Prólogo.
(...)
Debo admitir que desde hace muchas generaciones, mi mundo no ha hecho más que volverse extraño. En primer lugar, éramos una sociedad que apenas comenzaba a adentrarse en la era de la modernidad en el siglo XX, con nuestras propias costumbres y numerosos conflictos históricos entre nosotros. Sin embargo, todo cambió después del Gran Milagro Chino de Quig Quig a mediados de siglo. Fue en ese evento donde nacieron los Quirks, prácticamente los poderes que cada ser humano posee desde su nacimiento.
Con el tiempo, surgió la sociedad de héroes, conformada en su mayoría por individuos con un Quirk. Esta es la realidad en la que nací, en la que crecí y probablemente en la que moriré. Es más que conocido que cada persona posee un Quirk único, prácticamente irrepetible, a pesar de las creencias de algunos. Esta situación ha llegado a un punto en el que a ningún individuo que se considere respetable en la sociedad le importa en absoluto. A pesar de lo anterior, incluso después de haber tenido la desdicha de nacer sin ningún Quirk y de ser despreciado por la sociedad, mi destino nunca deja de recordarme lo singular y extraño que puedo llegar a ser. Y es que guardo un secreto que he tenido desde que era tan solo un niño, y todo sucedió poco después de que me diagnosticaran como Quirkless.
Resulta que una noche, en la que finalmente dejé de sentirme miserable al perder recién mi amistad con mi mejor amiga Katsumi y asimilar el hecho de que había comenzado a tratarme con desprecio, tuve un sueño extraño en el que desperté en un bosque rebosante de criaturas mágicas que jamás había conocido. En aquel instante, lo vivido parecía tan real que el miedo que experimenté cuando algunas de esas criaturas se abalanzaron para devorarme me hizo dudar en repetidas ocasiones si de algún modo había despertado en otro mundo. Al despertar al día siguiente, siendo tan solo un niño, no logré asimilarlo del todo, y al mismo tiempo ingenuamente creía que esa sería la última vez que soñaría con aquella cosa que parecía una pesadilla. Desafortunadamente, al dormir al día siguiente mi sueño había comenzado en el mismo árbol donde me había refugiado para ocultarme de una criatura de lo que parecería un gran oso pero con púas.
Al no recibir respuestas de mi madre, de mi padre ni de mi propio consejero escolar en la escuela elemental a la que asistía, me di cuenta de que la única manera en la que un niño como yo podía acceder a la información que necesitaba era a través de internet, de forma fácil y sin supervisión. Principalmente debido a la culpa que mis padres sentían por mi condición, y hasta el día de hoy me siento culpable por haberme aprovechado de eso. En fin, al navegar por internet y no encontrar respuestas, estaba por rendirme, pero afortunadamente encontré un artículo de una revista de psicología en una página de divulgación científica. Aunque apenas estaba comenzando a estudiar los Kanjis, había aprendido lo suficiente como para descubrir que Sigmund Freud afirmaba que los sueños son producto del inconsciente, algo así como el sistema digestivo de la mente, ya que la liberan de múltiples cargas. Lo que me llevaba a considerar que mi mente era la responsable de haber concebido este extraño mundo dentro de mis sueños.
En ese momento, no pude evitar recordar que acababa de ser diagnosticado como Quirkless, y existía la posibilidad de que ese sueño fuera una respuesta de mi mente ante la dura realidad que me tocaba vivir, creando esa fantasía. A pesar de haber manejado esos términos más allá de mi edad, aún no lograba entender cómo podía evitar sentir miedo cada vez que un duende intentaba arrancarme las entrañas al pasar por una posible cueva en la que refugiarme. Fue entonces cuando encontré un vídeo interesante en el cual un Herotuber, había publicado un video recomendándonos a aquellos con pesadillas a que nos mostráramos valientes ante ellas y buscáramos formas creativas de enfrentarlas para superarlas.
