🔥🏠"Zuhause"🏠🔥
¡Bienvenido a Dresden!
Así me recibía el cartel de entrada al pueblo más aburrido y lejos de la ciudad alemana, porque claro, ustedes pensarán que hablo de "Dresde",
la ciudad alemana más importante, pero no.
Al parecer es una maldición familiar no tener suerte. Mí nombre es Coule Bernasconi, tengo 18 años, hijo de Adele Jardmond y Abel Bernasconi, por desgracia fallecidos en un accidente de avión.
Aquí comienza la historia más tenebrosa que habrán escuchado, no es broma, los demonios son reales, aunque yo no creyera en ellos,
puedo asegurarles que Dresden, no es un lugar cualquiera u mucho menos la Mansión Bernasconi. Por cierto, sean bien recibidos a
La gran casa familiar.
Allí habité con mí abuela al rededor de un año, luego de ello, nada volvió a ser lo mismo.
#POR COULE#
Bajé del automóvil qué estando desbastado por la muerte de mis padres y sin ningún otro pariente cercano, me había llevado hasta la gran Casa histórica, en la entrada me esperaba mí abuela Clementina Camvili Bernasconi, una mujer fuerte, pero a la vez amable, nadie la comprendía, sí, la gente de su época la veía como una liberal, una persona que rompía las reglas.
Siempre me cayo bien, pero en los últimos tiempos había dejado de saber de ella, mís
padres antes de su muerte, decían que estaba loca, pero a mí eso no me asombraba, ésa era su esencia, una locura sana que tal vez todos tenemos, aunque ésta vez, las cosas sí habían cambiado.
El cielo marcado por un grisáceo de luto, de funeral recién acabado, de alma quebrantada,
sin esperanza, de dolor, de corazón desgarrado, sin ánimo, sin entusiasmo, sin amor, de soledad
y frío, un frío penetrante hasta los huesos, los ojos vacíos, sin brillo, viendo todo, pero a la vez viendo la nada misma, una vida o mejor dicho, dos vidas habían sido arrebatadas, un mundo en silencio.
Una vez habiendo llegado hasta donde sé encontraba mí abuela, no pude forzar siquiera una sonrisa, no caía una lágrima, solo pude darle un fuerte abrazo y ella uno a mí del mismo modo.
—¡Siento tanto todo querido Coule!, tú padre también era mí hijo y tú madre como una hija del alma, enserio lo siento—Esas fueron las únicas palabras que salieron por la boca de mí abuela.
En cambio yo, no pudo decir nada, cargaba con el llanto a punto de romperse.
Ingresamos a la gran mansión que sé encontraba tal y como antes. ¡Sí!, de niño había estado muchas veces aquí, eran días muy raros por lo poco que recuerdo. Tan así que, luego estando en España, solía tener sueños realmente extraños, pero nunca les daba importancia, aunque parecieran tan reales...
Allí estaba de vuelta ése olor a putrefacción, quizás solamente yo podía sentirlo, porque nunca nadie sé quejaba. Además, siempre Sharon Garden, la ama de llaves, sé la pasaba limpiando.
A mí abuela no le gustaba que los objetos de la gran casa tuvieran polvo alguno.
Y hablando de Roma, Sharon sé acercaba a darme el pésame por la pérdida de mis padres.
—Sea bien recibido Sr. Coule, siento tanto la pérdida de usted y de la familia Bernasconi en general—Dijo en tono de lástima.
—Supongo que sé refiere a la Sra Clementina y a mí. Porque no he visto más parientes visitar esté lugar en años—Sentencié molesto.
— Emm, yo...—Balbuceaba sin saber que responder—Interrumpiendo las palabras de la sirvienta empeté—¡Me voy a descansar!
Dándome media vuelta, saludé a mí abuela con un beso en la mejilla y con la indiferencia absoluta en las circunstancias de mí huerfandad, fuí a la habitación que me esperaba reservada.
Estaba cansado de todo, el mundo, la vida sin sentido, ¿Para que vivir?; tumbado en la cama
algo me sacó de mis pensamientos, volvía suceder
como hace unos años atrás, las siluetas que uno sentía aparecer por doquier en la habitación...
Habitación que en cual podría gritar y pocos escucharían, por no decir, nadie escucharía.
#POR CLEMENTINA#
Luego del pequeño desentendido de Sharon y Coule, decidí hablar con ésta sirvienta que fue de gran confianza por muchos años...
—Sharon voy a pedirte que no molestes a Coule, es un muchacho adolescente, así que no andes detrás de él, como cuando era niño.
—Comprendo Sra. Clementina—Respondía Sharon.
