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03

Min-Seo está completamente congelada, mirando al pelinegro, el hombre que había visto en sus sueños. Su corazón late a toda velocidad mientras sus ojos se encuentran con los de él, pero no es la calidez que ella había esperado. La fría mirada severa de él la atraviesa, como si estuviera buscando una respuesta que ni ella misma sabe dar.

—¿Sigues ahí? —Pregunta él, con el ceño fruncido, su voz es tan dura como un golpe inesperado.

El aire entre ellos se siente denso, cargado de una extraña energía que Min-Seo no sabe cómo descifrar. Sus palabras se atascan en su garganta. ¿Qué debía decir? ¿Cómo debía explicarle que, aunque nunca antes lo haya visto, lo ha soñado tantas veces?

—Sí, bueno, yo... —Min-Seo titubea, su voz se siente pequeña y temblorosa al salir. Algo en su pecho se quiebra al ver la expresión tan distante de él. En sus sueños, él siempre la había mirado con ternura, con ese brillo en los ojos como si la conociera desde siempre. Pero este hombre... este hombre era todo lo contrario. No es el que ella había esperado. —No lo sé —Murmura finalmente, sin poder encontrar las palabras adecuadas.

Él la observa fijamente, con esa actitud desafiante que la hace sentir como si fuera solo una extraña molestando su paz. La mirada que le lanza a Min-Seo la hace sentirse incómoda, como si algo le estuviera exigiendo que se alejara, que se olvidara de todo esto. Pero, por alguna razón, no puede. Algo dentro de ella la mantiene atrapada.

—¿Por qué estás aquí sola a esta hora? —Pregunta él, su voz ahora más fría, como si su paciencia estuviera agotándose.

Min-Seo se siente más pequeña ante su mirada. Es como si no pudiera entender la conexión que ella siente, como si fuera una completa desconocida para él. Pero a pesar de todo, el deseo de acercarse a él, de entender por qué está aquí, sigue siendo más fuerte que cualquier temor.

—Yo... —La castaña se toma un momento para mirar a su alrededor, sin saber si debería confesarle lo que siente, lo que está pasando dentro de ella. ¿Debería decirle que lo ha soñado, que parece ser el mismo hombre que ve en sus sueños más profundos? Pero no sabe cómo decirlo sin parecer una loca. —Estoy buscando... algo —Murmura, tratando de sonar más segura, aunque su vulnerabilidad está al borde de la superficie.

Jungkook la observa sin decir nada por un largo momento, el silencio entre ellos es pesado como un abismo.

—No tengo tiempo para historias —Dice finalmente, con su tono cortante y arrogante. —Pero no puedo dejar a una chica sola por aquí. No le ayudaría a mi imagen en absoluto. ¿Dónde vives?

El tono de él golpea a Min-Seo como una ola fría, despertando una mezcla de confusión y orgullo herido. No entiende nada de lo que está pasando, pero el comentario la desconcierta aún más.

—Vivo en la universidad Yonsei, pero no es necesario... tomaré un taxi. Lamento causarle molestias. —Murmura, sintiéndose herida por su indiferencia, pero también reconociendo la sensación de no poder soltarlo.

—¿Y tú crees que conseguirás uno tan fácil? —Una pequeña sonrisa de burla se dibuja en sus labios. —Vamos, te llevaré. No está tan lejos de aquí.

Él da media vuelta después de decir eso, comenzando a caminar con la confianza de quien sabe que ella lo seguirá. Min-Seo rueda los ojos ante su actitud, pero no puede evitar seguirlo, dando la razón a su autoconfianza.

En este momento, Min-Seo se siente como si estuviera en medio de una tormenta emocional. Está confundida, herida, pero algo en ella la empuja a seguir. Algo dentro de ella la impulsa a no rendirse, a no dejar escapar esta oportunidad de entender a este hombre tan enigmático.

Cuando llegan al lujoso coche, Min-Seo duda por un momento. La intimidación de la situación hace que su corazón se acelere, pero algo la obliga a subirse. Sin entender exactamente por qué, se sienta en el asiento del pasajero, dejando que el silencio entre ellos hable por sí mismo. La música suave llena el coche, pero para ella todo parece irreal, como si estuviera viviendo una fantasía que no logra comprender.

Él arranca el coche sin mirarla, sin una palabra amable, manteniendo la atmósfera fría y distante.

—Por cierto, soy Min... —La castaña comienza a hablar, pero se detiene al ver que él no la mira siquiera.

—No, no quiero saber tu nombre. Y no estoy interesado en que sepas el mío. —Responde él, interrumpiéndola con un tono tan firme que la hace callar inmediatamente.

Sus palabras caen como un peso sobre ella, y por un segundo se siente desilusionada. Había pensado ingenuamente que este encuentro sería algo más, algo digno de un cuento de hadas, pero la realidad se le impone de manera cruda. Sin embargo, una pequeña chispa de curiosidad sigue viva dentro de ella. ¿Por qué aparece en sus sueños? ¿Por qué siente esta extraña conexión con él?

Él pelinegro se detiene frente a la entrada, deteniendo su lujoso auto. Min-Seo observa, en silencio, el edificio que se alza frente a ellos. El lugar parece más grande, y la sensación de estar en un mundo tan diferente al suyo se intensifica.

Él baja la ventana sin hacer ningún comentario, y en el instante en que lo hace, un hombre musculoso que viste de negro se acerca rápidamente, su mirada esta fija en el pelinegro con una expresión de rabia contenida.

—Ahí estás, Jeon Jungkook. —El hombre lo saluda con un tono que mezcla impaciencia y reproche, como si lo estuviera esperando.

Jungkook rueda los ojos, su cara es una mezcla de cansancio y resignación. No es la primera vez que se enfrenta a este tipo de situaciones. Sabe que viene un regaño, uno que ya ha escuchado demasiadas veces.

—¿Qué quieres, Jae-Hyun? —Responde, su tono casi aburrido, como si ya estuviera acostumbrado a los regaños.

El hombre se cruza de brazos y lanza una mirada fulminante hacia Min-Seo, como si ella fuera una intrusa en este mundo que Jungkook parece manejar con tanta facilidad.

Min-Seo, que había estado observando en silencio, se siente aún más fuera de lugar. No puede evitar preguntarse qué clase de persona es él, alguien con tanto poder y confianza que hasta el hombre que parece ser su seguridad lo trata con una mezcla de respeto y temor.

Jungkook, sin mirar atrás, le habla a Min-Seo con un tono casi autoritario, el mismo con el que había hablado antes, pero ahora con un matiz de impaciencia.

—Bájate —Le dice, sin dar explicaciones.

Min-Seo lo observa un momento, confundida por la rapidez con la que él toma la decisión, pero, en el fondo, hay algo en su voz que la obliga a obedecer. 

¿Quién eres tú, Jungkook? La pregunta surge en su mente, pero no tiene el valor de decirla en voz alta. En su lugar, se limita a salir del auto, mientras observa con curiosidad la escena que acaba de presenciar.

El hombre llamado Jae-Hyun se mantiene cerca del coche, cruzado de brazos, mirando a Min-Seo como si la estuviera evaluando. Ella siente que algo no está bien, pero tampoco sabe cómo preguntar.

Al dar un paso hacia la entrada del edificio, Min-Seo se siente más desconcertada que nunca. El misterio que rodea a Jungkook crece con cada uno de sus gestos, cada uno de los comentarios que la deja sin entender. ¿Quién es él? ¿Qué relación tiene con este hombre musculoso? ¿Y por qué ella siente que todo esto la afecta de una manera que no sabe explicar?

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¡Hasta la próxima actualización, querido lector!
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