Aunque recientemente no me había sentido precisamente motivado desde que vi cómo mi sueño de ser como mi héroe se desvanecía, por primera vez en mucho tiempo realmente me sentí motivado. Lo más curioso de todo esto fue que este sentimiento surgió precisamente en el momento en que tuve que hacer frente a mis propias pesadillas. Lo siguiente que ocurrió fue que comencé a realizar una exhaustiva investigación sobre el género Isekai, además de gastar mis ahorros de la mesada que me daba mi padre en mangas del género. Al tener claro qué era lo importante recordar, empecé a recopilar toda la información en mis libretas que también adquiría con mis mesadas. Con el paso del tiempo, mi pasión por escribir en mis cuadernos se convirtió en mi vida al no tener amigos con los que pasar el tiempo en una escuela que parecía odiarme por lo que era.
Aunque el proceso para enfrentar a las criaturas fue arduo y supuso una tortura física y mental, todo ese esfuerzo dio finalmente sus frutos. Resulta que todas las técnicas mágicas que estuve practicando y aprendiendo a partir de ciertas obras, de alguna forma funcionaban en el otro mundo. Cuando lancé mi primer "Fire Bolt", fue una de las mejores experiencias que me han ocurrido en la vida, incluso cuando la realidad se empeñaba en recordarme que todo esto sucedía en un sueño. Solo fue cuestión de tiempo para aplicar lo aprendido con las criaturas que me habían asechado desde que había soñado por primera vez con esto. Debo admitir que tuvo su grado de dificultad, pero finalmente logré derrotar a mi primer Goblin, a mi primer Thunder Wolf y a mi primer Slime gigante. Después, solo me quedó celebrar que finalmente había vencido a mis pesadillas y había tomado el control de mi mente. Sinceramente, se sentía bien volver a sonreír con alegría, como si mi héroe favorito estuviera dándome apoyo con sus palabras.
Desde ese momento, era prácticamente dueño de mi propio mundo, de mi mente y de mi realidad, y podía estar en total libertad para hacer lo que no podía hacer en el mundo real. Al menos, esa era la sensación que experimentaba al ser consciente de que mis sueños probablemente no iban a cesar, a pesar de haber derrotado a las criaturas que intentaban devorarme. No obstante, tampoco descarté la idea de que tampoco deseaba que terminaran.
Fue entonces cuando comprendí que todo ser humano busca una forma de escapar de su realidad. Muchos se refugian en vicios, otros en sus hobbies; yo, por mi parte, opté por seguir adelante con mis sueños, donde podía ser libre de ser el Quirkless que la sociedad había decidido rechazar.
Con el paso del tiempo, mis sueños se convirtieron en mi motivación para destacar en diversas áreas, como mejorar en la escuela. Sabía que mejores calificaciones significarían mayores oportunidades de adquirir más mangas, que a su vez me proporcionarían más técnicas para enfrentar a monstruos más poderosos. Además, me impulsaban a alejarme del constante acoso escolar de Katsumi al evitarla lo suficiente para dedicarme a mis otros hobbies, todos encaminados a mejorar mi experiencia en mis sueños. Incluso me animaba a participar en campamentos con los Scouts para adquirir habilidades de supervivencia en el bosque, el mismo lugar donde solía acampar en mis sueños. Todo esto contribuía a mi independencia respecto al internet en temas de supervivencia, ya que a menudo los consejos en línea no resultaban ser los más confiables. Al final, no había criatura, espíritu o ser ancestral que me enfrentará y me ganara. Como si eso no fuera suficiente, en busca de verdaderos retos, decidí adentrarme en las mazmorras que descubría con regularidad en lo profundo del bosque. Sin embargo, mi experiencia no se limitó únicamente a batallas épicas que me esforzaba en imaginar.
Para cuando había cumplido un año desde que mis sueños comenzaron, finalmente había conocido a mi primera amiga, aunque en circunstancias poco comunes y con sangre humana en mis manos, marcando así mi primer contacto con los humanos dentro del mundo que había creado en mi mente. En ese momento, no le di importancia al recordar que todo era un sueño, y el simple hecho de tener una amiga me llenó de alegría, alejando el creciente sentimiento de soledad que me rodeaba en mi vida escolar.
