
parte única
La suave brisa nocturna golpeaba sus rostros, cosquilleando.
Solo querían pasar un buen rato ahí, en casa de Tim, en su balcón, riéndose de la primera anécdota que recordaran, con un vaso de cerveza en la mano y la simple compañía del otro.
Era peligroso, beber estaba siendo demasiado peligroso para Ben, y es que él no se consideraba una persona valiente, pero el alcohol avanzaba rápido y de pronto quería contarle todo a su amigo, absolutamente todo, desde cuánto le gustaba su sonrisa hasta cómo se moría por besarlo.
Bastaba una palabra del mayor para que se perdiera en sus labios, imaginando, deseando, anhelando acabar con la poca distancia.
Una broma lo detuvo, haciéndolo reír. Fuerte, claro, tan natural que el mayor lo imitó, dando las mismas palmaditas que él, tal como siempre lo hacían.
Tim decía algún chiste sin sentido para que el castaño empezara a reírse, con todo y aplausos, presumiendo esa ruidosa carcajada que tanto le gustaba. Incluso si parecía que a ratos se ahogaba o le daba hipo, el mayor seguía pensando que era la melodía más preciosa del universo.
—Eres tan tonto, Timmy —diría Ben, todavía riéndose, dándole un empujoncito cálido.
Porque era cálido, todo en él, desde sus ojos risueños hasta el suave tacto de sus manos, las caricias, los abrazos, la forma en que se apoyaba en su hombro y suspiraba, acurrucándose un poco más cerca de él.
Tim, en cambio, lucía frío, distante, con sus ojos entrecerrados y su mandíbula tensa. No había persona que despertara emociones en él, y su expresión variaba entre seria y concentrada, ninguna muy agradable para el resto.
El típico tsundere, así le decía Ben, porque bastaba una mirada del castaño para que todo fuera sonrisas y cursilerías, con esos momentos íntimos que solos ellos sabían que existían.
Un galán de película, eso era, y el menor se encontró pensando en ello con una sonrisa, una gran sonrisa, y es que jamás pensó que le gustaría tanto ese idiota que sostenía su mano y dejaba leves caricias en la zona.
—Creo que me gustan los hombres. —Simplemente lo soltó, encontrando valor en la cuarta botella de cerveza.
El pelirrojo se tensó, dejando de acariciarlo.
—Y lo dices como si nada. —Su risa sonó entrecortada, nerviosa, y su mano siguió inmóvil en su lugar.
—¿Te molesta? —Tim sonaba triste, su voz más baja de lo habitual y sus dedos inquietos.
No, no le molestaba, ni siquiera un poco, pero no pudo decirlo. Solo volvió a reírse, incluso más nervioso que antes, y se alejó del castaño con la mayor suavidad posible, soltando su mano.
El menor quiso llorar, imaginándose los peores escenarios.
Pero Tim no estaba burlándose de él, ni tampoco se veía molesto. No dejaría de quererlo por algo como eso, lo sabía. Solo estaba pensando, analizando, buscando la mejor respuesta para una declaración tan... ¿profunda? como esa.
—¿Por qué me molestaría? —empezó, volteándose apenas un poco hacia él—. Sigues siendo el mismo de siempre, y eso es lo único que me importa.
—¿Por qué te alejaste, entonces? —preguntó sin alzar la voz, sus ojos inquietos—. Y-yo... n-no es como si me gustaras tú, n-no es como si... como si...
—Está bien. —Tim lo detuvo, acunando su rostro con ambas manos—. No me debes explicaciones, Ben. Ninguna.
—Pero yo... —vaciló, mirando los ojos del mayor con tal profundidad que todo cobró sentido.
No serían felices juntos, jamás. Incluso si él le contaba cuánto le gustaba, las probabilidades de que Tim lo correspondiera eran tan bajas que... sí, claro que dolía.
Solo quería un beso, pero no... él no estaba dispuesto a perderlo todo. No perdería a su mejor amigo por un amor no correspondido, no tan pronto, no esa noche.
