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II

Las manos de Tony estaban sobre sus hombros. Peter sabía que no había una intención oculta en ello, pero el hecho de que esa zona de cuerpo fuera muy sensible lo ponía mucho.

Por suerte, Tony no lo notó y se alejó.

—¿Entonces qué piensas?

¿Qué podría pensar con una erección entre su ropa? Ni siquiera había escuchado lo que su mentor había dicho.

—Es-Está bien —se sonrojó profundamente cuando Tony alzó una ceja, interrogante.

El mayor se inclinó en la mesa de cristal que estaba frente a él, luego lo miró a los ojos. Tuvo la sensación de que estaba intentando ver a través de él, así que buscó cualquier otro lugar donde poner su mirada.

—Mírame cuando te hablo —volvió su vista a Tony de nuevo—. ¿Escuchaste lo que dije siquiera?

La voz de Tony sonó tan ronca que hizo que su piel se erizara.

—No —susurró. Tony le dio una mirada que nunca antes había visto en él. No sabía si temerle o ignorarla—. Tenía la mente puesta en... Otra cosa.

Tony lo miró con fijeza, pero no insistió. En cambio, volvió a repetirle lo que le dijo antes.

Cuando terminaron de trabajar ese día, el mayor había apretado su hombro derecho con suavidad antes de salir del laboratorio y dejarlo solo.

Por supuesto que Peter no se había excitado solo por eso.

Sí, se había excitado, pero no solo por el simple toque. Si no porque una vez había soñado que Tony le daba un masaje en los hombros y habían terminado tocándose y después follando en la alfombra.

A veces —bueno, casi siempre— deseaba poder deshacerse de los sueños. No seguirlos teniendo, no recordarlos más, no nada. Pero también había una parte minúscula en él que quería seguir soñando con cosas sucias y ver hasta donde podía llegar resistiendo esa situación.

Se había negado al principio, pero ahora ya no podía negar que le gustaba Tony. No le importaba la edad del mayor. Ben una vez le había dicho que lo que más importaba eran los sentimientos, así que veía la edad del mayor como un número cualquiera. Internamente, siempre se había considerado bisexual también, a pesar de que nunca lo había pensando demasiado y nunca lo había expresado en voz alta. No hasta ahora que reconocía que quería una relación más allá de la de alumno/mentor con Tony. Porque vamos, Peter jamás lo hubiera considerado un papá. Ese puesto solo era de su padre. Ni siquiera a Ben había visto como una figura papá. No lo iba a hacer con Tony.

Mucho menos ahora que soñaba que se lo follaba en cada rincón de la jodida Sede que fuera posible.

Miró la hora en su teléfono, no tenía sueño, así que iba a salir a dar una vuelta por las calles con su traje, tal vez —si tenía suerte— encontraba algo en que entretenerse.

+

—Es una jodida broma, ¿no?

La voz de Tony hizo que quisiera bajar la cabeza ante él, pero se resistió. No era la primera —de hecho, hasta había perdido la cuenta de qué vez era ésta— que lo regañaba así y tenía más que claro que no sería la última.

—No es mi culpa, Tony, debes entender-

Tony lo miró con furia.

—¿Quieres que entienda que dejaste que alguien más que no sea yo o tu tía supiera sobre tu identidad?

Suspiró, puso la máscara de su traje sobre la mesa y asintió con bastante parsimonia, eso pareció alterar aún más a Tony porque este apretó los labios con fuerza.

Michelle no va a decirle a nadie... Y también lo sabe Ned. —El millonario llevó una de sus manos al puente de su nariz—. Que no es mi culpa, ¿bien? Ned lo sabe casi desde el principio y Michelle lo descubrió por si sola... Bueno, me vio la máscara en la mochila, pero no es mi culpa que justo ese día ella no haya llevado su lápiz y que quisiera que le prestara uno...

—Parker.

—¿Sí?

—Cállate —Tony pidió, aún parecía que intentaba recuperar la paciencia. Se acercó a él hasta casi tocar sus cuerpos. Peter se inclinó hacia atrás, mientras sentía un nudo crecer en su garganta—. Ahora, vas a hablar bien con tu querida amiga y te vas a asegurar que no le va a decir a nadie, ¿bien?

Asintió, sin haber escuchado la última frase realmente. Había estado mirando los labios rojos y jugosos de Tony.

—Sí —susurró, sin despegar la vista de los labios del mayor.

—Otra cosa —los labios se movieron como en cámara lenta—. Mírame cuando te hablo.

