𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝟐𝟎
—Deja de comportarte como un niño pequeño, la única forma de que mi tío te odie es que seas mi papá.
—Pues perdóname, es que hace un tiempo que no conozco familiares y tu tío es el más importante porque es el único que importa. Si no le agrado, lo nuestro sería causa perdida.
—Bueno, en eso tienes algo de razón. —le dijo, acercándose a él y acomodando su cabello.— Pero él no te va a odiar. De hecho, los imagino siendo muy amigos, tomando hasta las tres de la mañana, contándose anécdotas, sus orígenes, hablando de mujeres hermosas, de mí y de deportes y esas cosas.
—¿Por qué dices "de mujeres hermosas y de mí"? Como si tú no fueras hermosa.
—Oh, porque esa conversación girará en torno a un lado en el que mi tío nunca me vería. Además, no debo ser parte de esa conversación. Te sorprendería escucharme hablar sobre mi atracción sexual hacia otras personas, me da mala imagen.
—¿Alguna vez hablaste así de mí?
—No, no tuve tiempo.
—Pues deberías hacerlo. Dime algo.
—No se me ocurre nada ahora, Chris.
Él la miró con diversión y luego la empujó hasta la pared con brusquedad, para luego morder su mejilla y oreja, y susurrar. —¿Qué tal ahora?
—Aún nada. —contestó, haciéndolo suspirar con frustración.
—¿Y ahora?—Chris la sorprendió al apretar su cuello para acercarla a él, pero ella sonrió divertida.
—Si guardas eso para la noche entonces voy a ahogarte en esos comentarios.
—Estoy de acuerdo. —concluyó y la dejó para mirarse en el espejo de la habitación y revisar que Blaise lo hubiese peinado bien.— ¡No puede ser, Blaise!
—¿Qué?—preguntó al verlo acercarse de nuevo a ella, señalando el color rojo en su cuello.
—¡Mira esto!
—No hagas drama por eso, mejor quéjate cuando se ponga de todos los colores.
—¿Por qué tan relajada? Acabas de hacerme un chupón en el cuello. ¡Y se nota mucho!
—No, no, no, tú mira esto. —le ordenó, sacándose la blusa verde oliva y mostrando el mecanismo de Chris para marcar territorio en sus pechos.
—Tú puedes taparte fácilmente. Yo no.
—¿Bromeas? No existe ni un traje de baño en el mundo capaz de cubrir todo esto, así que ya no podré entrar al jacuzzi. Te odio por eso.
—Puedes entrar al jacuzzi solo conmigo y no va a importar. —propuso con una sonrisa.
Blaise soltó una carcajada y tras acomodarse su blusa de nuevo, revisó su celular. Tenía un mensaje de Karen, su asistente.
—Buenos días, señorita Beauvois. —leyó en voz alta mirando a Chris, quien le prestó atención.— Es de mi asistente.
—¿Qué dice?
—Espero que esté teniendo un buen día, le envío el enlace de un hilo de Twitter con fotos suyas y del señor Evans en París. Puede verlas todas junto a los comentarios, blah, blah, blah...
Blaise hizo clic en el enlace que la llevo a un hilo de Twitter, y vio sus fotos con Chris.
Unas tras salir del set en donde grabaron la campaña publicitaria del perfume, otras comiendo en el restaurante favorito de Blaise y en un café, otras en los lugares turísticos a los que Blaise llevó a Chris, en especial varias afuera del museo y en uno de los cafés que quedan ahí. Y comentarios tales como los que Katie le describió en su conversación.
—Tus fans están enloqueciendo. Creen que estamos juntos. —le comentó a Chris, mostrándole su celular para que viera y leyera.
—Pero sí estamos juntos. —respondió con una ceja levantada y un semblante de ofensa.
—Pues sí, pero para ellos no. Para ellos soy solo tu agente, y eso deberá mantenerse de esa forma por un tiempo.
—¿Un corto tiempo?
—No lo sé... Algunos meses tal vez. Lo nuestro aún está bastante reciente, y...
—Vamos, Blaise...—la miró tras rodar los ojos.— Es como si no estuvieras apuntando a que lo nuestro dure. Porque yo sí.
