02
Pasaron las horas, las clases por fin habían terminado y Min-Seo se encontraba caminando al Rio Han. Justo en el lugar en donde vio a su príncipe azul, porque así es como lo llamaba, pues cada vez que estaba en problemas el venía a salvarla.
Tenía tanta esperanza que lo encontrara y por fin de todas dejar aquel deseo de solo verlo en sus sueños. Su ansiedad se volvía cada vez más en cuanto miro a un hombre de espaldas. ¿Será él? Se pregunto.
No había nadie más que el en esa parte del lugar, lo que hizo preguntarse si es el destino diciéndole que de una vez por todas había llegado el día que estaba esperando.
El hombre era alto, vestía totalmente de negro, llevaba una gorra y estaba cruzados de brazos mirando el río. Se veía bastante misterioso a simple vista.
Dio unos pasos cerca de él, lo tomo del hombro esperando a que este se diera la vuelta y en cuanto la dio. Todo se volvió oscuridad para ella.
No sabía que estaba pasando, no podía ver nada. Escuchaba una voz a lo lejos llamarla. No entendía nada y no sabía de donde provenía aquella voz.
─Min-Seo, Min-Seo... ─Repetía una voz masculina. ─Tus sueños no son lo que crees.
Decía aquella voz que no podía reconocer. Su mente se preguntaba porque, que significa todo esto. No sabía si era una advertencia para protegerla o peor aún una amenaza.
─Señorita, despierte. ¿Está bien? ─La voz femenina se escuchaba poco a poco en los oídos de Min-Seo.
─¿Que? ─Dijo intentando abrir los ojos.
─Usted se desmayó, en cuanto cayó al suelo pude llegar hasta usted. ¿Se encuentra bien? ─Preguntó.
Por fin abrió los ojos y se encontró a una anciana, con ojos bonitos que la miraba con atención. ─S-Si, creo que sí. ─Como puede se levanta y la anciana la toma de la mano para evitar que caiga.
─No debería estar muy noche por acá, no es bueno.
─¿Noche? ─Su ceño se frunce en cuanto se da cuenta de su alrededor. ─¿Podría decirme la hora?
─Son las 11 de la noche, señorita. ─Respondió.
─Oh, no ¡Es demasiado tarde! ─Expresa, preocupada. ─Muchas gracias por cuidarme, debo irme.
─Es un placer, siempre será un placer mi pequeña Min-Seo. ─Dice eso último para comenzar a caminar.
La castaña procesa sus palabras, ¿Cómo sabía su nombre? Se preguntaba. Siendo rápida intenta seguirla para preguntarle.
─¡Oiga! ¿Cómo sabe mi nombre? ─Dice buscando respuestas. ─¿Está conectada con mis sueños? ¡Dígame!
La anciana sigue caminando, mientras Min-Seo la sigue exigiendo respuestas. Llevan un par de minutos así hasta que ella se detiene.
─Conoce al hombre, ¿verdad? ¿Quién es? Usted debe saberlo, conoce mi nombre. ─Dice buscando darles respuestas a sus preguntas.
─Tus sueños no son más que ecos de lo que no debe ser. Déjalos ir, o destruirás más de lo que puedes imaginar.
Antes de que pueda hacer más preguntas, la anciana se desvanece como si nunca hubiera estado ahí. Min-Seo queda atónita, mirando a su alrededor. El miedo y el misterio la invadió y decide volver a casa, pasando por el río Han.
El viento mueve ligeramente su cabello mientras se aleja del río, sintiendo la necesidad de regresar. Algo dentro de ella la impulsa a volver al mismo lugar. El destino parece haberla guiado hasta aquí una vez más.
Cuando regresa, se detiene en seco al ver una nueva figura: un hombre de espaldas. Esta vez, el sentimiento es completamente diferente. Hay algo en su postura, algo en la forma en que el hombre está de pie, que hace que su corazón se acelere.
─Eres tú...─Habla susurrando, completamente sorprendida.
El hombre se gira lentamente, y Min-Seo se queda paralizada al ver su rostro, es su príncipe azul, el hombre de su sueño, era él.
─¿Nos conocemos? ─Pregunta, con el ceño fruncido.
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