—Bonjour, Blaise. —saludó su padre al verla llegar.

(Buenos días, Blaise.)

—Bonjour, père. —dijo con una sonrisa.

(Buenos días, papá.)

—T'es-tu amusé la nuit dernière?—le cuestionó, severo, notando que regresó vestida totalmente diferente a como se fue la noche anterior.

(¿Te divertiste anoche?)

Ella lo miró con una ceja levantada. —Ce ne sont pas tes affaires, père.

(Eso no es asunto tuyo, papá.)

El hombre suspiró con pesadez. —Ne soyez pas impoli, je suis ton père.

(No seas grosera, yo soy tu padre.)

—Eh bien, je suis assez vieux pour ne pas avoir à vous donner d'explications.

(Pues ya tengo edad suficiente para no tener que darte explicaciones.)

Dicho, eso, entró a su habitación dejando a su padre solo.

Ella lo intenta. Genuinamente intenta perdonar a su padre, pero cada vez que cree que están mejorando las cosas entre ambos, él logra sacarla de quicio con sus prejuicios y sus opiniones innecesarias.

¿Que es una regalada y una cualquiera? Que explore su sexualidad no tiene nada de malo, en especial porque siempre lo ha hecho responsablemente. ¿Que es una lesbiana? Le gustan las mujeres y los hombres, cosa que no tiene nada de malo, y él usa eso como insulto, como si lo fuera. ¿Que es una irrespetuosa? Pues sí, pero él recibirá el mismo respeto que le da a ella. ¿Que es una desagradecida? Pues él no merece nada de su parte, pero de todos modos ella está en la obligación legal de mantenerlo, así que tampoco es como si estuviera desamparado.

Que su padre la insulte por ser ella misma y por no tener en sus planes cercanos el tener un familia es lo que la saca de quicio. Y ella ya no estaba dispuesta a aguantar una falta de respeto más. Si él volvía a hacerle algo, ella lo enviaría a donde su hermano sin pensarlo dos veces.

Se cambió de ropa por un vestido largo y holgado color amarillo junto a unas sandalias y de la misma forma en que llegó a casa se fue.

Estando en su auto, decidió ir a almorzar.

—Blaise Beauvois, un placer que pienses en mí. —saludó Katie, su mejor amiga.

—Hola Katie, hablamos anteayer, ¿cómo estás?—dijo con una sonrisa.

—Muy bien, cariño, ¿qué hay de ti?

—No ha sido el mejor día, pero no permitiré que eso me ofusque.

—¿Qué dices? ¡Pero ibas a verte con el buenorro de Henry! ¿Que acaso fue malo el sexo?

—¿Cómo crees, Katie? Ese hombre sabe lo que hace. —contestó riendo. Encendió su auto, puso el teléfono en altavoz y comenzó a conducir a su restaurante favorito.— Siempre me paso un buen rato con él, pero eso no importa ahora.

—¿Entonces qué pasó? ¿Fue tu padre?

—Claro, ¿qué más podría ser?

—Debió haber sido algo muy malo para que haya arruinado tu humor post sexo glorioso con Henry Cavill.

—Obviamente llegué hace poco a la casa, es que... Cuando nos levantamos me ofreció bañarnos juntos y...

—¡Lo entiendo perfectamente! Nadie le diría que no a una ducha con ese hombre. ¿O fue un baño de burbujas? Blaise, cuéntame todo.

—Te lo contaré todo pronto, ¿qué tal si almorzamos juntas? En el Loft.

—¡Sí! Estoy cerca, pronto llego. Iré preparando mi lista de argumentos para que programes un trío, me muero por eso.

—Ya te dije que ni a él ni a mí nos gusta eso. —contestó tras una carcajada.

—Sé que puedes convencerlo y que puedes cambiar de opinión, ¿te imaginas eso? Sería la mejor noche de mi vida. —inició.— O sea, la buenorra de mi mejor amiga y ese dios griego compartiendo una noche conmigo.

—Ya, olvida eso.

Su amiga comenzó a reír. —Entonces arréglame una cita con él.

—No, ni lo pienses. —se negó sin dudarlo, frunciendo el ceño.

—¿Por qué no?

—Porque no quiero que estés con él. —contestó sincera.

—¿Qué? ¡Ustedes dos ni siquiera están juntos!

—Eso no tiene nada que ver, yo no quiero verte con él.

—¿Por qué? ¿Estarías celosa?

—¿Celosa?—cuestionó.— Por supuesto que sí, la pregunta ofende.

—Bien, entonces te dejo tranquila con él. —dijo tras suspirar con diversión.— ¿Qué harás luego de almorzar? Se me ocurre que podríamos irnos de compras, recuerda que falta tan solo un mes para tu cumpleaños...