—Chris, no estoy retrasando esto porque no crea que no vayamos a durar. Sé que lo haremos, pero... ¿Acaso no has pensado en mí? Mi trabajo eres tú, literalmente, y... A veces siento que me hago a un lado a mí misma por ti, pero tengo que dejar esto claro: mi profesionalismo, credibilidad y reputación están en juego con esto. He sido vista con varias otras personas...—ella miró al piso para pensar en todos y todas, y luego miró a Chris de nuevo.— Me sorprende en realidad que no me hayan visto con Sebastian, ya que usualmente me han relacionado con varias personas, en especial con Henry... A mí de verdad no me importa lo que sea que llamen a eso del "daño emocional", yo solo no quiero que mi carrera sufra las consecuencias de nuestra imprudencia, ¿sí?—Blaise continuó, y tras ver a Chris asentir siguió:— Hacer pública nuestra relación ahora mismo va a ser contraproducente. Espero que lo entiendas.
—Sí, Blaise. Lo entiendo, de verdad lo hago.
Blaise le dio un corto beso en los labios. —Gracias.
—Tú no tienes porqué agradecerme, muñeca. Esto es tanto tuyo como mío, ¿lo sabes? Esta relación es nuestra y lo que te afecte a ti también me afecta a mí. Estamos en esto juntos, Blaise.
Esta vez, Chris la besó a ella. Le regresó su celular sin decir nada y tomó su mano para salir de la habitación juntos.
Al bajar, se encontraron a Olivier llegando junto a Raphaël, el primo de Blaise. Hablaban en Francés.
Él le dejaba en claro a su hijastro que su sobrina estaría aquí con su pareja y que más le valía mantener discreción sobre esa relación y no molestar o incomodar a ninguno de los dos o luego tendría que enfrentar las consecuencias con el tono más pasivo agresivo que Chris haya escuchado jamás. Aunque él no entendía nada de lo que Olivier había dicho ni la respuesta resignada de Raphaël, le dio la impresión de que no había sido una charla tan civilizada como se veía desde lejos.
—Salut! Comme ils sont? Je suis tellement contente de te voir!—saludó Blaise con una sonrisa, bajando las escaleras rápido y arrastrando a Chris junto a ella, para luego lanzarse encima de su tío tan pronto llegó a su lado.
(¡Hola! ¿Cómo están? ¡Estoy tan feliz de verlos!)
—Blaise! Tu es si belle aujourd'hui... Tu m'as trop manqué, princesse.
(Estás muy hermosa hoy... Te extrañé demasiado, princesa.)
Ella sonrió con emoción por el saludo de su tío y luego miró a su primo y le dio un abrazo cortés.
—Je suis heureux de vous voir, Raphaël. J'espère que tu vas très bien.
(Me alegra verte, Raphaël. Espero que estés muy bien.)
—Je suis maintenant que je te vois. Olivier a raison, tu es très belle. Qui dirait qu'il est possible de se voir encore plus belle? J'espère que vous assisterez au gala en tant que mon compagnon.
(Bien ahora que te veo. Olivier tiene razón, estás muy preciosa. ¿Quién diría que es posible verte aún más bella? Espero que asistas a la gala como mi acompañante.)
—Tu ferais mieux de regarder ce que tu dis, Raphaël. Souvenez-vous qu'elle est ma nièce et votre cousine. Et qu'elle est ici avec son petit ami, pour l'amour de Dieu!
(Más te vale cuidar lo que dices, Raphaël. Recuerda que es mi sobrina y tu prima. ¡Y que está aquí con su novio, por el amor de Dios!)
Blaise sonrió satisfecha por el regaño de su tío hacia su primo y luego miró a Chris, con quién entrelazó sus manos.
—Je suppose que je devrais être reconnaissant pour vos compliments, mais c'est faux. C'est mon petit ami et évidemment il sera mon partenaire au gala. J'espère que cela ne vous offense pas, cousin.
(Supongo que debo agradecer tus halagos, pero es incorrecto. Este es mi novio y obviamente él será mi pareja en la gala. Espero que no te ofenda, primo.)
—Vous l'avez déjà entendu. —confirmó Olivier.
(Ya la escuchaste.)
—Bien sûr que je le fais, je le comprends parfaitement. Es un gusto conocerte, mi nombre es Raphaël Briand, el primo de Blaise. —dijo él, tendiendo su mano a Chris y mirándolo con altivez.
(Por supuesto que sí, lo comprendo a la perfección.)
Con una arrogante sonrisa, Chris aceptó su mano, dándole un apretón más fuerte de lo debido. —El gusto es mío, Raphaël. Soy Chris Evans, el novio de Blaise.
Ella miró a su novio, mordiendo su labio inferior. En ciertas ocasiones la arrogancia de Chris se volvía un comportamiento que le encantaba. Esta era una de esas ocasiones.
Él soltó la mano del primo de Blaise con sutil agresividad y acercó a su novia a él. Marcando territorio como tanto le gustaba hacer cuando el contexto se lo permitía.
