el menor lo felicite por su trabajo.

—Ten cuidado.

Rin parece estar a punto de decir algo pero, se detiene y simplemente sonríe de costado.

—Lo tendré.

Ambos salen de su pequeño escondite, y Rin se coloca el casco poco antes de subir a la motocicleta. Da un asentimiento en dirección a su contrincante y antes de que la chica que da el inicio a la carrera vaya a su lugar, Itoshi mira hacia atrás una vez más, haciendo un corazón con su índice y el pulgar en dirección a Isagi, quien sonríe, correspondiendo el gesto.

—¡En sus marcas! —La atención de todos vuelve a la pista, Rin se acomoda sobre la motocicleta haciendo rugir su motor. La luz del semáforo brilla ahora en color amarillo mientras la chica habla una vez más y luego burla en color verde. —¡Fuera!

La carrera da inicio, las motos desaparecen dejando atrás una pequeña nube de polvo, luces rojas que parpadean y el sonido del motor que se aleja.

Isagi sonríe y piensa que el mundo de las carreras es una locura, que es arriesgado, y que cualquier idiota con una vida normal no debería meterse en esta clase de cosas peligrosas, pero es la vida que le tocó y es la oportunidad que tuvo en su momento. No se arrepiente a haber aceptado porque de otra forma no estaría aquí, no tendría los conocimientos que tiene ahora, no estaría a un par de meses de obtener su título como mecánico, no habría podido ayudar a las personas que le dieron la mano cuando no tenía nada y tampoco habría conocido al chico que lo entiende incluso cuando nadie más lo hace.

De no haber estado aquí, no habrían pasado muchas de esas cosas y puede que no sea una vida perfecta pero a pesar de todo, le gusta. Y aunque no puede esperar el día para dar un paso lejos de esta peligrosa vida. Estará agradecido por siempre de haber tenido la oportunidad de estar aquí.

[...]

Yo podría haber escrito un capítulo de Panorámica en lugar de este OS pero demasiadas casualidades me hicieron pensar que debía escribirlo sí o sí.

Pensarán que estoy loca pero realmente fueron varias casualidades jaja.

Primero ví una motocicleta de carreras con luces en las ruedas pasar frente a mi casa (muy raro, nadie que viva por aquí tiene una motocicleta). Después, cuando fuí a escuchar música de mi teléfono, la primera en sonar en modo aleatorio fue “Drive” de Stray Kids (esa canción trata sobre motocicletas y romance apasionado básicamente).

Dos casualidades, de acuerdo. La idea no estaba nada clara, así que solo empecé a escribir sin tener mucho en mente, cuando llegué a la mitad, ya no sabía qué hacer, así que pensaba dejarla de lado para otro momento pero cuando encendí la televisión para pensar en otra cosa, estaban pasando una de las películas de Rápidos y Furiosos, que todos sabemos, en síntesis es sobre carreras y demás jaja.

Tal vez sea tonto, pero dije “Bueno Universo, ya entendí. Lo voy a escribir.”

¿Es perfecto? No. ¿Podría tener más RinSagi? Sí. ¿Podría ser mejor? Tal vez.

En conclusión, ¡Feliz cumpleaños a Isagi Yoichi!

Espero que les haya gustado y gracias por leer ✨💓

Créditos por la preciosa edición de la portada para -minyeol ¡Muchas gracias! ❤️

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