𝟷𝟻 | 𝔀alks in manhattan.
▌ · ̊ ༘ ミ 𝒓𝒆𝒂𝒍 𝒍𝒊𝒇𝒆 𓂃⋆
❛ i'm spilling wine in the bathtub
you kiss my face
and we're both drunk. . . ❜
📍MANHATTAN, NUEVA YORK.
Viernes 04 de noviembre, 2022.
Habían pasado cuatro días desde que Arabella se había dado cuenta de sus sentimientos hacia Ana.
Lo cuál la estaba comiendo viva. No encontraba un momento adecuado para confesárselo, pero a la vez tampoco sabía si confesar o no.
Las cosas iban bien con Ana, habían hablado el resto de la semana normal y frecuentemente como lo hacían antes, pero no tenían tiempo para verse. No hasta hoy; un amigo mutuo tenía su celebración de cumpleaños y ambas asistirían.
Quizás después de unos tragos pueda decirle.
Arabella pensó, pero le pareció una terrible idea.
Mejor nunca.
Miró el reloj en su muñeca. Eran las ocho y media de la noche, la hora perfecta para salir de su apartamento. No se toparía con el tráfico de Nueva York y llegaría a hora para la fiesta.
Puso su bolso en su hombro, el regalo para su amigo en mano, revisó toda su habitación para ver sí le faltaba algo. Una vez que estaba segura de tener todo, se despidió de sus mascotas y salió de su hogar.
Luego de unos quince minutos, se encontraba en la terraza del cumpleañero. Saludó a todos los presentes, entregó el regalo y agarró una copa con vino para después dirigirse donde su mejor amiga.
── Hola, tú. — dijo Arabella al llegar al sofá pequeño donde Liz estaba sentada.
Liz le sonrió. — Hola, enamorada de Ana. — respondió juguetonamente, pero al momento que Bella la escuchó, le hizo señas para que se callara.
── ¡Cuidado, Elizabeth! puede llegar en cualquier momento.
La castaña alzó sus cejas. ── ¿cómo lo sabes?
Carter tomó de su vino. — porque hablé con ella, también vendrá a la fiesta.
Barker inclinó su cabeza ligeramente y dijo emocionadamente: ── Es el momento perfecto para que le digas sobre tus sentimientos.
── ¿Estás loca? ¡no! o sea, sí lo pensé. Quizás lo haga. — pausó por unos segundos. — ¡no! no puedo hacerlo, dios mío, arruinaría nuestra amistad. — la cantante empezó a divagar nerviosamente.
Liz la agarró del hombro y la sacudió suavemente. — Arabella. ¿De qué hablamos hace menos de una semana?
Bella miró a todo su alrededor, tratando de recordar. — ¿De qué los sentimientos podrían ser mutuos?
— Exacto. Así que tú ve por ello, chica, díselo a Ana. Siendo los sentimientos mutuos o no, no pierdes nada.
— Claro que sí, pierdo mi dignidad.
— Ni tienes.
Arabella abrió su boca ofendida. Iba a reclamar nuevamente, pero Liz se le adelantó. — Hablando del rey de roma, ahí llegó tu flechazo.
Bella dirigió su mirada a donde Liz miraba. Ana había llegado, y se veía tan linda como siempre, aún que, Carter juraba que se ponía más preciosa con cada día que pasaba.
Sintió cómo su corazón empezaba a latir más rápido al ver a Ana. Sus manos sudaban, y aunque intentaba mantenerse tranquila, sus pensamientos estaban en caos. Arabella decidió que no importaba cuánto se preparara mentalmente, nunca sería fácil.
— ¿Qué hago? — susurró a Liz, esperando un último consejo.
La mencionada inclinó su cabeza y respondió: — Relájate. Deja que las cosas fluyan, dile cuando estés lista, Bella.
Arabella asintió, aunque no se sentía tan segura. Con un último sorbo de su vino para calmar los nervios, se levantó del sofá y caminó hacía Ana, quién estaba charlando con algunos amigos cerca de la barra.
