04
Min-Seo corre a través de un bosque oscuro, rodeada por una espesa niebla que parece tragarlo todo. El aire es húmedo, pesado, y cada paso que da resuena en sus oídos. Su corazón late con fuerza, pero no puede detenerse. Algo la sigue, algo o alguien que la acecha con cada paso que da, como una sombra invisible. El miedo se apodera de su cuerpo, y el sudor recorre su frente mientras sus piernas empiezan a sentirse débiles.
De repente, aparece frente a ella una figura. La silueta de Jungkook, él la observa con frialdad. Sus ojos oscuros la miran con un vacío aterrador, y el rostro que antes había sido una fuente de consuelo ahora solo transmite peligro. Él está allí, bloqueando su camino, sin hacer nada más que mirarla como si fuera una presa.
Min-Seo se detiene en seco, su respiración es agitada, tratando de procesar la visión. Las palabras se quedan atascadas en su garganta, pero finalmente logra susurrar.
—No lo hagas...
Él no responde. Sus labios permanecen sellados mientras da un paso hacia ella, su presencia es envolvente y opresiva. Min-Seo da un paso atrás, tropieza y cae al suelo. Siente como si estuviera atrapada en una telaraña invisible, incapaz de moverse. El suelo está frío, el miedo la paraliza, y la figura de Jungkook se acerca aún más. El corazón le late en el pecho con fuerza, y algo dentro de ella le grita que huya, pero no puede. Él está allí, más cerca, más amenazante que nunca.
Justo cuando siente que todo está perdido, algo cambia. Una sombra se desplaza entre ellos, separando a Min-Seo de Jungkook. La niebla parece disiparse momentáneamente, y por un breve instante, un hombre aparece ante ella. Sus ojos celestes brillan en la oscuridad, su mirada es fija y decidida. El hombre tiene el cabello rojo, un tono vibrante que destaca en la penumbra. No es alguien que Min-Seo haya visto antes, pero por alguna razón, su presencia le resulta extrañamente familiar, como si su alma lo hubiera reconocido antes, en algún otro lugar, en algún otro momento.
—Vete. Ella no es tuya. —La voz del hombre es firme, segura, y el eco de sus palabras llena el aire.
Jungkook parece vacilar, sus ojos oscuros reflejan confusión por un momento. Pero en lugar de seguir adelante, se detiene, retrocediendo lentamente, como si cediera ante la fuerza de la figura que lo desafía.
—Corre. —El hombre le dice a Min-Seo, sus palabras son suaves pero llenas de urgencia.
Sin dudarlo, Min-Seo se pone de pie, aun sintiendo la presión de lo que acaba de experimentar. Siente que tiene que seguirlo, que debe escapar de lo que está sucediendo. Y cuando corre junto a él, sintiendo su protección, el miedo comienza a desvanecerse.
Pero todo sucede tan rápido que, de repente, la oscuridad lo consume todo. El bosque, la niebla, las figuras de Jungkook y el de cabellos rojos desaparecen en un abrir y cerrar de ojos. Todo se deshace en silencio, y Min-Seo se encuentra en su cama, respirando con dificultad y el corazón aun latiendo con fuerza.
Despierta sobresaltada, jadeando. La habitación está en completa oscuridad. Su mente sigue atrapada en las imágenes del sueño, tratando de comprender lo que acaba de vivir. Los rostros de ambos hombres se quedan grabados en su memoria, pero la sensación de confusión es aún mayor. ¿Por qué él, quien siempre la había protegido, se convertía en una amenaza en sus sueños? Y ¿quién era ese hombre con ojos celestes que la había salvado?
—¿Qué fue eso? —Susurra Min-Seo, abrazándose a sí misma mientras su mirada se pierde en el techo, confundida y temblorosa. La sensación de que algo había cambiado, de que los roles se habían invertido, no la abandona.
El eco de sus pasos resuena en su mente,
un camino hacia lo desconocido.
Min-Seo camina apresurada por los pasillos de la universidad, todavía con la sensación de que algo está fuera de lugar. La imagen del hombre de ojos celestes que la salvó en su sueño sigue rondando en su mente, como un rompecabezas incompleto. La confusión la invade, y se pregunta por qué esos recuerdos del pasado siguen emergiendo, especialmente cuando todo parece tan diferente en su vida actual. Su amiga Yuna, con su típica energía, la alcanza con rapidez y la saluda alegremente.
—¡Min-Seo! —Dice Yuna, con una gran sonrisa mientras se le aproxima. — ¡Te estaba buscando! ¿Sabes qué hora es? ¡Casi llegamos tarde!
Min-Seo la mira, pero no puede evitar verse distraída por el ajetreo de su mente. Sin embargo, se apresura a seguirle el paso.
—Oh, lo siento. No estaba prestando atención. —Responde, forzando una sonrisa.
Yuna no parece notarlo, y con una risa ligera, comienza a hablar del evento al que se dirigen.
—Este evento es todo un espectáculo, ¿no? ¡Tantas cosas van a pasar hoy! Los agradecimientos, las charlas, y todo el mundo hablando de cómo esta universidad está en las grandes ligas gracias a las donaciones.
La castaña asiente, aunque su mente sigue en otro lugar. Un sentimiento de inquietud la rodea mientras sigue caminando hacia el auditorio.
Min-Seo y Yuna entran al auditorio, con los asientos llenos de estudiantes. Min-Seo está distraída, mirando el programa de actividades del día. Es entonces cuando lee algo que la hace detenerse.
—¿Jungkook? —Murmura, algo confundida.
Yuna, que ya se ha acomodado en su asiento, asiente sin prestar mucha atención.
—Sí, es él. El dueño de Jeon Corp. El gran Jungkook. ¿No lo conoces?
Min-Seo frunce el ceño, intentando recordar si ha oído su nombre antes. Pero no es hasta que el hombre de cabello negro, largo y liso sube al escenario que algo se detiene dentro de ella. La misma figura que había visto en sus sueños. La misma mirada penetrante que ahora recorre el auditorio. El mismo hombre que había visto en la orilla del río Han. Jungkook.
Su corazón late a toda velocidad, y una extraña sensación la invade. Lo observa con la boca seca, sus ojos están recorriendo cada uno de sus movimientos mientras se presenta ante la multitud.
—Buenas tardes. Soy Jeon Jungkook, CEO de Jeon Corp. — Su voz resuena en el auditorio, clara y firme, sin un atisbo de duda.
Min-Seo no puede evitar quedarse en silencio, incapaz de apartar la vista de él. Algo dentro de ella la empuja a conectarse con esa imagen, como si todo en su ser le dijera que él es más que un simple desconocido. Yuna, al lado de ella, le da un codazo divertido.
—Te ves tan sorprendida, Min-Seo. ¿No sabías que él era el que daría la charla?
Min-Seo sacude la cabeza, aún perdida en sus pensamientos. No puede dejar de mirar a Jungkook. Él ni siquiera parece notar su presencia, y la distancia entre ellos es palpable. Pero a ella le cuesta entender cómo su corazón sigue acelerado, cómo una conexión inexplicable la mantiene atada a ese hombre. Es el mismo hombre que ve en sus sueños y en el Rio Han. Pero ¿Quién es él realmente?
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¡Hasta la próxima actualización, querido lector!
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