Como si eso no bastara, no pasó mucho tiempo para que nuestra nueva familia creciera en número y finalmente tuviera a los hermanos que siempre había deseado, con todas las ventajas y desventajas que eso conllevaba. Debo admitir que me molestaba que mi mente siempre ideara el mismo inicio poco ortodoxo y sangriento para conocer a cada uno de ellos. Incluso había días en los que no podía dejar de pensar que mi mente los creó por mi necesidad de compañía y apoyo en momentos de necesidad. Sin embargo, cada vez que recordaba los problemas que me causaban y los gratos momentos que atesoraba, enterraba ese pensamiento en lo más profundo de mi mente.
Como buen hermano mayor que era, me esforzaba por enseñarles a cazar venados de triple cola, cocinar y limpiar el refugio que habíamos creado juntos. Esta rutina diaria me obligaba inevitablemente a adoptar un rol paternal con ellos. Es más, mi preocupación por su seguridad llegó a tal punto que, como su "Onii-chan", me vi en la obligación de enseñarles las técnicas que había aprendido de mis lecturas de género isekai. Tenía miedo de que los dragones ancestrales, rencorosos, estúpidos y sobre todo ancianos cascarrabias, pudieran tomar represalias o vengarse de mí a través de mis hermanos.
Al principio, intenté enseñarles los conceptos básicos del entrenamiento que había ideado de memoria, lo cual resultó ser bastante desafiante para ellos. Muchos eran torpes o carecían de habilidades mágicas suficientes, por lo que pasé alrededor de dos años y medio enseñándoles los conocimientos de la magia que había adquirido de mis lecturas, pelear y ayudándoles a descansar lo más posible.
Por supuesto, pusimos en práctica muchas veces lo aprendido, incluyendo la caza de bandidos que se refugiaban en nuestro territorio, aunque tenía mis reservas sobre matar humanos, y los nidos de goblins. Al final, una sonrisa de orgullo se dibujó en mi rostro al presenciar cómo mis hermanitos lograban vencer a su primer dragón adulto. Este sería su primer jefe de nivel intermedio, de acuerdo con la clasificación que les enseñé a raíz de mi reciente obsesión por los juegos de rol (RPG).
Tras aquella victoria, todos se sintieron lo suficientemente motivados como para aventurarse en las tierras civilizadas y explorarlas. Debo admitir que al principio dudaba en adentrarnos en el mundo civilizado, sobre todo después de la brutalidad experimentada por todos mis hermanitos a manos de tribus y la humanidad, pero al final, la curiosidad sobre el mundo creado en mi mente triunfó sobre mis inseguridades acerca de la seguridad de mis hermanitos. Después de todo, los había estado preparando para enfrentar el mundo con el riguroso entrenamiento al que los sometí.
No pasó mucho tiempo antes de que nos pusiéramos en marcha hacia la ciudad humana más cercana. No entraré en detalles, pero nuestro primer contacto con la urbe no fue tan pacífico como esperábamos. La situación culminó con la muerte de un conde, un ejército masacrado, una cuarta parte de la ciudad en llamas y una invasión de goblins salvajes provenientes del sur, de donde nosotros veníamos. Lo único positivo que puedo rescatar de esa experiencia es que pude poner en práctica mis habilidades teatrales, como lo había estado practicando con mis hermanitos, revelando parte de mi personalidad desenfrenada y ahora sumamente embarazosa conocida como chuunibyou, la cual surgía cuando leía mangas populares con protagonistas de cierta personalidad "cool" que me incitaban a querer interpretarlos en su momento.
Al día de hoy, a pesar de recordar esto con cierta vergüenza, no puedo evitar sentirme satisfecho conmigo mismo al menos en mis sueños, donde tuve la oportunidad de encarnar al chico con la personalidad de varios protagonistas de diversas obras que muchos deseaban ser, y solo podían lograrlo disfrazándose. Incluso debo admitir que siempre intentaba interpretar a mi héroe "All Might" lo mejor posible cuando la situación lo ameritaba.