Saludó a los amigos con su mano y una sonrisa, luego se dirigió a la castaña. — Hola, Annie. — dijo tratando de sonar casual mientras intentaba no desmoronarse por dentro.
Ana sonrió al verla. — ¡Bells! que bueno verte. — habló, abrazándola con calidez. — Hace mucho que no nos vemos, ¿cómo ha estado todo?
— Bien, bien. ¿Qué hay de ti? — respondió Bella, devolviéndo el abrazo y disfrutando del breve momento.
— Muy bien, gracias. — Ana miró a su alrededor. — Me encantan las fiestas de Matt, son geniales.
Carter rió ligeramente, tratando de calmar sus nervios. — Definitivamente, siempre quiere hacer fiestas.
Arabella se sentó a su lado y ambas se quedaron conversando por un tiempo. Hablaron sobre sus semanas, sus trabajos, sus mascotas y rieron mucho. Carter se sintió mucho más relajada.
Después de un par de copas, la música cambió a una canción más animada, y Ana la tomó de la mano. — ¡Vamos a bailar!
La cantante se dejó llevar, riendo mientras Ana la guiaba hacía la "pista de baile" que estaba en el medio de la terraza. Bailaron juntas, riendo y disfrutando el momento.
La cercanía y la alegría compartida hicieron que Arabella se sintiera más conectada a Ana que nunca.
Quizás sí debería decirle.
— ¡Estoy tan feliz de tenerte en mi vida, Bella! — exclamó Ana ligeramente borracha y con una sonrisa radiante.
Olvídalo, la confesión probablemente arruinaría su amistad.
Arabella se distrajo de esos pensamientos mirando a su alrededor; la atmósfera era vibrante. Luces de colores se reflejaban en toda la terraza del apartamento, las estrellas en el cielo, un montón de personas en la barra y un montón de personas en la pista de baile.
Su momento fue interrumpido por el cumpleañero, Matt, que subió a una mesa y le pidió al DJ que detuviera la música. Matt levantó su copa y sonrió ampliamente.
— ¡Atención! Gracias por venir a celebrar otro año de mi fabulosa existencia. Primero que todo; quiero agradecer a los que trajeron regalos, especialmente a los que trajeron algo más que calcetines y corbatas. Sí, Liz, te estoy mirando a ti. — Arabella rió a la mención de su mejor amiga. — Y a mis amigos que me aguantan día tras día, quiero decirles que los amo... y que probablemente deberían reconsiderar sus decisiones de vida. Ahora, levanten sus copas y brindemos por un año más de risas, aventuras y, si tenemos suerte, no demasiadas resacas.
Todos levantaron sus copas y se unieron al brindis con un sonoro "¡Salud!"
── ¡Y ahora, a seguir la fiesta! — terminó Matt, bajándose de la mesa con una reverencia.
La fiesta retomó su energía con más fuerza. Arabella y Ana, contagiadas por la vibrante atmósfera, se dejaron llevar por la música y la diversión.
Se dirigieron nuevamente a la pista de baile. La terraza se convirtió en un mar de personas moviéndose al ritmo de la música.
Después de varias canciones, decidieron tomar un descanso y se acercaron a la barra para pedir algo de comer y tomar. Se sentaron en unos taburetes altos, disfrutando de unos aperitivos y cócteles mientras hablaban fluidamente.
Más tarde, cuando la fiesta estaba en su punto álgido, Matt anunció un karaoke espontáneo. Ana arrastró a Arabella al escenario.
Inconscientemente eligieron You Belong With Me de Taylor Swift, cantaron con todo sus corazones mientras la multitud las animaba y les aplaudía.
Compartir ese momento con Ana hacía que todo valiera la pena para Arabella.
Al final de la noche, o mejor dicho, a las 4 a.m, cuando las luces empezaron a bajar y la música se volvió más suave, ambas actrices se encontraron nuevamente en la barra.
— ¿Quieres ir a casa?
— ¿Te gustaría ir a casa?
Preguntaron en unísono. Sorprendidas por la sincronía, rieron suavemente.