—¿Qué pasa, Ben? —El pelirrojo insistió, sonriendo.
Estaba tan cerca que la brisa ya no lo golpeaba, no directamente, y esa frescura... solo podía sentir la respiración del mayor, abrazándolo, haciendo que el frío de la noche se sintiera tan inútil como él.
—Es hora de entrar —dijo en cambio, sonriendo solo con la comisura de sus labios—. Ya es tarde, y estamos demasiado borrachos para seguir en el balcón.
Tim sonrió, pero no dijo nada. Solo tomó la mano de Ben y dejó que lo guiara dentro de su propio cuarto.
No quería entrar, incluso si había oscurecido lo suficiente y el viento corría con más fuerza que antes; no quería entrar, porque hacerlo significaba que las risas habían terminado y que el menor pronto se iría, y que él lo extrañaría, ¡claro que lo extrañaría!, y es que últimamente se había encontrado pensando en el castaño mucho más de lo habitual, con tanta pero tanta necesidad.
—¿Te quedarás a dormir? —preguntó al cerrar la ventana, dándole la espalda a Ben.
La habitación estaba oscura, demasiado oscura, pero no se sentía aterradora. Nada era más aterrador que sus emociones.
—Mi cuarto está cerca, Tim. —Alzó los hombros y mordió su labio, jugueteando torpemente con sus dedos.
—Pero estás borracho. —Sonó burlón aún si su mirada era cálida, y es que por fin lo estaba viendo de regreso—. Si dejo que te vayas así, despertarás a todo el recinto.
—Todos deben estar borrachos —soltó con timidez, bajando la mirada—. Es sábado en la noche y la universidad es una mierda. Por supuesto que quieren beber y relajarse un poco.
—A no ser que aún sean ilegales. —Siguió riéndose, acercándose lo suficiente para que Ben lo viera otra vez.
—Bien, me quedaré. —Sonrió apenas, su boca temblorosa—. Solo porque tienes razón.
—Siempre tengo razón —alardeó, acariciando su pelo castaño.
La distancia se volvió nula cuando Ben pestañó, encontrándose con el mayor a solo centímetros de su rostro, sus frentes unidas y sus narices tan cerca que pudieron sentir la forma en que se arrugaban y pedían un poco más de roce, solo un poco, como si el temblor de sus cuerpos no fuera suficiente demostración de lo que sentían.
—Y-yo...
—¿Puedo besarte? —Tim dijo primero, acunando su rostro nuevamente.
—N-no. —Ben no estaba seguro de cómo, pero sus manos terminaron en el pecho del mayor, ejerciendo una leve presión—. S-si no estás seguro, prefiero que no.
No hubo más sonido que sus respiraciones, rápidas, muy rápidas, como si todo pendiera de un hilo.
El menor se encontró ansioso por una respuesta que jamás llegó, ni siquiera en acciones, y es que Tim simplemente sonrió y se alejó, tomando su mano con el mismo cariño de siempre.
...el mismo cariño fraternal.
Quizá debió aprovechar la oportunidad, aún si no era recíproco, pero él nunca pensó... jamás imaginó... ¿cómo iba a saber que Tim controlaría su impulso?
Sabía que era calmado, que ocultaba sus emociones y que controlaba cada aspecto de su vida, pero él en serio... ¿Había sido muy iluso pensar que sus sentimientos podían ser correspondidos?
Suspiró simplemente, alzando la mirada. Tim seguía frente a él, inmóvil, observando algún punto fijo de la cama.
Soltó sus manos, le dedicó una leve sonrisa y se acostó, con todo y ropa, sintiendo que su garganta presionaba y que su pecho se encogía con una rapidez abrumadora.
—Cuando estés seguro... —Tim empezó, sentándose a su lado en la cama.
Pero Ben no se volteó, no podía. Solo se abrazó un poco más, escondiéndose en las mantas, ocultando el vacío de ese corazón que latía deprisa y se volvía loco con cada movimiento del mayor.
—Cuando esté seguro —repitió, observando la pequeña figura del castaño—, te prometo que te besaré.