Después del incidente en la ciudad fronteriza, pasamos otros seis meses recorriendo el mundo de la mejor manera posible y viviendo tantas aventuras que simplemente estás podrían haber sido plasmadas en una novela ligera con el tiempo. Ahora, solo atesoro esos recuerdos en mi mente cada vez que surge la oportunidad. Por supuesto, esto no significa que no haya registrado algunas de esas experiencias en mis libretas de apuntes. Fue en ese momento cuando descubrí lo que era tener una vida llena de experiencias sin fin, donde la aventura era el único propósito para alcanzar.
Lamentablemente, al crecer uno se da cuenta de que nada es eterno, lo cual aprendí cerca de mi undécimo cumpleaños. Fue en ese momento que mi mano derecha, mi primera amiga en este mundo, junto con los demás, decidieron seguir su camino sin mí. La razón de esto es que ellos manifestaron su necesidad de continuar solos, explorar el mundo por sí mismos y adquirir experiencia por sus propios méritos. Fue entonces cuando comprendí que no podía protegerlos para siempre y que tarde o temprano esto tenía que suceder. Por desgracia, me vi obligado a contener las lágrimas al tener que separarme de mis amigos y enfrentar la realidad de la soledad que experimentaba en la vida real.
Aún recuerdo vívidamente las palabras que ella me dedicó antes de embarcarse en ese barco en la bahía del naufragio, rumbo a un destino que prefirieron no revelar: “Nos encontraremos de nuevo, y espero que para ese momento, vuelvas a deleitarnos con tu Katsudon y así podamos ser una familia de nuevo".
En el instante en que su barco dejó de divisarse en el horizonte del mar del este, comprendí que había compartido tres años de mi vida con ellos y de pronto se habían ido. Nunca pude explicar por qué de repente, mi mente me había arrebatado a mis hermanitos/amigos, y hasta el día de hoy me sigo haciendo esa pregunta.
Como era de esperarse, al final me quedé solo y tuve que explorar el mundo por mi propia cuenta. El primer mes sin ellos resultó arduo, pues los roles que les asignaba a varios de mis hermanitos a veces me ayudaban a evadir ciertas responsabilidades, pero seguí adelante, incluso si tenía que adaptarme a esta nueva rutina.
En los meses subsiguientes, no experimenté más dificultades al seguir explorando los nuevos reinos que visitaba, conviviendo con la gente de cada pueblo, y atesorando las breves amistades que lograba conseguir. Sin embargo, hubo ocasiones en las que permanecí durante largos periodos en un reino debido a enredos en conspiraciones políticas o porque precisaban mi ayuda con consejos que les ofrecía con mis conocimientos que adquirí a través de internet. De hecho, recuerdo una vez en la que casi pasé un año entero en un reino del norte del mundo, apoyando al derrocamiento de un príncipe corrupto y colaborando en reformas para mejorar la administración del territorio, algo de lo que posteriormente me arrepentí profundamente.
Particularmente, la dificultad radica que siendo tan solo un niño de 12 años en ese entonces, me vi obligado a estudiar una variedad de libros con temas complejos inabordables para mi edad, todo ello en aras de ayudar a que mi mente hiciera de aquel reino un lugar más estable, todo a pesar de las complicaciones de la intrincada trama política infernal que me mantuvo involucrado.
Cuando finalmente logré escapar de la ceremonia de nombramiento como Gran Duque que tuve como “recompensa” y observé que el reino continuaba prosperando sin mi intervención, ya había alcanzado los trece años. A esa edad, en la que la pubertad me provocaba cambios bastante incómodos, por no decir humillantes en la vida real, me resultaba reconfortante aferrarme a la creencia de que en ese otro mundo, las trivialidades relacionadas con mi desarrollo físico carecían de importancia, mientras que la liberación de mi alma del trabajo político infernal en el que me había sumido era lo verdaderamente importante. Esta circunstancia simplemente alimentaba mi anhelo de vivir en libertad, tal como lo hacían muchos de mis protagonistas de mis mangas favoritos.
Por ello, me pareció una magnífica idea emprender una vida como aventurero en el sur del mundo, sin preocupaciones más allá de la simple tarea de sobrevivir.