— Creo que ambas tenemos la misma idea. — dijo Ana, mientras sonreía y terminaba su bebida.
Arabella rió. — Parece que sí. ¿Vamos?
Se despidieron del cumpleañero y algunos invitados, salieron del apartamento, dejando atrás el bullicio de la fiesta y adentrándose en la tranquila madrugada de Nueva York. Las calles estaban casi desiertas, solo algunos taxis y transeúntes ocasionales rompían el silencio. Caminaron juntas, disfrutando del aire fresco y la calma de la ciudad a esa hora.
Caminaron juntas, disfrutando de la tranquilidad de la madrugada. Las luces de la ciudad creaban un ambiente mágico, y Arabella se sentía agradecida por tener a Ana a su lado.
── ¿Cómo van las cosas en el trabajo? — preguntó Ana mientras caminaban, sus pasos resonando suavemente en la calle vacía.
── Bastante bien, en realidad. — respondió Arabella. ── He estado trabajando en un nuevo proyecto que me tiene muy emocionada. Estoy haciendo un nuevo álbum.
── Dios mío, Bells, eso suena emocionante. — dijo Ana con admiración. ── Sabes que siempre estoy dispuesta a ser la primera en escuchar tus nuevas canciones.
── Gracias, Annie. — Arabella sonrió. ── ¿Y tú? ¿Cómo van tus cosas?
── Bueno, he estado en un par de audiciones interesantes últimamente. — contó Ana. ── Nada seguro todavía, pero tengo un buen presentimiento sobre una en particular. Es para una película independiente, y el guion es realmente bueno.
── ¡Eso suena genial! — exclamó Arabella. ── Estoy segura de que lo conseguirás. Eres una actriz increíble.
── Gracias, Bella. — respondió, sonrojándose ligeramente. ── A veces me siento un poco insegura, realmente quiero ser una buena actriz.
── Lo eres, no tienes que preocuparte por eso.
Caminaron en silencio por un momento, disfrutando de la compañía mutua y de la serenidad de la madrugada. Llegaron al apartamento de Arabella y, tras dejar sus abrigos y zapatos en la entrada, se dirigieron a la cocina.
── ¿Te apetece un poco de vino? — preguntó Carter, sacando una botella de vino blanco del refrigerador.
── Suena perfecto. — respondió Ana con una sonrisa.
Arabella sirvió dos copas y luego se dirigieron a la terraza. La vista desde el apartamento de la cantante era impresionante, con las luces de la ciudad brillando bajo el cielo nocturno. Se sentaron en unas sillas cómodas, disfrutando de la calma de la madrugada y del suave murmullo de la ciudad.
── Siempre me ha gustado esta vista. — dijo Ana, mirando hacia el horizonte. ── Es tan relajante.
── A mí también. — asintió. ── Me ayuda a pensar y a desconectar un poco del ajetreo diario.
Tomaron un sorbo de vino, disfrutando del sabor y de la tranquilidad del momento.
── ¿Cómo ha estado tu familia? — preguntó Arabella, queriendo conocer más sobre Ana y su vida.
── Están bien, gracias. — respondió De Armas. ── pienso ir a Cuba pronto, los extraño. ¿Cómo está la tuya?
── También están bien. — dijo Arabella. ── Jess y James se ven más felices que nunca.
── ¡Eso es maravilloso! — exclamó Ana. ── Debes estar muy feliz por ellos.
── Sí, lo estoy. — respondió Arabella con una sonrisa. ── Es increíble verlos tan enamorados, pero espero tener un sobrino luego.
Pasaron un rato hablando sobre sus familias, compartiendo historias y riendo sobre anécdotas divertidas de su infancia. La conversación fluyó fácilmente, y ambas se sentían cada vez más conectadas.
La madrugada avanzaba, y aunque Arabella no había confesado sus sentimientos, sentía que esta noche había sido un paso importante en su relación. Sabía que el momento adecuado llegaría, y mientras tanto, estaba feliz de poder compartir momentos tan especiales con Ana.
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