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"If all it is is eight letters, why is it so hard to say?"
8 LETTERS | WHY DON'T WE
CONTEXTUALIZACIÓN: Draco ha sido herido muchas veces, y decir "te amo" no es tan fácil como parece.
—Merlín, te amo t/n, gracias—Ron suspiró con alegría cuando recibió aquel conjunto de pergaminos en sus manos. Llevaba cerca de diez minutos suplicándote porque le prestaras tu tarea de Transformaciones, y entre tanta súplica por fin habías logrado interrumpirlo para entregarle tu tarea. No es que te importase demasiado, pero al rubio a tu lado que permanecía quieto y firme, parecía molestarle de sobre manera.
—Es un idiota—Murmuró Draco por lo bajo al ver a Ron alejarse con tus tareas entre sus manos. Al instante soltaste una risa.
—¿Por qué?—Preguntaste. Draco tenía una expresión amenazante en su rostro, la forma en que su mirada se oscurecía hacia Ron y sonreía con arrogancia hacia ti te causaba escalofríos.
—Es obvio que sólo quiere que le des una oportunidad—Contestó Draco. Para entonces, recién habías caído en cuenta de que Draco comenzaba a acorralarte contra el muro de piedra a tu lado. El pasillo del primer piso estaba vacío, en cualquier momento empezaría el siguiente bloque de clases y probablemente todos los estudiantes ya iban camino a sus salones. Sin embargo, tu estabas ahí, entre la espada y la pared, entre Draco y la pared.
—¿Eso crees?—Preguntaste fingiendo inocencia, y es que este tipo de escenas eran muy comunes entre Draco y tú. Ustedes llevaban saliendo el tiempo suficiente como para conocer los celos de Draco y su posesiva, pero siempre respetuosa, forma de ser.
—Estoy seguro—El brazo izquierdo de Draco se posó en la pared, justo al lado de tu cabeza, y lentamente su diestra estaba posándose en tu cintura.—Eres muy ingenua—Murmuró mientras acercaba su rostro al tuyo.—Weasley tiene a Granger para pedirle los deberes, pero ¿Viene a ti?
En efecto, eran celos. Pero lo que no sospechabas aún, era la razón. Y es que Draco había detestado la manera en que Ron había dicho "te amo" tan fácil. Porque para Draco decirlo era más que difícil, no entendía por qué. Entendía que Ron no te amaba, pero odiaba que para él fuese tan fácil decirlo, como si fuese algo tan simple y vano.
—¿Estás diciendo que Hermione es más inteligente que yo?—Preguntaste entrecerrando tus ojos. Draco rió.
—No—Contestó, y de pronto el agarre en tu cintura era más fuerte y el aliento olor a menta y café de Draco se estaba haciendo paso por tus fosas nasales.—Trato de decir, que Weasley usa sus deberes como excusa para acercarse a ti
—¿Estoy olfateando celos por aquí?—Preguntaste con seguridad.
—¿Estoy olfateando un cambio de tema?—Dijo Draco.
—Es el mismo tema—Debatiste, y con tu dedo índice apuntaste a su pecho. Draco usaba la camisa blanca con descuido y la túnica desabrochada, y podías tener acceso a un poco de la pálida y fría piel de su torso.—Tú, celoso de Ron
—Ni un millón de años—La voz de Draco sonó segura. En ningún momento Draco dejaría ver sus inseguridades con facilidad y podía dar vuelta una situación a su favor en un abrir y cerrar de ojos.—Weasley no tiene el mismo efecto que yo en ti
—No sé de que hablas—Dijiste tragando saliva. Antes de poder decir algo más, la mano de Draco que estaba en tu cintura se hizo paso por tu espalda baja, trazando pequeños círculos hasta tener contacto sin la blusa de por medio. A su vez, la mano que yacía en la pared llegó a tu cuello, haciendo una leve presión que hizo que en conjunto tu cuerpo temblara por una ráfaga de escalofríos e inconscientemente soltaras un suspiro ahogado.
—¿Qué decías, cariño?—Preguntó Draco completamente satisfecho por la forma en que tu cuerpo reaccionaba ante él. El resultado suficiente para olvidarse de sus celos.