Desafortunadamente, es bien sabido que el destino a menudo nos conduce por caminos inesperados en este mundo. Resulta que viajar en barco era la única forma de llegar al sur del continente, por lo que me vi obligado a embarcarme en una travesía que duró más de tres meses. Para empeorar las cosas, al llegar a la única ciudad con una bahía cercana a mi destino, me encontré con que estaba bajo ataque debido a que el país al que pertenecía se encontraba inmerso en una guerra, en la cual lamentablemente me vi involucrado de alguna u otra forma. Prefiero no entrar en detalles también sobre este aspecto, simplemente mencionaré que pasé más de ocho meses inmerso en un conflicto sangriento, tomando decisiones difíciles que culminaron con la cabeza del rey enemigo en mis manos y un castillo inmenso en llamas.
A esas alturas de mi experiencia, cualquier duda que pudiera haber sentido acerca de acabar con vidas humanas en mis sueños se había desvanecido por completo, y con el tiempo había dejado de buscar coherencia en mi mente en aquellos momentos. En fin, una vez derrotado el rey enemigo, se me iba a ser otorgado otro título nobiliario en una lujosa ceremonia, similar a la que el reino del norte había planeado para mí. Por suerte, logré escapar fácilmente cuando la mucama que me vestía y me preparaba para la ceremonia se distrajo entregándome los mocasines para completar mi atuendo tan anticuado y aburrido, propio de alguien que había vivido en el siglo XIX. Aunque esta vez mi huida no fue tan exitosa como en el reino anterior, ya que a través de un amigo en la orden de los caballeros, me enteré de que el rey había ofrecido una recompensa por mi captura, con la intención de hacer valer la ley real al casarme con la princesa a la fuerza.
Aunque conocí a la princesa lo suficiente como para considerarla una buena amiga, me pareció excesivo que quisiera que me casara con ella solo por una recompensa que rechacé en primer lugar. Afortunadamente, pude entregarle una carta que aclaraba todo para evitar malos entendidos. Solo esperaba que con eso, la recompensa que su padre ofrecía finalmente se detuviera.
Después de huir del reino como un orgulloso cobarde, varias situaciones “interesantes” sucedieron hasta que finalmente llegué a mi destino para convertirme en un aventurero y ganarme la vida temporalmente en el sur del continente, donde había más mazmorras por explorar. Específicamente, decidí establecerme en una ciudad llamada “Nowhere” donde había un laberinto en el que se suponía que la paga era buena y los peligros mayores. No tardé mucho en darme cuenta de que necesitaba un buen descanso después de mis experiencias de los últimos años, por lo que decidí establecerme al menos temporalmente en ese lugar.
No tardé mucho en adaptarme a ese lugar, hacer más amigos, y sentir interés por el sexo opuesto, aunque solo de manera superficial al ver de reojo a las lindas taberneras del gremio de aventureros, entre otras cosas que se volvieron rutina a estas alturas. La tranquilidad que experimentaba al cazar solo criaturas simples en comparación con las que habitan en el bosque donde prácticamente comenzó todo, era reconfortante. Era la paz que anhelaba después de la vida tan agitada que había llevado en el otro mundo desde hace unos años.
Así transcurrió el tiempo, un año y medio exactamente, y pocas cosas "interesantes" ocurrieron en ese período dignas de ser mencionadas. A excepción quizás de lo que sucedió una vez cuando cumplí los 15 años, pero prefiero no recordarlo, más por vergüenza que por otra cosa. Desafortunadamente, lo verdaderamente interesante ocurrió en mi vida real.
Resulta que, a pesar de todo lo increíble que experimentaba en mis sueños, seguía teniendo problemas con Katsumi y sus secuaces, quienes no dejaban de molestarme y hacerme sentir miserable como siempre. Por desgracia, mis otros compañeros en la secundaria también contribuyeron a que mi vida escolar fuera una verdadera mierda. No obstante, los había ignorado lo suficiente como para evitar que mi vida se volviera aún más miserable de lo que ya era, pero nada me había preparado para lo que experimenté un día al regresar después de huir para evitar una paliza del grupo de bullys de Katsumi.