—Sí te pide algo, sé lo das y sí te trata de mala manera otra vez, ven a hablar conmigo, es de suma importancia para evitar problemas— expliqué amablemente.
—Entiendo Madam, de ahora en más me apegaré a las rúbricas de servidora, siento mezclar mí afecto por él, desde pequeño lo quise mucho—
Respondió Sharon, al parecer comprendiendo mí enumeración.
—Lo sé querida Sharon, tus intenciones son buenas. Sin embargo, la situación nos desborda a ambas y es por ello que posiblemente necesitemos un encargado general de la casa—Sentencié finalmente.
— Pero, Madam, por 10 años me he encargado del sitio y nunca necesitamos a alguien extra—Decía Sharon conmocionada.
—¡Está decidido!, necesito de alguien que llene papeles para la adopción de Coule. Y otras tantas cosas de la Universidad, traslado de información o testamento de sus padres, seguro de vida, etc—
Argumentaba con tanto de conmoción.
— Está bien Madam—respondía Sharon sin estar convencida del todo.
—No puedes con todo eso, implica viajar a la ciudad y nosotras estamos ocupadas, recuerda que eres también mí diseñadora de moda y no puedes hacer todo— volvía a explicar.
—Está bien Señora. Me encargaré de buscar a una persona apta—Comentó mí colega, pero no era exactamente lo que estaba en mis planes.
—Prefiero que sé encargue el mismísimo Coule,
Tu y yo saldremos de la mansión mañana a primera hora, necesito ir al taller: "Le París", veremos tipos de telas. Además vendrá a hospedarse una persona más, amiga de Coule—inquiri recordando a la jovencita.
—La segunda parte comprendo, pero la primera me desconcierta sin duda...—Dijo Sharon, sin duda, estaba ofendida.
—¿Qué es lo desconcertante Sharon?, hoy estás irritable al igual que mí nieto. Y sí, al cual le otorgue el mandado de elegir al personal con quién sé sienta más cómodo; esa persona será
su chófer, organizador de horarios, rutinas, cronogramas e incluso tutor particular—dije sacada de contexto.
—Bien—respondió esta de mala gana.
—Esa nueva persona también sé encargara de los papeleos universitarios. Tenemos una semana para tramitar todo, según me dijo la Directora Reachell, cuando le pregunté por teléfono—expliqué con más calma.
—Muy bien Madam—asentía Sharon.
—Así que hasta terminar esos trámites, Coule irá a a terminar las clases en: "The Dresden Preparatory"—Ya me tenía arta el jueguito de la víctima que ponía Sharon.
—Está bien, no debo entrometerme, ¡Entiendo!,
pero pensé que llevar 10 años en su mansión, mínimamente, tendría importancia mí opinión.
Ya puedo ver que no es así, ¡Hasta mañana Madam!—Refutó molesta y se fue a hacer sus que haceres.
Y de ése modo, Sharon furiosa, sé ponía
a la defensiva, ya que alguien más joven e inteligente, podría dejarla en la calle y en una situación de pobreza extrema. Pero su postura era una exageració. Porque eso no sucedería.
#NARRACIÓN POR COULE#
Estaba agotado en su totalidad por todo lo sucedido, el entierro de mis padres, la prensa hablando de ellos por todas partes. Lo mejor fue alejarme de España y volver aquí, a mis raíces, aunque otra opción no tuviera, por lo visto.
Estaba detrás de la puerta principal de la Mansión Bernasconi, agitado, sudado, con la respiración entre- cortada. Serían aproximadamente las 3AM.
Esas voces nuevamente en mí cabeza, susurrando...
—Coule, soy yo, mami, ¡Déjame entrar!—
Al parecer había quedado profundamente dormido, pero por alguna extraña razón, siempre podía deducir que estaba durmiendo.
—¡Déjala entrar!, ¡Dejala entrar!—Decían voces a lo lejos.
Esos sueños nunca eran buenos, y estoy seguro que esa jodida voz, no era mí madre. Aunque no creyera en fantasmas o seres sobrenaturales, mí madre esta muerta y no volvería a verla nunca más, de eso estoy completamente seguro.
—Sé un niño bueno y abrele la puerta a tú mami—pronunciaba una voz varonil muy oscura.
La perilla del picaporte empezaba a girar de forma brusca, como sí quién quisiera ingresar viniera a asesinar a la persona que estuviera dentro.
—Volveré por ti, Coule Bernasconi—sentenciaba dicha voz.
CONTINUARÁ...
Gracias por el apoyo incondicional de todos ustedes que han elegido esta humilde obra, para acompañarme hasta la finalización de la misma.
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