—Decía que tengo clases—Tartamudeaste.—Y si no quieres que Slughorn me castigue, será mejor que me dejes ir
Dicho esto, quitaste la mano de Draco de tu espalda, pero la otra permanecía en tu cuello. Draco permaneció así unos segundos hasta que te soltó.
—Te dejo escapar esta vez—Dijo Draco. Con el camino libre, avanzaste, pero Draco tomó lugar en la pared y se apoyó en ella para ver como te alejabas.
—¿Hoy tienes práctica de Quidditch?—Preguntaste volteándote.
—Afirmativo—Respondió Draco.
—¿Quieres que esté allí?—Preguntaste.
—Siempre quiero que estés conmigo, t/n, ya deberías saberlo—Draco sonrió hacia ti, y tu estómago dió vuelco tanto por sus palabras como por la forma en que te miraba. Sus ojos grisáceos te veían como si fueses lo único que lo mantenían vivo, con ánimos. Te veían como aquello que quería cuidar costara lo que costara.
—Me hago una idea—Respondiste.
Y más de una vez Draco se preguntó si todo eso que sus ojos veían, significaba que te amaba. Pero Draco nunca se había enamorado, y los únicos "te amo" que había pronunciado en su vida fueron para su madre. Pero a ti ¿Te amaba? ¿Te quería lo suficiente, como te lo merecías? Quizá lo que más temía Draco no era darse cuenta de que estaba completa y estúpidamente enamorado de ti, sino equivocarse y mentir al decir esas letras.
—Hey—Llamó Draco antes de que te fueses a clases.
—¿Si?
Por un momento, tus ojos brillaron ante la ilusión de que lo dijese. Anhelabas que fuera Draco quien dijera te amo primero. No querías presionarlo, no querías que lo dijese por compromiso.
—Ve, nos vemos luego—Despidió Draco.
—Claro
Pero quizá Draco aún no estaba listo para decirlo.
[...]
La clase de Slughorn había sido lentísima, o más bien, tu mente había permanecido pensando en Draco en vez de prestarle atención a la clase. Esperaste ansiosa, hasta que por fin Slughorn dió la orden para retirar los calderos y frascos y así dejar las pociones reposar. Dicho esto, fuiste rápidamente a las afueras del castillo para poder encontrar a Draco en el campo de Quidditch.
Sin embargo, él no estaba allí.
La niebla apenas te dejaba ver, pero las siluetas en el aire con las que esperabas encontrarte no estaban. Desde las gradas más altas, viste al equipo de Slytherin ir con sus escobas en el hombro camino a la salida. ¿Qué estaba pasando? ¿Draco había mentido y no había entrenamiento a esa hora?
Rápidamente fuiste escaleras abajo para alcanzar a los chicos. Blaise encabezaba el equipo con la cabeza gacha, y algo dudosa lo interceptaste.
—¿Blaise?—Preguntaste. De inmediato todo el equipo se detuvo a verte, se dedicaron una mirada de comprensión y continuaron su camino, dejándote a solas con el moreno.—¿Has visto a Draco?
—Está en las duchas—Respondió en un suspiro y quedaste aún más confundida. Blaise no parecía cansado, estaba intacto, parecía que ni siquiera había alcanzado a subirse a la escoba. ¿Por qué Draco estaría tomando una ducha entonces?
—¿Tan pronto?—Preguntaste.
—Tuvimos que posponer el entrenamiento—Aclaró.—Lucius le envió una carta y bueno—De inmediato, tus dudas encontraron una solución y todo tenía sentido.—Ya sabes como se pone cuando Lucius le escribe
En efecto, sabías que Lucius Malfoy sólo significaba rencor y estrés para Draco. A más de seis meses de caído Voldemort, los juicios contra los mortífagos habían empezado, y Lucius no había encontrado nada mejor que llenar a su hijo de cartas llenas de odio culpándolo de la posible pena en Azkaban que recibiría.
—Será mejor que vayas a verlo—Añadió Blaise.—No nos quiso hablar a ninguno de nosotros—Sumó a sus palabras suspirando.—Pero ya sabes, contigo es diferente
—Trataré—Y dicho esto, te hiciste camino hacia los vestidores del lugar, los cuales quedaban abajo y a un costado de las gradas del campo.
Con algo de nerviosismo, llegaste hasta el baño de los varones. No se oía ninguna gota de agua caer, y rompiste el silencio golpeando la puerta.
