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Miedo

Una hora después.

Suspiró mientras caminaba hacia la sala de espera para disculparse con Milo, si bien estaba preocupado por su papá, sabía que no era la forma de hablarle a su esposo, después de todo únicamente hizo lo más lógico del mundo, protegerse a él y al bebé.

Camus: estoy cansado, definitivamente necesito dormir - susurró mientras caminaba arrastrando sus pies, al llegar a la sala de espera, vio a sus cuñadas y a las amigas de ellas durmiendo en las sillas, Alexander parecía no estar cerca y Milo cuidaba a sus hijos que se habían quedado dormidos en sus brazos y a su lado también estaban Eytan y Cassy durmiendo, él ya estaba cabeceando un poco - vaya... parece que alguien necesita dormir más que yo - susurró mientras se acercó.

Milo inconsiente levantó la cabeza, aunque al ver a Camus rápidamente la bajo, creyendo que seguiría molestó, para su sorpresa su esposo se acercó y dejó un suave beso sobre su cabeza.

Camus: Perdón... no debí haberte hablado así ni a ti o a los niños, pero dime ¿están bien? Ninguno se lastimo en la huida ¿no? - preguntó con un tono de voz suave, cosa que hizo a Milo relajarse, por lo cual feliz respondió.

Milo: Nada más las pequeñas cortadas que tengo yo, pero ellos y el bebé están bien - respondió sonriendo, Camus por su parte después de suspirar lo levantó del asiento y se sentó él, para después volver a jalarlo hacia él, recostandolo entre sus brazos.

Camus: tú también te vez cansado, lo mejor será que duermas un poco, yo los cuido - le pidió.

Milo: Camus esta posición es incomoda para ti, sin contar que el peso de los cuatro es mucho - aseguró, mientras Camus únicamente le sonrió para después negar.

Camus: tranquilo, estaré bien, debido al accidente tengo día libre, descansaré un poco más tarde - aseguró mientras Milo lo veía no muy seguro - ¿sabes? Pensándolo un poco, que se quemara el edificio fue bastante oportuno ¿no? Así que deberemos buscar un lugar nuevo para vivir, será bueno estar en otro sitio alejados de un temible piso diez ¿no? - preguntó.

Milo: Solo tú. Un hijo de Kardia Antares podría ser capaz de verle el lado positivo a esta desgracia Camus - le dijo serio, mientras escuchaba a su esposo reír.

Camus: hey, deberías agradecer que algo bueno me heredo mi padre - aseguró mientras Milo únicamente sonrió mientras negaba - ya duerme un poco - pidió.

Milo: ya dije que no y mejor suéltame que peso mucho - pidió.

Camus: hm... ¿aún sigues molestó? ¿Quieres que te cante? - preguntó.

Milo: Camus - llamó.

Camus: ¿Por qué eres tan celoso? Tus papás no son así - aseguró.

Milo: dijimos que ese talento tuyo solo yo podía conocerlo, así que ni se te ocurra si no quieres ir a dormir con Coco cuando lleguemos - aseguró serio, mientras que Camus únicamente río, para después comenzar a meserlo un poco entre sus brazos. Desde de lejos Alexander y Zhivago los observaban con una sonrisa.

Zhivago: Vez... te dije que no era necesario que intervinieramos, ellos solos lo arreglarian - aseguró sonriendo.

Alexander: me alegro mucho, aunque me gustaría mucho saber cómo porque me dejaste en la casa de ellos y no en la mía - reprocho molestó.

Zhivago: hay ya te respondí, solo quería que estuvieras a gusto con tú novia en un lugar seguro - respondió sonriendo.

Alexander: Que no es mi novia desgraciado ¿cuantas veces voy a tener que repetirtelo? - preguntó molestó.

Zhivago: hm... - pensó, para después verlo y sonreír, respondiendo con un simple - hasta que tú te lo creas - le respondió mientras el otro molesto únicamente intento darle un golpe en la cabeza, cosa que no logro porque el castaño se movió rápido - jaja, tranquilo, no hay necesidad de ser tan agresivo con tú mejor amigo quieres, únicamente estoy tratando de ayudar - aseguró mientras vio cómo el otro molesto camino hasta él, por lo cual se hecho a correr.

Alexander: ¡uy, regresa acá maldita piedra! - gritó mientras lo seguía.

Zhivago: ¡Jaja! Eso no decías ayer con tus copitas encima, ayer decías, ¡eres mi mejor amigo de toda la vida Zhivago! - se burlo.

Alexander: ¡¿Que?! - gritó.

Zhivago: Ups... se me olvido decirte que te emborrache anoche, pero tranquilo, no te pasaste de listo con nadie - le aseguro mientras ambos salian del hospital.

Milo y Camus únicamente se quedaron viendo por donde ambos salieron, para después verse a los ojos, Milo vio confundido a Camus, que únicamente río con algo de nostalgia y dijo.

Camus: jaja, recuerdo ese día que mi papá nos emborracho a todos, tú papá lo siguió justamente así increíblemente molesto porque sabía en el problema en que lo habían metido con tú mamá - confesó mientras Milo únicamente río por lo bajo, para después ver a sus pequeños, que se movieron un poco incómodos en sus brazos.

A los pocos minutos de que quedaron en silencio, Milo únicamente suspiró, para después hacer una pequeña pregunta.

Milo: Cam... - llamo.

Camus: ¿hm? ¿si que sucede? - preguntó mientras lo veía.

Milo: ¿Tú papá esta bien cierto? - preguntó.

Camus: si, no te preocupes, la herida no es tan grave cómo se esperaba, únicamente están esperando que despierte - respondió.

Milo: ¿Tú sabes que es lo que tenía? ¿Por qué se volvió loco y fue a atacarme? - preguntó.

Camus: pasaron cosas muy locas durante las últimas doce horas Milo, no se si llegaras a creer toda la historia, pero te lo contaré todo cuando estemos todos juntos fuera de este lugar, solo te diré que espero que tú y los niños no le tengan miedo o guarden rencor por eso, él jamás les haría daño, los quiere a los cuatro y mucho, incluso más que a mi - se burlo.

Milo: entiendo... prometo que hablaré con los niños para explicar la situación - aseguró.

Camus: gracias amor, y ya no te preocupes más, todos esos problemas por fin han acabado, Tú abuela, se encargo de ponerle fin a todo, aunque me pregunto cómo es que sabía tanto - dijo confundido.

Milo: eso era gracias al libro que le dio la luz madre a mi abuelo cuando lo maldijo, reinos caídos, ese libro, se escribía sobre la marcha y daba algunas pistas, más el don de mi abuela, pudo anticipar ciertas cosas y saber como contrarestarlas.

Camus: interesante ¿no crees? - preguntó mientras vio cómo su esposo sonrió, para después recostar su cabeza sobre su pecho, él únicamente suspiró, esperaba que nadie de la familia tuviera heridas graves.

Vio de reojo a sus cuñadas y a sus amigas detenidamente, tenía que buscar la forma de encontrar la excusa correcta para las invitadas acerca de lo que había pasado o si no, tendrían problemas, aunque al ver a Dafne, un pequeño sentimiento de angustia lo invadió, no sabía que era, pero tenía miedo de lo que pudiera pasar.

Continuará...

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