Sus mejillas se sonrojaron y con la vergüenza asomandole por los poros lo miró a los ojos.

Tony no espero ni dos segundos antes de besarlo. Se paralizó los primeros segundos, pero luego envolvió sus brazos alrededor del cuello del mayor y le devolvió el beso.

Maldita sea, llevaba tanto tiempo deseando que eso pasara, que ahora no podía creer que lo estaba haciendo.

—Debería castigarte por ser tan imprudente —Tony susurró contra sus labios.

A Peter le encantaba la idea de que lo hiciera, pero no lo dijo.

—Voy a hablar con Michelle —prometió—. Sé que ella no le dirá a nadie.

Los ojos whisky del mayor se pusieron oscuros. Sus pupilas se dilataron.

—Eso espero, o tendrás que atenerte a las consecuencias.

Peter lo haría encantado.

+

Se dio vuelta en la cama sin poder conciliar el sueño de nuevo.

No podía sacar de su mente el hecho de que esta vez no haya soñado con sexo. Siempre lo había hecho, al menos algunos toqueteos o algo parecido. Pero esta vez solo había sido un beso y aunque había tenido palabras de doble sentido e intensiones ocultas, no hubo nada de eso.

Volvió a girarse, sin encontrar una posición que le fuera completamente cómoda.

Era obvio que ya no iba a dormir, así que tenía que pensar en qué iba a hacer en las cuatro horas que faltaban para que amaneciera. A esa hora ya no podía abandonar el complejo y dar una vuelta por la ciudad, Tony se lo había prohibido alegando que era por su propia seguridad, pero las ganas de romper esa regla estaba haciendo mellas en él.

Pensó en escribir algo.

Con tantos sueños eróticos que había tenido seguramente sacaría un buen libro de sexo que todos leerían.

Rodó los ojos para sí mismo, si May se llegaba a enterar de ello lo mataría. Así que mejor se iría olvidando del dichoso libro.

Rememoró el sueño reciente de nuevo, solo para tener algo en que distraerse, tal vez lograba conciliar el sueño durante unos minutos más.

De alguna manera extraña, ese sueño le parecía bastante real.

Tony no lo había regañado así cuando se había enterado que Michelle lo sabía, pero sí le había dado una mirada rara cuando le juró y perjuró que ella no le diría a nadie. Ahí había quedado todo.

El Peter de sus sueños era jodidamente más afortunado que él en muchos aspectos.

Suspiró y cerró los ojos.

De pronto, recordó que May le había preguntado una vez si estaba enamorado solo porque había suspirado tres veces en un mismo rato.

Era una idiotez.

+

Cuando se levantó para darse una ducha y luego irse a la escuela, tenía una erección nuevamente.

A veces Peter aborrecía su lívido, porque se desahogaba a pura mano, sin tener a nadie que le ayudara a hacerlo, pero a veces también se sentía bien de ser así.

Sabía que una vez activara su vida sexual tal vez disminuiría un poco.

Le había tocado —por millonésima vez— masturbarse en la ducha, mientras imaginaba que Tony estaba con él y que le ayudaba.

Se estaba volviendo una costumbre.

Cuando bajó para desayunar Tony estaba tomándose una taza de café, mientras leía el periódico. El mayor alzó la vista y lo miró interrogante.

—¿No descansaste anoche?

Peter era consciente de las ojeras enormes que tenía, se había visto en el espejo del baño mientras se peinaba. Su piel era excesivamente dramatica para ese tipo de cosas. De hecho, con un apretón medio fuerte que le dieran en el hombro o en cualquier otra parte del cuerpo ya le quedaba excesivamente rojo.

—No mucho —admitió—. Tuve una... pesadilla en la mañana y ya no pude volver a dormir.

—Te hubieras tomado un calmante o algo para dormir.

—Me sirvió para reflexionar, por eso no lo hice.

Tony alzó una ceja.

—¿Algo interesante que hayas sacado de tu momento de reflexión?

Sí, me gustaría que me inclines sobre esa mesa y que me folles contra ella en cualquier momento que desees. Tampoco me negaría si quieres hacerlo en tu habitación.

—Un par de cosas, sí.

Tony asintió y desvió la mirada, sus ojos se posaron sobre el ventanal que estaba frente a él. Se podía ver todo el centro de New York desde ahí.

Suspiró, se sirvió una taza de café y se sentó para hacerle compañía a Tony. Después de todo, no podía negarse a sí mismo que estar con Tony era lo mejor de todo.

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