Olivier miró la situación con gracia y le agradó el comportamiento de Chris. Valoraba mucho a un hombre que hiciera respetar a su sobrina y supiera cómo hacerlo sin verse mal.
—Al fin nos conocemos, Chris. Déjame decirte que soy un gran fanático de tu trabajo. No pensé que me trajera a Chris Evans... Es mejor que Chris Pine.
Chris sonrió con emoción y se separó de Blaise, ofreciéndole su mano a Olivier. Él lo rechazó, dándole un afectuoso abrazo en su lugar.
—Gracias por ser tan amable, de verdad estaba nervioso al pensar que podría no agradarle.
—¡Disparates! Si Blaise se atrevió a traerte aquí debe ser porque eres un buen hombre y te ama. Por consiguiente también me agradas a mí. —contestó.
—Significa mucho para mí que me acepte y que me permita quedarme en su hogar, señor.
—Mon Dieu! Me haces sentir viejo, y somos familia. Llámame solamente Olivier.
—Por supuesto.
—Amo que se lleven tan bien, sabía que sería así.
El primo de Blaise se retiró sin decir palabra alguna y se sentó en la mesa.
—Mandé a hacer todos los platos preferidos de Blaise: Cordon Bleu con ensalada como lo hacía tu madre, éclairs para el postre y el mejor vino Cabernet Sauvignon que hay aquí. —mencionó Olivier.— Espero que todo te guste, sino puedo pedir que hagan algo distinto para ti. O si quieres otro tipo de vino, no hay ningún problema. Propuse ese porque es el vino tinto preferido de Blaise... Tal vez un Merlot, o un Pinot Noir...
—No te preocupes, está muy bien todo. Enserio gracias.
—No hay de qué. —respondió.— Espero que sepas que lo del vino no es ninguna molestia. Hay de todos los tipos aquí, sabes que tenemos un viñedo.
—Por supuesto, tal vez en la cena podamos probar otro tipo de vino.
—¿Les parece un Merlot?—propuso Raphaël, pero pronto fue interrumpido por Blaise.
—De hecho, a Chris le gusta mucho el Pinot Noir. Cuando estamos en mi casa le doy ese y me ha dicho que es su favorito.
—Perfecto, me encargaré de que busquen la mejor botella para la cena. O más de una si queremos disfrutar una buena charla. ¿Te gusta beber, Chris?
Chris miró a Blaise, esperando que le indique qué debería decir. Ser honesto y decir que sí, bastante; o mentir para parecer responsable y decir que solo lo hace en ocasiones especiales.
Blaise sonrió y miró a su tío. —Oui, bien qu'il aime la bière plus que le vin. J'espère que nous pourrons corriger cela et rendre cet homme plus élégant.
(Sí, aunque le gusta más la cerveza que el vino. Espero que podamos corregir eso y volver a este hombre más elegante.)
—Eh bien, ici, nous avons le meilleur vin et nous sommes dans la meilleure occasion pour cela possible.
(Bien, aquí tenemos el mejor vino y estamos en la mejor ocasión posible para ello.)
Raphaël estaba notoriamente incómodo. No le agradaba nada Chris, pues siempre le había gustado Blaise. No eran primos de sangre, por lo cual no lo vio como un imposible, aunque Olivier siempre le dejó muy en claro que aunque fuese lo último que hiciera en su vida, nunca permitiría que él se acercara a su adorada princesse. Michel igual. También sabía que Blaise se relacionaba con varias personas en cortos periodos de tiempo de manera usual, por lo que no pensó que el ella estar con Chris fuese un real impedimento.