—Ni siquiera he dicho que me gustas —soltó apenas, su voz al borde del llanto, tan pero tan baja.
—Pero lo sé —afirmó, dejándose caer en su almohada—. Desde la primera vez que viniste a mi cuarto, siempre lo he sabido.
Asintió, aún si nadie podía verlo, recordando la forma en que había actuado ese día. La felicidad que sentía, la emoción, toda esa dicha de conocer un poco más del reservado Tim; todo lo había llevado a abrazarlo por el cuello y agradecerle la invitación, espantando al chico que jamás se sintió tan espantado como él pensó.
Tim no pudo responder al abrazo, fue demasiado rápido para él, mas el recuerdo se mantuvo intacto cada vez que Ben volvió a abrazarlo, como si encontrara un pedacito de él en cada uno de esos momentos.
—Desde entonces me gustas —reveló simplemente, encogiéndose un poco más en su lugar.
Ben sabía que beber tanto alcohol había sido una mala idea, lo supo desde el inicio, pero ya era demasiado tarde como para hacer algo al respecto.
—T-tú... tú... m-me gustas —susurró finalmente, casi en un suspiro, dejando ir todo ese aire que había retenido.
La cabeza le dolía tanto o más que el corazón, y su cuerpo temblaba con cada movimiento de Tim. Cuando se cubrió con las mantas, cuando suspiró, cuando giró en su lugar y cuando sus manos terminaron en su cintura, acercándolo un poco más a él.
—Tim...
Tener a Ben así de cerca... lo reconfortaba, mucho, pero también lo confundía. El simple sonido de su risa lo alteraba y despertaba las sensaciones más extrañas en su pecho, y en su estómago, e incluso en toda su mente.
No, no acostumbraba a mostrar sus verdaderos sentimientos, no con el resto, pero con él... con el castaño siempre quería gritar que se sentía feliz, completo, que no necesitaba nada más que su cálida sonrisa, y sus cálidas manos, y esos cálidos abrazos que siempre le daba.
¿Y si también le gustaba Ben? ¿Era algo malo?
—¿Puedo besarte? —repitió, sin ser consciente, cerrando los ojos por simple nerviosismo.
Ben tragó saliva, inmóvil. Se cuestionó cada cosa que podía salir mal, la incomodidad que vendría después, el vacío existencial, las altas probabilidades de que todo fracasara; pero se volteó, lento, inseguro, temblando bajo el tacto del contrario.
—Creo que es una pésima idea. —Sin embargo, soltó una risita, acariciando las mejillas del mayor—. Pero quiero que lo hagas, ¿sabes? Quiero... quiero besarte.
Tim abrió los ojos, viéndolo. Sus narices rozaban, ¡sus narices rozaban y su corazón latía como loco!
—Te amo. —Ben murmuró finalmente, suspirando—. No es que quiera que incomodarte, sino que yo... solo quería decirlo, supongo.
El pelirrojo guardó silencio, apreciando cada facción de su rostro. Primero fueron sus cejas, un poco preocupadas, y luego sus ojos, tan brillantes como siempre. Su nariz le daba un poco de risa, quizá por el alcohol en su sangre, y sus labios...
Lo besó, sosteniendo sus mejillas.
Estaba harto de cuestionarse de todo y de ocultar sus emociones. Estaba harto de prohibirse vivir esos momentos, aún si después se arrepentía. Estaba harto de preguntarse qué sentía, o qué tan real era eso, porque Ben... todo era real cuando se trataba de Ben.
Todo.
[ 1791 palabras ]
[ 2018.04.08 ]
[ 2021.01.21 ]
De aquí en adelante, solo ellos saben lo que pasó.
¡Espero hayan disfrutado de este one shot! Si quieren leer algo más, mi perfil tiene más historias BL.
(Quizá algún día continúe este relato o lo incluya a una historia larga, pero nada es seguro)
Si quieren hablar con alguien, soy @agapesae en todas mis redes sociales. Jamás olviden que estoy aquí para todo lo que necesiten.
Les ama,
Alys .x
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