Recuerdo que, al tomar mi ruta habitual para llegar a la estación y tomar mi tren rumbo a casa, un villano de lodo intentó apoderarse de mi cuerpo para pasar desapercibido ante los héroes y la policía. Traté de resistirme con todas mis fuerzas, y afortunadamente mi buena condición atlética me permitió evitar ser atrapado fácilmente, pero sin el poder ficticio que tenía en mis sueños, poco pude hacer para defenderme. ¿Fue patético? Desde mi perspectiva lo fue, ya que en mis sueños era alguien capaz de todo y la realidad me golpeó tan fuerte que me dejó desmotivado para seguir luchando contra ese maldito bastardo.
Cuando creía que finalmente me encontraba al borde de la muerte, escuché una frase que rápidamente me devolvió el sentido común.
“Todo está bien, ¿Por qué? ¡Porque yo estoy aquí!”
Lo que realmente no esperaba era ser salvado por All Might, el héroe al que yo había interpretado en mis sueños durante tantos años. Al final, con unos cuantos movimientos suyos esa sustancia lodosa de mierda terminó atrapada en una botella y no podía dejar de agradecerle por haberme rescatado la vida.
—¡Muchas gracias! —agradecí repetidamente, mientras no dejaba de hacer reverencias.
—¡No hay de qué, chico! ¡Es lo que un héroe hace!
Al final, no se quedó mucho tiempo, ya que debía reencontrarse con su pupila, pero se quedó el suficiente tiempo para darme un espacio de tiempo para conversar. Por mi parte, no pude evitar preguntarle antes que se fuera algo que había deseado preguntar a algún héroe desde hacía mucho tiempo, incluso sabiendo ya la respuesta. Sabía de antemano que esta era una mala idea, pero necesitaba escuchar la verdad para poder finalmente liberarme de la carga que había tenido desde que mis sueños comenzaron. Sé que solo puedo ser un héroe en mis sueños, pero necesitaba un golpe de realidad.
—¿Puedo llegar a ser un héroe sin ningún Quirk?
Como esperaba, su respuesta fue contundente.
—No, desgraciadamente no puedes...
Aunque, lo que dijo a continuación fue algo que no me desanimó del todo. Fue como si él hubiera adivinado una parte de lo que sentía.
—...pero eso no significa que no debas hacer el bien, incluso con tus circunstancias. El mundo subestima a los Quirkless, y yo en algún momento también lo hice, pero curiosamente alguien me abrió los ojos y me hizo comprender que, después de todo, ellos también son seres humanos. Nada de lo que diga o haga cambiará el hecho de que siempre habrá personas que nos callarán la boca cuando menos lo esperemos. La pregunta que te hago ahora es, ¿Serás tú uno de ellos? Créeme, chico, cuando me dirigía a salvarte, jamás vi a un civil con tanto valor como para enfrentar los ataques de esta cosa —dijo mientras sostenía frente a mí la botella donde estaba el villano—. Ojalá, algún día, de una forma u otra, espero que seas quien me cierre la boca, con o sin tus poderes.
Lo que ocurrió después de despedirse fue que saltó muy alto hacia un lugar desconocido, y yo me quedé reflexionando acerca de lo que había vivido en mis sueños, cuestionándome si eran reales o no, si era necesario seguir viviendo una fantasía como la que había estado experimentando.
Los días siguientes tampoco cesaron mis dudas existenciales, sumado a también preguntarme si “¿Que haría con los poderes que tengo en mis sueños si estos fueran reales?” o “¿Puedo hacer algo sin ningún Quirk?”. Lo peor de todo es que esas dudas no desaparecieron aun cuando era un héroe para los miembros del gremio dentro de la ciudad en la que me había quedado como aventurero, y no podía evitar cuestionarme si esto era real o no.
Lamentablemente, a pesar de creer que mis dudas existenciales persistirían durante muchos años más, una de las cosas "interesantes" y lamentables que mencioné anteriormente finalmente sucedió cuando en una noche, un dragón ancestral atacó "Nowhere" sin ninguna razón aparente, y me vi obligado a luchar para detenerlo.
Fue la primera vez que experimenté la incertidumbre sobre el resultado de una batalla en la que participaba.