—Hey, ¿Puedo pasar?—Preguntaste segura de que la única persona que respondería sería Draco.
—Porfavor—Respondió la voz gruesa de Draco.
Temerosa, entraste, topándote con Draco sentado en una de las banquillas. Llevaba aún los pantalones y botas para entrenar, pero ya no llevaba camisa. Su torso desnudo dejaba ver el cuerpo que el Quidditch había formado, algunas cicatrices, y la marca tenebrosa que aún permanecía oscura.
—¿Entrenamiento duro?—Preguntaste acercándote a él. Draco tenía sus ojos cerrados, brazos cruzados y la cabeza apoyada en el húmedo muro de cerámica.
—No finjas—Respondió de forma tosca.—Es obvio que Zabini te contó
—Lo siento—Murmuraste arrepentida de haber mentido.—¿Quieres hablar de ello?
—Aún no—Respondió. Draco soltó un suspiro pesado, y extendió su mano hacia ti.—Ven aquí
En el momento en que tu mano tocó la suya, Draco aprovechó la oportunidad y de un tirón te acercó a él. Tomando tu cintura, te ayudó a colocarte a horcajadas sobre él, cada pierna a un lado de sus caderas. Cuando estabas por acomodarte, Draco llevó una de tus manos a su cabeza y no tuvo que decir nada para que supieses que quería; mimos en el cabello.
—¿Sólo quieres que me quede así?—Preguntaste divertida.
—Ajá—Soltó disfrutando la manera en que tus dedos acariciaban su cuero cabelludo. Parecía tan relajado y sumido en ti, que no parecía que estaba estresado y preocupado.—Dame amor
—Claro, bebé malcriado—Dijiste riendo.
Así pasaste varios minutos entre caricias con él. Sus manos se apoyaron en tu espalda baja, y a pesar de lo frías que estaban, no te molestaba en lo absoluto. Había algo agradable en los escalofríos que sus anillos causaban por tu cuerpo. Sin embargo, Draco aún parecía concentrado en sus pensamientos, y sabías que estaba haciendo esto por evitar hablar del tema.
—¿Sabes? No ganas nada guardándote lo que sientes—Dijiste cortando el silencio.
Draco gruñó. Gruñó porque lo conocías demasiado.
—Mi Padre está algo...molesto—Empezó a decir y después de todo ese rato, por fin abrió los ojos para mirarte.—El periodo post guerra le ha afectado más de lo que creí—Dijo suspirando.—No deja de enviarme cartas desahogándose y culpándome de todo
—Sabes que no fue tu culpa—Dijiste acariciando su mejilla. Draco se veía cansado, angustiado y sobre todo, presentías que por más que le dijeses lo contrario, realmente se sentía culpable de lo que ocurría con Lucius.
—Insiste que irá a juicio porque no fui capaz de salvarnos en el pellejo—Respondió. Meses atrás, cuando los juicios recién habían empezado, Draco testificó haberse unido a los mortífagos por la presión familiar. Así, quedó liberado de los cargos, pero los de Lucius fueron en aumento, por corrupción de su propia familia, involucrando a Draco cuando aún era menos de diecisiete años.
—Hiciste mucho más—Empezaste a consolar.—Te salvaste a ti—Y estoy segura de que al momento de testificar de nuevo tu y madre, todo saldrá bien—En ese momento, para Draco una solución se veía muy lejana, pero saber que estabas ahí para apoyarlo, lo reconfortaba lo suficiente.—No irá a Azkaban Draco, tienes que tener un poco de fe
—Gracias—Dijo Draco después de unos segundos. Se veía agotado, y pensaste que tal vez un baño le vendría bien.
—¿Quieres ducharte?—Preguntaste.
—¿Vendrás conmigo?—Draco te miró con una sonrisa pícara y en respuesta rodaste tus ojos.
—Si así lo quieres—Hablaste. Draco negó con la cabeza mirándote divertido. Tomando tu espalda entre sus manos, presionó tu cuerpo con el suyo, y de un impulso, Draco estaba de pie, contigo entre sus brazos y llevándote camino a uno de los cubículos de las duchas.
—Siempre, t/n, grábate eso en tu terca cabeza—Dijo Draco mientras te colocaba sobre la baldosa fría.
