Con Kardia y Dégel.

Kardia: pues yo pienso que tú deberás cambiar tu oficio para convertirte en niñero - le dijo

Dégel: ¿Perdona? - pregunta.

Kardia: si, solo piénsalo. Es la única forma en la que tú podrías estar cerca de ese niño por lo menos en el día.

Dégel: ¿enloqueciste? Apenas y nos acabamos de conocer, ¿ya crees que me dejará cuidar a su hijo? - preguntó.

Kardia: bueno, para eso está Écarlate, ya nos hemos ganado su confianza ¿no? Solo hay que buscar la forma de hacerlo recomendarte con el, porque no creo que vaya dejarlo en la Guardería. Por algo lo vimos corriendo la primera vez.

Dégel: si, pero supongo que ya tiene a alguien que lo cuide Kardia, no será fácil.

Kardia: tienes razón, pero toca intentar - susurró.

Dégel: si supongo que si Kardia, pero primero tenemos que buscar la forma de ganas su confianza - fue lo que respondió mientras su esposo asintió, para después ver por el espejo retrovisor a Camus, quien se había dormido.

Por fin había llegado al centro comercial y se habían dirigido al estacionamiento. Donde después de quitarse el cinturón ambos bajaron del auto, Dégel se dirigió a la puerta de los asientos de atrás y abrió la puerta para sacar a Camus de su sillita, cuidando de que no despertará, coloco su sábana sobre el mientras veía a Kardia sacar del baúl trasero la pañalera de Camus y así ambos entraron al centro comercial para abrir su negocio.

Volviendo con Mystoria y Écarlate.

Un suave beso eso fue lo que en un pequeño instante se dio, no sabía como reaccionar, o si aquello le disgustaba o no, tal parecía que no, pero al sentir y recordar que Milo estaba en medio de ambos rápidamente lo alejó de él.

Écarlate: pe-perdón - se disculpó mientras se alejaba.

Mystoria: ¿Que fue lo que ocurrió? - preguntó sorprendido.

El entorno se había vuelto un poco incómodo, así que Mystoria tomó a Milo, lo cargo y salió lo más rápido que pudo del departamento, mientras que Écarlate pensativo, se quedó preguntándose si, ¿el realmente se había atrevido a hacerlo? Todo esto y más atormentaban a Écarlate que lo único que pudo hacer fue sentarse sin poderse creer lo que había hecho.

Con Mystoria.

Mystoria por su parte quito La cinta amarilla para delimitar área que habían dejado sus compañeros anteriormente y sacando rápidamente sus llaves las coloco en la cerradura de la puerta para seguidamente girarla y entrar de nuevo a su casa. Al entrar suavemente se dejó caer de espaldas en la puerta hasta quedar sentado en el suelo, e inconscientemente sentó a Milo aún lado suyo, su bebé lo veía detenidamente.

Mystoria paso las yemas de sus dedos por sus labios suavemente, para después ver a Milo subidito en su pierna viéndolo.

Mystoria: tranquilo amor, estoy bien - le dijo mientras lo cargaba, sentandolo en sus piernas frente a él, viéndose mutuamente - lo que sucede es que eso no tuvo que haber pasado bebé - respondió como si el pequeño pudiera entender le.

Estaba confundido con todo, debía admitirlo y tampoco podía con la vergüenza de haberse dejado llevar olvidando por completo que su bebé estaba ahí con el.

Mystoria: ¡ah!... ¡¿como es posible?! - grito mientras Milo lo veía.

Milo: ¡tata! - grito emocionado, imitando a su mamá.

Mystoria: Oye... no te burles - le pidió mientras él bebé reía, Mystoria enternecido pasó su mano sobre la cabeza de su bebé, acariciando su cabello, le era super adorable que su bebé resultará siendo tan listo.

Suspiró más pesadamente para después ponerse de pie, viendo que tenía que arreglar su departamento, así que decidió ponerse manos a la obra, alguien no tardaría mucho en volver a pedir su deliciosa compota de manzana, aunque no sabia como haría para ver a su vecino a la cara después de esto.

Continuará...