—Iré a visitar a Sebastian.

—¡Cierto! Sebastian Stan, Dios... ¡Eres tan suertuda! ¿Crees que él sí se apunte a un trío?

—Dije que nada de tríos, Katie.

—Está bien. —finalmente se resignó.— Ya llegué, te dejo.

—Vale, estoy a un par de minutos de Loft, nos vemos.

—Llámame apenas llegues.

—Lo haré. —finalizó ella la llamada para soltar luego una risa.

—¿A qué hora te vas?

—En un par de horas.

—Vas a estar demasiado cansado, no dormiste nada.

—Pero valió la pena, Blaise.

Ella sonrió.

La visita en la tarde de Blaise a Sebastian se había extendido hasta la madrugada, como mutuo acuerdo, pero ya era hora de que tomaran caminos separados.

Sebastian se sentía satisfecho: había logrado su cometido y disfrutó cada segundo, pero aún se sentía indeciso. No tenía idea de cómo debía proceder con ella porque no la quería hostigar pero tampoco quería parecer desinteresado, porque sí estaba interesado en Blaise. Mientras tanto, ella estaba esperando a que él le diera las pautas de lo que esperaba de ella, porque si no lo hacía, iba a ver esto como un simple acostón. Y no le veía problema siempre y cuando la respetara.

El teléfono de Blaise sonó justo cuando estaba terminando de vestirse.

—¿No has tenido suficiente de mí?—preguntó con una sonrisa.

—Nunca se tiene suficiente de Blaise. —le contestó.

—¿Y por qué me llamas a esta hora?

—No podía dormir y pensé en ti. Los fines de semana te duermes tarde.

—Me halaga que pienses tanto en mí, pero esta no es hora de visita.

—Me ofendes, ¿es que acaso estás con alguien más? ¿Ya no soy suficiente para ti?

—Que dramático, Henry. El resto del día es para mí. Ya evité lo suficiente a mi padre.

—¿Y por qué no se queda con Michel?

—¿Con mi hermano? Michel prefiere dejarme el trabajo duro a mí, como si le hubiera hecho daño a él y no a Blaise.

—Siempre me ha caído mal tu hermano.

—No voy a negarte que es un idiota, pero sigue teniendo mi apellido, así que no dejaré que insultes a ese desconsiderado.

—Lo siento. —le dijo tras reír.— Entonces, ¿debo resignarme a la idea de no verte más? Mira que regreso a Londres en unas horas...

—Estoy muy cansada, mon amour... Te prometo que a la próxima te dedicaré todo mi tiempo fuera del trabajo a ti.

—Ah... No, no, no, Blaise... La próxima vez te espero a ti en Londres.

Ella soltó una risa. —Que conste que te dije que tengo muy muy atareado mi calendario, chéri. Tendrás que esperar tal vez hasta noviembre.

—¿Vendrás en noviembre? Falta mucho para eso.

—Sabes que yo no es que tenga todo el tiempo del mundo.

—Je vais devoir me contenter de ça.

(Tendré que conformarme con eso.)

—Tu sais que je ne promets rien.

(Sabes que no te prometo nada.)

—Lo sé.

De momento, sintió a Sebastian entrando a la habitación.

—Au revoir, chéri.

—Au revoir, mon amour. —se despidió él y acabó con la llamada.

Ella volteó y sonrió al ver a Sebastian frente a ella, dedicándole una también.

—¿Te acompaño a casa?—propuso.

—No, ni se te ocurra, Sebastian... Tú debes descansar así sea un poco.

—Vamos, no quiero que te vayas sola a casa, cariño.

Ella sonrió. —Después vas a estar cansado y no podrás rendir en el trabajo.

—No seas testaruda, Blaise... La única forma de que te deje salir es si voy contigo.

—Está bien. —terminó por aceptar.

—Vale, vamos. —dijo él, tomando su mano y dirigiéndola al garaje de su casa.

Él se sentó en el asiento de acompañante y salieron de su casa camino al edificio en donde vive Blaise.

—¿Y cuándo regresas de Atlanta?

—No lo sé, creo que en un mes tendremos una semana de descanso. Tal vez venga a verte.

—Tal vez si tienes un día de descanso puedo escaparme un rato a visitarte.

—Me gustaría mucho. —respondió él con una sonrisa.

En el camino siguieron hablando de cualquier cosa. Sus familias, sus vidas, y todo.

—Llegamos. —avisó ella.— Pide un taxi y espero aquí a que llegue.

Él obedeció y tras un par de minutos en los que Sebastian le contaba historias suyas con Chris y el elenco de Marvel en general, salió del auto tras un casto beso de despedida.