—Que romántico—Bromeaste.
—Así me quieres—Regresó Draco.
En un extraño silencio, ambos se quitaron sus prendas. Una ducha era algo íntimo, pero sin intenciones. No era la primera ni la última vez que se veían, y disfrutaban de pasar tiempo de relajación juntos sin eso incluyese siempre algo más de por medio. Por ahora, Draco necesitaba relajarse, contigo, y ya habría tiempo más tarde para algo más, cuando cabeza estuviera despejada.
Draco entró a la ducha y abrió el grifo. Mientras tanto, tu colocabas la botella del shampoo favorito de Draco cerca de la ducha. Pronto el agua tibia estaba cayendo sobre su cabello, lo sacudió con descuido permitiendo que pronto su espalda también estuviese cubierta de agua. Luego, se volteó y te otorgó su mano.
—Con cuidado—Advirtió, y afirmando su mano, entraste con cuidado de resbalarte.
La vista era realmente buena. El agua cayendo por la pálida piel de Draco y resaltando sus músculos te tenía atónita, sin mencionar el hecho de que lanzabas miradas rápidas y desprevenidas hacia abajo.
—¿Buena vista?—Bromeó Draco.
—Cállate—Dijiste mientras tus mejillas se tornaban más rojas. Draco rió y te atrajo hacia él y el agua empezó a cubrir tu cabeza.
—Oh, así que la señorita es tímida—Jugueteó.
—¿Qué tratas de decir?—Preguntaste haciéndote la desentendida.
—No lo sé, hace tres días en mi cuarto no te veías tan...—Draco miró hacia el techo fingiendo que pensaba.—Intimidada
—Sólo es una ducha—Defendiste.—Ven, déjame lavar tu cabello—De inmediato, volteaste a recoger la botella de shampoo y aplicando un poco de producto en tus manos, comenzaste a masajear el cabello de Draco.
Draco se perdió completamente en la manera en que lavabas su cabello. Te miraba completamente desconcertado. No entendía lo que sentía contigo, era tanto el amor que sentía cerca tuyo, por la manera en que lo cuidabas, lo entendías y esperabas. Y entonces, se sintió culpable, culpable de todo el tiempo que seguramente llevabas esperando porque él dijese te amo. Pero no necesitabas esperar más, porque en ese preciso instante, Draco se convenció de que te amaba, de que siempre lo había hecho y de que sin duda, jamás dejaría de hacerlo.
—t/n...—Susurró Draco.
—¿Si?—Dijiste distraída, pues tu concentración permanecía en la espuma que se formaba entre tus dedos y su cabello.—Cierra tus ojos, te entrará shampoo
—Te amo—Soltó Draco.
—Te he dicho que cierres tus...—Pero tus palabras se interrumpieron por sobre las de Draco. Perpleja por lo que acabas de oír, tus manos dejaron su cabello y lo miraste confundida.—¿Qué has dicho?
—¿Me harás repetirlo?—Preguntó Draco.
—Creo que escuché mal—Aclaraste. Draco rodó sus ojos, estaba seguro de que si habías oído y sólo querías que lo repitiese.
—Uh-uh—Negó.—Nunca pensé que sería capaz de decir eso—Draco te miró profundamente, pegando aún más tu cuerpo al suyo.—Pero tu mereces oír esas palabras un millón de veces—Dijo antes de agregar—Te amo, t/n
Las mariposas en el estómago eran reales. Era una sensación de caída, de una montaña rusa, donde al final había una cama de plumas segura donde caer. Draco era eso, tu lugar seguro. Y por fin tenías la seguridad de que te amaba.
—Yo también te amo—Respondiste sonriente. Draco besó tu frente y se alejó para mirarte mejor.
—Lo sé—Respondió Draco. Internamente, tranquilo, alegre. Feliz de saber que también era amado. Todo ese miedo a no ser correspondido había cesado, y tenía frente a alguien a la compañera de vida que tanto había deseado.
—¿Tanto te sobreestimas?—Preguntaste encarnando una ceja. Draco sonrió.
—Un poco—Y ante eso, no tardaste en empujar la espuma en tus manos a los ojos de Draco.
-hola! lo siento por lo corto, estoy pasando por un momento realmente feo en mi vida y traté de escribir solo para distraerme, espero que las cosas mejoren pronto
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