Hasta el día de hoy, no puedo recordar con exactitud lo que ocurrió, ni comprenderlo. Justo antes de vencer al dragón, desperté de forma abrupta en el hospital. Me hallé vendado, herido y recién desentubado. Resulta que había salido de un coma de aproximadamente dos semanas, tras un accidente relacionado con un conductor ebrio cerca de mi secundaria, según lo que la policía comunicó a mi madre. Esto me resultaba extraño, considerando que apenas unas horas antes había luchado contra el dragón en mis sueños, sin comprender que en mi vida real yo estaba al borde de la muerte.
Nada de lo sucedido tenía sentido; ni siquiera tenía recuerdos del día del accidente. Lo más extraño de todo fue que la propia Katsumi me había obsequiado flores mientras estaba en coma, a pesar de nuestro evidente odio mutuo a lo largo de los años. Sin querer pensar en teorías más allá de que ella me tuvo empatía por mi accidente, decidí dejar este enigma de lado por el momento, y simplemente agradecer el gesto, aunque nunca tuve la oportunidad de hacerlo, ya que pocos días después de despertar, ella se marchó a Los Ángeles junto con mi tía Mitsuki.
Por otro lado, lo más devastador de todo fue que, al intentar dormir nuevamente para regresar a Nowhere y reunirme con mis amigos, nada ocurrió. Día tras día, intentaba conciliar el sueño para retomar el mundo en el que había vivido desde los siete años, pero en vano. Solo quedaba una sensación de descanso al dormir, sin lograr recuperar aquel mundo de fantasía que atesoraba a pesar de todo.
Al final, comprendí, luego de largas noches refugiándome en mi miseria como lo hacía cuando era niño, que la realidad, como siempre, me puso en mi lugar, diciéndome que esa fantasía tenía que terminar en algún momento. Prácticamente, tenía que vivir en la realidad, y eso significaba aceptar que era un chico sin ningún Quirk o poderes mágicos, dependiendo únicamente de su propia suerte y de las circunstancias de su vida. Ciertamente, no fue fácil, y no creo que lo haya superado por completo si me lo preguntan.
Literalmente, nada de lo que había tenido anteriormente en mi vida estaba presente: ni la molesta presencia de Katsumi, ni mis sueños de fantasía, ni mi esperanza de ser héroe. Ahora, solo quedaban las palabras de mi héroe para poder seguir adelante.
Era una tarea que parecía imposible, especialmente si no podía dejar de enfocarme en lo que había perdido o en lo que nunca tuve la posibilidad de alcanzar. Afortunadamente, pese a que pase años con esos pensamientos negativos, nunca me rendí para honrar las palabras de mi héroe.
Pero como bien dicen, "donde una puerta se cierra, otra se abre". Al menos en mi caso, el destino me dio la oportunidad de hacer el bien cuando mi futuro parecía estar sin propósito, reducido a ser el "Chico Quirkless". Esa oportunidad se presentó cuando conocí a un buen amigo mientras estudiaba en la secundaria superior. Con el tiempo, gracias a mi talento innato para el análisis y los detalles que descubrí que tenía producto de mi pasado freaky, junto con el dinero ilimitado de mi amigo, su corta experiencia en la Academia U.A y su visión ruda para hacer las cosas, fundamos juntos nuestra propia agencia de detectives cuando ambos teníamos 19 años.
Más de cinco años después de la fundación de nuestra pequeña empresa, tuvimos un éxito relativo que aún luchamos por mantener al día de hoy.
¿Era esa la manera correcta de hacer el bien? Honestamente, no estaba seguro, pero me gustaría creer que a All Might, quien ya está retirado, le agradaría ver en lo que me he convertido. Ahora realizamos investigaciones como colaboradores de la policía y, a veces, con la propia Comisión.
Así pensaba que iba a vivir mi vida, de un caso a otro, de un problema financiero a otro en nuestra agencia, pero lo que no sabía es que mi destino me iba a hacer otra jugada.
Una jugada donde mi pasado finalmente llegó para cobrarme las consecuencias de mis acciones.
Continuará.....
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