El gusto de Blaise en hombres era bastante claro para Raphaël: un rango de apróximadamente diez años mayores que ella, aunque hacía algunas excepciones jamás estuvo con alguien menor que ella. Hombres bien parecidos, de buen nombre, refinados, muy reconocidos, en especial si su fama era mundial, bastante educados, tan masculinos como fuese posible, encantadores, seductores, y con mucho dinero. La veía mucho en sus redes sociales con el actor británico Henry Cavill, quien cumplía todos esos requisitos y los superaba. También con el igualmente actor británico Tom Hiddleston, quien encajaba en el gusto de la francesa. Últimamente la vio con el actor Sebastian Stan y el plus que es rumano. No era secreto que a Blaise no le parecían interesantes los hombres franceses. Creció rodeada de ellos, estaba acostumbrada a ellos y sabía que no eran lo que ella quería. Ella apreciaba bastante la interculturalidad. Le encantaba. El último hombre que llevó a Olivier fue a Paul Wesley, actor de ascendencia polaca. Los británicos le gustaban mucho, probablemente porque ese acento tiene un enorme atractivo. Escuchó también que salió con un futbolista sudamericano, aunque no mencionó a qué selección en particular pertenecía, y también uno alemán. El año pasado cuando ella y la familia de su hermano Michel estuvieron en Burgundy para navidad, Blaise se lo contaba a Jacqueline y a Marie-Claire. Luego de escuchar la mención de un piloto de fórmula 1 alemán y uno español, de un actor turco y un gran empresario argentino, concluyó que la vida amorosa de su prima era bastante activa. Y ahora le gustaban los americanos, lo cual era nuevo para él. Y este americano era uno que sin importar en qué parte del mundo estuviese, era muy conocido. Un hombre más, uno menos, un único francés entre la amplia gama cultural de su prima ya no haría una gran diferencia. ¿Qué más daba si era él?
Pero a Blaise nunca le agradó de mucho Raphaël. Probablemente ese comportamiento altanero que ella tenía con él impulsó esa tan característica tendencia masculina de ir por mujeres que no les prestaban atención y eran difíciles de conquistar. A los hombres les gustan los retos, y ella lo sabía a la perfección. Sí, había estado con muchos hombres y mujeres. Eso no la convertía en una chica fácil. Usualmente eso sucedía con sus amigos de bastante tiempo o aquellos que llevaban ya semanas mostrando interés en ella. Siempre aclaraba que no buscaba nada serio, y nadie le veía problema, en especial porque ella no saldría de Los Ángeles ni dejaría su trabajo ahí por ningún hombre, y todos ellos estaban instalados muy lejos de ahí. Aunque ahora con Chris, Blaise era capaz de considerar el trasladarse a su hogar.
Le inquietaba a veces todo lo que estaba dispuesta a hacer por él.
Regresando a su primo, Blaise era consciente de que él iba a intentar realizar movimientos, por lo cual no pensaba separarse de Chris ni un segundo. O lo menos posible.
La arrogancia de Chris se disparaba cuando se trataba de Blaise. No iba a permitir que nadie la mire de más, pero si alguien lo hacía, se encargaría de que se notara que ella no estaba sola. En Burgundy nadie los molestaría, así que mientras estuvieran en la hacienda, Blaise estaba dispuesta a permitir que Chris hiciera cualquier cosa que se le viniera en gana con tal de que la presuma y demuestre lo posesivo que puede llegar a ser cuando se trata de ella.
Blaise sabía que a Olivier le daría igual si Chris o ella tenían secuelas de cualquier cosa que en otras condiciones odiaría ver, pero con tal de que Raphaël la dejara en paz no le molestaría que su sobrina y su pareja se presumieran todo lo que quisieran.
Y Chris le agradaba. Realmente no tenía duda de que lo suyo con su Blaise era real. Ella jamás le presentaría a un hombre con el que no viera futuro. Si después de Paul, quien le agradaba mucho y a quien consideró como un hijo, se atrevió a llevar a otro hombre, es porque sabía que era mejor que él. Que le agradaría más y que es merecedor de su confianza. Incluso se imaginó entregándole a su sobrina en el altar. Le causó gracia, en especial porque esos pensamientos solamente llegaban a él por el placer de restregarle en la cara a Eugène que Blaise lo quería como un padre a él y no a su padre verdadero. Olivier lo detestaba porque sabía que tenía a Michel comiendo de la palma de su mano a tal nivel que lo hacía olvidar que Blaise es su hermana y tenía el deber de velar por ella sin importar que tan jóvenes o viejos fueran. Veía tan patético que un hombre de la edad de Michel estuviera siendo manipulado por su padre.
Pero al final del día nada de eso importaba, porque para Blaise su padre era Olivier, y él lo sabía.
Y ahora la estaban pasando muy bien.
Olivier y Chris hablaban como si fuesen amigos de toda la vida mientras bebían. Blaise estaba sentada junto a Chris y en ciertas ocasiones se unía a la conversación. Raphaël los observaba con atención.
La mano de Chris se paseaba libremente por la pierna de Blaise. Chris sabía que el primo de su novia los estaba mirando, y le hervía la sangre el siquiera considerar que Raphaël pudiera pensar en ella de manera indebida. Le importaba muy poco o nada que él fuera familia de Blaise: le partiría todos los huesos de su cara si se atrevía a hacer algo. No lo pensaría dos veces.
Le inquietaba a veces todo lo que estaba dispuesto a hacer por ella.
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